El recto modo de vida hace referencia al trabajo. A la forma de empleo con la cual nos ganamos la vida. Existen unos parámetros a tener en cuenta para ejercer una profesión u oficio acorde a la práctica budista. El Buda enseñó que los trabajos que produzcan sufrimiento a uno mismo y a otros deben ser evitados. Un ejemplo muy conocido es la prohibición del Buda de trabajar en la fabricación de venenos, lo cual era bastante popular en su tiempo ya que era una manera muy usual de asesinar a un enemigo. La única razón que se tiene para fabricar un veneno es acabar con la vida de alguien.
Como
podrá suponerse, el modo de vida correcto implica una actividad acorde a los
valores del Dhamma. Un trabajo acorde al Dhamma debe tener como objetivo servir
a los demás correctamente, lo cual es la esencia del budismo. Preferiblemente
sería un oficio en el cual se pueda evidenciar compasión, amor, generosidad y
servicio. No estamos hablando de trabajos exclusivos del área social. Estos
valores pueden ser practicados en cualquier trabajo común que se realice con
dignidad y bajo las normas de las libertades civiles y la democracia.
El
recto modo de vida debe ser una actividad alineada con los cinco preceptos
budistas: No matar y proteger la vida, no mentir y ser siempre honesto, no
robar y ser generoso, no apoyar una conducta sexual incorrecta y proteger la
dignidad de todos, no consumir sustancias tóxicas ni impulsar su consumo.
El
Buda explica que nadie es virtuoso ni digno por razón de su cuna sino por sus
actos. Sin importar la familia y el contexto en el que uno haya nacido, el
practicante debe siempre realizar trabajos beneficiosos y mantener un modo de
vida recto. La dedicación al camino espiritual del budismo exige un compromiso de
no dañar personas ni animales, y de proteger todo modo de vida.
Hasta
ahora estamos describiendo las condiciones ideales para ejercer un trabajo sano
acorde a los valores budistas. Tenemos la intención de vivir de forma recta
aplicando nuestro sistema de creencias en nuestro trabajo. Veamos entonces cómo
hacer esto posible.
Hasta
aquí todo suena muy bonito. Muy práctico y fácil de hacer. Sólo hay que ser una
persona decente y tener un trabajo decente. Realmente no se necesita del Dhamma
para tener esta idea ya que toda sociedad medianamente civilizada también
propone estos valores laborales. Sin embargo, el mundo no es un lugar ideal. La
vida no es un caminito de rosas. Y aplicar este grado del Óctuple Noble Sendero
a la vida real tiene más aristas de las que pudiera parecer a primera vista. La
dificultad de aplicar esta doctrina en particular es el cómo varía la capacidad
de elección de cada practicante. Si todos pudiéramos escoger un trabajo así,
con éstas características, prácticamente todos los problemas de la vida
estarían resueltos. Pero como no es el caso, vamos a ver de qué manera la
ingeniería budista nos puede ayudar a lidiar con la ferocidad del mundo y su
crueldad.
Empecemos
por poner los pies en la tierra. Salvo personas extremadamente privilegiadas,
la mayoría de nosotros no puede escoger el trabajo que quiere. Incluso el hecho
de que podamos escoger una profesión u oficio no garantiza que el trabajo al
que vayamos a acceder posteriormente sea el tipo de trabajo al que apuntábamos
cuando escogimos tal profesión. Un puede estudiar psicología pensando en
laborar en un gran hospital en el área de salud mental, y puede terminar
aplicando pruebitas, haciendo entrevistas de memoria y apilando carpetas en un sucio
y minúsculo cuartucho de recursos humanos. La vida da muchas vueltas.
En
la vida real uno no se puede poner exigente y negarse a trabajar por razones de
ética religiosa porque simplemente tus posibilidades de conseguir trabajo serían
ridículas y todas las metas de tu vida terminarían deslizándose por el caño.
Este es un conflicto muy frecuente entre los laicos que inician la práctica y
la razón es muy simple. La ineludible necesidad de trabajar.
Desde
el punto de vista laboral, el mundo es una selva. Específicamente las grandes
ciudades. Y esta selva tiene sus reglas. Una de ellas es que entre más fácil
sea entrar a un trabajo, más difícil va a ser ese trabajo. O menos ético y más
denigrante será.
En
mi país hay un dicho que dice: De eso tan
bueno no dan tanto. Quiere decir que si algo parece demasiado bueno y
aparentemente fácil de conseguir, alguna trampa trae. Alguna condición
escondida tiene. Y esa condición oculta que hace parecer ese trabajo como bueno
y fácil al principio, resulta ser algo mucho más caro de lo que uno imaginaba.
Y eso es verdad. Esa es la manera más fácil de engañar a los jóvenes.
Haciéndoles creer que son especiales y afortunados.
Los
trabajos indebidos son mucho más fáciles de conseguir que los trabajos legales.
Es mucho más fácil entrar a una banda delictiva que a una empresa legal. Lo
único que hay que hacer es demostrar que uno no tiene ningún problema en dañar
a cualquiera y que es capaz de hacer lo que sea por el dinero. La prostitución,
la pornografía, el narcotráfico, el robo, el atraco y la delincuencia en
general no tienen entrevistadores ni pruebas. Si puedes hacerlo, ya estás
adentro. Y no hay excusa más barata que la avaricia disfrazada de necesidad. No
hay delincuente que no tenga una justificación para hacer lo que hace. Ese es
el camino fácil. Recordemos que el camino del Dhamma es siempre el camino más
difícil.
Ahora,
hay empresas legales que tienen el mismo tipo de mala ética y de carencia de
moral que un grupo delincuencial. Ahí es donde los laicos nos confundimos. Nos
sentimos entre la espada y la pared. Tenemos que trabajar. Nos es necesario e
imperativo. Pero a veces las opciones que tenemos son de perfiles tan corruptos
y de empresas tan dañinas que vemos impedimentos en todas partes para ser
correctos y ganarlos el sustento según las Enseñanzas. ¿Qué hacemos entonces?
Afortunadamente
para eso tenemos la guía de los maestros. Los maestros entienden este problema
y nos asesoran correctamente. Ellos dicen que debemos tener siempre presente la
intención del recto modo de vida, pero que debemos ser coherentes con nuestras
condiciones y contextos. Nosotros no somos monjes, somos laicos. No nos
apartamos del mundo como lo hacen ellos, sino que somos parte del mundo y por
lo tanto debemos lidiar con las variables que tenemos y aprovechar las
oportunidades que tengamos sin dejarnos corromper por el medio.
Si
por ejemplo, estamos buscando empleo, estamos en una situación difícil como la
de ahora, con pandemia, economía frágil y dificultades por todos lados, y se nos
presenta una oportunidad en una empresa como Coca Cola, debemos reflexionarlo
desde las Enseñanzas del Dhamma. Sabemos que Coca Cola es una empresa corrupta.
Sus productos están intencionalmente diseñados para generar adicción a costa de
destruir la salud de sus consumidores. Su principal producto (ese repugnante
líquido negro) es cancerígeno. Es una de las empresas que más agua consume y
más plástico produce. Sus estrategias comerciales son desde todo punto de vista
desleales y feroces. Hasta ilegales. Pero tiene tanto poder que ninguna demanda
legal ha podido tener éxito. Coca Cola es, desde todo punto de vista, de esas
empresas tan dañinas que no deberían existir. Pero supongamos que es la única
opción que se te presenta en este momento frente a una situación tan difícil.
Los
maestros dicen, toma el empleo. Entra a Coca Cola e inicia a trabajar allí
apenas puedas. Trabaja lo mejor que puedas y demuéstrale a tus jefes que le
pones esfuerzo a tu labor. Cómo ya comentamos, no somos monjes y debemos
sobrevivir en el mundo. Sin embargo, eso no significa que nuestra intención de
ejercer un recto modo de vida se haya perdido o se vea traicionada. Aun dentro
de una empresa tan podrida como Coca Cola, se puede hacer el bien y se puede
gestionar lo que es correcto.
Aplicamos
las Enseñanzas con nuestros compañeros de trabajo, en los contextos en los que
estamos, con los seres que tenemos a nuestro alcance. De todas maneras, la
mentalidad adecuada es tener claro que el objetivo es no quedarse ahí. Uno
entra a una empresa corrupta como Coca Cola porque le toca. No había más
opción. Pero uno sigue buscando trabajo como si no hubiera conseguido nada. A
lo mucho uno planeará conseguir una experiencia positiva de seis meses a un año
para fortalecer la hoja de vida, pero el objetivo no debe ser quedarse ahí. Uno
siempre debe tener en la mira el objetivo del recto modo de vida y esforzarse
por conseguirlo teniendo en cuenta las circunstancias y el sentido común. Uno
siempre debe luchar por conseguir un lugar de trabajo que sea realmente acorde
con nuestro estilo de vida, nuestro sistema de creencias y nuestra moral. Y ahí
es donde está la parte difícil. El verdadero conflicto.
Supongamos
que ya llevas tus buenos meses trabajando para Coca Cola. Te va bien. Tus
ingresos son excelentes y no solo has podido solucionar una gran cantidad de tus
problemas sino que hasta te has dado algunos gustos merecidos y hasta tu vida
social va viento en popa. Pero jamás detuviste tu gestión laboral y por fin
aparece un trabajo que sí vale la pena. Un puesto en el que no colaboras con
una multinacional corrupta y en el cual puedes expresar libremente tus
opiniones y ejercer tu labor con la ética del Dhamma. Pero hay un detalle.
Este
nuevo puesto, que sí está alineado con tu ética espiritual, es en una empresa
pequeña. Y Coca Cola es un monstruo corporativo que te paga diez veces más de
lo que te paga este empleo digno. ¿Qué harás? ¿Renunciarás a Coca Cola?
¿Proyectarás ese mágico plan de “sólo me quedaré ahí unos cuantos meses más para
ahorrar y luego me iré”? Porque la verdad ese plan nunca funciona y la gente
termina alargando el plazo hasta pensionarse. El dinero atrapa más fuerte que
el cemento y mentirse a uno mismo para no perderlo es tan difícil como dejar de
ser adicto a la heroína.
Las
Enseñanzas están ahí. La asesoría de los maestros está ahí. Pero como dijo el
Buda, tomar o no el remedio, ya es cuestión del enfermo.
El
tema laboral siempre consiste en decisiones versus opciones. Y en la manera en
cómo nos alineamos según nuestros verdaderos objetivos. Si el objetivo es el
dinero, no importa la creencia que tengamos o la ética que hasta nosotros
mismos creamos tener. Siempre estaremos de venta al mejor postor. Pero si para
nosotros, el dinero es solo un medio para un fin, entonces tendremos una
verdadera posibilidad de ser fiel a nuestros objetivos y de poder practicar las
Enseñanzas budistas correctamente sin importar en dónde trabajemos. Un
verdadero practicante no debe ser intimidado por el dinero.
El
verdadero problema para nosotros es tener la sabiduría para poder diferenciar
lo que queremos de lo que necesitamos. La verdad es que
todos queremos dinero. Mucho dinero. Pero sabemos que el dinero en sí mismo,
perseguido solo para acumularlo, nos hace daño y que siempre nos convierte en
esclavos de nosotros mismos y de alguien más. Lo que necesitamos es un camino
espiritual que nos guíe y nos proteja. Necesitamos la sabiduría del Buda y
necesitamos hacer lo correcto guiándonos por el Dhamma. Si tenemos esto claro y
practicamos diariamente, podremos desarrollar la fuerza y la convicción para
decirle no a lo que queremos, el abundante dinero de una empresa corrupta, y
cambiarlo por lo que en realidad necesitamos, el pago digno de una empresa
digna en la cual podemos seguir las Enseñanzas debidamente.
A
menudo nos confundimos porque hacemos las cosas al revés. Primero vemos los
criterios éticos que debemos seguir, y después tratamos de encajar el mundo que
nos tocó a esos criterios éticos a la fuerza, así ambos factores no encajen.
Eso es imposible porque no tenemos el poder de cambiar las condiciones externas,
sociales y económicas, en las que nos encontramos, y moverlas a nuestro favor.
Lo debido es analizar y comprender cuáles son las condiciones en las que
estamos y las oportunidades que tenemos, y sobre ellas aplicar los criterios
éticos y las enseñanzas del Dhamma. Debemos adaptarnos y tomar siempre la vía
correcta, que como ya sabemos, suele ser la más difícil.
Recuerda
esto siempre. El mundo siempre va a tratar de tentarte con lo que quieres
(Dinero, facilismo, comodidad), pero el Dhamma va a darte lo que realmente
necesitas. Y lo que necesitas es muchas veces lo que no quieres. Cosas como
tener disciplina, responsabilidad y voluntad para hacer las cosas. Esta clave
es de una importancia imposible de describir en este espacio. Pero cuando
tengas dudas y no sepas que hacer, esta clave presente en las Enseñanzas te
mostrará claramente cuál es el camino que debes seguir y cuál es la decisión
correcta que debes tomar. Solo tienes que guardar silencio, consultar el
Dhamma, y encontrarás la respuesta correcta. Ve siempre por la senda segura.
Otro
tema de gran confusión es el referente a los animales. Trabajar con animales o
con elementos de consumo provenientes de animales es un tema de gran
controversia ética actualmente. Mucha gente pregunta si debería o no trabajar
en ese tipo de empresas. El caso es el mismo que el anterior, aunque tiene sus
variantes. Si uno está seguro de que la empresa a la que uno puede aplicar
literalmente maltrata animales o los utiliza de forma que les genere
sufrimiento, la respuesta debe ser negativa. Y no solo eso. También debe
denunciar de forma pública dicha empresa. El mundo ya no está para tolerar ese
tipo de conductas. Pero de todas maneras hay que aclarar que no todo trabajo
con animales significa maltrato y destrucción. Aun cuando no nos parezcan
correctas.
Personalmente
no estoy de acuerdo con los zoológicos. Los considero cárceles perpetuas para
seres que no hay cometido ningún crimen. Me parecen denigrantes y creo que
deberían acabarse definitivamente así como se hizo con los animales en los
circos. Sin embargo, si una persona está en una gran necesidad, y además tiene
familia, y tiene la oportunidad de trabajar en un zoológico, lo más obvio es
que consiga ese trabajo. A veces lo urgente desplaza lo importante y en ese
caso me parecería correcto que la persona labore en ese lugar si de verdad no
tiene otra opción. Como siempre, puede hacer el bien desde allí. Cuidando,
difundiendo información e involucrándose más en la defensa de los derechos
animales. Pero de todas maneras lo mejor es nunca dejar de luchar por conseguir
una forma de vida correcta y jamás dejar de buscar un empleo digno. Y cambiar
de trabajo apenas se pueda.
Hay
posiciones más radicales como la de algunos grupos veganos para los cuales la
respuesta a este tipo de trabajos es siempre no y rotundamente no, sin importar
las circunstancias. Pero estas opiniones son tanto ideológicas como políticas,
y no representan el verdadero espíritu del Dhamma. De todos modos, el bienestar
de los animales siempre debe ser tomado en cuenta en todos los contextos.
Otro
punto importante sobre el recto modo de vida es el estar seguros de que el
empleo que tengamos sí nos es conveniente y no nos hace daño. Y esto puede ser
confuso. Por lo general, el principal o el único criterio que tomamos en cuenta
para determinar si un empleo es bueno o no es la cantidad de dinero que nos
pagan. Y este criterio no siempre debe ser la principal razón para aceptar un
empleo.
Hay
mucha gente que tiene un empleo muy bien pagado. Un sueldo suficientemente alto
como para decir que son exitosos según los criterios de la sociedad. Pero este
estatus es engañoso. Algunos de estos trabajos simplemente no le dejan espacio
a la persona. Algunos no tienen tiempo para sus áreas personales, para sus
relaciones, para su familia, para sus proyectos. Hay gente que no tiene horario
fijo y no puede apagar nunca su teléfono celular.
Hay
casos que van más allá del límite y le prohíben a la persona que apague su teléfono
para que lo responda a las tres de la mañana para atender una emergencia a la
cual no puede negarse por la amenaza de un despido inmediato. Hay gente que,
literalmente, no puede alejarse a más de diez kilómetros de su lugar de trabajo
porque tiene que llegar allí cuando se les llame sin importar el día ni la
hora. Hay empresas esclavizantes que les quitan derechos básicos a sus
empleados y estos no se atreven a quejarse por miedo a perder un pago alto y el
estatus de un traje elegante.
Los
maestros son claros también en este punto. Uno nunca debe tener un trabajo que
lo absorba a uno de tal manera que el único tiempo libre que le quede sea solo
para descansar. El Dalai Lama menciona esto de manera muy real. Dice que los
occidentales tienen la triste costumbre de trabajar en exceso hasta enfermarse,
y luego se gastan el dinero que ganaron trabajando en tratar de recuperar la
salud que perdieron trabajando en exceso. Es un círculo vicioso muy tonto. Una
radiografía perfecta de la deformada idea de éxito laboral que tenemos en
occidente.
No
debemos creerle a la sociedad cuando nos dice que matarnos trabajando para
conseguir un estatus sobresaliente, es algo bueno. El mundo ha cambiado y la
antigua fórmula de trabajar esclavizándose a uno mismo para conseguir los
objetivos es cada vez más irreal. El afán de poseer, de tener, de llamarse
propietario y de medirse según la cantidad, los números, las cosas y la
propiedad, son fórmulas que pueden convertirnos en esclavos de nuestros propios
objetivos, lo cual es un gran error.
Hay
que formar una familia y mantenerla. Eso es indispensable para la mayoría de
los laicos. Pero no es necesario tener una mentalidad de burro para vivir
dignamente. El Buda nos enseña a ser sencillos, a matar la avaricia y la
ambición maligna. Y a vivir contentos con lo necesario. Recuerda, el dinero es solo
un medio para un fin, no un fin en sí mismo.
Un
fragmento de la oración del Karanjua Metta Sutta dice que el que busque
realizar el Nibbana debe: Estar
satisfecho, ser fácil de sustentar, con pocas obligaciones y posesiones, con
control en los sentidos, prudente, respetuoso y sin apegos. Esto no quiere
decir que debemos ser mediocres y conformistas sin metas altas ni objetivos
superiores. Esto quiere decir que debemos estar despiertos y no permitir que
los parámetros del mundo nos devoren al tratar de encajar en ellos.
Varios
estudios psicológicos sobre el suicidio muestran que el mayor porcentaje de
suicidios ocurre en las clases altas. Muchas veces por problemas relacionados
con desconexión emocional, falta de identidad propia, drogas y lo más
frecuente, bancarrota. Hay gente que después de vivir en una vida de opulencia
y exceso, simplemente no resiste la idea de tener que volver a empezar de cero.
De tener que trabajar sirviendo a otros, tener que levantarse temprano todas
las mañanas y tener que viajar en transporte público. Eso mismo también pasa en
otros sectores económicos de clase media y baja. No solamente por perder, sino
por haber podido ganar y al final no conseguirlo.
Si
siguiéramos las recomendaciones de esta oración budista, Estar satisfecho, ser fácil de sustentar, con pocas obligaciones y
posesiones, con control en los sentidos, prudente, respetuoso y sin apegos,
nuestra visión del mundo sería muy distinta. Y aunque es imposible que una gran
pérdida no nos afecte y nos deje mal heridos, tendremos la fuerza para curarnos
y seguir luchando. Esa es la fuerza de la práctica budista. Levantarse una y
otra vez como un guerrero. Si seguimos al Buda con devoción y seguridad, por
más que la vida nos embista y nos deje caer fuertemente contra el piso, el
suicidio no será más que un pequeño fantasma que no nos asustará y que haremos
desaparecer con solo chasquear los dedos. No será más que una tonta y ridícula
idea que se apagará con la más leve sonrisa.
Así pues, este es un breve vistazo de cómo aplicar el recto modo de vida a un medio laboral, salvaje e inmisericorde. Si eres adulto esto te sonará familiar. Si aún eres muy joven esto te servirá y posiblemente te evitará más de una decepción. Trabajar es una bendición enorme y una necesidad de todo ser humano. Trabaja con convicción, recibe tus logros con sencillez, administra tu dinero con inteligencia y sirve a los demás con humildad. Vive acorde con el Dhamma y estarás en la senda segura.
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