martes, 1 de junio de 2021

RECTO MODO DE VIDA


El recto modo de vida hace referencia al trabajo. A la forma de empleo con la cual nos ganamos la vida. Existen unos parámetros a tener en cuenta para ejercer una profesión u oficio acorde a la práctica budista. El Buda enseñó que los trabajos que produzcan sufrimiento a uno mismo y a otros deben ser evitados. Un ejemplo muy conocido es la prohibición del Buda de trabajar en la fabricación de venenos, lo cual era bastante popular en su tiempo ya que era una manera muy usual de asesinar a un enemigo.  La única razón que se tiene para fabricar un veneno es acabar con la vida de alguien.

Como podrá suponerse, el modo de vida correcto implica una actividad acorde a los valores del Dhamma. Un trabajo acorde al Dhamma debe tener como objetivo servir a los demás correctamente, lo cual es la esencia del budismo. Preferiblemente sería un oficio en el cual se pueda evidenciar compasión, amor, generosidad y servicio. No estamos hablando de trabajos exclusivos del área social. Estos valores pueden ser practicados en cualquier trabajo común que se realice con dignidad y bajo las normas de las libertades civiles y la democracia.

El recto modo de vida debe ser una actividad alineada con los cinco preceptos budistas: No matar y proteger la vida, no mentir y ser siempre honesto, no robar y ser generoso, no apoyar una conducta sexual incorrecta y proteger la dignidad de todos, no consumir sustancias tóxicas ni impulsar su consumo.

El Buda explica que nadie es virtuoso ni digno por razón de su cuna sino por sus actos. Sin importar la familia y el contexto en el que uno haya nacido, el practicante debe siempre realizar trabajos beneficiosos y mantener un modo de vida recto. La dedicación al camino espiritual del budismo exige un compromiso de no dañar personas ni animales, y de proteger todo modo de vida.

Hasta ahora estamos describiendo las condiciones ideales para ejercer un trabajo sano acorde a los valores budistas. Tenemos la intención de vivir de forma recta aplicando nuestro sistema de creencias en nuestro trabajo. Veamos entonces cómo hacer esto posible.    

Hasta aquí todo suena muy bonito. Muy práctico y fácil de hacer. Sólo hay que ser una persona decente y tener un trabajo decente. Realmente no se necesita del Dhamma para tener esta idea ya que toda sociedad medianamente civilizada también propone estos valores laborales. Sin embargo, el mundo no es un lugar ideal. La vida no es un caminito de rosas. Y aplicar este grado del Óctuple Noble Sendero a la vida real tiene más aristas de las que pudiera parecer a primera vista. La dificultad de aplicar esta doctrina en particular es el cómo varía la capacidad de elección de cada practicante. Si todos pudiéramos escoger un trabajo así, con éstas características, prácticamente todos los problemas de la vida estarían resueltos. Pero como no es el caso, vamos a ver de qué manera la ingeniería budista nos puede ayudar a lidiar con la ferocidad del mundo y su crueldad.



Empecemos por poner los pies en la tierra. Salvo personas extremadamente privilegiadas, la mayoría de nosotros no puede escoger el trabajo que quiere. Incluso el hecho de que podamos escoger una profesión u oficio no garantiza que el trabajo al que vayamos a acceder posteriormente sea el tipo de trabajo al que apuntábamos cuando escogimos tal profesión. Un puede estudiar psicología pensando en laborar en un gran hospital en el área de salud mental, y puede terminar aplicando pruebitas, haciendo entrevistas de memoria y apilando carpetas en un sucio y minúsculo cuartucho de recursos humanos. La vida da muchas vueltas.

En la vida real uno no se puede poner exigente y negarse a trabajar por razones de ética religiosa porque simplemente tus posibilidades de conseguir trabajo serían ridículas y todas las metas de tu vida terminarían deslizándose por el caño. Este es un conflicto muy frecuente entre los laicos que inician la práctica y la razón es muy simple. La ineludible necesidad de trabajar.

Desde el punto de vista laboral, el mundo es una selva. Específicamente las grandes ciudades. Y esta selva tiene sus reglas. Una de ellas es que entre más fácil sea entrar a un trabajo, más difícil va a ser ese trabajo. O menos ético y más denigrante será.

En mi país hay un dicho que dice: De eso tan bueno no dan tanto. Quiere decir que si algo parece demasiado bueno y aparentemente fácil de conseguir, alguna trampa trae. Alguna condición escondida tiene. Y esa condición oculta que hace parecer ese trabajo como bueno y fácil al principio, resulta ser algo mucho más caro de lo que uno imaginaba. Y eso es verdad. Esa es la manera más fácil de engañar a los jóvenes. Haciéndoles creer que son especiales y afortunados.        

Los trabajos indebidos son mucho más fáciles de conseguir que los trabajos legales. Es mucho más fácil entrar a una banda delictiva que a una empresa legal. Lo único que hay que hacer es demostrar que uno no tiene ningún problema en dañar a cualquiera y que es capaz de hacer lo que sea por el dinero. La prostitución, la pornografía, el narcotráfico, el robo, el atraco y la delincuencia en general no tienen entrevistadores ni pruebas. Si puedes hacerlo, ya estás adentro. Y no hay excusa más barata que la avaricia disfrazada de necesidad. No hay delincuente que no tenga una justificación para hacer lo que hace. Ese es el camino fácil. Recordemos que el camino del Dhamma es siempre el camino más difícil.

Ahora, hay empresas legales que tienen el mismo tipo de mala ética y de carencia de moral que un grupo delincuencial. Ahí es donde los laicos nos confundimos. Nos sentimos entre la espada y la pared. Tenemos que trabajar. Nos es necesario e imperativo. Pero a veces las opciones que tenemos son de perfiles tan corruptos y de empresas tan dañinas que vemos impedimentos en todas partes para ser correctos y ganarlos el sustento según las Enseñanzas. ¿Qué hacemos entonces?

Afortunadamente para eso tenemos la guía de los maestros. Los maestros entienden este problema y nos asesoran correctamente. Ellos dicen que debemos tener siempre presente la intención del recto modo de vida, pero que debemos ser coherentes con nuestras condiciones y contextos. Nosotros no somos monjes, somos laicos. No nos apartamos del mundo como lo hacen ellos, sino que somos parte del mundo y por lo tanto debemos lidiar con las variables que tenemos y aprovechar las oportunidades que tengamos sin dejarnos corromper por el medio.  

Si por ejemplo, estamos buscando empleo, estamos en una situación difícil como la de ahora, con pandemia, economía frágil y dificultades por todos lados, y se nos presenta una oportunidad en una empresa como Coca Cola, debemos reflexionarlo desde las Enseñanzas del Dhamma. Sabemos que Coca Cola es una empresa corrupta. Sus productos están intencionalmente diseñados para generar adicción a costa de destruir la salud de sus consumidores. Su principal producto (ese repugnante líquido negro) es cancerígeno. Es una de las empresas que más agua consume y más plástico produce. Sus estrategias comerciales son desde todo punto de vista desleales y feroces. Hasta ilegales. Pero tiene tanto poder que ninguna demanda legal ha podido tener éxito. Coca Cola es, desde todo punto de vista, de esas empresas tan dañinas que no deberían existir. Pero supongamos que es la única opción que se te presenta en este momento frente a una situación tan difícil.

Los maestros dicen, toma el empleo. Entra a Coca Cola e inicia a trabajar allí apenas puedas. Trabaja lo mejor que puedas y demuéstrale a tus jefes que le pones esfuerzo a tu labor. Cómo ya comentamos, no somos monjes y debemos sobrevivir en el mundo. Sin embargo, eso no significa que nuestra intención de ejercer un recto modo de vida se haya perdido o se vea traicionada. Aun dentro de una empresa tan podrida como Coca Cola, se puede hacer el bien y se puede gestionar lo que es correcto.

Aplicamos las Enseñanzas con nuestros compañeros de trabajo, en los contextos en los que estamos, con los seres que tenemos a nuestro alcance. De todas maneras, la mentalidad adecuada es tener claro que el objetivo es no quedarse ahí. Uno entra a una empresa corrupta como Coca Cola porque le toca. No había más opción. Pero uno sigue buscando trabajo como si no hubiera conseguido nada. A lo mucho uno planeará conseguir una experiencia positiva de seis meses a un año para fortalecer la hoja de vida, pero el objetivo no debe ser quedarse ahí. Uno siempre debe tener en la mira el objetivo del recto modo de vida y esforzarse por conseguirlo teniendo en cuenta las circunstancias y el sentido común. Uno siempre debe luchar por conseguir un lugar de trabajo que sea realmente acorde con nuestro estilo de vida, nuestro sistema de creencias y nuestra moral. Y ahí es donde está la parte difícil. El verdadero conflicto.

Supongamos que ya llevas tus buenos meses trabajando para Coca Cola. Te va bien. Tus ingresos son excelentes y no solo has podido solucionar una gran cantidad de tus problemas sino que hasta te has dado algunos gustos merecidos y hasta tu vida social va viento en popa. Pero jamás detuviste tu gestión laboral y por fin aparece un trabajo que sí vale la pena. Un puesto en el que no colaboras con una multinacional corrupta y en el cual puedes expresar libremente tus opiniones y ejercer tu labor con la ética del Dhamma. Pero hay un detalle.

Este nuevo puesto, que sí está alineado con tu ética espiritual, es en una empresa pequeña. Y Coca Cola es un monstruo corporativo que te paga diez veces más de lo que te paga este empleo digno. ¿Qué harás? ¿Renunciarás a Coca Cola? ¿Proyectarás ese mágico plan de “sólo me quedaré ahí unos cuantos meses más para ahorrar y luego me iré”? Porque la verdad ese plan nunca funciona y la gente termina alargando el plazo hasta pensionarse. El dinero atrapa más fuerte que el cemento y mentirse a uno mismo para no perderlo es tan difícil como dejar de ser adicto a la heroína.

Las Enseñanzas están ahí. La asesoría de los maestros está ahí. Pero como dijo el Buda, tomar o no el remedio, ya es cuestión del enfermo.

El tema laboral siempre consiste en decisiones versus opciones. Y en la manera en cómo nos alineamos según nuestros verdaderos objetivos. Si el objetivo es el dinero, no importa la creencia que tengamos o la ética que hasta nosotros mismos creamos tener. Siempre estaremos de venta al mejor postor. Pero si para nosotros, el dinero es solo un medio para un fin, entonces tendremos una verdadera posibilidad de ser fiel a nuestros objetivos y de poder practicar las Enseñanzas budistas correctamente sin importar en dónde trabajemos. Un verdadero practicante no debe ser intimidado por el dinero. 

El verdadero problema para nosotros es tener la sabiduría para poder diferenciar lo que queremos de lo que necesitamos. La verdad es que todos queremos dinero. Mucho dinero. Pero sabemos que el dinero en sí mismo, perseguido solo para acumularlo, nos hace daño y que siempre nos convierte en esclavos de nosotros mismos y de alguien más. Lo que necesitamos es un camino espiritual que nos guíe y nos proteja. Necesitamos la sabiduría del Buda y necesitamos hacer lo correcto guiándonos por el Dhamma. Si tenemos esto claro y practicamos diariamente, podremos desarrollar la fuerza y la convicción para decirle no a lo que queremos, el abundante dinero de una empresa corrupta, y cambiarlo por lo que en realidad necesitamos, el pago digno de una empresa digna en la cual podemos seguir las Enseñanzas debidamente.

A menudo nos confundimos porque hacemos las cosas al revés. Primero vemos los criterios éticos que debemos seguir, y después tratamos de encajar el mundo que nos tocó a esos criterios éticos a la fuerza, así ambos factores no encajen. Eso es imposible porque no tenemos el poder de cambiar las condiciones externas, sociales y económicas, en las que nos encontramos, y moverlas a nuestro favor. Lo debido es analizar y comprender cuáles son las condiciones en las que estamos y las oportunidades que tenemos, y sobre ellas aplicar los criterios éticos y las enseñanzas del Dhamma. Debemos adaptarnos y tomar siempre la vía correcta, que como ya sabemos, suele ser la más difícil.

Recuerda esto siempre. El mundo siempre va a tratar de tentarte con lo que quieres (Dinero, facilismo, comodidad), pero el Dhamma va a darte lo que realmente necesitas. Y lo que necesitas es muchas veces lo que no quieres. Cosas como tener disciplina, responsabilidad y voluntad para hacer las cosas. Esta clave es de una importancia imposible de describir en este espacio. Pero cuando tengas dudas y no sepas que hacer, esta clave presente en las Enseñanzas te mostrará claramente cuál es el camino que debes seguir y cuál es la decisión correcta que debes tomar. Solo tienes que guardar silencio, consultar el Dhamma, y encontrarás la respuesta correcta. Ve siempre por la senda segura.

Otro tema de gran confusión es el referente a los animales. Trabajar con animales o con elementos de consumo provenientes de animales es un tema de gran controversia ética actualmente. Mucha gente pregunta si debería o no trabajar en ese tipo de empresas. El caso es el mismo que el anterior, aunque tiene sus variantes. Si uno está seguro de que la empresa a la que uno puede aplicar literalmente maltrata animales o los utiliza de forma que les genere sufrimiento, la respuesta debe ser negativa. Y no solo eso. También debe denunciar de forma pública dicha empresa. El mundo ya no está para tolerar ese tipo de conductas. Pero de todas maneras hay que aclarar que no todo trabajo con animales significa maltrato y destrucción. Aun cuando no nos parezcan correctas.

Personalmente no estoy de acuerdo con los zoológicos. Los considero cárceles perpetuas para seres que no hay cometido ningún crimen. Me parecen denigrantes y creo que deberían acabarse definitivamente así como se hizo con los animales en los circos. Sin embargo, si una persona está en una gran necesidad, y además tiene familia, y tiene la oportunidad de trabajar en un zoológico, lo más obvio es que consiga ese trabajo. A veces lo urgente desplaza lo importante y en ese caso me parecería correcto que la persona labore en ese lugar si de verdad no tiene otra opción. Como siempre, puede hacer el bien desde allí. Cuidando, difundiendo información e involucrándose más en la defensa de los derechos animales. Pero de todas maneras lo mejor es nunca dejar de luchar por conseguir una forma de vida correcta y jamás dejar de buscar un empleo digno. Y cambiar de trabajo apenas se pueda.

Hay posiciones más radicales como la de algunos grupos veganos para los cuales la respuesta a este tipo de trabajos es siempre no y rotundamente no, sin importar las circunstancias. Pero estas opiniones son tanto ideológicas como políticas, y no representan el verdadero espíritu del Dhamma. De todos modos, el bienestar de los animales siempre debe ser tomado en cuenta en todos los contextos.

Otro punto importante sobre el recto modo de vida es el estar seguros de que el empleo que tengamos sí nos es conveniente y no nos hace daño. Y esto puede ser confuso. Por lo general, el principal o el único criterio que tomamos en cuenta para determinar si un empleo es bueno o no es la cantidad de dinero que nos pagan. Y este criterio no siempre debe ser la principal razón para aceptar un empleo.

Hay mucha gente que tiene un empleo muy bien pagado. Un sueldo suficientemente alto como para decir que son exitosos según los criterios de la sociedad. Pero este estatus es engañoso. Algunos de estos trabajos simplemente no le dejan espacio a la persona. Algunos no tienen tiempo para sus áreas personales, para sus relaciones, para su familia, para sus proyectos. Hay gente que no tiene horario fijo y no puede apagar nunca su teléfono celular.

Hay casos que van más allá del límite y le prohíben a la persona que apague su teléfono para que lo responda a las tres de la mañana para atender una emergencia a la cual no puede negarse por la amenaza de un despido inmediato. Hay gente que, literalmente, no puede alejarse a más de diez kilómetros de su lugar de trabajo porque tiene que llegar allí cuando se les llame sin importar el día ni la hora. Hay empresas esclavizantes que les quitan derechos básicos a sus empleados y estos no se atreven a quejarse por miedo a perder un pago alto y el estatus de un traje elegante.

Los maestros son claros también en este punto. Uno nunca debe tener un trabajo que lo absorba a uno de tal manera que el único tiempo libre que le quede sea solo para descansar. El Dalai Lama menciona esto de manera muy real. Dice que los occidentales tienen la triste costumbre de trabajar en exceso hasta enfermarse, y luego se gastan el dinero que ganaron trabajando en tratar de recuperar la salud que perdieron trabajando en exceso. Es un círculo vicioso muy tonto. Una radiografía perfecta de la deformada idea de éxito laboral que tenemos en occidente.

No debemos creerle a la sociedad cuando nos dice que matarnos trabajando para conseguir un estatus sobresaliente, es algo bueno. El mundo ha cambiado y la antigua fórmula de trabajar esclavizándose a uno mismo para conseguir los objetivos es cada vez más irreal. El afán de poseer, de tener, de llamarse propietario y de medirse según la cantidad, los números, las cosas y la propiedad, son fórmulas que pueden convertirnos en esclavos de nuestros propios objetivos, lo cual es un gran error.

Hay que formar una familia y mantenerla. Eso es indispensable para la mayoría de los laicos. Pero no es necesario tener una mentalidad de burro para vivir dignamente. El Buda nos enseña a ser sencillos, a matar la avaricia y la ambición maligna. Y a vivir contentos con lo necesario. Recuerda, el dinero es solo un medio para un fin, no un fin en sí mismo.

Un fragmento de la oración del Karanjua Metta Sutta dice que el que busque realizar el Nibbana debe: Estar satisfecho, ser fácil de sustentar, con pocas obligaciones y posesiones, con control en los sentidos, prudente, respetuoso y sin apegos. Esto no quiere decir que debemos ser mediocres y conformistas sin metas altas ni objetivos superiores. Esto quiere decir que debemos estar despiertos y no permitir que los parámetros del mundo nos devoren al tratar de encajar en ellos.

Varios estudios psicológicos sobre el suicidio muestran que el mayor porcentaje de suicidios ocurre en las clases altas. Muchas veces por problemas relacionados con desconexión emocional, falta de identidad propia, drogas y lo más frecuente, bancarrota. Hay gente que después de vivir en una vida de opulencia y exceso, simplemente no resiste la idea de tener que volver a empezar de cero. De tener que trabajar sirviendo a otros, tener que levantarse temprano todas las mañanas y tener que viajar en transporte público. Eso mismo también pasa en otros sectores económicos de clase media y baja. No solamente por perder, sino por haber podido ganar y al final no conseguirlo.

Si siguiéramos las recomendaciones de esta oración budista, Estar satisfecho, ser fácil de sustentar, con pocas obligaciones y posesiones, con control en los sentidos, prudente, respetuoso y sin apegos, nuestra visión del mundo sería muy distinta. Y aunque es imposible que una gran pérdida no nos afecte y nos deje mal heridos, tendremos la fuerza para curarnos y seguir luchando. Esa es la fuerza de la práctica budista. Levantarse una y otra vez como un guerrero. Si seguimos al Buda con devoción y seguridad, por más que la vida nos embista y nos deje caer fuertemente contra el piso, el suicidio no será más que un pequeño fantasma que no nos asustará y que haremos desaparecer con solo chasquear los dedos. No será más que una tonta y ridícula idea que se apagará con la más leve sonrisa.  

Así pues, este es un breve vistazo de cómo aplicar el recto modo de vida a un medio laboral, salvaje e inmisericorde. Si eres adulto esto te sonará familiar. Si aún eres muy joven esto te servirá y posiblemente te evitará más de una decepción. Trabajar es una bendición enorme y una necesidad de todo ser humano. Trabaja con convicción, recibe tus logros con sencillez, administra tu dinero con inteligencia y sirve a los demás con humildad. Vive acorde con el Dhamma y estarás en la senda segura.