Existe una inquietud en las personas interesadas en la práctica budista. Sobre todo en la gente joven. Es la idea de que la práctica budista hace la vida aburrida. Al parecer, las prácticas referentes a la disciplina ética, el compromiso de servicio y lo que aparentemente se interpreta como privaciones de cosas placenteras, hace que mucha gente dude en tomar este camino de forma definitiva a pesar de sentir una fuerte necesidad de iniciar la práctica.
Por
otra parte, esto contrasta con las cualidades atractivas del budismo manejadas
en el imaginario popular como la idea de paz instantánea, el arquetipo paternal
del maestro poseedor de todas las respuestas, el discurso pacifista, el
minimalismo, la mística de la estética oriental y otras tantas cosas bonitas. A
eso se le puede añadir otras ideas asociadas y un poco hollywoodenses como personas
y objetos sagrados, habilidades especiales como poderes mentales, levitación, resistencia
sobre humana y otras tantas fantasías animadas de ayer y hoy.
Además
de esto, cuando se le dice al estudiante que todas esas cosas bonitas que se
ven en los grupos y las redes sociales no conforman en núcleo de la práctica
budista, y que la cuestión de la disciplina ética, los preceptos morales y
demás sí lo hacen, pues la persona suele pensarlo todavía más. Y empieza a
temer que su vida como practicante budista puede terminar siendo algo
profundamente aburrido, haciendo que desista siquiera de intentarlo.
Hay
que aclarar esta duda. Todo se trata de un mito ochentero. La idea de que la
práctica budista es un compilado de cosas bonitas, filosofías lindas y
estímulos agradables a los sentidos es falsa. Es de hecho una tontería. Pero la
idea de que tomar los preceptos, hacer un compromiso ético y llevar una vida
apegada al código moral budista tiene como resultado una vida aburrida, es una
idea todavía más falsa y más tonta que la anterior.
La
práctica budista no es aburrida en absoluto. Si la ves o la sientes de esa forma,
es porque no la has entendido o practicado correctamente. La destrucción de la
ilusión de ese “budismo de salón” que tanto hemos criticado en este blog, ese
budismo vacío y plástico creado para turistas, banal, ridículo e inactivo, es
fundamental para practicar un budismo real. Ese budismo de moda no es
practicable más allá de un tiempo corto. No tiene sustento. En el momento en el
que el sufrimiento verdadero se aparece en la vida y embiste como un bus sin
frenos, todas esas estupideces de imágenes bonitas, olores agradables,
postraciones, dibujos sagrados y sonrisas amables de un hombre calvo en túnica,
se van al demonio.
La
parte que supuestamente es aburrida es la parte que verdaderamente sirve y
funciona cuando la vida se pone difícil y el sufrimiento aparece.
Tener
un código ético y una estructura moral suena a ser una persona aburrida. Lo
mismo pasa con la palabra doctrina de la que hablamos en un artículo anterior.
Ser ético y disciplinado suena a cambiar libertades por privaciones y placeres
por sacrificios. No hay tal cosa en el budismo. Los cinco preceptos y la
doctrina del Dhamma te protegen contra los males del mundo. Principalmente los
excesos, todos ellos. Uno no se priva de algo aguantando el deseo de tenerlo
como si fuera una tortura. Uno comprende y asimila la importancia de alejarse
del mal una vez es reconocido gracias a las Enseñanzas budistas. Y luego se
aparta de él por el más simple y elemental sentido común. Por eso dejamos de
beber licor por ejemplo. Esto no es una privación. Es un privilegio. Una mejora
sustancial. Si el dejar de ingerir licor significa una privación y un
sacrificio para ti, de nuevo, no has entendido el Dhamma. No has comprendido
las leyes de la vida de la forma como las Enseñó el Buda. Y por lo tanto, vas a
creer que seguir tomando licor es algo bueno.
Uno
no se priva de nada, uno deja de hacerse daño. Veámoslo con un ejemplo
práctico:
Supongamos
que eres consumidor habitual de un producto X y que lo has consumido hasta
hacerlo una costumbre en tu vida. Pero luego gracias a avanzados estudios
científicos, te enteras de que ese producto X produce cáncer. Entonces tu dejas
de consumir ese producto. No importa lo habituado que estés a consumirlo o las
ganas que te den de consumirlo. La comprensión de la nueva información que
tienes hace que dejar de consumir este producto no signifique ningún sacrificio
ni represente privación alguna ya que te estás alejando de un daño potencial
muy grave. El cáncer es algo serio y si tienes información nueva sobre él,
cambiarás tus hábitos fácilmente sin que esto represente un problema. Las ganas
y los sentimientos asociados a ese producto X seguirán estando en ti. Pero
teniendo en cuenta el conocimiento nuevo que tienes sobre el producto, estos
sentimientos y costumbres no lograrán hacerte regresar a ese viejo hábito. Porque
no eres estúpido y no te quieres morir de cáncer. El principio con el budismo
es exactamente el mismo. Tenemos una información que no teníamos antes (el
Dhamma), y actuamos en consecuencia. De nuevo, por el más simple y elemental
sentido común. No por un mandato divino ni por una orden de un ser superior. Nos
apartamos de hábitos que son dañinos porque ahora comprendemos de manera más
profunda qué tan dañinos son, cosa que no hacíamos antes. Y por eso los
dejamos. No son privaciones, son mejoras. Es conocimiento y sabiduría, no
reglas.
Ahora,
vamos a la práctica. ¿Cuáles son las supuestas limitaciones de la práctica
budista que hacen la vida del practicante algo aburrido? La primera que se
suele nombrar es el licor. Ya comentamos que la comprensión básica de los cinco
preceptos aclara ese problema. Puedes leer los artículos sobre estos preceptos
en este blog, específicamente el artículo sobre el quinto precepto budista, Consumo conciente.
Otro
tanto es ser vegetariano. Otro clásico mito occidental. No es obligatorio ser
vegetariano y mucho menos vegano para ser budista. También puedes leer por qué
no es obligatorio ser vegetariano en el budismo en el artículo de ¿Hay que ser vegetariano?
En
pocas palabras, la prevención ante el budismo es básicamente la misma que hacia
el cristianismo o hacia cualquier otra religión organizada. El temor de
convertirse en un mojigato, moralista, purista y conservador que termina
desmeritando todo tipo de diversión hasta convertirlo todo en algo banal o en algo
dañino o maligno. Satanizar la diversión. Por definición no oficial, ser
religioso es ser aburrido porque la religión suele decir que el mundo está mal
y que debes apartarte de él. De ahí viene el miedo a adoptar la forma de vida
budista. Y esto, obviamente, es un error.
Sí
es cierto que tenemos esta similitud con las otras religiones en el sentido en
el que entendemos que muchas cosas del mundo están mal y que por lo tanto,
debemos apartarnos de ellas. No es necesario ser religioso para saber eso.
Algunas modas son dañinas como la adicción al internet, a los dispositivos
electrónicos, a los juegos o al porno. Las drogas y el licor son perjudiciales
para la salud física y mental. Andar con personas que viven en círculos y
actividades sospechosas es algo a evitar. Y así hay muchas cosas para las
cuales no necesitamos una revelación espiritual para entender que debemos
apartarnos de ellas. Es simple sentido común.
La
diferencia es que las doctrinas religiosas nos dan una estructura sólida, clara
y estable para conducirnos en el mundo de forma segura sin pensar mucho en
ello. Es como adquirir un amigo que te dice que no seas estúpido cuando sabes
perfectamente que tiendes a tomar decisiones estúpidas, aun sabiendo que son
estúpidas. Son guías de principios básicos, muchas veces generales y presentes
en casi todas las tradiciones espirituales que nos procuran un bien.
Obviamente
está la otra cara de la moneda de la religión organizada. La manipulación, la
coerción, el chantaje emocional, la tortura psicológica, la corrupción, etc.
Nadie niega eso. Pero tampoco se puede negar que un cambio hacia una fe
religiosa realizada de una forma honesta y concienzuda, no solo puede mantener
a una persona en un lugar seguro en medio de todo el caos de la vida, sino que
también puede sacar a mucha gente de lugares oscuros o de una destrucción
segura. Las cosas no son mal hechas, simplemente son mal usadas.
El
contraste con el cristianismo es que esté sí puede ser fácilmente llevado a un
extremo en el que efectivamente la vida se vuelva una prisión ridícula cercada
por estupideces imaginarias. Pero según la realización de la práctica del
Dhamma en la vida real, esto difícilmente podría suceder con el budismo.
Cuando
uno se hace budista, la capacidad de disfrute de las cosas no es muy distinta.
Y cambia para mejor porque se adquiere la capacidad de disfrutar más muchas
cosas sencillas que antes uno no tomaba en cuenta.
Sin
embargo, si hay un cambio en la percepción del mundo y en la forma en la que
interpretamos lo que comúnmente conocemos como placentero y displacentero, y
como bueno o malo para nosotros. Para decirlo de alguna manera, adquirimos un
tipo de comprensión profesional de lo que es el disfrute de las cosas y del
efecto que pueden tener sobre la mente. Y entendemos con más claridad y
profundidad los mensajes y significados que los estímulos del mundo nos envían.
Nos
entrenamos para poder distinguir la realidad de la fantasía. Y para detectar
cuándo una emoción generada por un estímulo externo empieza a adquirir un tono
o una fuerza que de antemano sabemos no es sana, para poder suspender ese
estímulo inmediatamente y mantener el control de nuestra mente. Constantemente
competimos con el mundo por el control de nuestra mente y el Buda nos da todo
lo que necesitamos para mantener la influencia negativa del mundo a raya. Poco
a poco adquirimos una independencia mental para decidir qué consumir y qué no. Nos
entrenamos continuamente para poner lo que necesitamos por encima de lo que queremos
o deseamos, sin importar qué tanto queramos o deseemos eso que ya sabemos que
no es conveniente para nuestra mente. Usamos las Enseñanzas del Buda como el
factor regulador de nuestra vida y cómo la guía que nos indica cómo comportarnos
y qué decisiones debemos tomar en casos determinados.
En
sí no tenemos reglas inamovibles o normas fijas generales que debamos seguir a
rajatabla. Lo que tenemos son técnicas de autorregulación que usamos con
libertad de criterio sustentados dentro del conocimiento del Dhamma que vamos
adquiriendo. La expresión “un budista no puede…” hacer tal cosa o tal otra, no
tiene lugar en la práctica. Al menos yo no he encontrado algo así en lo que
llevo de estudio. No hay un “no puedes”, hay un “no deberías”, y se te explica
claramente por qué no deberías hacer tal cosa o sí deberías hacer tal otra. Y
todo tiene una razón lógica y un sentido práctico. Así que realmente no sabría
identificar de dónde sale la duda de que el budismo es aburrido. En mi caso, el
efecto ha sido totalmente contrario a esto. Mi vida se ha hecho mucho más
divertida desde que practico budismo.
Además
de la práctica regular que hacemos en nuestra vida diaria, el mundo budista es
muy interesante. El arte budista es muy amplio y últimamente se han hecho
películas y documentales sobre budismo muy bien hechos y entretenidos. Las
biografías de los grandes maestros de todas las escuelas son muy interesantes e
inspiradoras, y nos dan claves nuevas para practicar el budismo en nuestro tiempo.
Nosotros
mismos podemos ser generadores de arte como parte de nuestra práctica budista.
Por ejemplo si te gustan los japa malas, puedes hacer el tuyo en lugar de
comprarlo. Esto le da un significado mucho más profundo que el que le das a un
mala comprado. También puedes hacer decoraciones y manualidades inspirados en
el arte budista. Hay muchas cosas para hacer. Como la construcción de tu altar,
la fabricación de velas artesanales, modificación de elementos decorativos,
pintura, atuendos, etc. Hay todo un mundo de arte para explotar con inspiración
budista. Esto puede ser de gran ayuda para personas que se encuentran en
lugares en los que los confinamientos regresan. Son actividades extremadamente
terapéuticas.
Los
maestros budistas recomiendan que además de tener una profesión, uno debe tener
un oficio. Es decir, una actividad manual que genere experticia y mediante la
cual se beneficie a otros directamente. Es decir, un arte.
Espero
que esta información te haya sido útil y que explotes al máximo tu potencial
búdico en todas las áreas de tu vida. Síguenos en nuestra página de Facebook Budismo PSL