martes, 28 de septiembre de 2021

Budismo para principiantes ¿Hay que ser vegetariano?


Vamos a hablar del vegetarianismo en el budismo y lo haremos de la forma más sencilla posible para que el practicante principiante vaya al punto y entienda en qué consiste esta discusión en nuestra comunidad. Hay dos posiciones en cuanto al vegetarianismo como práctica budista y a continuación vamos a explicar cuáles son y cómo se forman. 

Básicamente y a muy grandes rasgos, en el budismo hay dos grandes ramas de las cuales descienden todas las demás escuelas budistas. La tradición antigua y la tradición tardía. Ambas están vivas y vigentes en la actualidad.

La tradición antigua llamada Theravada, es la tradición budista más larga y con mayor trayectoria. Se suele decir que es la tradición más ortodoxa y conservadora de todas las tradiciones budistas.

La tradición tardía o Mahayana, inicia después del gran concilio realizado alrededor de quinientos años después de la muerte del Buda. Y su objetivo fue hacer que las Enseñanzas fueran más accesibles a los practicantes laicos, ya que la tradición antigua hacía un énfasis demasiado marcado en la vida monacal. Así, el budismo pudo hacerse más diverso y dinámico, y pudo llegar con más facilidad a naciones más alejadas como China y Japón creando tradiciones nuevas en cada país, las cuales son las escuelas más populares y conocidas actualmente, como son las tibetanas, la zen, la chan, y otras.

La diferencia entre las tradiciones por la cuestión del vegetarianismo obedece a razones históricas. Como es conocido, los monjes budistas no deben tener un trabajo laico ni un contacto directo con el dinero. El modo de sustento de los monjes son las ofrendas de los laicos. En la antigüedad, el Buda les ordenó a sus monjes que recibieran con gratitud todas las ofrendas de los laicos, sin importar que contuvieran. Esto debido a que la comida que ofrecen los laicos es una parte de la comida que preparan y consumen ellos mismos, así que sería una gran falta de respeto rechazarle una ofrenda a una familia que saca una porción de la comida de sus hijos, sus abuelos y padres, para ofrecerla a los monjes, solo por razones de preferencias alimenticias. La mayoría de los laicos siempre han consumido carnes, así que esto dejaba el tema fuera de discusión.  

A diferencia del Theravada, el Mahayana sí le atribuyó un valor agregado al vegetarianismo y empezó a darle una importancia ideológica y doctrinal hasta convertirlo en una práctica bastante recomendada. Esto ocurrió porque a diferencia de la época primaria del Theravada, cuando nació el Mahayana el budismo ya tenía órdenes establecidas, bien estructuradas y compenetradas con la población laica. Por lo tanto, los monjes empezaban tener un poco más de opciones para su sustento en los templos, tales como cultivar su propia comida. Por obvias razones, una comunidad de monjes budistas no podía criar animales para consumirlos como sí lo hacían los laicos, debido a los votos que hacen. Por la misma razón por la cual no tienen esposas. No porque sea malo en sí, sino porque ellos realizan estos votos con el objetivo de mantener toda su vida consagrada al estudio, comprensión y práctica de las Enseñanzas en función de guiar a los laicos. Así que la agricultura empezó a ser una gran opción en los templos para no depender tanto de las donaciones de los laicos. Es aquí cuando el vegetarianismo empieza a tener una importancia de peso en el budismo Mahayana.

Con el tiempo, algunos hábitos cotidianos de los monjes Mahayana empezaron a ser imitados por los laicos por ser considerados ejemplos de virtud y acciones meritorias. Es entonces cuando el vegetarianismo empieza a tener importancia en la práctica budista del laico.

En el Theravada, el vegetarianismo no es un tema importante en la práctica. La dieta no tiene ninguna importancia ideológica y tomar o no esta opción, no significa un cambio trascendental desde el punto de vista espiritual.

Por otro lado, en las escuelas Mahayana, el tema del vegetarianismo sí adquiere una importancia ideológica y es esta tradición la que abre el debate sobre la dieta.

Para muchos practicantes Mahayana, el vegetarianismo es un acto de compasión con los animales y un complemento del voto de no matar y proteger la vida. Para ellos, el cambio de dieta posee un valor ético y moral. Muchos monjes del Mahayana promocionan esta dieta con este mismo punto de vista de forma muy activa.

Sin embargo, para la mayoría de los practicantes Theravada, más apegados a las Enseñanzas del Buda histórico, la dieta sigue sin tener una importancia doctrinal. Sigue siendo simplemente una opción de complemento de la práctica, pero sin mayor significado. Y no representa obstáculo alguno en la realización de la práctica budista ni para la realización del Nirvana.  

Actualmente, la discusión y confrontación de argumentos en torno a la dieta en el budismo es una discusión entre grupos budistas occidentales. La doctrina budista todavía es bastante nueva en nuestra sociedad, y los fundamentos de teoría y práctica aún están en camino de establecerse como tradición. Aunque en oriente la preferencia vegetariana es popular entre los monjes, no lo es así entre los laicos. Y como los fundamentos teóricos y prácticos del budismo ya están presentes en su cultura y tradiciones locales, no hay una discusión sobre ello. Solo es una recomendación. A final de cuentas, se le deja al practicante decidir si es o no vegetariano sin presión alguna. Los orientales tienen mejores cosas que hacer que discutir sobre ello. 

Últimamente, la discusión sobre el vegetarianismo en el budismo ha tomado fuerza en los grupos budistas occidentales. Más que todo en las redes sociales. Y las posturas a favor se han hecho más reiterativas. Incluso mezclándose con movimientos ideológicos externos al budismo como el vegetarianismo común, el veganismo y el antiespecismo.

Algunos grupos han impulsado una campaña que dice que el vegetarianismo debe ser obligatorio en el budismo y que los textos canónicos que dicen que el Buda comía carne están errados o son falsos. Entonces ha iniciado una confrontación de opiniones que ha radicalizado a algunos practicantes.

Como ya comentamos, el budismo Theravada se ha considerado como el budismo más ortodoxo y conservador. Mientras que el budismo Mahayana propone ser más liberal, menos apegado a las estructuras monacales, y más accesible a la gente del común. Paradójicamente, los budistas Theravadas, son los que no se dan mala vida con el tema. Mientras que los Mahayanas occidentales son los más insistentes, y algunas veces radicales con el vegetarianismo y sus campañas. Algunos grupos exigen que sus miembros sean vegetarianos de forma obligatoria, directa o indirectamente.

La razón por la cual somos constantemente bombardeados con la idea de que ser budista exige ser vegetariano es, en primer lugar, porque la mayoría de las escuelas budistas occidentales provienen de tradiciones Mahayana. Mientras que el Theravada tiene una presencia mucho más baja en proporción al budismo tardío. Y en segundo lugar porque para el Theravada, el tema de la dieta ya está resuelto debido a que según la tradición, el Buda le puso punto final al tema hace ya mucho tiempo.

Según la tradición Theravada, al Buda se le planteó esta opción para que la estableciera como un voto obligatorio de los monjes. El Buda, tras enseñar la senda del camino medio, se alejó de todas las prácticas ascéticas extremas como los largos períodos de hambre, las mortificaciones corporales o las privaciones físicas que ponían en riesgo la integridad de las personas. La persona que le estaba proponiendo hacer el vegetarianismo obligatorio, no solo proponía un cambio de dieta, sino también una serie de conductas ascéticas practicadas en doctrinas anteriores que buscaban purificar el cuerpo y la mente a través de las privaciones. Desafortunadamente, la verdadera intención de esta persona era reemplazar al Buda, no procurar un bien a la Sangha. Por lo tanto, su objetivo era crear división. Y el Buda lo sabía.

Efectivamente, la discusión sobre estas formas de práctica y de dieta generó confrontación y división en la orden. Entonces el Buda tomó cartas en el asunto. Rechazó las formas extremas de práctica. Estableció que el vegetarianismo únicamente sería opcional, y dio por finalizado el asunto. Por eso, en cuanto a lo que el Theravada respecta, el tema del vegetarianismo ya está resuelto.

El Mahayana clásico es igual en cuanto a que la adopción de la dieta es una decisión personal. La diferencia con el Theravada es que para la tradición antigua, los laicos no acostumbraban ser vegetarianos. Difícilmente tenían esa opción. Y vivir exclusivamente de vegetales en ese contexto y condiciones era básicamente un lujo. Y ya que los laicos no eran vegetarianos, por consecuencia los monjes tampoco lo eran.

Para la época del Mahayana, la opción era más factible y los monjes empezaban a tener más independencia.

En resumen, como dijo el Buda, todo el mundo estaba siguiendo la instrucción según Él la había dado. Lo que pasa es que en el Theravada el vegetarianismo es una opción muy poco popular, mientras que en el Mahayana es una opción bastante más popular. Eso es todo.  

La diferencia que tenemos ahora es que algunos subgrupos del Mahayana occidental desean que se considere más a fondo esta opción, contemplándola como un fundamento doctrinal de la práctica. Cosa que no hace el Theravada. Incluso, tampoco lo hace gran parte del Mahayana en sí. Pero los nuevos grupos del Mahayana occidental insisten en que todo se trata de un mal entendido y que en realidad, el Buda sí era vegetariano y sí le ordenó el vegetarianismo a todo el mundo. Monjes y laicos.

Para ello, han presentado nuevas interpretaciones de la doctrina. Estas nuevas interpretaciones consisten en supuestas correcciones de traducciones mal hechas de textos canónicos y no canónicos, nuevos sutras que describen la práctica vegetariana ordenada por el mismo Buda, y argumentos doctrinales que apoyan la causa. Todo ello, impulsado por las nuevas campañas de redes sociales de grupos vegetarianos y veganos, de ideología animalista y antiespecista, que poseen una conciencia de la defensa animal definida dentro de una plataforma ideológica y de forma militante. Hay monjes y monjas que promocionan, ya no el vegetarianismo dentro del budismo, sino un budismo vegetarianista. El budismo será vegetariano, o no será, como diría uno de los jóvenes entusiastas de esta corriente.

Las campañas pro vegetarianismo budista tienen varias escalas. Desde los que promueven la dieta indirectamente hasta tenerla como condición para la pertenencia a un grupo, hasta los que la exigen de forma inmediata y frontal en la vida laica como otro precepto budista más. Y consideran como una falta ética y moral grave, o de alguna forma un “pecado”, el alimentarse de cualquier tipo de proteína animal mientras se practica budismo. Éstas campañas son impulsadas por grupos emergentes en las redes sociales. E incluyen películas, documentales, libros, grupos políticos, movimientos juveniles, pero más que todo, comunidades virtuales.

Lo único particularmente notable, es que estos grupos a veces manifiestan algún tipo de agresividad e incluso violencia hacia las personas que comen carne. Pero afortunadamente, estos casos son muy remotos y casuales. Más aun dentro de la comunidad budista. Y no representan cercanamente la totalidad del pensamiento budista vegetariano que en la mayoría de los casos es tolerante, maduro y coherente.

Aun así, no es extraño encontrar discusiones salidas de tono en algún foro de Facebook. La gente suele ponerse sensible con el tema y algunas personas toman como una misión personal, la idea de que deben convencer a todos los budistas de que deben ser vegetarianos.  

De nuevo, el Buda tenía toda la razón. Según el Buda, el tema del vegetarianismo en la práctica budista suele dividir a la Sangha. Por eso no debe discutirse como si fuera una cuestión fundamental de la doctrina, y debe dejarse elegir libremente al practicante.

Este es, en modo muy resumido, la forma en cómo se plantea el debate sobre el vegetarianismo en el budismo.

En otro artículo de este blog se analizan de forma mucho más profunda, amplia y detallada, todos los aspectos principales de este debate. Es un artículo muchísimo más largo, denso y técnico. Y toca aspectos como los Suttas canónicos en los cuales se discute la dieta, los aspectos científicos, éticos, morales y doctrinales del vegetarianismo, dentro y fuera de la práctica budista. Estudios, estadísticas, investigaciones, noticias y argumentos lógicos. Es un artículo un poco más especializado para los que llevan algún tiempo en la práctica, conocen un poco más la doctrina y se ubican mejor en el mundo budista. O simplemente están más enterados o empapados del tema del vegetarianismo actual. Si quieres profundizar mejor la naturaleza de este debate, ese artículo puede servirte de ayuda.    

Siguen enviando tus dudas para que hablemos sobre ellas de forma sencilla y práctica.

budismopsl@gmail.com

domingo, 12 de septiembre de 2021

¿Pueden los budistas hacer juzgamientos morales a otros?

 Pregunta: En una conversación sobre política y temas sociales, una persona me señaló que un budista no puede hacer juzgamientos ni señalamientos a otras personas porque eso sería un mal uso del lenguaje y una falta de respeto al otro, incluso cuando se trate de una conducta entendida como maligna. Un budista entonces no debería nunca juzgar negativamente a otros ya que esto sería una ofensa o un ataque, y los budistas somos personas pacifistas. ¿Es esto verdad?

                                      

Respuesta: No es verdad. De hecho, es todo lo contrario. El asunto es que la palabra juzgar se malinterpreta como condenar directamente, criticar o medir malamente a una persona desde una posición de superioridad moral. Un juzgamiento moral puede ser para bien o para mal. Señalando una conducta incorrecta o resaltando las acciones meritorias de una persona de bien. Los budistas sí podemos, y debemos juzgar personas y situaciones. El asunto es que no debemos hacerlo basándonos en nuestro propio criterio personal y apoyándonos en nuestros esquemas de pensamiento particulares. Como practicantes, debemos juzgar siempre basándonos en los preceptos éticos y morales enseñados por el Buda y guiados en la dirección del Dhamma.

Un budista nunca se basa en sí mismo para juzgar. Para eso tenemos una doctrina y un sistema ético el cual es perfecto. Y debemos usarlo. Es nuestro deber señalar el mal cuando se presenta. Denunciar una acción negativa cuando se comete, y advertir a otros sobre el peligro de estar cerca de personas dañinas.

El mismo Buda llamó cerdo a un rey una vez por vivir comiendo desmedidamente y estar echado en su lecho todo el día. Ese es un juzgamiento moral directo. Hecho nada más y nada menos que a un rey, una persona de alto rango social. ¡Y en su propia cara! Es increíble que haya salido caminando de ahí sin ser atacado.

Esa idea de que un budista no debe hablar del mal y no señalar el mal para no faltarle el respeto a nadie, es otra de tantas romantizaciones ridículas de la práctica budista que se suele hacer en occidente. Y como todas las demás, es una tontería. Si uno sabe que una persona ha robado, uno debe denunciar públicamente el robo porque no hacerlo lo convierte a uno en cómplice de un delito. Y esto obviamente es así con un asesino o un violador. Es solo sentido común. El Dhamma del Buda es un instrumento de lucha contra el mal en el mundo. Y si nosotros no desenmascaramos y advertimos sobre el mal en este mundo ¿Cómo vamos a luchar contra él? No tiene ningún sentido. Sería muy extraño encontrar un budista hoy en día que no denuncie la ocupación China del Tíbet si tiene la oportunidad y no apoye la libertad del pueblo tibetano. ¿Qué clase de budista sería ese?

Esa idea de callar ante el mal y los que lo cometen con la excusa de ser un buen budista, es un intento cobarde de esconder el miedo a actuar ante la injusticia. ¿Cómo podría un practicante del Dhamma no hacer ni decir nada en la Alemania nazi de los cuarenta, o ante la España franquista, o ante el régimen soviético o las dictaduras comunistas en Cuba y más aún en China y Norcorea donde el budismo es combatido y atacado con las armas del Estado?

Una vez más recordemos. El budismo es una práctica social, y una práctica social exige luchar contra la injusticia de forma abierta y directa tal como lo hizo el propio Buda en su tiempo denunciando el sistema de castas, la corrupción de los brahamanes, el maltrato a las mujeres y a los animales, y una larga lista de fundamentos religiosos de su tiempo que lo convirtieron en blanco de numerosos intentos de asesinato desde prácticamente todos los frentes, incluyendo su propia orden. El verdadero budismo hermanos, no es para cobardes.

Ahora, juzgar no se limita solamente a señalar con el dedo y decir, este tipo es un delincuente, merece recibir un castigo tan grave como su delito. No estamos en el negocio del ojo por ojo, diente por diente. Recordemos que el origen de las conductas incorrectas son los tres venenos. La ignorancia, el odio y la avaricia. Y estas personas, incluso las más malignas, tienen un potencial de budeidad que desafortunadamente está oculto bajo las diferentes formas de los venenos que causan los sufrimientos. Sin embargo, nosotros no tenemos el poder para detener a la mayoría de las personas que hacen el mal. Por lo tanto, debemos usar nuestro código de conducta ético y nuestra estructura moral (el Dhamma) para ayudarles si es posible, o para conducirnos correctamente en nuestra sociedad y ayudarnos entre todos a evitar que el mal prospere en el mundo. Debemos colaborar con las personas que hacen el bien y actuar en contra de las acciones malignas de los que las cometen, y contra ellos mismos si se trata de defender la vida de una persona o cualquier otro ser, la dignidad humana, sobre todo la infantil y la de la mujer, o evitar un daño a cualquier grupo o comunidad.

El Dhamma, las Enseñanzas del Buda, son incorruptibles, insobornables, claras, sólidas y precisas. Es el Dhamma y solo el Dhamma, el fundamento para tomar decisiones que dirigen nuestras acciones. Como hemos dicho en múltiples artículos, nuestra brújula moral nos protege del mal, nos mantiene en la senda segura, y nos da las herramientas para contrarrestar el sufrimiento generado por la ignorancia del mundo.

El otro punto importante sobre este tema es el uso del lenguaje. No es el juzgar debidamente lo que debemos evitar. Lo que no debemos hacer es andar por ahí etiquetando a todo el mundo según sus acciones. De nuevo, el Dhamma nos enseña cuando debemos hablar y cuando debemos permanecer en silencio y esperar el momento adecuado para hacer buen uso de la palabra. Todo está en el Dhamma. El habla correcta es un tema que ya hemos tratado en este blog. Si tienes dudas sobre el buen uso de la palabra puedes leer el artículo Recto Lenguaje y todos los demás artículos referentes a todos los grados del Noble Óctuple Sendero.

Sigan enviando sus preguntas a nuestro correo. Recordemos que todas las inquietudes que podamos tener referente a dilemas personales, éticos, morales y de cualquier índole, tienen respuesta en el Dhamma.

budismopsl@gamil.com

domingo, 5 de septiembre de 2021

Hay diversas tradiciones con sus creencias y algunas no concuerdan entre sí ¿Está el budismo dividido o son solo mitologías?


Se interpreta normalmente, más que todo desde el punto de vista occidental, que las religiones consisten básicamente en creencias. El budismo también es una creencia, pero su fundamento no es precisamente la acción de creer. El budismo es en esencia y principalmente una práctica, y después de eso es una creencia. En el budismo las cosas primero se saben, se comprueban y posteriormente se creen. Por eso la palabra fe no tiene el mismo significado en el budismo que en las religiones teístas, en las cuales tener fe es como hacer una especie de apuesta a que uno está en lo correcto, sin saber realmente si lo está o no. Esa es por así decirlo, el sentido de la fe teísta. El no saber. Y en el no saber, fundamentar el creer.

En el budismo, fe significa tener la seguridad de que lo que ya se sabe, realmente funciona. La duda no está en la doctrina, el Buda y muchos otros iluminados ya la han comprobado. En el budismo la duda está en nosotros. En saber si vamos a ser capaces de realizar el camino y superar el sufrimiento. En el Dhamma las cosas dependen de nosotros porque el camino ya fue trazado, realizado y comprobado. La pregunta es entonces, si nosotros vamos a estar a la altura y tener el valor para seguir la Enseñanza.

Esta explicación es para tener claro lo que en el budismo llamamos fe en contraste de la fe judeocristiana. Y para entender por qué nuestra fe no depende de nuestra creencia, como en la tradición cristiana, sino de nuestra capacidad para comprender la sabiduría del Dhamma. Son dos sistemas muy distintos con conceptos y prácticas muy diferentes.  

Cuando el Dhamma salió de India y se propagó por todo oriente, fue llegando a cada uno de los pueblos que lo recibió haciéndolo parte de su cultura. A diferencia de otras religiones, el budismo no pelea con las religiones locales sino que se adapta a ellas enriqueciendo el folklore y la cultura de los pueblos que lo adoptan. Antes de que llegara el Dhamma, los chinos, los japoneses, los tailandeses, y todos los demás pueblos ya tenían una cosmología espiritual establecida que consistía en la interpretación de las leyes espirituales y el funcionamiento de la naturaleza de lo que llamamos el otro mundo o lo espiritual. Al entrar la figura del Buda en estos escenarios espirituales, El Gran Maestro se convierte en un factor de fe que toma protagonismo en estas formas de creencia y así nacen los distintos tipos de budismo. Son básicamente identidades culturales de pueblos antiguos que reinterpretan el mundo espiritual con las explicaciones de la sabiduría del Buda.

Como cuando a un pueblo de agricultores que siempre ha cultivado del mismo modo porque conoce el “cómo”, un día llega un científico agrónomo con nuevas técnicas que les explica el “por qué”, profundizando más en su oficio y mejorando la comprensión y la realización del trabajo de los campesinos. Ese es el efecto del Dhamma en los pueblos que ya tienen una creencia espiritual. La doctrina del Buda es como una cuchilla muy afiliada que penetra y profundiza en todo lo que toca.

Para un occidental racionalista, puede parecer que todo esto es mitología igual al cristianismo. Sin embargo, un budista occidental no tendría que pensar necesariamente que toda la cosmología budista es mitología o que su tradición es real y las creencias de las demás tradiciones budistas son mitología, como es la costumbre en las doctrinas cristianas. Las formas orientales son más antiguas y tienen la virtud de ampliar la perspectiva espiritual resolviendo el dilema con una visión muy simple.

Existe una cosmología espiritual, pero esta no puede ser limitada dentro de las fronteras de una sola interpretación cultural local. Sino que cada cosmología de cada pueblo es una ventana, una perspectiva única que echa un vistazo al gran universo espiritual que nos rodea. Y con ese vistazo cada pueblo construye su identidad religiosa y sus tradiciones. De manera que no existe una interpretación única y correcta, sino que todas han dado una mirada particular de un todo más inmenso. Todas tienen algo de verdad y al mismo tiempo poseen un elemento interpretativo. La iluminación del Buda significó una explosión espiritual tan inmensa y poderosa, que tuvo eco en todo el universo espiritual, teniendo efecto en las diferentes interpretaciones espirituales que tuvieron los pueblos expuestos al Dhamma. Por consiguiente, no es que una tradición tenga una creencia correcta y las otras estén equivocadas, sino que todas las creencias budistas comparten un espacio en el que todas poseen la esencia del Buda, independientemente de los cambios interpretativos o anexos culturales que los países les den. Y por consiguiente todas son correctas en esencia, porque todas apuntan a la práctica. Y las pequeñas diferencias cosmológicas o culturales, no tiene mayor interferencia en lo que la meta final de todas las creencias busca. Consumar la iluminación y llegar al Nibbana.

En pocas palabras y para resumir en términos didácticos, las tradiciones budistas son como las franquicias de los superhéroes. Cada uno tiene su saga de películas, pero todos pertenecen al mismo universo. Y de vez en cuando se cruzan o se juntan todos para luchar contra el supervillano más supervillano. Así que a final de cuentas, no es que haya mayor contradicción entre las tradiciones budistas.

El universo budista es más que gigantesco. Algunos de sus mundos sí tienen creencias que podríamos llamar, fantásticas. Pero más allá de eso, todas las formas de budismo son coherentes con las Enseñanzas del Buda al menos en esencia. Hay creencias en las cuales el Buda es más que un Dios. Algo así como un super dios que instruye a todos los dioses incluso de otras religiones. Otros dicen que el Nibbana es un plano físico supra espiritual. También hay tradiciones en las cuales se cree en otros planetas, dimensiones y seres de distintas naturalezas, además de los seis planos de la existencia que todo budista conoce. Estas diferentes creencias no afectan en nada el fundamento de la práctica budista.

Como es normal, algunas tradiciones budistas sí creen literalmente que su teoría cosmológica es la correcta. Pero eso no genera divisiones ni contraposiciones entre las escuelas budistas. Es común que en el proceso de formación de los monjes, los maestros envíen a sus estudiantes a pasar una temporada de estudio a templos de otras tradiciones distintas en otros países. Así podemos ver como maestros de la tradición Chan envían estudiantes a templos nichiren en Japón, maestros zen envían estudiantes a templos en la India, e incluso tradiciones tan separadas en tiempo, espacio y doctrina como la Theravada, considerada la rama más ortodoxa y antigua del budismo temprano, y la Vajrayana, que conforma las escuelas tántricas del budismo tardío, las últimas en formarse, intercambian conocimientos y teorías a pesar de estar supuestamente en orillas alejadas.

Es por esto que cualquier practicante budista puede entrar a literalmente cualquier templo budista en cualquier parte del mundo, de cualquier tradición y de cualquier escuela, a presentar sus respetos al Buda y a meditar de la misma forma que lo hace en su casa. Cosa que es imposible para las religiones teístas para las cuales, hacer tales cosas en una tradición diferente, así sea de su misma creencia (desde nuestro punto de vista), es considerado un error y una especie de traición por parte del practicante.

Un cristiano protestante puede entrar a una iglesia católica si quisiera, que generalmente no querría, pero no se puede arrodillar en sus altares ni orar en ellos. Un cristiano católico puede entrar a una iglesia protestante, caso aún más remoto, pero no podrá orar como lo hace en la suya ni aceptar el sermón del pastor de la misma forma que acepta la del cura. Esto en el budismo no tiene sentido. Es por esto que las discusiones entre tradiciones budistas, que sí se dan pero que son raras, no tiene por qué generar divisiones ni conflictos entre los hermanos practicantes ya que las creencias particulares de las tradiciones no son doctrina fundamental de la práctica.  

Las creencias de las tradiciones budistas son muy interesantes y todos deberíamos conocerlas al menos de forma referencial. Si miras desde un punto de vista general, podrás ver que toda la cosmología budista en su conjunto tiene sentido. Querer saber sobre el más allá es una inquietud humana natural, y el budismo ofrece opciones más que suficientes para tener creencias trascendentales. Esto será un punto de gran importancia a la hora de escoger la tradición budista dentro de la cual realizarás tu práctica definitivamente. Recuerda que la mejor manera de practicar el Dhamma, es dentro de una tradición budista establecida con un maestro. Esto evita que nos demos a nosotros mismos una interpretación equivocada de la doctrina y más importante aún, nos protege de caer en manos de estafadores, sectas y falsos maestros de nueva era y todo tipo de creencias locas. También hay que aclarar que muchos falsos maestros se hacen pasar por tradiciones verdaderas. Los casos más frecuentas se dan en el budismo tibetano americano y el budismo zen occidental en general. Investigarlo todo siempre y no creen en túnicas ni en títulos es una obligación del practicante enseñada por el mismo Buda.  

Estudia y disfruta el gran mundo espiritual que el budismo ofrece. Esta es una razón más para disfrutar tu práctica budista día a día.