sábado, 29 de mayo de 2021

RECTA ACCIÓN


Este es el cuarto grado del Noble Óctuple Sendero y el segundo del bloque de la ética que, junto con el grado anterior del Recto Lenguaje y el posterior del Recto modo de vida, conforman la base ética de la práctica budista.

La recta acción trata sobre la ética y la moral budistas. Nos referimos a las acciones que se consideran correctas e incorrectas basándonos en la disciplina de las Enseñanzas. Este es un factor fundamental en la práctica budista, usualmente ignorado por las escuelas occidentales que suelen hacer gran énfasis en los beneficios, el bienestar y las satisfacciones que provee la práctica budista pero que casi no mencionan las responsabilidades, los compromisos y la disciplina que implica practicar el Dhamma. Por lo tanto, es un factor que requiere un análisis especial ya que suele ser una materia ignorada.  

En la ética budista, lo bueno y lo malo, o más exactamente de lo correcto y lo incorrecto, no se basan en los conceptos elementales de bondad/maldad, ya que estos conceptos son fácilmente relativizados y pueden ser intercambiados entre sí, haciendo que el bien se vea como mal y el mal como bien. Un dicho popular dice que la religión tiene el poder de hacer que personas buenas cometan atrocidades y que personas mentalmente sanas actúen como psicópatas. Es un ciclo constante en la historia. Cuando los soviéticos y los nazis se levantaron en sus respectivos países, lo hicieron teniendo como objetivo el bien para sus pueblos, ya que sus países estaban destruidos, hundidos en la miseria y en la servidumbre de malos líderes. Y en verdad consiguieron el bien que prometieron a sus pueblos pues los sacaron de la miseria que padecían. Pero el costo fue que se llevaron por delante la dignidad y la vida de muchas otras personas, y se convirtieron en los ejemplos del mal más grandes de toda la historia de la humanidad.

Nuestra comprensión simple e infantil de lo que está mal y de lo que está correcto nos lleva a tomar vías equivocadas de acción a las cuales les podemos dedicar toda la vida sin poder salir de ellas. Es lo que pasa con las ideologías políticas radicales y los religiosos extremistas. Los fanáticos están convencidos de que están en el lado correcto, de manera absoluta y sin cuestionamientos. Y lo creen de tal manera que incluso justifican el mismo mal y la destrucción para conseguir su visión de lo que es el bien, visión que en ningún momento es universal pues solo incluye a los que pertenecen a su grupo ideológico.

Los estadounidenses tienen un dicho muy práctico. El infierno está lleno de buenas intenciones. Este dicho quiere decir que mucha gente hace el mal queriendo hacer el bien. Lo cual deja como enseñanza mundana que decidirse a hacer el bien no garantiza que efectivamente se haga el bien, o que uno sea buena persona por querer hacer lo bueno. Esta interpretación del bien tan popular en occidente, relativiza toda ética y deja un hueco en toda moral por el cual la regla de “todo se vale” es permitida según esta concepción vulgar del mundo. Es como decir, en realidad ser bueno no es tan bueno, así que permitámonos ser lo más malos que podamos porque igualmente, tampoco es que sea tan malo. La contraparte podría ser otro viejo dicho católico. El que peca y reza, empata. Que va en la misma dirección que el anterior desde el ángulo opuesto. Puedes ser malo en alguna medida, total, lo único que hay que hacer es arrepentirse antes de morir y nadie te puede negar el cielo.

Estos dichos callejeros, explican perfectamente una gran falla de nuestro sistema de creencias materno y contrasta perfectamente con la disciplina ética budista.

En el budismo el bien y el mal no son una cuestión de blanco y negro. Simple y de fácil interpretación legal. En el budismo, los términos comúnmente usados para determinar las acciones son Kusala, que significa hábil, y Akusala, que quiere decir torpe, traduciendo estos términos de forma práctica y resumida.

El criterio para saber si una acción debe ser determinada como Kusala o Akusala es si la acción se realiza basada en la sabiduría o en la ausencia de ésta. El fundamento es la comprensión que se tenga de la naturaleza del mundo y la inteligencia con la cual se asuma e interprete esta naturaleza. El juicio se basa en el estado mental con el que las personas realizan las acciones. Si el estado mental que impulsa las acciones es un estado mental carente de sabiduría como la envidia, la avaricia, el odio, la ignorancia, entonces será una acción Akusala, sin importar la causa que impulse o que diga impulsar como la justicia. Serán acciones torpes que crearán mal kamma y traerán destrucción y sufrimiento a quien las realiza y a otros. Pero si la acción es basada en la sabiduría, es decir, en el amor, la compasión, la benevolencia, la generosidad, la creatividad y disciplina espiritual, entonces éstas acciones serán de naturaleza Kusala. Generarán buen Kamma y traerán bienestar, paz y bendiciones a quien las haga y a los que le rodean.

Volvamos por un momento a la relatividad de la ética occidental. En nuestra cultura, el bien y el mal son relativos. Lo que es bueno para uno, no es precisamente bueno para otro y viceversa. Los criterios pueden cambiar según la persona y los contextos, ya que los intereses y las necesidades varían. De ahí que el villano de la historia puede resultar siendo el héroe. Y el héroe a su vez, podría ser el verdadero tirano. Este es el fundamento de las guerras santas.

Si cambiamos este fundamento por la sabiduría budista, podemos llegar por medio del análisis a una neutralización de esta relatividad ética basándonos en el Dhamma. El Dhamma nos enseña la realidad del mundo. La verdadera naturaleza de las cosas. Cómo es que el mundo funciona en realidad. Esto nos genera el gran beneficio de eliminar ciertos conceptos estáticos y dañinos que nos mantienen en la ignorancia. Un ejemplo elemental de esto es entender el concepto de la interdependencia. La sola comprensión de esta doctrina a profundidad podría quitarle mucho peso a las razones que se tienen para hacer la guerra sin importar las causas de los conflictos. Y son muchas las doctrinas sagradas que el budismo enseña para comprender el mundo. Este será el piso y la base para comprender las cosas antes de realizar las acciones.

Teniendo esta visión del mundo clara, nos remitimos entonces a los conceptos hábiles enseñados por el Buda. Todas las Enseñanzas sobre la compasión, el amor universal y el sentido de justicia enseñadas por el Buda son las acciones que debemos aprender, seguir y realizar. Y no lo hacemos de forma ciega o simplemente por un mandato superior, porque ya comprendemos el origen de estas acciones y la forma en la que encajan en el mundo. Nosotros hacemos lo correcto por la simple razón de que es lo correcto, y ya. No hay más variables. No hay premios ni castigos, chantajes o amenazas. Por lo tanto, la posibilidad de que nos manipulen con nuestro propio código ético es muy baja. Aunque nunca nula.

El que una acción Kusala nos traiga buen Kamma no es un premio otorgado por alguna conciencia cósmica por haber hecho el bien. Es simplemente una consecuencia natural del orden de las cosas. De la misma forma que el descanso y el placer que sentimos al tomar agua fresca cuando estamos sedientos no tiene que ver con que nos hidratemos o nos muramos de sed. Simplemente es parte del proceso y ya. Con o sin ese placer, debemos tomar agua para que la deshidratación no nos mate.

Obviamente en los contextos culturales y religiosos, este sentido se pierde y la gente hace buenas acciones y rituales para generar buen Kamma. Pero eso es solo una consecuencia lógica de la práctica tradicional en una sociedad y la formación de su cultura. Y contrario a lo que pueda parecer ya que se compara con el sistema cristiano, no es algo malo. De hecho, es algo bueno.

Este mecanismo de interpretación del kamma es necesario para que las tradiciones budistas se esparzan por todo el mundo, para la enseñanza de los más pequeños y para ayudar a enfocar a las personas que están pasando por sufrimiento o gran necesidad. Y para conservar el Dhamma y la doctrina budista a través del tiempo y las generaciones. A la persona que de verdad se encuentra necesitada de ayuda, no le importa tanto saber por qué funcionan las cosas, o al menos no es su principal preocupación. Lo que le importa es saber cómo funcionan las cosas. Qué es lo que tiene que hacer. Por eso el ritual es importante. Porque enfoca la mente en realizar la acción sin necesidad de perderse en conceptos intelectuales, sin dejar de lado que estos también son importantes. De hecho, estas son las primeras acciones de los niños dentro del budismo mientras crecen y comprenden todo lo que necesitan comprender conceptualmente. Los maestros cuentan historias sobre budistas que han llegado a la iluminación sin haber estudiado el Dhamma, sino solamente rastreando la budeidad en su interior a través de acciones correctas enseñadas en la tradición.

Además de eso, el ritual y el simbolismo son elementos que identifican a la Sangha y fortalecen sus lazos. Si una persona quiere saber sobre el budismo y de casualidad me ve pasar con un rosario budista, seguramente se acercará a preguntarme sobre ello y así se genera una gran oportunidad para hablar sobre el Dhamma. Jamás debe subestimarse la importancia de lo simbólico.

¿Pero es el ritual una acción falsa? En modo alguno. Si es cierto que a final de cuentas, la práctica budista es el verdadero paso de realización más allá de las creencias y los rituales. Es en la práctica, y no en la teoría (rituales y ceremonias), donde en realidad se comprenden las Enseñanzas del Buda. Eso no se cuestiona. Pero el ritual mantiene viva y fuerte la voluntad del practicante y su intención de práctica en todo sentido. En el sentido espiritual, el mental, el físico y en general. El ritual es la introducción a la acción, pero no la acción real. Y quedarse solo en el ritual y la ceremonia es hacer la introducción del trabajo sin presentar el trabajo.

Interiorizar la doctrina del Kamma y toda la Enseñanza del Buda es como aprender a bailar o a cocinar. Puedes leerte todos los libros del mundo referentes a estas artes. Pero hasta que no empieces a bailar o a cocinar en la realidad, no vas a tener idea de qué estás hablando. Por eso las creencias y los rituales no sirven de nada y carecen de significado sin una práctica verdadera y contínua.

Dicho sea de paso, este es el gran peligro del budismo occidental. Mucha recitación, mucha puja, mucho japamala, mucha postración, mucha meditación guiada y grupal, mucha charla y reverencia al maestro. Pero de la disciplina ética y la práctica real, más bien poco. Es mejor pagar el retiro, meditar en una cabañita lejos de la ciudad y llegar a casa relajado pensando que “he practicado”.

Hablemos de forma específica y práctica de la recta acción enseñada por el Buda. En el cuarto grado del Noble Óctuple Sendero se fundamenta lo que conocemos como Los preceptos budistas. Nuestro código de conducta. Para nosotros los laicos, son los Cinco Preceptos. Estos preceptos son los pilares de nuestra ética y la guía moral para interactuar en nuestra sociedad.

Nuestros cinco preceptos son:

1.    Abstenerse de matar y proteger la vida.

2.    Abstenerse de mentir y decir siempre la verdad.

3.    Abstenerse de robar y ser generoso.

4.    Abstenerse de conducta sexual inapropiada y proteger la dignidad de los seres.

5.    Abstenerse de consumir sustancias tóxicas y embriagantes y cultivar el estar despierto.

Como podemos ver. Los cinco preceptos no solo procuran no hacer acciones torpes, sino además contrarrestarlas con acciones nobles o hábiles. Como laicos, debemos tener nuestro código ético siempre a la mano como parte del Dhamma y practicarlo todos los días de forma continua y disciplinada. La recta acción es la guía para habitar el mundo en paz y nos protege del mal que nos pueden generar otros y nosotros mismos. Esta es solo la base. Los cinco preceptos pueden ser complementados con muchas otras prácticas budistas, pero son la base de práctica de todo budista.

Igualmente, podemos hacer una práctica intensiva de los preceptos en días especiales dedicados al Buda. Por ejemplo, podemos anexar temporalmente otros preceptos pertenecientes a los monjes durante un retiro como pueden ser abstenernos de toda conducta sexual con nuestra pareja, hacer ayuno, privarnos de las distracciones como el televisor y el internet y no usar adornos ni prendas para embellecer. Algunos laicos realizan retiros profundizando los preceptos durante los días especiales haciendo que la práctica del Dhamma se mantenga fuerte los demás días.

En este blog podrás encontrar cinco artículos como este, cada uno dedicado a cada precepto budista para los laicos.

Además de los cinco preceptos, podemos anexar otras prácticas muy benéficas como los son las seis paramitas enseñadas con gran amplitud en el Vajrayana. Las seis paramitas o seis perfecciones son: Generosidad o Dhana, Disciplina o Sila, Paciencia o Khanti, Diligencia o Virya, Concentración o Samadhi y Sabiduría o Prajna. Estas seis prácticas realizadas con detenimiento y profundidad pueden potencializar los cinco preceptos y nuestro conocimiento de la sabiduría del Buda y su aplicación en el mundo.

En nuestro contexto actual, tan contradictorio, caótico e influenciado por la tecnología, para bien y para mal, es necesario tener un código de conducta claro y practicarlo correctamente. Es como tener un escudo que te protege de tus propios errores y de las conductas torpes de los demás. El recto lenguaje que analizamos en el artículo anterior es un elemento de importancia inimaginable en contextos como el nuestro. Especialmente útil en la comunicación virtual a la que ya estamos obligados. Por eso también hace parte del bloque de la ética.

La ética hace referencia más que todo a los fundamentos sobre los cuales consideramos las cosas como correctas e incorrectas desde el punto de vista personal. Es lo que evidencia nuestra integridad. Por eso, ciertos puntos de vista éticos pueden variar de una persona a otra sin que el objetivo principal, es decir la moral, cambie.

La moral se refiere a un conjunto de costumbres o valores que un grupo social considera dignas y virtuosas. La moral es el código de conducta general que una sociedad desarrolla para proteger el conjunto de todos los individuos que la conforman promoviendo pautas de interacción y valores que unifican el grupo y mantienen la armonía entre las personas. Básicamente es lo que nos dice cómo debemos tratar a los demás y cómo comportarnos con los nuestros. Así tenemos la moral cristiana, la moral humanista, la moral musulmana, la moral hinduista, etc.

Nuestra moral budista se basa en los cinco preceptos, la devoción al Gran Maestro y a sus Enseñanzas en general. La moral budista es todo lo que nos une con otros hermanos budistas. Son las Enseñanzas. Es esa fuerza gravitacional que une todo lo que llamamos La Sangha. 

La ética es la forma personal en la cual nosotros interpretamos nuestro código moral y esta puede variar. No todos tenemos las mismas opiniones. Un ejemplo muy pertinente de esto en nuestro contexto es el tema del vegetarianismo. Muchos budistas son vegetarianos y muchos otros no lo son. El vegetarianismo es una opción ética dentro de la práctica. Pero no serlo también es una opción válida y no contradice nuestra moral. Esta es una diferencia ética. Y en ambos casos, si se siguen las Enseñanzas del Buda con disciplina y dedicación, los practicantes podrán cumplir sus objetivos y llegar a la iluminación sin ningún problema. El mismo Buda cuando se le presentó este problema, dijo que el tema del vegetarianismo NO debe ser un factor de división en la Sangha. El ser o no vegetariano es una diferencia ética. El seguir las Enseñanzas del Buda es nuestra base moral. De esta manera las Enseñanzas no se convierten en una camisa de fuerza a la cual debemos ajustarnos sin tomar en cuenta condiciones y contextos diferentes o más difíciles.

Para saber más sobre el vegetarianismo en el budismo busca nuestro artículo Veganismo y vegetarianismo en el budismo, que podrás leer en este blog. 

La ética se fundamenta en valores familiares y principios con los que tomamos decisiones vitales y cotidianas en el mundo. Es el sentido del bien personal que usamos con nuestros semejantes y con nosotros mismos. Si tenemos una oportunidad de robar un dinerillo sin que nadie nos vea, sin que nadie salga lastimado (aparentemente) y sin que no haya daño (aparentemente), la ética es la mesa sobre la cual tomaremos la decisión de robarnos el dinerillo o avisarle a su legítimo dueño que lo guarde debidamente.

Es muy fácil estudiar la doctrina, pero ponerla en práctica no lo es tanto. Seguramente será muy fácil tomar la decisión correcta para una persona a la que no le falta el pan. Pero para alguien que está pasando hambre, las cosas no son tan simples y sin embargo, a diferencia de la ética en blanco y negro, nuestra doctrina nos enseña que con inteligencia y sabiduría, siempre se puede encontrar la manera de hacer lo correcto sin importar las dificultades. Siempre.   

Por último, hay que tener algo en claro. Cuando uno toma un camino espiritual y una estructura ética y moral, uno adquiere el compromiso de seguirla. Es decir, uno se mete en el camino para seguirlo fielmente, no para cambiarlo y que vaya en nuestra dirección. Esto significa que debemos dejar de guiarnos a nosotros mismos y dejar que la Enseñanza nos guíe a nosotros, lo cual no es fácil. Por lo general nos ganan los sentimientos y de manera inconsciente solemos hacer que las cosa vayan según nos convengan para justificar nuestras acciones. Por ejemplo, es muy fácil pensar que tenemos un fuerte sentido de la justicia cuando en realidad no somos más que unos rencorosos seguidores del “ojo por ojo y diente por diente”, algo totalmente inhábil. Solemos confundir justicia con venganza, y sentido del bien con rencor. Nuestro instinto básico de supervivencia nos dice con fuerza que debemos responder mal con mal. Responder a la violencia con otra violencia mayor y justificada. Pero el Dhamma nos dice otra cosa. Y domar a la bestia es difícil. Por eso la doctrina es un gran refugio y un gran escudo. Porque nos protege de nuestro peor enemigo. Nosotros mismos. Y es difícil abandonarnos a nosotros mismos y obligarnos a seguir el camino que ya hemos decidido seguir. Ser disciplinado es difícil. Por eso la Recta Acción es una práctica del Noble Óctuple Sendero.

El Buda dice:

3. Me hizo insultó, me hizo daño, me venció, me robó. Aquellos que piensan tales pensamientos no estarán libres del odio.

4. Me hizo insultó, me hizo daño, me venció, me robó. Aquellos que no piensan tales pensamientos serán libres del odio.

5. Porque el odio no es vencido por el odio. El odio es vencido por el amor. Esta es una ley eterna.

Dhammapada. Versos 3-5.

Esta Enseñanza del Buda es muy difícil de seguir. Sobre todo en nuestro tiempo, en el que la sangre se calienta tan fácilmente y se nos ofrecen mil razones y argumentos ridículos para ofendernos por cosas que no existen como abusos imaginarios y discriminaciones fantasmas. Herramientas para encender el odio en nosotros con el único objetivo de usarnos como proyectiles políticos y propagadores de odio. “Hay enemigos en todas partes”, es lo que constantemente nos susurran, “y es nuestro deber destruirlos”, es lo que el mundo nos quiere hacer creer.  

Cortar el fuego del odio que hay en el mundo y que quiere consumirnos requiere escuchar detalladamente al Buda, y seguir su verdad.

Recuerda: cuando los sentimientos intensos de odio o alegría, euforia o tristeza, emerjan y te dominen, detente y NO tomes ninguna decisión. No confíes en ti mismo. No confíes en quien enciende tu odio. Busca primero la paz y decide. Y si no sabes que hacer, busca la sabiduría del Buda y toma una decisión correcta basada en el Dhamma. Hazlo, y estarás en la senda segura. Esto es la recta acción.