martes, 23 de noviembre de 2021

Tengo miedo de que la práctica budista haga mi vida aburrida.

 


Existe una inquietud en las personas interesadas en la práctica budista. Sobre todo en la gente joven. Es la idea de que la práctica budista hace la vida aburrida. Al parecer, las prácticas referentes a la disciplina ética, el compromiso de servicio y lo que aparentemente se interpreta como privaciones de cosas placenteras, hace que mucha gente dude en tomar este camino de forma definitiva a pesar de sentir una fuerte necesidad de iniciar la práctica.

Por otra parte, esto contrasta con las cualidades atractivas del budismo manejadas en el imaginario popular como la idea de paz instantánea, el arquetipo paternal del maestro poseedor de todas las respuestas, el discurso pacifista, el minimalismo, la mística de la estética oriental y otras tantas cosas bonitas. A eso se le puede añadir otras ideas asociadas y un poco hollywoodenses como personas y objetos sagrados, habilidades especiales como poderes mentales, levitación, resistencia sobre humana y otras tantas fantasías animadas de ayer y hoy.

Además de esto, cuando se le dice al estudiante que todas esas cosas bonitas que se ven en los grupos y las redes sociales no conforman en núcleo de la práctica budista, y que la cuestión de la disciplina ética, los preceptos morales y demás sí lo hacen, pues la persona suele pensarlo todavía más. Y empieza a temer que su vida como practicante budista puede terminar siendo algo profundamente aburrido, haciendo que desista siquiera de intentarlo.

Hay que aclarar esta duda. Todo se trata de un mito ochentero. La idea de que la práctica budista es un compilado de cosas bonitas, filosofías lindas y estímulos agradables a los sentidos es falsa. Es de hecho una tontería. Pero la idea de que tomar los preceptos, hacer un compromiso ético y llevar una vida apegada al código moral budista tiene como resultado una vida aburrida, es una idea todavía más falsa y más tonta que la anterior.

La práctica budista no es aburrida en absoluto. Si la ves o la sientes de esa forma, es porque no la has entendido o practicado correctamente. La destrucción de la ilusión de ese “budismo de salón” que tanto hemos criticado en este blog, ese budismo vacío y plástico creado para turistas, banal, ridículo e inactivo, es fundamental para practicar un budismo real. Ese budismo de moda no es practicable más allá de un tiempo corto. No tiene sustento. En el momento en el que el sufrimiento verdadero se aparece en la vida y embiste como un bus sin frenos, todas esas estupideces de imágenes bonitas, olores agradables, postraciones, dibujos sagrados y sonrisas amables de un hombre calvo en túnica, se van al demonio.

La parte que supuestamente es aburrida es la parte que verdaderamente sirve y funciona cuando la vida se pone difícil y el sufrimiento aparece.  

Tener un código ético y una estructura moral suena a ser una persona aburrida. Lo mismo pasa con la palabra doctrina de la que hablamos en un artículo anterior. Ser ético y disciplinado suena a cambiar libertades por privaciones y placeres por sacrificios. No hay tal cosa en el budismo. Los cinco preceptos y la doctrina del Dhamma te protegen contra los males del mundo. Principalmente los excesos, todos ellos. Uno no se priva de algo aguantando el deseo de tenerlo como si fuera una tortura. Uno comprende y asimila la importancia de alejarse del mal una vez es reconocido gracias a las Enseñanzas budistas. Y luego se aparta de él por el más simple y elemental sentido común. Por eso dejamos de beber licor por ejemplo. Esto no es una privación. Es un privilegio. Una mejora sustancial. Si el dejar de ingerir licor significa una privación y un sacrificio para ti, de nuevo, no has entendido el Dhamma. No has comprendido las leyes de la vida de la forma como las Enseñó el Buda. Y por lo tanto, vas a creer que seguir tomando licor es algo bueno. 

Uno no se priva de nada, uno deja de hacerse daño. Veámoslo con un ejemplo práctico:

Supongamos que eres consumidor habitual de un producto X y que lo has consumido hasta hacerlo una costumbre en tu vida. Pero luego gracias a avanzados estudios científicos, te enteras de que ese producto X produce cáncer. Entonces tu dejas de consumir ese producto. No importa lo habituado que estés a consumirlo o las ganas que te den de consumirlo. La comprensión de la nueva información que tienes hace que dejar de consumir este producto no signifique ningún sacrificio ni represente privación alguna ya que te estás alejando de un daño potencial muy grave. El cáncer es algo serio y si tienes información nueva sobre él, cambiarás tus hábitos fácilmente sin que esto represente un problema. Las ganas y los sentimientos asociados a ese producto X seguirán estando en ti. Pero teniendo en cuenta el conocimiento nuevo que tienes sobre el producto, estos sentimientos y costumbres no lograrán hacerte regresar a ese viejo hábito. Porque no eres estúpido y no te quieres morir de cáncer. El principio con el budismo es exactamente el mismo. Tenemos una información que no teníamos antes (el Dhamma), y actuamos en consecuencia. De nuevo, por el más simple y elemental sentido común. No por un mandato divino ni por una orden de un ser superior. Nos apartamos de hábitos que son dañinos porque ahora comprendemos de manera más profunda qué tan dañinos son, cosa que no hacíamos antes. Y por eso los dejamos. No son privaciones, son mejoras. Es conocimiento y sabiduría, no reglas.

Ahora, vamos a la práctica. ¿Cuáles son las supuestas limitaciones de la práctica budista que hacen la vida del practicante algo aburrido? La primera que se suele nombrar es el licor. Ya comentamos que la comprensión básica de los cinco preceptos aclara ese problema. Puedes leer los artículos sobre estos preceptos en este blog, específicamente el artículo sobre el quinto precepto budista, Consumo conciente. 

Otro tanto es ser vegetariano. Otro clásico mito occidental. No es obligatorio ser vegetariano y mucho menos vegano para ser budista. También puedes leer por qué no es obligatorio ser vegetariano en el budismo en el artículo de ¿Hay que ser vegetariano?

En pocas palabras, la prevención ante el budismo es básicamente la misma que hacia el cristianismo o hacia cualquier otra religión organizada. El temor de convertirse en un mojigato, moralista, purista y conservador que termina desmeritando todo tipo de diversión hasta convertirlo todo en algo banal o en algo dañino o maligno. Satanizar la diversión. Por definición no oficial, ser religioso es ser aburrido porque la religión suele decir que el mundo está mal y que debes apartarte de él. De ahí viene el miedo a adoptar la forma de vida budista. Y esto, obviamente, es un error.

Sí es cierto que tenemos esta similitud con las otras religiones en el sentido en el que entendemos que muchas cosas del mundo están mal y que por lo tanto, debemos apartarnos de ellas. No es necesario ser religioso para saber eso. Algunas modas son dañinas como la adicción al internet, a los dispositivos electrónicos, a los juegos o al porno. Las drogas y el licor son perjudiciales para la salud física y mental. Andar con personas que viven en círculos y actividades sospechosas es algo a evitar. Y así hay muchas cosas para las cuales no necesitamos una revelación espiritual para entender que debemos apartarnos de ellas. Es simple sentido común.

La diferencia es que las doctrinas religiosas nos dan una estructura sólida, clara y estable para conducirnos en el mundo de forma segura sin pensar mucho en ello. Es como adquirir un amigo que te dice que no seas estúpido cuando sabes perfectamente que tiendes a tomar decisiones estúpidas, aun sabiendo que son estúpidas. Son guías de principios básicos, muchas veces generales y presentes en casi todas las tradiciones espirituales que nos procuran un bien.

Obviamente está la otra cara de la moneda de la religión organizada. La manipulación, la coerción, el chantaje emocional, la tortura psicológica, la corrupción, etc. Nadie niega eso. Pero tampoco se puede negar que un cambio hacia una fe religiosa realizada de una forma honesta y concienzuda, no solo puede mantener a una persona en un lugar seguro en medio de todo el caos de la vida, sino que también puede sacar a mucha gente de lugares oscuros o de una destrucción segura. Las cosas no son mal hechas, simplemente son mal usadas.    

El contraste con el cristianismo es que esté sí puede ser fácilmente llevado a un extremo en el que efectivamente la vida se vuelva una prisión ridícula cercada por estupideces imaginarias. Pero según la realización de la práctica del Dhamma en la vida real, esto difícilmente podría suceder con el budismo.

Cuando uno se hace budista, la capacidad de disfrute de las cosas no es muy distinta. Y cambia para mejor porque se adquiere la capacidad de disfrutar más muchas cosas sencillas que antes uno no tomaba en cuenta.

Sin embargo, si hay un cambio en la percepción del mundo y en la forma en la que interpretamos lo que comúnmente conocemos como placentero y displacentero, y como bueno o malo para nosotros. Para decirlo de alguna manera, adquirimos un tipo de comprensión profesional de lo que es el disfrute de las cosas y del efecto que pueden tener sobre la mente. Y entendemos con más claridad y profundidad los mensajes y significados que los estímulos del mundo nos envían.

Nos entrenamos para poder distinguir la realidad de la fantasía. Y para detectar cuándo una emoción generada por un estímulo externo empieza a adquirir un tono o una fuerza que de antemano sabemos no es sana, para poder suspender ese estímulo inmediatamente y mantener el control de nuestra mente. Constantemente competimos con el mundo por el control de nuestra mente y el Buda nos da todo lo que necesitamos para mantener la influencia negativa del mundo a raya. Poco a poco adquirimos una independencia mental para decidir qué consumir y qué no. Nos entrenamos continuamente para poner lo que necesitamos por encima de lo que queremos o deseamos, sin importar qué tanto queramos o deseemos eso que ya sabemos que no es conveniente para nuestra mente. Usamos las Enseñanzas del Buda como el factor regulador de nuestra vida y cómo la guía que nos indica cómo comportarnos y qué decisiones debemos tomar en casos determinados.

En sí no tenemos reglas inamovibles o normas fijas generales que debamos seguir a rajatabla. Lo que tenemos son técnicas de autorregulación que usamos con libertad de criterio sustentados dentro del conocimiento del Dhamma que vamos adquiriendo. La expresión “un budista no puede…” hacer tal cosa o tal otra, no tiene lugar en la práctica. Al menos yo no he encontrado algo así en lo que llevo de estudio. No hay un “no puedes”, hay un “no deberías”, y se te explica claramente por qué no deberías hacer tal cosa o sí deberías hacer tal otra. Y todo tiene una razón lógica y un sentido práctico. Así que realmente no sabría identificar de dónde sale la duda de que el budismo es aburrido. En mi caso, el efecto ha sido totalmente contrario a esto. Mi vida se ha hecho mucho más divertida desde que practico budismo.

Además de la práctica regular que hacemos en nuestra vida diaria, el mundo budista es muy interesante. El arte budista es muy amplio y últimamente se han hecho películas y documentales sobre budismo muy bien hechos y entretenidos. Las biografías de los grandes maestros de todas las escuelas son muy interesantes e inspiradoras, y nos dan claves nuevas para practicar el budismo en nuestro tiempo.

Nosotros mismos podemos ser generadores de arte como parte de nuestra práctica budista. Por ejemplo si te gustan los japa malas, puedes hacer el tuyo en lugar de comprarlo. Esto le da un significado mucho más profundo que el que le das a un mala comprado. También puedes hacer decoraciones y manualidades inspirados en el arte budista. Hay muchas cosas para hacer. Como la construcción de tu altar, la fabricación de velas artesanales, modificación de elementos decorativos, pintura, atuendos, etc. Hay todo un mundo de arte para explotar con inspiración budista. Esto puede ser de gran ayuda para personas que se encuentran en lugares en los que los confinamientos regresan. Son actividades extremadamente terapéuticas.

Los maestros budistas recomiendan que además de tener una profesión, uno debe tener un oficio. Es decir, una actividad manual que genere experticia y mediante la cual se beneficie a otros directamente. Es decir, un arte.

Espero que esta información te haya sido útil y que explotes al máximo tu potencial búdico en todas las áreas de tu vida. Síguenos en nuestra página de Facebook Budismo PSL


No hay comentarios.:

Publicar un comentario