jueves, 22 de agosto de 2019

Terrorismo budista. El caso Birmania.



El caso de la confrontación entre musulmanes y budistas en Birmania es un hecho que ha tenido mucha importancia a nivel mundial en la última década. Lo que sabemos en términos generales, es que ha habido una confrontación inter étnica e inter religiosa en Birmania, actualmente Myanmar. Y que por circunstancias particulares esta tensión ha estallado generando una situación terrible en el país.

Según los medios de comunicación, lo que está sucediendo en Myanmara es un genocidio. Un exterminio sistemático de una población específica por razón de su raza y religión. Este genocidio, perpetrado por el ejército birmano contra la minoría musulmana Rohingya, estaría apoyado por el clero budista birmano, encabezado por el monje Ashin Wirathu, denominado por la revista Time como “la cara del terror budista”. Aunado a esto, la prensa ha resaltado la inacción de la líder política Aung San Suu Kyi, principal opositora al régimen militar birmano y ganadora del premio Nobel de la paz por su lucha por la democracia.

Este polvorín latente sobre el que Birmania estaba sentada estalló por un incidente ocurrido en el 2.012. Una mujer budista fue violada y asesinada por tres hombres pertenecientes a la comunidad musulmana Rohingya. Este crimen fue la gota que rebasó la copa de una larga historia de tensiones entre ambas comunidades que incluía la destrucción de estupas budistas, la exclusión social de las comunidades Rohingya, la agresión física y algunos asesinatos de monjes budistas y la xenofobia, a estas alturas histórica, de algunos sectores del país hacia esta etnia. El crimen hizo que los monjes clamaran por una acción contundente e inmediata. La junta militar birmana vio la oportunidad de ejercer un nivel de fuerza que la nueva democracia relativa, aún incipiente y débil conseguida por Suu Kyi, no les permitía ejercer. Ahí empezó todo.

Los militares se vieron con justificación para hacer lo que saben hacer, y la represalia fue devastadora. Fue entonces cuando se hizo sentir el Ejército de Salvación Rohingya de Arakán (abreviado ESRA en birmano). Un grupo islamista armado que se levantó para luchar contra el ejército birmano. El ESRA  atacó aldeas hinduistas y budistas con violentas acciones armadas contra la población civil. En represalia, el ejército birmano ejerció duros controles a la comunidad Rohingya, generando así una espiral de violencia de toma y dame en la cual civiles inocentes, campesinos de las zonas rurales que no solo pertenecen a la etnia Rohingya sino también a comunidades hinduistas y budistas birmanas, están pagando los platos rotos de una confrontación armada entre un grupo armado y un ejército dictatorial.

Las grandes cadenas noticiosas han reportado violaciones de los derechos humanos por parte del ejército birmano los cuales incluyen violaciones masivas, masacres y destrucción de aldeas. Incluso algunos medios hablaron de actos de barbarie tan horribles como que los soldados birmanos echaban niños Rohingya al fuego. Los medios denominaron la acción del ejército birmano como “limpieza étnica”.
Este es el panorama de la situación en Birmania a grandes rasgos. Obviamente, la situación es mucho más compleja y profunda de lo que podemos suponer.

En esta época de información instantánea e indignación automática, estamos expuestos a una gran estimulación emocional en lo referente a temas sociales. No demoramos un segundo en reaccionar y tomar partido sin cuestionar el origen de la información. Esto nos hace muy manipulables y reaccionarios, por lo tanto es mejor pisar el freno y pensar antes de contribuir a esa gran avalancha de opiniones venenosas que nos hacen daño y que no cambian nada de la realidad social con la cual estamos comprometidos.

La calidad de la información que tenemos no suele ser lo suficientemente idónea para poder hacernos una opinión medianamente certera, y ese precisamente es nuestro problema con el tema de Birmania. No tenemos suficiente información, y la poca que tenemos no nos es totalmente confiable. Los medios tienen sus intereses propios.

Teniendo en cuenta la imagen de sacralidad que tiene el budismo en occidente gracias a la lucha de SS el Dalai Lama contra el gobierno comunista chino, no hay nada más llamativo e irónicamente más morboso como el título de un monje budista predicador de odio. Es una contradicción simplemente irresistible para los medios occidentales. Esto no quiere decir que Ashin Wirathu sea inocente de todo lo que se le adjudica, pero tampoco quiere decir que todo lo que se dice de este monje y de todo el clero birmano sea la verdad solo porque CNN y BBC lo dicen. De nuevo, hay que analizar el tema con pinzas.

Empecemos por lo básico. Sí es cierto que la comunidad Rohingya está siendo marginada desde hace décadas y que el ejército birmano ha cometido atropellos en contra de ellos. Las pruebas son contundentes y esto es innegable. Ahora, los motivos y la posición de toda la sociedad birmana hacia los Rohingya es algo que deberíamos observar cuidadosamente porque estamos hablando de catalogar a todo un país entero de xenofóbico y asesino con solo leer un párrafo. Recordemos que Birmania ha estado bajo el gobierno de una junta militar dictatorial brutal desde hace décadas y que solo hace poco un rayo de luz de la democracia se asoma por ese país gracias a los esfuerzos y sacrificios de Aung San Suu Kyi, una activista política birmana por la democracia quien ha estado en arresto domiciliario por 15 años, y soportado otros más de asedio de la junta militar, que aun con ridículas argucias burocráticas se negó a entregarle el poder que legalmente le corresponde y que le fue dado por el voto popular del pueblo birmano, el cual hace rato que está harto de los militares. Suu Kyi sigue como asesora del gobierno luchando desde su partido para conseguir la democracia total en Birmania que aún no existe. Debido a los últimos acontecimientos, Suu Kyi ha sido acusada de ser cómplice del genocidio contra los Rohingya. De ser una nacionalista psicótica igual que Ashin Wirathu. Sin embargo, si investigamos bien, tal vez podamos ver cosas más allá de la superficie que nos muestran los medios mundiales.

Aung San Suu Kyi

La situación es esta. La junta militar birmana ya no tiene poder político ante el mundo. Lo perdió en las elecciones generales de 1.990 en la cual el pueblo protestó por considerar que Suu Kyi debió ser elegida primer ministro y traer la democracia al país. La dictadura militar birmana ya no tiene legitimidad diplomática, pero se niega a morir. La lucha por la democracia de Suu Kyi le valió el premio Nobel de la paz en 1.991 y con ello han venido intentos de asesinato, encarcelamientos, calumnias y todos los ataques que la maquinaria Estatal de una dictadura militar puede ejercer. A Suu Kyi se le ha acusado de apoyar los ataques a los Rohingya por su silencio. Sin embargo, ella ha dicho que no puede tomar partido porque los ataques no son unilaterales, sino que hay una confrontación de ambos bandos que viola los derechos humanos hacia ambas partes de lo cual también hay pruebas documentadas, ya que los asesinatos de monjes budistas y de civiles budistas también han sido reportados.

Suu Kyi ha optado por continuar con el discurso de la paz. Si tomara partido por un lado o por el otro, el bando opuesto conseguiría justificación mediática ante el mundo, y sus acciones violentas serían minimizadas o totalmente ocultadas por los medios que apoyan cada bando, sea el gobierno birmano o la prensa internacional respectivamente. Además, hay que recordar que Suu Kyi no es una líder soberana legalmente hablando. Aún tiene el impedimento de la junta militar para la cual ella es la gran piedra en el zapato de la cual no se han podido librar en más de dos décadas. A pesar de su reconocimiento y del poder adquirido en su lucha por la democracia en el país, Suu Kyi no tiene total libertad de acción. Tampoco puede declarar libremente ya que cada palabra suya tiene el potencial de generar consecuencias catastróficas para un lado o para el otro.

De hecho y a pesar de todo, ni ella misma está a salvo en su ejercer político. En otras palabras, Suu Kyi todavía tiene un cañón de fusil apuntando hacia su nuca. Todo el tiempo. Un movimiento en falso y será asesinada lo cual no es un secreto para nadie en Myanmar. El miedo de Suu Kyi no es tanto el peligro que todavía corre su propia vida, sino el hecho de saber que, si ella es asesinada, todo el país estallará en la guerra civil más brutal que Myanmar haya visto jamás. Y ha visto muchas. Su muerte podría significar la destrucción de su país. Así que no es simple condescendencia patriótica o fanatismo nacionalista lo que hace que Suu Kyi mida sus palabras con microscopio. Ella aún es una rehén de la dictadura militar.

El monje Ashin Wirathu por su parte es otra historia. Es la cara más visible de la protesta contra el terrorismo islamista del ESRA, pero no es ni de cerca el monje más radical en la confrontación. Hay otros monjes de mayor edad y más jerarquía con discursos igual o más directos que el suyo. La razón por la cual Ashin Wirathu apareció en el radar de los medios internacionales es porque es un monje moderno que está en las redes sociales y maneja Twitter, Facebook y otras plataformas que lo hacen una figura mediática para sus seguidores. El foco del tema de Ashin Wirathu es el asunto del islamismo extremo. No menciona tanto a la etnia Rohingya, ya sea por conveniencia mediática, ya sea porque no ve el problema tanto en la etnia como en el extremismo religioso. Sin embargo, Ashin Wirathu ha tomado la vocería de una comunidad amplia de monjes y civiles budistas que sí se han visto afectados por el extremismo islámico que no se menciona casi, pero que sí está presente en Myanmar. Solo que no con una contundencia tal como para ser mencionada o comparada con los atropellos que están sufriendo los Rohingya dentro de las fronteras birmanas.

El monje Ashin Wirathu ha dicho que la comunidad budista se debe armar para defenderse de los ataques de los extremistas islámicos. Debido a su férrea defensa de la comunidad budista y el arquetipo budista de pacifismo a toda prueba, la mezcla de budismo y armas ha sido un punto de explotación mediática para generar una supuesta contradicción doctrinal, pero esto es falso. Los tailandeses por ejemplo, fueron el único pueblo surasiático que resistió todas las invasiones europeas y nunca fue sometido. Los tailandeses son tan budistas, o más, que los mismos birmanos, pero nadie les ha cuestionado el uso de las armas y la guerra para defender su nación. Sus guerras no fueron bombas mediáticas. Claro que en esa época no había BBC ni Twitter ni youtube. Es un error pensar que una comunidad budista no pueda ejercer defensa propia por ser budista. De ser esto así, no existirían comunidades budistas en la actualidad. Toda nación debe contar con una fuerza que proteja su soberanía, y los países budistas no son excepciones. Ahora, el punto que debemos analizar aquí es cuando el monje le dice a su comunidad de creyentes, que son civiles, que deben armarse para su autodefensa y, por su parte, el actuar del ejército birmano contra la comunidad Rohingya. Aparentemente una cosa va con la otra, pero la realidad podría ser otra.

Ashin Wirathu

Veamos algunos antecedentes del monje Ashin Wirathu. Ashin Wirathu siempre ha tenido problemas con la cuestión musulmana en Birmania, pero no solo con ellos, sino también con la dictadura militar. Su movimiento también ha encabezado marchas y protestas contra la junta militar pidiendo democracia y apoyando Suu Kyi. Siempre se ha caracterizado por ser frontal y enérgico en sus intervenciones. Tanto así que ya ha pagado una condena de nueve años en prisión por oponerse a la dictadura de los militares birmanos. Actualmente se dice que su largo historial de acciones radicales en contra de los Rohingya le ha llevado a tener problemas con la ley, lo cual es algo irónico ya que el mismo Estado con el cual ha tenido supuestos problemas por incitar al odio racial es el mismo Estado que actualmente está cometiendo el genocidio contra los Rohingya.

Entonces, según la prensa internacional, el monje que está en alianza con los militares para masacrar a los Rohingya, es el mismo monje que ha sido encarcelado por los mismos militares que atacan a los Rohingya, por discriminar a los Rohingya ¿Eso tiene sentido?

Ashin Wirathu fue encarcelado entre 2.003, mucho antes de que Suu Kyi tuviera alguna influencia democrática real en el país. Y salió en el 2.012, año en el que estalló la violencia por la violación y asesinato de una mujer budista birmana a manos de tres Rohingya. Como no podía ser de otra manera, el monje protestó. Pero volvamos al punto. Los mensajes de Ashin Wirathu son dirigidos a sus seguidores. Debido a sus antecedentes de protestas contra el Estado birmano, el ejército no está entre su público objetivo. Es por eso que en lugar de pedirle al Estado que militarice las aldeas para proteger a las personas, les pide a las mismas personas que se armen y se defiendan a sí mismas y a sus aldeas. Cosa que muchos han hecho, no solo budistas, sino también aldeas hinduistas que padecen el mismo fuego cruzado.  

Uno de los puntos clave de su discurso es la posición en contra de los matrimonios mixtos entre budistas y musulmanes. La explicación que da el monje sobre su postura sobre los matrimonios mixtos es la siguiente. Apunta enfáticamente a la situación de las mujeres. Ashin Wirathu explica que cuando una mujer budista se casa con un hombre musulmán, se le dice que puede mantener su religión en su matrimonio. Pero que después de realizado el matrimonio legalmente, a la mujer se le obliga por la fuerza a convertirse al islam, a riesgo de padecer las consecuencias de resistirse a las leyes islámicas. Por esta razón Ashin Wirathu ha hecho una campaña en contra de los matrimonios mixtos. Lo cual inevitablemente ha de ser interpretado por la prensa internacional como el más puro y primitivo racismo, aun sin analizar si es cierto o no que la cuestión de la campaña obedece a un tema religioso, no racial, ya que los musulmanes también pueden convertirse al budismo ante lo cual no hay ninguna objeción. Esto, al menos en teoría, descartaría motivaciones raciales. Pero el tema de los derechos de las mujeres budistas desviaría la atención del tema racial y étnico que es lo que pone en los medios internacionales el tema de los Rohingya.

Ashin Wirathu no habla mucho de los Rohingya en sí. Se suele referir más a los musulmanes radicales. Sin duda tiene una posición crítica a la doctrina islamista y hacia los musulmanes radicales que se puede extender a los no radicales. Desde joven se unió a un movimiento llamado 969. Un movimiento pro budista nacido de la confrontación interreligiosa con los islamistas de varias etnias desde hace ya algunos años. Sin embargo, saber realmente que piensa este monje en particular de la comunidad musulmana en general es un misterio debido a la interferencia mediática de la prensa occidental desde 2.012. Lo que encontramos sobre este monje después de esta fecha en los medios son acciones anti islámicas. Boicotear los negocios musulmanes, rechazar las uniones interreligiosas, y en general una, postura totalmente anti musulmán que da pie a adjudicarle grandes y pequeños males al monje debido a cómo está la situación de Myanmar.

Los medios no se han hecho esperar. Como ya hemos dicho, no hay nada más tentador para vender noticias que las contradicciones trascendentales. Los titulares adquieren un tono deliciosamente morboso. Independientemente de que sea o no verdad, un monje budista terrorista es algo imposible de dejar pasar. Es algo así como una sor Teresa prostituta. Titulares como “el Bin Laden budista”, “la cara del terror budista”, “monje budista pro militar”, “líder budista anti musulmán”, “budistas nazis” y otros, han creado una imagen muy llamativa de este líder budista ante el mundo. Por un lado, se vende la imagen siniestra de un monje terrorista al tiempo que por el otro se alimenta el morbo por la tragedia de los Rohingya, lo cual crea la escena perfecta del villano y su obra macabra, cuando las cosas no son así de simples y se deja de lado la necesidad de ayudar a las personas que de verdad necesitan ayuda urgente. Este tipo de titulares no ayuda a los Rohingya. A los únicos que ayudan es a las cadenas noticiosas “serias” a vender basura amarillista y morbosa.


Hay que ser honestos. Ashin Wirathu es un hombre más pasional que otra cosa. Aunque no es el más radical y seguramente si hay monjes xenófobos y racistas en Myanmar, hay dos cosas que hacen de Ashin Wirathu la delicia de los medios occidentales. Primero como ya dijimos, su uso de las redes sociales. Y segundo la forma en la que se comunica. Las palabras que usa Ashin Wirathu tienen el objetivo de incentivar a sus compatriotas birmanos. Su lenguaje, hay que decirlo, es lo suficientemente gráfico y directo para dar el mensaje que quiere dar a sus seguidores con la intensión de encender sus pasiones en cuanto a la defensa de su causa. Pero una cosa son sus seguidores birmanos y otra la prensa internacional. Él usa figuras muy agresivas. Compara el actuar de los radicales islamistas como lobos o chacales y usa este lenguaje figurativo como un político en campaña, pero con una fuerte dosis de libertad verbal que el político en campaña no puede usar ya que a éste sí le importa su imagen pública. Al monje no.

Vamos a analizar uno de los pocos ejemplos que podemos ver en los medios ya que la información en realidad no es mucha. Tomemos el ejemplo de los lobos y los chacales que tanto ha sido comentado y sobre explotado por los medios internacionales. Ashin Wirathu dice a sus seguidores que los musulmanes hacen de corderos y luego terminan de chacales, parafraseándolo muy resumidamente. En un lenguaje más práctico y manteniendo la misma idea que Ashin Wirathu quiere trasmitir, lo que quiere decir es que los musulmanes, por lo general, cuando son minoría se victimizan. Se muestran indefensos y desventajados. Denuncian islamofobia y claman por la ayuda del mundo occidental, la mano blanca que reivindica derechos de los débiles en todo el mundo. Muestran sus tragedias y buscan generar lástima. Pero cuando son mayoría y toman el poder como en Irán, algunas regiones de África o en algunas otras zonas aisladas del medio oriente, lanzan homosexuales por las azoteas de los edificios, privan a las mujeres de todos los derechos y las tratan como animales, violándolas y poseyéndolas legalmente, ejecutan a cristianos, judíos y cualquier otro creyente no musulmán, ejercen esclavitud sexual, se casan con niñas de nueve años, y en fin, se les olvida la tolerancia.

Obviamente Ashin Wirathu no está tomando en cuenta países como Turquía, Indonesia y otros tantos que son de mayoría musulmana y tienen un gigantesco avance en materia de derechos humanos, igualdad y tolerancia religiosa. Ashin Wirathu solo está tomando en cuenta países atrasados en el tiempo. Pero su punto no es imaginario y hay grupos islamistas que si tienen esa inclinación. Para él, el ESRA posee esta tendencia. En cuanto a los Rohingya no se suele hacer diferencia entre el pueblo de los Rohingya y el grupo ESRA, sin embargo, ante las preguntas sobre esta comunidad, Ashin Wirathu ha dicho que ha pedido al ejército llevar ayuda humanitaria a los campamentos de refugiados. Pero insiste en repeler al ESRA.

Hablemos de los Rohingya. Estas personas han sido excluidas históricamente. Para los birmanos, los Rohingya siempre han sido bengalíes realmente.  Es decir, extranjeros ilegales. No los reconocen como birmanos y han procurado mantenerlos al margen de la vida social y comercial del país. Sin embargo, los Rohingya se han reproducido mucho más rápido en las últimas décadas, esto es una de las denuncias de Ashin Wirathu, y al ser una comunidad excluida en crecimiento demográfico, era imposible que no se generaran problemas. Estas personas no tienen tierra, no tienen casi derechos o asistencia pública. Y al reproducirse en una situación socialmente fronteriza, el resultado es una legión de personas que vino al mundo sin tener realmente un lugar en él. El problema de los Rohingya no es que sean o no musulmanes, o que sean de una etnia distinta, o que no sean considerados birmanos. El problema de los Rohingya es que ya son miles, y nadie quiere darles nacionalidad.

Familias Rohingya huyendo de Myanmar

Otra cosa que hay que tener en cuenta es la verdadera naturaleza del ESRA. Cuando Ashin Wirathu habla de los musulmanes, seguramente los está metiendo a todos en la misma bolsa, y eso es un error absurdo. El ESRA, que es una agrupación de resistencia Rohingya, procede de otro grupo de reivindicación de derechos que surgió en la generación anterior. Sin embargo, el ESRA ha cruzado los límites de la legítima resistencia por los derechos de su gente y ha degenerado en terrorismo vulgar. El ESRA no solo ataca comunidades budistas principalmente y también hinduistas, sino que también delinque como una mafia dentro de la misma comunidad Rohingya. Los cuerpos humanitarios se dieron cuenta de esto en las campañas de ayuda de 2.017.

El ESRA se volvió una verdadera mafia dentro de los campamentos de refugiados. Roban el oro de la dote de los casamientos a las esposas. Extorsiona a los hombres bajo amenaza de atacar a sus hijos. Se adueña de los pequeños comercios. Exprimen a su propio pueblo para hacer la guerra con los birmanos en general, sin tener en cuenta militares, monjes, civiles o incluso occidentales que llegan a ayudar. Los Rohingya están entre la espada y la pared. Sus amenazas son internas y externas. En cualquier caso, el que sean o no musulmanes no tiene nada que ver. El tema de la religión es una excusa de ambos bandos para hacer la guerra. Los unos quieren echar a toda una población al exilio ignorando toda noción de derechos humanos. Los otros quieren crean un mini estado islámico por las armas usando las heridas de su pueblo como excusa y justificación de la violencia. Y en medio de ellos están los Rohingya y también los campesinos birmanos. Pero esto difícilmente sale en los medios.

Y esto es solo la punta de la cola del gran monstruo que se mueve en Myanmar. Nuestro problema como budistas occidentales es precisamente ese. Que no tenemos forma de saber qué está sucediendo realmente allá. Obviamente este es solo un punto de vista personal de una situación mucho más grande de lo que podemos imaginar. Desde esta perspectiva no podemos creer en los medios. No podemos tomar como cierto todo lo que diga CNN solo porque lo dijo CNN, ni podemos creer automáticamente que Ashin Wirathu es la cara del terror budista porque salió en la portada de TIMES con ese título. Todo lo que sale en los medios son insultos y afirmaciones maliciosas sin una sola prueba contundente. En lugar de pruebas, lo que ponen son fotos desgarradoras de la tragedia de otras personas y a esas imágenes trágicas unen otra de la cara del monje protestando y de todo un país únicamente por virtud de su posicionamiento mundial en los medios de comunicación. Solo eso. Todavía no ha salido a la luz una prueba irrefutable de que Ashin Wirathu y el ejército birmano están unidos en una campaña de limpieza étnica. El único criterio para creer esto es que la BBC lo dice, entonces nadie se pregunta de dónde saca la información este periodista de la BBC para publicar insultos llamativos como “el Bin Laden budista” y llamarlos noticia. Incluso hasta ya hicieron una película sobre Ashin Wirathu mostrándolo como un Hitler con túnica. El consumismo occidental nunca pierde el tiempo.

No estoy diciendo que Ashin Wirathu sea inocente. De hecho lo que digo es precisamente eso. No lo sé. Por más que busqué no pude encontrar un solo discurso de Ashin Wirathu completo en inglés. Muchísimo menos en español y ni siquiera en birmano para intentar el rústico ejercicio de una traducción al inglés para poder analizarlo. Lo único que nos llega de las declaraciones de Ashin Wirathu son fragmentos. Frases escogidas. Frases concienzudamente elegidas para poder ser usadas en la creación de la imagen de un monstruo. Todo lo que diga chacales, lobos o cualquier otro insulto. Todo lo que cercana o figurativamente pueda hacer referencia a xenofobia, racismo, o lo que sea que encienda los titulares sin que podamos conocer el texto completo del cual se sacó. Insisto, no estoy diciendo que el monje sea un santo, pero sería una ingenuidad no darse cuenta de lo que los medios quieren hacer y en ningún caso es ayudar a las personas. Nosotros lo sabemos por experiencia propia.

En los ochentas, las guerrillas colombianas fueron mostradas por la prensa internacional como lo que eran. Unas narco industrias psicóticas que ponían bombas en edificios y aviones de pasajeros por la ambición del dinero de la cocaína, mientras se hacían llamar luchadores por el pueblo. Los mostraron como los villanos del cuento, lo que realmente eran. Treinta años después, esos mismos medios intentaron hacer ver a esas guerrillas como movimientos insurgentes con justificaciones sociales y luchas legítimas solo por hacerle porras a una supuesta paz que nunca se hizo. Obviamente esa imagen benevolente de las guerrillas no se difundió aquí, sino por allá en Europa y en USA, donde no tienen idea de que está pasando acá y donde no tienen la opinión real del pueblo en las calles. La experiencia y los vacíos de información, sin nombrar el tono alevoso y amarillista de sus artículos, me dicen que no se puede confiar en la BBC, en CNN ni en todas esas gigantescas cadenas noticiosas que ya se rebajaron al mismo nivel de cualquier pasquín pornográfico, hace mucho tiempo.

A veces me preguntan, tú como budista ¿qué opinas de lo que está pasando en Birmania y como ves a este monje racista e intolerante? ¿Estás de acuerdo con él? ¿Piensas que no es un verdadero budista? ¿Tienes una perspectiva diferente de todo eso? ¿Estás de acuerdo con él? Mi respuesta es la misma:

No tengo suficiente información para hacerme una opinión formada. No sé en realidad qué está pasando en Myanmar. No tengo elementos para determinar la verdadera intención de ese monje. Y por consiguiente considero que lo mejor es abstenerme de dar una opinión al respecto. Lo único que puedo decir es que rechazo todo acto de crueldad hacia otro ser humano, sin ponerme a especificar en etiquetas informativas como la etnia, la religión, que sea minoría o mayoría, lo que sea. Rechazo todo acto de violencia sin importar etiqueta alguna. El estar en una situación desfavorable no le hace más o menos merecedor de consideración. El solo hecho de ser humano me hace rechazar todo acto violento en su contra. Por lo tanto, no estoy en posición de hablar sobre etnias, minorías religiosas o tomar partido en medio de grupos en disputa. Más allá de eso, lo único que puedo hacer es ir a un lugar en el cual la gente sufre, y hacer por ellos aquí lo que no puedo hacer por los otros allá, al otro lado del mundo. Eso es lo que puedo hacer desde mi práctica budista. Y lo único que puedo decir al respecto.

Aunque puede parecer que le estoy dando el lado al monje, la verdad es que estoy haciendo un ejercicio racional, no para darle apoyo al monje, sino para hacer ver que los medio manipulan las tragedias a su conveniencia, lo cual no quiere decir que se justifique siempre a su contraparte. Estoy haciendo uso racional de los criterios morales y éticos que me enseña el Dharma (Estudiar el Kalama Sutta).

Desde un punto de vista objetivo, la veracidad de los medios que cubren las noticias sobre Myanmar hoy en día no es confiable. Y aparte de los titulares de prensa mundial, no tengo información fidedigna del movimiento birmano ni de Ashin Wirathu. Estos dos factores hacen que me convierta en una persona totalmente inhabilitada para dar una opinión mínimamente válida sobre el asunto. Si la recomendación que recibimos como budistas es no estar dando nuestra opinión, cuanto más deberíamos abstenernos de darla cuando no tenemos elementos suficientes para hacernos una idea propia medianamente cercana a la verdad.

Me encantaría tener un discurso completo de Ashin Wirathu, o algún documento de su doctrina para analizarla rigurosamente. O algún estudio sociológico confiable de la opinión del pueblo birmano. Alguna declaración que no haya salido del departamento de prensa de los militares birmanos. O algún material que no haya pasado primero por la maquinaria morbosa de la “prensa libre” y su deliberado morbo mediático. O que Suu Kyi pudiera hablar con libertad, lo cual honestamente, creo imposible por ahora.

Ahora, si llegásemos a tener la suerte de que algún medio independiente pudiera traernos material de ese tipo, y al analizarlo vemos que efectivamente Ashin Wirathu dice hay que destruir a los Rohingya, o que todos los musulmanes son terroristas sin excepción, o que los musulmanes no se pueden convertir al budismo por ser inferiores, en fin, un real discurso de odio que incite a la violencia directamente, entonces no tendremos dudas de que ésta persona en realidad sí es un terrorista en túnica. No habría un ápice de práctica budista en él. Y aun así, mi opinión sobre los medios mundiales no cambiaría en absoluto. El hecho de que apunten a la verdad, por más conveniencia que convicción, no justifica el lenguaje ruin, el linchamiento mediático, ni el juzgar y condenar en cuatro párrafos sin haber tenido pruebas antes. Ni mucho menos esparcir malicia sobre toda una comunidad religiosa mundial solo por el lucro de explotar la morbosidad y la ignorancia que impera en Europa y América. Con Laura en América y demás talk shows nos basta y sobra.

La ignorancia no se combate con ignorancia. La ignorancia se combate con sabiduría, y con honestidad. Los linchamientos públicos en los medios de información y las redes sociales son el nuevo circo romano, y nuestra sociedad devora esa basura como tiburones en frenesí alimenticio disfrazados de justicieros sociales atorados en teclados de computadora.

Como bien dice el Maestro Thich Nhat Hanh, la mejor opinión es no tener opinión. Aun así, es un tema en el que debemos tomarnos cinco minutos en reflexionar porque ni siquiera el budismo está exento de convertirse en un arma ideológica de guerra. Además, a veces alguien llega y nos pregunta sobre este asunto. No somos diferentes a los demás y el mundo es muy prejuicioso. Las acciones de una persona conocida que hace parte de nuestra comunidad tienen impacto en la imagen de todos nosotros. Y aunque no nos debe importar nuestra propia imagen como reflejo de nuestro ego, sí tenemos la obligación de proteger el Dharma.

La recomendación es informarnos lo más que podamos de los temas que nos competen. Investigar con sentido crítico. No tragar entero y tener consciencia de que a veces simplemente no vamos a tener todos los elementos de juicio a nuestro alcance, por lo cual es mejor ser prudente y guardar distancia.

Ahora, si la recomendación es no tener opinión, ¿para qué informarse? Primero porque la ignorancia jamás es una opción aceptable. Debemos mantener una buena cultura general y estar informados del mundo en el que vivimos. Segundo, porque al ver los errores que otros comenten podemos evitar cometerlos nosotros mismos y advertir a otros evitando que caigan en ellos. Tercero, porque no existe problema o error del cual no podamos sacar una nueva enseñanza o una acción beneficiosa. Y cuarto, porque siempre debemos proteger el Dharma. Si alguna persona piensa que el budismo es hipócrita y es igual de dañina que cualquier otro dogma mal interpretado, y esa es precisamente la imagen que los medios occidentales están difundiendo del budismo, nosotros debemos al menos buscar la posibilidad de desmentir cualquier falsedad que se diga sobre el Dharma. No por defender un dogma o algo sagrado, sino porque el Dharma es una medicina que puede ayudar a mucha gente. Si se confunde a la medicina con veneno, mucha gente puede perder la oportunidad de sanarse, o gente buena puede ser dañada, y todo eso por causa de la avaricia de unos pocos.

Esto se hace solo si alguna persona quiere saber realmente qué es el Dharma. No vamos a salir a desmentir calumnias ni a confrontar periodistas. Eso no nos compete. Solo podemos enfocarnos en decir la verdad sobre el Dharma cuando alguien nos pregunta. Eso es todo. Y para poder hacer eso, debemos estar informados, así sea para decir “no sé”. Pero decirlo con propiedad.

Templo budista birmano destruido