En esta ocasión veremos dos temas en un mismo apunte
ya que están relacionados directamente. Primero veremos el más allá según la
cosmología budista y posteriormente veremos cómo los karmas de los distintos
mundos contemplados en el budismo se manifiestan en nuestro mundo. Si te gusta
la cultura budista y su aplicación práctica, y también el folklor y las
leyendas e historias de terror tanto como a mí, de seguro disfrutarás este
sustancioso apunte con una buena taza de café o chocolate.
EL MÁS ALLÁ SEGÚN EL BUDISMO
Los espíritus y otros mundos están presentes en
prácticamente todas las culturas y concepciones religiosas. Son tan antiguas
como la humanidad misma y han estado presentes desde antes de las culturas
gráficas. Hacen parte intrínseca de las creencias populares y también son parte
de las creencias espirituales de muchas personas. El budismo es un universo en
sí mismo y como cualquier otra creencia espiritual, contiene su propia escatología.
Es decir, sus propias explicaciones de lo que sucede después de la muerta y
también concepciones de otros mundos o estados espirituales. Cuando el budismo
salió de India y se instaló en los países del lejano oriente, se complementó
con las creencias básicas de las religiones nativas que allí habían surgido
naturalmente, dando lugar a una nueva concepción de los mundos alternos y del
más allá. De esta manera la cultura budista se enriqueció en gran manera,
construyendo así una estructura cosmológica propia, organizada y sistemática,
que brinda explicaciones claras a las expectativas e inquietudes de las
personas que pertenecen a la cultura budista y que a la vez refuerza los
conceptos éticos y sociales fundamentados en la práctica del Dharma.
El folklor budista es fascinante, lleno de creencias
con un sentido lógico y con ideales que se ajustan a las prácticas éticas de
las Enseñanzas. La riqueza cultural del budismo es muy variada y también
contiene explicaciones válidas para los practicantes que requieren teorías
cosmológicas sobre las cuales fundamentar su tradición y su cultura. La
cosmología budista es tan amplia que dentro de ella caben todas las demás
teorías religiosas. En este apartado veremos la cosmología budista desde el
punto de vista del folklor, la tradición, la cultura y la literatura, dando un
vistazo rápido y general por este interesante sistema espiritual, tan rico en
arte como en enseñanzas.
Antes de iniciar nuestra visita al universo
supraterrestre del budismo, aclaremos algunas diferencias culturales básicas
que nos ayudaran a entender mucho mejor cómo funcionan los conceptos
espirituales del más allá, de manera que no confundamos palabras, mecanismos o
ideas que nos son familiares en la cultura judeocristiana pero que adquieren un
significado totalmente distinto en la cultura budista. Primero que nada, veamos
las diferencias básicas entre las creencias teístas y el budismo.
¿Cuáles son las principales diferencias entre el budismo y las
religiones teístas?
Existen tres diferencias fundamentales entre las
religiones brahmánicas o teístas y el budismo:
La primera diferencia es que en el budismo no existe
el concepto de eternidad. Todo está en constante cambio y movimiento. Nada es
eterno, ni siquiera los castigos infernales ni los premios celestiales. Tampoco
los dioses.
La segunda diferencia es que en el budismo no existe
el concepto de alma. No existe un ente independiente, impermanente, eterno y
separado del cuerpo que perdura por sí mismo y viaja a otros mundos. En lugar
de eso, el ser humano está compuesto por cinco agregados o cinco Skandas. Estos
Skandas, reunidos de manera armónica y precisa, le dan forma al ser humano, del
mismo modo que un montón de piezas reunidas y ensambladas de forma específica y
precisa le dan la forma y la funcionalidad a un carro.
El realidad el carro no existe ya que si en lugar de
verlo armado vemos sus partes separadas regadas sobre el suelo, no podríamos
decir que ahí hay un carro. Según el budismo, al ver esas mismas piezas unidas formando
el carro, tampoco podemos decir que hay un carro. Esto es debido a que la única
diferencia entre una presentación y la otra es el ensamble de sus partes. Además
de la unión de sus elementos y partes, no hay ninguna diferencia entre un
estado y otro.
Si desbaratamos un carro parte por parte tratando de
buscar su esencia, no la encontraremos. Por lo tanto no existe un yo intrínseco
y específico que se pueda diferenciar del ser humano de la misma manera en la
que no podemos encontrar la esencia de ningún objeto o ser compuesto de otros
elementos (Para comprender mejor esta noción,
investiga el concepto budista de “anatman”).
Los cinco Skandas o agregados que componen al ser
humano son: Cuerpo, sentimientos, percepciones, formaciones mentales y
conciencia. De la unión armónica de estos cinco agregados surge el ser humano.
Con la separación de estos cinco agregados, el humano deja de ser.
Si el alma no existe entonces, ¿Qué es lo que reencarna?
En el budismo no se habla de reencarnación sino de
renacimiento. La diferencia entre reencarnación y renacimiento es que en la
reencarnación, que es propia del hinduismo, sí hay un alma, en tanto que en el
renacimiento budista no. El renacimiento budista hace referencia al proceso en
el cual uno de los cinco skandas o agregados que es la conciencia, deja un hilo
de continuum mental que es conformado por el karma creado por el ser que vivió
en esa vida, y que se enlaza con la continuidad natural de la vida en un estado
de existencia siguiente.
Recordemos que no puede haber muerte sin vida y
tampoco vida sin muerte. La vida se acaba al tiempo que surge y ambos procesos
están enlazados naturalmente de modo que una de las consecuencias de una muerte
es el surgimiento de otra vida. Este continuum mental o de conciencia es el eco
kármico de las acciones y méritos positivos y negativos que la persona creó
durante su vida. Al igual que la materia y la energía que no se extinguen ni desaparecen
sino que se transforman, este hilo de conciencia tampoco desaparece sino que se
mueve a través de la rueda de la vida enlazándose con el surgimiento de una
nueva vida. De esta manera, interpretamos que la nueva vida que surge, no es la
reencarnación de la vida anterior en el sentido de que es la misma vida
repetida otra vez, sino que este nuevo ser es el heredero kármico de la vida
que acaba de pasar. Así, una persona que tiene recuerdos de una vida pasada, no
está teniendo los recuerdos de una vida “suya” pasada, sino que está viendo el
registro kármico del continuum de conciencia de la persona que le antecedió y
de la cual él o ella, es la continuación.
De la misma manera que nosotros heredamos mecanismos
instintivos de protección de nuestros ancestros primitivos, como asustarnos con
una manguera enrollada porque el cerebro piensa que es una serpiente; o ponernos
alertas por una sombra que pasa rápido cerca de nosotros porque nuestro cerebro
percibe a un posible depredador, una persona lleva el karma residual del
continuum de conciencia que le antecedió.
Así como la memoria genética transmite información y
conocimientos dentro de una especie a través de sus generaciones, la carga kármica
de una vida contenida en el agregado de la conciencia lleva esa herencia
kármica hacia otra vida junto con una impresión de la anterior conciencia. Así
que las vidas pasadas de una persona no son “sus” vidas pasadas. Son las vidas
de otras personas que ya vivieron y con las cuales tiene una fuerte relación
kármica y de conciencia. Por así decirlo, parte de la conciencia de la persona
que ya vivió es ahora parte de la conciencia de la persona actual y aunque en
la persona nueva también hay parte residual del karma y de la conciencia de la
persona anterior, la nueva persona tiene su propio karma y su propia
conciencia, siendo éstas únicas e irrepetibles. Y con ello también tiene el
poder de transformar ese karma, sea cual fuere, cambiándolo, mejorándolo o
purificándolo a través de las Enseñanzas del Buda.
No es extraño ver como un continuum mental de
renacimiento aparece varias veces en una misma línea sanguínea. De manera que
una persona tenga recuerdos, marcas experienciales, tendencias psicológicas o
incluso temores muy fuertes exactamente iguales a los de varios de sus
familiares pasados, cercanos y lejanos. De la misma manera, se ven casos en los
cuales la línea kármica es totalmente errática y se traspasa de una persona en cierto
país, a otra persona de otro país totalmente distinto, al otro lado del mundo,
de otra cultura y de un modo de vida totalmente diferente. De ahí que se hable
de casos de personas que, por ejemplo, en algún momento accidental de trauma,
trance o inconciencia, hablen idiomas que jamás han estudiado y que no conocen.
O reconozcan claramente lugares y personas con los cuales jamás han tenido
contacto. Esta es una explicación sumamente resumida y sintetizada de la teoría
del renacimiento budista (Para una comprensión
más profunda y detallada del renacimiento budista, investiga el renacimiento
desde el punto de vista del budismo Vajrayana).
La tercera gran diferencia entre el budismo y las
religiones teístas, es que en el budismo el paso hacia los otros mundos no está
definido por la decisión de una autoridad celestial, una deidad o un dios
absoluto.
Recordemos que hay dos tipos de religiones. Las
religiones reveladas, como las religiones teístas, que son religiones que
tienen su origen en la revelación divina de alguna deidad ante un humano. Y que
se basan en ésta revelación para transmitir la voluntad de dicha deidad a sus
creyentes. Ejemplos de las religiones reveladas son las religiones brahmánicas o
como son conocidas, las religiones “del libro”. El judaísmo, el cristianismo y
el islam.
El segundo tipo de religión son las religiones
contemplativas. Este tipo de religiones, en lugar de ser revelaciones de un ser
divino, emergen de la contemplación de grandes maestros iluminados que
percibieron la realidad más allá de la visión ordinaria del hombre, y trajeron
esa sabiduría al mundo. Ejemplos de religiones contemplativas son el
confusionismo, el taoísmo y la más grande de las religiones contemplativas, el
budismo.
Se nos ha enseñado que una cualidad indispensable para
que a un sistema espiritual se le pueda considerar como religión o creencia, es
que tenga un dios central que sustente todo el dogma. Esa es la creencia común
en nuestra cultura cristiana. Cultura sobre la cual medimos y analizamos a
todas las demás. Como podemos ver, esto no es cierto. Un dios creador no es
condición para considerar una corriente espiritual como religión. Y no es
necesario tener un dios creador todopoderoso para fundamentar una creencia espiritual
real.
Aunque en el budismo si hay deidades presentes, no hay
dioses omnipotentes, creadores, centrales ni dueños de todo. El factor moral y
ético que determina a dónde va cada quien es el karma que la persona misma se
ha creado. Las deidades no tienen autoridad ni importancia en cuanto al destino
de los seres. Esto hace que las personas, inevitablemente, terminen siendo
responsables por sus propios actos. Se puede engañar a todos los demás, pero no
a uno mismo. La salvación no depende de nadie más, sino de uno mismo. Es
imposible escapar del propio karma.
La calidad del karma, la acumulación de méritos
positivos o negativos, y la fe en las Enseñanzas del Señor Buda es lo que
determina a qué mundo va cada ser, teniendo siempre en cuenta que el objetivo
final es superar el Samsara y llegar a
la perfecta iluminación del Nirvana.
Cómo es el más allá según el budismo.
Según el budismo, la existencia consta de un ciclo de
nacimiento y muerte en el cual los seres van rotando dentro de una rueda
cósmica llamada La rueda de la vida o rueda del Samsara. La rueda del Samsara
está conformada por múltiples mundos, estados espirituales o dimensiones según
se interprete. Dentro de éstos mundos o estados, a su vez, puede haber otros
sub mundos.
Rueda del Samsara
¿Cuántos mundos existen?
Se suele explicar que existen diez mundos contando
cuatro superiores, que son el aprendizaje, la comprensión, el bodhisattva y la
budeidad; y los seis mundos inferiores de la rueda del Samsara.
Los cuatro reinos superiores son: El aprendizaje, que es el estado de búsqueda de la sabiduría
exterior y el fin de las ilusiones. La
comprensión, en donde la búsqueda ya no es externa sino interna y hay una
comprensión profunda de la realidad. El
bodhitsattva, en el que la persona ya no solo trabaja por su liberación
sino por la liberación de todos los seres, y la budeidad, que sería el estado de total liberación del
sufrimiento o iluminación.
Como el tema central que nos interesa en este momento
es la vida después de la muerte y los mundos del más allá, vamos a permitirnos
no profundizar mucho en los cuatro reinos superiores, ya que estos cuatro en
realidad no son reinos sino estados mentales de desarrollo espiritual
progresivo por los cuales pasa una persona en este mundo para llegar a la
iluminación (Para saber más sobre este
tema, investiga los cuatro reinos superiores del budismo).
Así que para efectos prácticos vamos a responder que
en cuanto al más allá, existen seis mundos espirituales.
Estos seis mundos conforman la Rueda de la vida o como
ya la conocemos, la rueda del Samsara. Los seres rotan entre estos seis mundos
según la calidad de su karma y la acumulación de sus méritos positivos o negativos.
Según la cosmología budista, todos los seres están rotando constantemente entre
estos seis mundos en un interminable ciclo de vida y muerte, sufrimiento y
placer.
La iluminación del Buda consistió en darse cuenta de
la persistencia de este ciclo y de encontrar la manera de salir de el para
siempre, llegando a lo que conocemos como Nirvana. Un estado puro más allá de
la vida y de la muerte, del dolor y el placer, del ciclo del Samsara, del
tiempo y de la existencia misma. Es lo que llamamos Iluminación. El
conocimiento de la verdad absoluta.
Los seis reinos espirituales del budismo.
Los seis reinos del Samsara se dividen en dos. Tres
reinos inferiores que son Los Narakas, los Pretas, y los animales. Y tres
reinos superiores que son el mundo humano, los Asuras y los Devas.
El mundo de los Narakas
El mundo de los Narakas es el más parecido al concepto
que tenemos de infierno. Este es el lugar al que van a parar las personas con
el peor karma posible. Personas que han dedicado su vida a generar sufrimiento
y a complacer sus deseos vulgares. En los Narakas hay espíritus castigadores
que atormentan a los seres que llegan a pagar su mal karma. En los Narakas hay
fuego y lagos de sangre hirviendo. Los espíritus penitentes pueden arder en
sangre hirviendo y ser espetados y heridos constantemente por seres que para
nosotros serían lo más cercano a demonios, con la diferencia de que éstos solo
se dedican a retribuir el mal karma de los seres malignos que allí llegan.
También hay esferas o regiones Narakas que son de
hielo y en los cuales hace un frío insoportable. El frío es tan intenso que
crea yagas en los seres y los hace explotar en sangre y pus. Si se queda
expuesto a las regiones frías del mundo de los Narakas, el sufrimiento es tan
intenso como ser congelado y cortado por todas partes. El mundo de los Narakas
es el mundo donde más dolor, sufrimiento y desesperación hay. Es el mundo más
bajo del Samsara.
Los Pretas
Los Pretas son espíritus hambrientos. Se les
representa como seres extremadamente delgados y con el estómago hinchado.
Constantemente deambulan sobre cadáveres buscando algo que comer. Los Pretas
pueden ser espíritus malignos cuando su carácter es agresivo, pero por lo
general son espíritus con un gran sufrimiento, lo cual los hace objeto de
compasión. En muchos países de Asía, se les deja ofrendas de comida, agua,
flores, incienso o cualquier otra cosa que ayude a disminuir un poco su
sufrimiento. El principal signo de los Pretas es su pesar y su profundo deseo
de volver a tener algo que han perdido y que no podrán volver a recobrar. Por
eso son espíritus hambrientos.
En algunas ocasiones, el hambre de los Pretas es tan
fuerte que se atoran entre dos mundos.
A veces, una persona que vivió en el mundo de los
humanos aferrándose a algún aspecto de su vida de manera enfermiza, se
convierte en un Preta cuando muere de manera inesperada o muy trágica. Debido a
alguno de los tres venenos (odio, avaricia o ignorancia) o su combinación, se
convierten en Pretas. Su hambre por lo que los haya enfermado en vida los
mantiene fijados de manera intermitente en este mundo. Esta es una de las
explicaciones budistas de lo que solemos llamar fantasmas o almas en pena.
Un ejemplo de Preta muy famoso que tenemos en nuestra
región es el Preta de La llorona. Incluso ya tiene su propia película. La
llorona fue una mujer que perdió a sus hijos y que pena por las noches llorando
y lamentándose por la pérdida de sus seres amados. Este ícono latinoamericano de
las leyendas de fantasmas es bastante popular en países como México y Colombia
en los cuales tiene su propia leyenda. En Colombia, existe un pueblo en el cual
sus habitantes juran que han escuchado el llanto de la llorona mientras
atraviesa la calle en medio de la noche. Es la llorona del pueblo de Tamalameque.
Y tiene su propia canción folklórica.
Por lo general, las leyendas he historias que
posteriormente se representan en películas de terror, cuentan historias de
personas que regresan en forma de espíritus malignos o dolientes. Éstas son
historias de Pretas interpretados desde la cultura popular.
Los pueblos budistas conocedores de este saber, han
desarrollado estrategias para evitar que los muertos perturben el diario vivir
de los vivos. Uno de estos ejemplos lo podemos ver en Tailandia.
Los Tailandeses suelen construir pequeñas casitas muy
bien hechas y decoradas, que sitúan en el frente de las edificaciones o en su
patio trasero según convenga. A estas pequeñas casas se les conocen como “casas
de espíritus”. Se llaman san phra phum. Son
puestas como guardas de las edificaciones para evitar que espíritus malignos o
hambrientos las habiten o hagan males.
En las casas de espíritus se suelen poner ofrendas
para los muertos. El tamaño de la casa depende del tamaño del inmueble y
siempre debe ser instalada bajo la guía y con la bendición de un monje budista,
el cual le explica al dueño en qué lugar debe situarla, qué características
particulares debe tener y qué ofrendas debe ponerle. Las casas de espíritus son
muy populares en Tailandia y en algunos otros países como Birmania y Laos.
Según dicen, evitan que los espíritus importunen a los vivos y en algunas
ocasiones también ayudan a su apaciguamiento o retirada.
La costumbre de ofrendar a los muertos para su
tranquilidad es una costumbre ancestral compartida por muchas culturas en
paralelo. Así podemos ver como los mexicanos y los japoneses comparten esta
costumbre sin que exista conexión cultural o espiritual alguna entre ellos.
Los animales o las bestias
El mundo de los animales es el mundo habitado por
todas las criaturas no humanas que comparten este mundo terrenal con nosotros.
Para echarle un vistazo a este mundo solo basta con contemplar los ojos de tu
perro o de tu gato. A primera vista puede parecer que tu mascota y tu viven en
el mismo mundo, pero no es así. Sus leyes son distintas a las tuyas. Las leyes
espirituales de los animales los someten a un tipo específico de karma.
Una de las principales diferencias entre el mundo de
los animales y el de los humanos, que igualmente se comparte con los otros
reinos, es que desde el mundo de los animales es imposible realizar la
iluminación. No se puede acceder al Dharma. A pesar de que los animales también
poseen la esencia de la budeidad, no pueden realizarla.
En el mundo de los animales hay menos sufrimiento que
en el de los Narakas y de los Pretas, pero hay más sufrimiento que en el de los
humanos. El mundo del animal es el mundo del instinto puro.
Los animales están sometidos a sus mecanismos de supervivencia
y esto lo hace objeto de un tipo de sufrimiento inevitable, aun cuando el
animal viva en compañía de humanos.
Las leyes de los animales son las leyes de la
naturaleza. En este mundo, el sentido del tiempo es muy tenue, casi inoperante.
Los animales recuerdan o anticipan brevemente solo en función de su
supervivencia. El único referente temporal de los animales es el presente, lo
cual es una ventaja. Pero el temor a la aniquilación, a la agresión, y a la
pérdida es constante. Y el sometimiento al deseo sexual y a la agresividad es
ineludible. Para ellos el instinto lo es todo, de manera que cuando un animal
necesita aparearse, su necesidad de deseo sexual se convierte en su único
interés vital, haciendo incluso que se exponga a morir antes de negarse la
oportunidad de satisfacerlo. La supervivencia y bienestar propia está por
encima de la de cualquier otro ser, por lo cual la compasión y cualquier
indicio de moralidad que no apunte hacia la conservación de sí mismo o de su
especie es totalmente inexistente.
De ahí que podamos interpretar múltiples conductas que
consideramos nobles en los animales, como el instinto materno, como algo moral
o ético. Cuando en realidad como hemos mencionado, el animal simplemente
obedece a un impulso de protección de su especie. Algo que nosotros también
poseemos, pero con códigos sociales y morales que no hacen parte de la
naturaleza de manera directa.
Así podemos contemplar con admiración y ternura como
una madre leona pelea contra las hienas sin temor ni descanso para proteger a
sus cachorros. Pero del mismo modo también podemos ver como el león que
encuentra a una hembra con cachorros sola, asesina a los cachorros sin tener
hambre y sin comerlos para poder aparearse con la hembra. La hembra, al verse
superada en fuerza y poder, solo espera a que el león mate a sus crías para
luego entrar en calor y aparearse con el asesino de sus propios cachorros, y
así reponer la camada perdida. Otro ejemplo de las leyes del mundo de los
animales lo tenemos en las musarañas. Roedores muy pequeños similares a los
ratones y todas unas expertas en supervivencia. Las musarañas pueden llegar a
comerse a sus propias crías en caso de hambruna si la situación así lo
amerita.
Las leyes que rigen el mundo de los animales se basan
en el instinto de supervivencia y supremacía. Lo que actualmente llamamos
selección natural es una ley inquebrantable que anula todo asomo de moralidad o
virtud. Incluso cuando un animal pueda mostrar formas de conductas
aparentemente morales, lo único que hace es realizar estrategias de
conservación propias de su especie o imitar patrones de conducta que el humano
le enseña. Y hace esto precisamente por instinto. Debido a que el humano es la
fuente de alimento y refugio, el animal se ve obligado a someterse a su
voluntad. De la misma forma que un cachorro silvestre se somete a su madre y
aprende de ella en la naturaleza para sobrevivir.
A este mundo llegan las personas que han demeritado su
karma como humanos de tal manera que se han rebajado a un nivel inferior debido
a haberse dejado arrastrar por sus deseos bajos, sus instintos más primitivos,
su gusto por la violencia y su egoísmo. Las personas violentas por placer, los
abusadores de su propio cuerpo a través del sexo y los oportunistas inmorales
que ponen sus intereses por encima de todos los demás sin un mínimo de
generosidad, suelen caer en el mundo animal en donde las leyes son más duras y
la vida es más cruel.
Sin embargo, también es un lugar en donde se puede
purificar el karma y encontrar la paz si las condiciones de su renacimiento son
dirigidas por sus anteriores méritos. Se dice que a veces grandes maestros
budistas regresan en formas animales para seguir protegiendo a sus discípulos,
al Dharma y a otros seres.
Es así como podemos escuchar la leyenda de un maestro
zen en Japón que regresó en forma de gato, un animal que por cierto es
considerado sagrado en el budismo, y se presentó ante su sucesor quien
reconoció en los penetrantes ojos del felino la mirada de su antiguo maestro.
El animal siguió habitando en el monasterio llenándolo de paz y siendo
respetado como lo había sido en su anterior renacimiento.
Hasta ahora hemos visto los tres reinos inferiores del
Samsara. Ahora veremos los tres reinos superiores.
El mundo de los humanos
El mundo de los humanos es el mundo de las emociones.
Es el mundo gobernado por pulsiones psicológicas poderosas que pueden generar
la autodestrucción o la destrucción masiva de seres. A pesar de poseer gran
intelecto y racionalidad, el mundo del humano está regido por la felicidad, la
tristeza, la ira, el miedo, la soledad y todo este abanico de emociones fuertes
que hacen de los humanos esclavo de sus propias mentes descontroladas.
El mundo de los humanos posee menos sufrimiento que
los tres anteriores, sin embargo posee el potencial para una concentración de
sufrimiento bastante grande al tiempo que puede repetir los tipos de
sufrimiento de los otros cinco mundos. Es el mundo de la mente errática en la
que los seres se pierden en el temor y la desesperación, siendo ellos mismo los
generadores de sus propios sufrimientos.
A pesar de esto, es el mundo más importante. Según la
cosmología budista, el mundo humano es el mundo más privilegiado para renacer
debido a que es el único que posee todas las condiciones necesarias para
realizar la iluminación. El hecho de que el Buda se haya iluminado en este
mundo demuestra que es el renacimiento más preciado, ya que ningún otro ser
tiene el privilegio de practicar el Buda-Dharma como lo puede hacer el ser
humano. Por eso es el renacimiento más importante y según la doctrina budista,
el más difícil de conseguir. Esta es la razón por la cual los maestros budistas
insisten en tener conciencia de esto y seguir el camino hacia el Nirvana
enseñado por el Buda de manera urgente y sin demora. No existe otro camino que
pueda salvarnos de los grandes sufrimientos de la vida.
Los Asuras
El mundo de los Asuras es un mundo más elevado que el
de los humanos. Este es el mundo de lo que podríamos llamar semidioses. Seres
con atributos de deidades, de gran fuerza y poder, pero que no llegan a la
categoría de dioses. Su nivel de sufrimiento es mucho más sutil que el de los
humanos y su estado espiritual es más elevado. Pero tienen un problema. La
marca de los Asuras es la envidia. Son seres resentidos y envidiosos de los
Devas, los dioses que habitan el mundo superior del Samsara. Los Asuras
mantienen una guerra constante contra los Devas debido a que la envidia que les
tienen no les deja estar en paz. Su objetivo es vencer a los Devas y ocupar su
lugar como dioses, por lo que mantienen una lucha constante contra ellos, y
también entre ellos ya que no confían en nadie.
El mundo de los Asuras es el mundo de la guerra. La
destrucción, la pelea, la agresión y el odio nunca se detiene en el mundo de
los Asuras. Aunque en algunas culturas algunos Asuras pueden ser vistos como
espíritus benignos, por lo general los Asuras son considerados espíritus
malignos debido a su persistencia en la violencia y su perpetua envidia. Se
dice también que los Asuras en realidad son antiguos Devas que finalizaron su
existencia como deidades y degeneraron en Asuras, razón por la cual les odian y
desean vencerlos para volver a ser Devas.
Un Asura concentra rencor y odio contra todos los
demás seres, a los cuales considera inferiores. A pesar de ser un mundo
espiritualmente superior al de los humanos, a los Asuras se les considera como
uno de los cuatro nacimientos infelices junto con los Narakas, los Pretas y los
Animales. Esto debido a su perpetuo
sufrimiento de la envidia y odio contra los Devas y su deseo frustrado de
vencerlos y suplantarlos. Los Asuras son por así decirlo, los antagonistas de
los Devas, del mismo modo que los titanes lo eran de los dioses del olimpo.
Los Devas
Los Devas pertenecen al mundo más elevado del Samsara.
Son los dioses o deidades de mayor jerarquía y poder. Su naturaleza es benigna,
aunque cometen errores y pueden realizar actos no virtuosos. Su nivel de
sufrimiento es el más sutil pero no están libres de sufrimiento. De hecho,
puede que ningún otro ser en la existencia le tenga más temor al sufrimiento
que los Devas, precisamente por el hecho de ser los que menos lo experimentan.
Los Devas son equiparables a los dioses de las religiones teístas. Su
naturaleza es prácticamente la misma con la diferencia de que no se les tiene
por eternos.
Lo que entendemos por eternidad en realidad es una
concepción temporal percibida desde nuestro punto de vista humano. Para el ser
humano, la vida de un dios es muchísimo más extensa que la suya. Por lo tanto,
él interpreta a aquél como eterno de la misma manera que una mosca puede
interpretar como eterna la vida de un ser humano, teniendo en cuenta que el humano
puede ver cientos o miles de generaciones de la mosca durante su vida. Un dios
es eterno para nosotros de la misma forma que nosotros podemos ser eternos para
una mosca. Sin embargo, el estado de divinidad no es eterno. Cuando el mérito y
el buen karma que llevó a ese ser al estado de Deva se termina, su estado de
divinidad se agota y su existencia como Deva finaliza. Así se extinguen los
dioses a través de la historia.
A pesar de que el sufrimiento de los Devas es el más
sutil de todos como ya hemos mencionado, no son exentos a él. Incluso en
algunas ocasiones su sufrimiento puede llegar a ser igual al de los humanos.
Los Devas o dioses, al igual que todos los seres del Samsara, sienten felicidad
y regocijo. Contento y amor. Rabia e indignación. Envidia y celos de otros
dioses. Decepción de sus adoradores y tristeza por su abandono.
Si observamos
bien la historia de los dioses, podemos ver que ellos tienen los mismos
sufrimientos y temores que los humanos, sumándoles su terrible miedo al dolor y
a perder su estatus divino. En medio del silencio y la quietud, desgastados por
el tiempo, pierden su poder de deidades y lentamente son olvidados por quienes una
vez los adoraron. Llegando así a su tan temido final.
Por eso fue que cuando el Buda se iluminó, no solo los
humanos buscaron y alabaron su sabiduría. Todas las divinidades, los Devas y
los espíritus superiores e inferiores descendieron y se postraron a los pies
del Buda para buscar la sabiduría del Señor y pedirle consuelo para afrontar
sus temores y poder liberarse del ciclo de renacimiento, sufrimiento y muerte
del Samsara. Tal como Él lo hizo.
Por eso se dice que el Buda es el Maestro de dioses y
hombres. Porque incluso los dioses están sujetos al ciclo del Samsara y están
sujetos a las mismas condiciones de nacimiento, sufrimiento y muerte
constantes, aunque de una manera distinta. El día que se iluminó el Buda, no
hubo ser viviente que no buscara la sabiduría del Señor ni se postrara ante Él.
Esos son los seis mundos del Samsara. La primera vez
que escuché de ellos fue también mi primer vistazo al budismo. Los vi por
primera vez en la conocida serie de anime Saint Seiya o Caballeros del Zodiaco,
basada en el manga del maestro Masami Kurumada, cuando aún era niño. En esta
serie, el santo dorado, Shaka de Virgo, se enfrenta al ave fénix. Shaka, que es
un guerrero budista y también un Arahat, le muestra al fénix los seis mundos
del Samsara antes de enviarlo a uno de ellos. Shaka le muestra al fénix cada
uno de los mundos explicando que se cae en ellos según las acciones de cada
uno.
Aunque en la explicación de Shaka del mundo de los
Devas, el cielo, se ve una imagen del Buda, en realidad el Buda no está ahí. Él
está fuera del Samsara. Su imagen representa en cambio la iconografía de lo más
sagrado en oriente popularmente hablando. Lo que para los occidentales
equivaldría al cielo. Es decir, el Buda.
Si quieres ver esta representación de los seis mundos
del Samsara en la cultura popular, busca el capítulo 56 de la serie Caballeros
del zodiaco titulado “Shaka, el hombre más cercano al gran maestro”.
LOS KARMAS DEL SAMSARA EN NUESTRO MUNDO
Los seis mundos en nuestra vida actual
Como comentamos anteriormente, los sufrimientos de los
seis mundos tienen su equivalente aquí en el mundo de los humanos. Los
padecimientos de los seis mundos aquí son consecuencia del mal karma generado
por quien los padece y como consecuencia, también son causantes de que ese
karma los lleve a prolongar esos padecimientos en los respectivos mundos hacia
los cuales sus conductas les abren camino.
El sufrimiento Naraka en los humanos
El padecimiento de los Narakas en este mundo hace
referencia al sufrimiento de la desgracia generada por acto barbáricos y
abominables. La depresión profunda cuando es generada por el remordimiento de
actos malignos y no por condiciones clínicas. También hay personas que generan
un gran sufrimiento y por el momento no padecen sus consecuencias como por
ejemplo los pedófilos, los narcotraficantes, los asesinos y los delincuentes
que realizan actos atroces contra personas indefensas. El sufrimiento que
generan a otros les abre el paso al mundo de los Narakas y están en posibilidad
de padecer ese sufrimiento aquí o en el mundo respectivo del más allá.
Algunos comenten actos tan abominables que su karma
los persigue y terminan sufriendo en carne propia el mismo mal que han generado
o alguno peor. Un ejemplo común es cuando una comunidad encuentra a un pedófilo
y toma justicia por mano propia. O cuando hay guerras entre narcotraficantes y
se matan de maneras crueles entre sí.
La base del sufrimiento de los Narakas en esta tierra
se basa en las acciones cometidas más que todo contra otras personas en
contraste con los otros tipos de sufrimiento que son más relacionados en como
la persona se trata a sí misma. Por eso los sufrimientos de los Narakas son los
más terribles. Porque las transgresiones éticas y morales de la conducta social
son más graves. Este karma en muy pesado y extremadamente sucio. Y cuando
florece, sus consecuencias siempre son terribles para quien lo padece.
El sufrimiento Preta en los humanos
El sufrimiento Preta es como ya conocimos, basado en
las ansias y en el hambre enfermizo de algún aspecto de la vida de la persona.
Éstas son personas que tienen una fijación en la vida de forma obsesiva. Aquí
podemos hablar de personas muy tacañas o avariciosas que anteponen la
acumulación de dinero por encima de las personas. También hablamos de personas
muy celosas que son incapaces de vivir sin una pareja por su inseguridad.
Cualquier persona que desplace el objetivo natural de la vida, el cual es el
amor y el servicio a los demás, por algún objeto o idea, es una persona que se está
creando un karma camino al mundo de los Pretas.
Este es el sufrimiento de los adictos. Los
alcohólicos, adictos al juego, a la
marihuana, dependientes químicos de barbitúricos y drogas duras, todos ellos
crean un karma muy negativo y muy sucio que los hace esclavos de sus propias
ansias y les genera un sufrimiento que puede terminar acompañándolos el resto
de su vida y más allá. Las personas que desarrollan una dependencia emocional
patológica también desarrollan un karma de este tipo. Éstas son personas mental
y emocionalmente débiles que suelen tomar pésimas decisiones y prefieren estar
con personas que les hace daño antes que estar solas. El hambre por tener
afecto, aunque sea dañino, puede más que el sentido común. El síndrome de la
mujer golpeada es un signo de este tipo de sufrimiento Preta.
El sufrimiento animal en el mundo humano
El sufrimiento animal en el mundo humano hace
referencia a aquellas personas esclavas de sus instintos más bajos. Personas en
las cuales su cerebro primitivo toma todas las decisiones. Las personas que se
dejan llevar fácilmente por sus impulsos sexuales sin contemplar las
consecuencias de sus actos o que se acostumbran a ser oportunistas
aprovechándose de los más débiles para sacar beneficio propio, son los más
propensos a padecer este tipo de sufrimiento. Los ladrones, los delincuentes
comunes y los asesinos callejeros son creadores y víctimas de este tipo de
karma. Hay comunidades enteras, zonas en las cuales las leyes de la naturaleza
valen más que las leyes humanas. Lugar que son llamados “selvas de cemento”
sobre los cuales se les advierte a personas del común que no deben meterse
porque les correrían un peligro innecesario.
Hay barrios enteros en los cuales la vida de las
personas no es muy alejada de la vida animal. Esta suma de karmas negativos que
se alimentan entre si generan un karma compartido que puede hacer de un espacio
habitado, un lugar en el que abundan la pobreza, la violencia y la ley del más
fuerte. Una vez un amigo que por circunstancias personales tuvo que estar en un
barrio con estas características a altas horas de la noche, me contó un relato
desalentador.
Estaba hablando con otra persona en una esquina cuando
de pronto un motociclista que venía a toda velocidad, perdió el equilibrio y chocó
contra un poste. El hombre salió volando varios metros junto con la máquina que
se hacía pedazos mientras volaba y caía detrás de él.
En una esquina cercana, había unas personas en una
tienda licorera. Bebiendo cerveza y conversando. Al ver el accidente, todos se
levantaron y salieron corriendo en dirección al herido. El primer pensamiento
de mi amigo fue, que bien, van a ayudarlo. Pero no fue así. Los individuos
saltaron sobre él como carroñeros buscando que tenía encima, vaciando sus
bolcillos, arrancando partes de la moto, quitándole los zapatos y hasta la
última moneda que traía encima. La imagen, me cuenta mi amigo, fue patética y
vergonzosa. Más teniendo en cuenta que una persona recién accidentada debe
dejársele quieta por el peligro de que pueda rompérsele una vértebra o
hacérsele un daño mayor si se le mueve bruscamente. La vida les importaba un
rábano, lo zarandeaban como a un muñeco por quitarle lo que tuviera, comentaba
mi amigo con desagrado. Este comportamiento animal genera un karma en el cual
se carece de misericordia, como en el mundo animal. Por lo general la gente que
genera este tipo de karma tiene un final cruel y sin dignidad.
Es un error pensar que todos los barrios pobres son
pobres por razón de un mal karma colectivo. No tiene nada que ver una cosa con
la otra. Hay barrios pobres, populares y muy humildes en los cuales las
personas son todo lo contrario de lo que acabamos de describir y en los que
abundan el karma positivo y benéfico. Lugares en el que las personas son buenas
y trabajadoras, libres de vicios y muy amables con los visitantes.
Un mal karma puede generar pobreza. Pero pobreza no
significa mal karma. Simplemente significa carencia de bienes materiales. Hay
mucha gente carente de muchas cosas, incluso lo básico, pero con una riqueza
espiritual, ética y moral muy grande. Hay barrios enteros en los que uno se
siente realmente seguro y querido porque la gente está enseñada, precisamente
por las condiciones duras de su vida, a tratar bien a los demás y a reconocerse
en los otros.
Sufrimiento humano
No hay mucho que comentar aquí ya que este tipo de
sufrimiento ya lo describimos. Podemos agregar que en cuanto a este tipo de
sufrimiento, el Buda explicó que la clave para superarlo es entrenar en el
control de nuestras emociones. No hay que ser ajenos a nuestros sentimientos,
ni negarlos, ni combatirlos como si fueran algo malo. Los sentimientos no son
elementos negativos en nuestra vida. Lo perjudicial de los sentimientos surge
cuando se cargan de más poder del que deberían tener y los dejamos crecer y controlarnos
haciendo débil nuestra propia voluntad. Es el exceso en la intensidad de
nuestras emociones lo que provoca nuestro sufrimiento, no la emoción en sí, ya
que las emociones son necesarias, en esencia benéficas y nos hacen lo seres que
somos.
Perder a un ser querido genera dolor y hay que
asimilarlo. Es natural sufrir por ello y es necesario apartar un tiempo y un
espacio para realizar nuestro duelo. Pero cuando el duelo se extiende a un
período de tiempo demasiado extenso o simplemente se decide no superarlo y
seguirlo manteniendo, y cuando la pérdida modifica y condiciona nuestra forma
de vivir en el mundo, entonces podemos decir que la emoción es negativa y debe
trabajarse. Se debe entonces buscar ayuda profesional o espiritual y hacerse
cargo de ello de manera que cerremos el círculo, despidamos a nuestro ser
querido con alegría y paz y podamos seguir disfrutando el privilegio de estar
vivos sin remordimiento ni pesares. Esa es la manera apropiada de tratar las
emociones muy fuertes y perjudiciales. Para poder hacer eso, contamos con las
Enseñanzas de Buda.
Sufrimiento Asura en el mundo humano
Las personas que genera el mal karma del Asura en
nuestro mundo son personas atrapadas en el sentimiento del odio y la necesidad
de revancha. Son personas que viven del odio y por el odio. Se les suele llamar
gruñones, considerar pesimistas o criticones, o simplemente gente de mal
carácter. También podemos ver el karma del Asura en personas, generalmente
hombres, que suelen buscar pelea y no perder oportunidad para armar trifulca.
En las mujeres este karma suele aparecer en personas que constantemente hablan
mal de otras mujeres y se han acostumbrado a una forma de competencia desleal y
venenosa entre el género. Como una forma sucia de encontrar auto valía y
sentirse bien consigo mismas.
El tipo más fuerte y desafortunado de Asura es aquel
que encuentra una estructura ideológica para justificar sus malas acciones. Al
igual que los Asuras del Samsara, éstas son personas que poseen un profundo
odio y envidia contra otro individuo, grupo o ideología, a las que generalmente
consideran en un estatus más alto o superior. Y dedican su vida a combatirlo
desde todos los aspectos de su vida.
Este es el mundo de los militantes radicales, los
fanáticos ideológicos y los odiadores. La persona atrapada en el Asura se
enrola en grupos y causas sociales que posteriormente usa para justificar su
odio. Veganos, animalistas, ateos, fanáticos religiosos, supremacistas, antisupremacistas,
nacionalistas, comunistas, etc. Incluso algo tan insulso como ser seguidor de
un equipo de fútbol es razón suficiente para que el Asura no dude en hacerle
daño a otro ser humano, e incluso quitarle la vida.
El estudiante encapuchado que lucha contra el poder
del opresor arrojándole un coctel molotov a un policía anti motín y encienden a
la persona en llamas generándole graves quemaduras, mucho dolor y poniendo en
peligro su vida, en realidad no lucha contra el mal ni la corrupción. Ni a
favor de la justicia ni de los pobres. No se cambia en nada la situación social
ni se hace justicia incendiando a otro ser humano solo porque trabaja en la
policía. En realidad y en el fondo, al Asura no le interesan las causas justas
que dice defender. Solo las usa como válvula de escape para liberar su
necesidad de violencia y de odio.
Existen personas honestas que dedican su vida a luchar
a favor de ideologías y causas sociales que consideran dignas y justas. Las
personas atrapadas en el Asura dicen compartir estos ideales. Pero en realidad para
el Asura, la violencia siempre es la única opción, siempre es una forma
legítima de lucha y siempre está justificada. Así el aniquilar otra vida no
arregle nada ni ayude a nadie. Incluso sabiendo que estas acciones generarán el
efecto contrario y legitimarán la injusticia, el Asura jamás renunciará a la
violencia. Está atrapado en ella. Este estado de ignorancia genera
consecuencias desastrosas para sí mismo y para todos los que le rodean.
El Asura confunde defensa con violencia; destrucción de
la propiedad ajena con lucha digna; odio con valor; igualdad y equidad con revancha
y venganza. Justicia con asesinato justificado. Este es un karma de odio que
concentra muchísima ignorancia, y es muy difícil de superar.
Sufrimiento de los Devas en el mundo humano
El sufrimiento de los Devas en el mundo humano es el
sufrimiento de personas que obviamente poseen un estatus de vida superior a la
mayoría. Es algo que podemos asemejar a lo que era la vida del príncipe
Siddhartha antes de escapar del palacio en busca de la liberación del
sufrimiento.
Nos referimos a personas con mucho dinero que están
alejadas del mundo y que lo ven solo de lejos y en formas ilusorias. Desde las
ventanas de sus automóviles y aviones y desde pantallas y monitores de
aparatos, pero que difícilmente conocen el mundo real fuera de la seguridad de
su estatus superior.
Las personas que tienen este karma sufren de un mal
muy particular. El desconocimiento del sufrimiento real de las personas. Al
desconocer el sufrimiento humano como realmente es, éstas personas se hacen una
idea de él. Una idea muy vaga que a la vez les genera mucha inquietud. Y es una
idea a la que le tienen miedo. A diferencia del Asura cuya marca principal es
el odio, para el Deva la marca principal es el miedo. El Deva padece dos miedos
principales. El miedo a perder y el miedo a sufrir.
Estos dos temores son los demonios acosadores de los
Devas en la tierra. El miedo a perder surge debido a que entre más se tiene,
más se quiere. Tanto así que el no ganar también se siente como pérdida. La
persona se valida a sí misma en todos sus aspectos según lo que tenga o no
tenga y su valor como persona termina siendo proporcional a su riqueza material,
lo cual es peligroso porque si la riqueza se devalúa o se pierde, la persona se
puede quebrar a sí misma al perder su referencia externa de valor. Veamos esto
con un ejemplo.
Uno de los íconos del suicidio es el del empresario
corporativo que se lanza de la azotea de un rascacielos, lo cual a pesar de ser
un arquetipo más que todo estadounidense, ocurre en todas partes del mundo. Se
trata de un caso bastante repetido en la historia moderna de los países
industrializados el que un tipo cuyo nivel de vida es exageradamente alto y
opulento, termine volándose los sesos con un revolver con mango de plata o lanzándose
de la azotea de un edificio que representa poder económico. Durante la gran
depresión norteamericana del 29, los descalabros financieros de los 80s y los
90s, más otros desfalcos descubiertos después de los 2000 hasta la actualidad,
este tipo de suicidios sigue sucediendo.
Uno pensaría rápidamente que perder cien mil millones
de euros es razón suficiente para echarse un clavado al pavimento desde el piso
64, pero deténgase a pensarlo mejor. En la mayoría de los casos se trata de una
pérdida tan grande, que el estilo de vida del millonario simplemente se hizo
humo. Todo el capital que tenía ha desaparecido ya sea por una mala apuesta
financiera o una traición. En todo caso lo que esto significa es que esta
persona, que antes veíamos como uno de los dioses del dinero, ahora ha caído en
desgracia hasta un nivel muy bajo. Es decir, el de nosotros. Como la persona
que escribe o que lee este blog.
Una persona de clase media que toma el transporte
público, tiene un empleo de ocho horas diarias en algún lugar aburrido, espera
los viernes con ansias y detesta los lunes con locura, hace turismo en lugares
populares llenos de gente poco agraciada y para la cual pagarse un fin de
semana con su esposa en una finca hostal más o menos decente significa darse un
“lujo”. ¿Es eso realmente una razón para matarse?
Aunque la quiebra de un millonario significa una
pérdida económica de proporciones épicas, lo cual obviamente tiene serias consecuencias
emocionales, son muy pocos los casos en los cuales la persona queda
literalmente con lo que trae encima. Puede que su capital haya decrecido hasta
llegar a ser ridículo, pero difícilmente podría quedar en cero, o perder
totalmente todo su patrimonio y pasar de tener decenas de propiedades a no
tener ni un simple apartamento. De todas maneras, un millonario que acaba de
quebrar tiene más posibilidades de conseguir empleo que un joven profesional
recién graduado. El problema es que para estas personas, pedir ayuda a sus
antiguos iguales resulta algo profundamente vergonzoso y penoso. Algunas amas
de casa preferirían morir antes que sus antiguas amigas del club las vean en un
supermercado metiendo legumbres en un carrito. El orgullo y la vanidad resultan
más caras que el dinero.
Un millonario quebrado tiene al menos aptitudes para
servir en el mundo de la clase media. Pero la sola idea de “servir” le es
extraña, atemorizante y vergonzosa. Hasta el punto que la muerte le parece
mejor opción. Ese es el temor a perder de los Devas. De todas maneras, si hay
casos más duros que otros en los que la pérdida económica es solo un aspecto del
trauma. A veces la imagen, la dignidad, el buen nombre y el orgullo de ser
quien era se pierden de un momento a otro y la persona decide acabar con su
vida. Por lo general sabiendo que es culpable de lo que se le acusa. Una
persona digna y correcta, inocente de una acusación falsa, no contemplaría la
opción del suicidio porque simplemente carece de sentimiento de culpa por su
desgracia.
El otro temor del Deva es el miedo al dolor. Al haber
vivido la mayoría de su vida en un espacio de protección e ilusiones
agradables, el enfrentarse al dolor real le genera un trauma para el cual no
estaba preparado y carece de las herramientas mentales y emocionales para
asimilarlo. Muchas veces ni siquiera tienen la información básica o el sentido
común de lo que deben hacer cuando la vida les golpea.
Los organismos de salud mental por años han registrado
que el índice más alto de suicidios no está en la clase media ni en los
sectores más populares donde se esperaría, ya que la vida es más difícil, sino
en las clases altas. Suicidarse en un vicio aristocrático, y suelen ser muy
dramáticos en ello. Las mujeres suelen preferir los venenos y los hombres las
armas de fuego. Ambos suelen dejar notas suicidas en las que explican sus
razones, sus sentimientos, a veces su herencia y una corta y cortés despedida escrita
en una caligrafía elegante. Otros no dejan nada más que un desorden increíble.
Las personas de clase alta son las más propensas al
suicidio debido a que son las menos preparadas para enfrentar el dolor, y la
formación espiritual que reciben es demasiado superficial, ceremonial y
ornamental. No tienen una formación espiritual realmente sólida hablando de
cristianismo como por ejemplo la de los sectores más regulares que suele ser
más consistente, práctica y les brinda una forma de resistir el dolor mucho más
fortalecedora. No quiere decir esto que todos los ricos son emocionalmente débiles
y vulnerables. Estamos hablando igual que en cada caso, de un tipo de karma
referente al Samsara en el cual algunos individuos se encierran a sí mismo
debido al karma que generan.
Conclusión
Como podemos ver, la cosmología budista es basta y muy
poderosa. Curiosamente, los otros sistemas de creencia pueden tener sentido
dentro de la lógica del universo budista. Podemos ver por ejemplo, como la
tradición de nuestra cultura cabe perfectamente dentro del budismo. El Dios
hebreo tiene su lugar en el mundo de los Devas. Su antítesis y antiguo
lugarteniente Lucifer, ocupa su debido puesto en el mundo de los Asuras, desde
donde lucha contra él por la ambición de suplantarlo frente a la humanidad. El
infierno de fuego cristiano encaja perfectamente en una de las regiones de
fuego de los Narakas. Y hasta el limbo o purgatorio de los católicos puede
interpretarse en el mundo de los Pretas. Al parecer los místicos teístas dieron
vistazos aislados y fragmentados del mundo del más allá y los reprodujeron en
sus escritos.
Podemos analizar distintas culturas religiosas y hacer
paralelos con la nuestra. De ésta manera conocemos más de nosotros y de
nuestros vecinos, y podremos aumentar nuestra cultura y conocimiento. Es una
forma muy divertida de educarnos y compartir conocimiento.
Así llegamos al final de este extenso análisis del más
allá y de los mundos del Samsara manifestándose en nuestra vida. Espero que les
haya gustado y que sigan investigando más sobre este apasionante tema.
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gran saludo y bendiciones.