En
este artículo comentaremos el tema de la ceremonia en la práctica laica y
analizaremos los argumentos a favor y en contra de la realización de los
rituales y ceremonias budistas.
En
los foros se comenta normalmente que el uso de la ceremonia es un ornamento
superficial que no solo no aporta verdadero provecho a la práctica laica sino
que puede llevar al practicante a formas vacías y artificiales que acrecientan
el ego. Cuando alguien pregunta sobre cómo se hace un ritual o pide información
sobre algún tipo de ceremonia dentro alguna tradición, nunca falta la persona
que se afana por explicar que estas formas superficiales son inútiles. Incluso
algunos sienten cierta incomodidad cuando alguien pregunta sobre ceremonias,
como si fuera un tema antibudista. Algún tipo de herejía.
En
la fase inicial de mi práctica personal yo mismo llegué a compartir esa misma
opinión sobre el ritual aunque sin pensar menos de los que practican rituales.
De hecho siempre me pareció una falta de respeto decirle a alguien qué debe o qué
no debe hacer en su práctica personal. Eso sí me parece una verdadera postura
arrogante y antibudista. La cuestión es que el tema de la ceremonias divide a
los practicantes y esta división confunde a los nuevos estudiantes ya que estos
no saben a quién creerle. Las posturas suelen ser muy absolutistas. O las
ceremonias no sirven para nada y deben descartarse como si fueran una blasfemia
o deben realizarse sagrada e ininterrumpidamente. Ambas posturas son un error
al mostrar la práctica del Dhamma a un nuevo practicante. Abordemos el tema por
partes.
En
primer lugar, hemos de aclarar que el debate sobre las ceremonias en la
práctica laica es un tema de foros occidentales. En oriente, nuestra fuente de
enseñanza, no se tiene esta discusión. Lo gracioso es que los orientales que
son quienes nos transmiten el Dhamma y de quien aprendemos la práctica sí usan
rituales, y bastante. En todos los aspectos de la práctica, tanto en el aspecto
monacal o institucional como en el laico e individual, un budista oriental
cualquiera sea la escuela o tradición que siga, practica rituales. De uso
diario, para eventos importantes como nacimientos, uniones, funerales, etc. Hay
que aclarar que una diferencia que tenemos con la cultura oriental es que para
ellos el budismo no es solo religión sino también una tradición. Para nosotros
es solo religión. La tradición, que todavía no tenemos, la crearíamos nosotros
como primera o segunda generación de budistas occidentales cuando empecemos a
transmitir el Dhamma a la siguiente generación. Esto es importante tenerlo en
cuenta.
Por
tanto es un poco tonto que un occidental desdeñe las ceremonias y los rituales
mientras que toda la fuente de la cual se alimenta para realizar su práctica,
por más occidental que considere sus fuentes como por ejemplo el AOBO, viene de
países budistas que son en su totalidad orientales y para los cuales los
rituales y las ceremonias son de una importancia vital y central en todos los
aspectos de la práctica, transmisión y establecimiento del Dhamma. Nunca falta
quien proclama desde su propia montaña sagrada que los mismo orientales están
equivocados y que si el Buda estuviera aquí los abofetearía a todos por fetichistas
y que la verdadera práctica del Buda no solo no usa rituales sino que los condena.
Dejaremos a estos poderosos maestros jedi seguir su camino hacia el lado oscuro
de la fuerza y nos enfocaremos en los verdaderos interesados en el tema.
Si
escuchamos a los grandes maestros veremos que ambas posturas extremas frente al
ritual están equivocadas. Uno de los grandes maestros, SS el Dalai Lama (uno de
los mejores maestros para el aprendizaje occidental no por ser Lama sino por
ser de los que más contacto y cercanía ha tenido con occidente), dice que el
ritual no es malo en sí pero también aclara que puede llegar a ser un
instrumento vacío y superficial si se toma como fin y no como un medio. Por una
parte ambas posturas tienen razón. Las prácticas rituales son muy útiles y no
son accesorios vacíos en todos los casos, pero si la práctica depende y se basa
solamente en ellos sí pueden llegar a ser un teatro absurdo carente de sentido.
La respuesta la sigue dando el Buda. La práctica del camino medio. Pero
entonces llegamos a la encrucijada.
Como
pequeña aclaración, hablaremos desde el punto de vista netamente práctico y
enfocado a practicantes primerizos. No desde el punto de vista del practicante
que tiene ya una base sólida de experiencia y una asimilación más madura del
Dhamma desde el punto de vista mental y de edad, ya que en este punto el ritual
adquiere un significado muy distinto.
Los orientales no tienen problema con eso
porque el tiempo se encargó de equilibrar todo facilitándoles la práctica.
Cuando el Dhamma tiene tanto tiempo en tu tierra que pasó de ser una religión a
convertirse en el núcleo de tu cultura, tu tradición, tu idiosincrasia y tu
código social pues ya el trabajo está hecho. Igual que un nuevo católico que
llega a Suramérica o a España. Lo único que tiene que hacer es llegar a un
templo, empezar a practicar con su gente hasta tomar el ritmo de práctica de la
comunidad y listo. Ya no hay confusiones.
Como
ya hemos comentado, nosotros carecemos de tradición (no en el sentido religioso
sino cultural), lo cual nos obliga a crearla. Es necesario crear tradición. O
reproducirla y o traerla, como se quiera. Esto es necesario porque el objetivo
no es realizar una práctica individual y ya, el objetivo es multiplicar y
dispersar el Dhamma. Esto es un objetivo fundamental de la práctica de todo
budista. Por eso escribimos, hacemos vídeos, foros, nos reunimos, hablamos del
Dhamma, etc. Si no fuera así solo nos limitaríamos a nuestra práctica de manera
secreta y aislada. La necesidad de la creación de la tradición se comprende
realmente cuando el practicante hace su propia familia. Sin importar que su
hijo termine o no siendo un practicante del Dhamma ya que eso siempre debe ser
una elección personal, un hogar budista es la piedra base de la tradición y la
cultura budistas.
Es
fácil para la gente que se ha quedado sola en la vida despreciar la palabra
tradición y todo lo que se le asocie como el ritual y la ceremonia.
El
ritual es necesario por dos razones. Primero porque ayuda a crear una
estructura sólida de práctica cuando todavía no tienes nada. Es decir, cuando empiezas
de cero. Cuando no tienes información suficiente porque apenas empiezas a
conocer el Dhamma y nunca antes has practicado nada. En esas condiciones el
ritual puede ayudar al novato a irse poniendo a tono mental y físicamente con
la práctica budista.
Hay
que aclara (aunque no debería) que en el budismo el ritual no funciona desde el
exterior hacia el interior como en el cristianismo que invoca una fuerza
exterior (Dios) para que tenga efecto en mi interior. Sino al contrario.
Ejercitar una fuerza interior (La budeidad natural de todo ser humano) para que
surja y tenga efecto en la mente, el cuerpo y el exterior. Por lo tanto el
ritual tiene un aspecto sagrado no por el ritual en sí, ni siquiera por lo que
significa, sino por el efecto interior que ayuda a formar y a fortalecer la
mente. No es un acto sagrado de creación porque el ritual no crea nada. Esto es
importante, el ritual enfoca y fortalece la práctica. No la inicia ni la
sustenta ni la crea. Es un ejercicio para enfocar algo que ya debe estar ahí. Es
por esta razón que el ritual no debe ser una camisa de fuerza, porque no se
debe poner toda la carga de la práctica en el ritual. La carga está siempre en
el practicante. El campeón de artes marciales usa un arte marcial determinado,
pero el arte marcial no determina si gana o no la pelea. Eso lo determina su
propio esfuerzo y dedicación. Por eso no es realmente importante qué arte
marcial practique sino cómo lo practica. Eso es el ritual.
Este es el objetivo del ritual, sobre todo
para el principiante. Es el primer instrumento de práctica para empezar a crear
una rutina, unos hábitos y unas costumbres que mantendrán activa su práctica
del Dhamma por el resto de su vida. Esta razón individual es la primera razón
por la cual es importante el ritual.
La
segunda razón es social. Las ceremonias y los rituales son necesarios para la
creación, cohesión y funcionamiento de una sociedad budista. Se trate o no de
una Sangha. La práctica grupal, por más sencilla que sea, lleva en sí un halo
de ritualidad. Y esto es beneficioso. Una razón aún más importante es como ya
mencionamos, la tradición. ¿Qué es la tradición? Hablemos en términos prácticos
y rápidos dejando de lado por un momento circunstancias que pueden variar.
Supongamos que yo formo un hogar budista. Es mi misión como padre enseñarle el
Dhamma a mi hijo desde pequeño. El ritual es el medio mediante el cual yo le
enseño a mi hijo desde la más tierna edad cómo practicar el Dhamma. Le muestro
las imágenes del Buda, le enseño las postraciones, le muestro al monje, la presentación
de las ofrendas, etc. El niño desde pequeño ya estará entrenándose en la
práctica budista. Y todo ello en principio es puro ritual.
El
inicio de la enseñanza budista no pueden ser la memorización y comprensión de
las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Camino Óctuple de entrada y de manera
racional por más que así lo quieran hacer ver los academicistas recalcitrantes.
Ni siquiera en el caso de niños sino también en el de la gente común y
corriente. Esto no es un asunto de intelectualidad. Eso reduciría el budismo a
un ridículo grupo de teologistas doctrinarios para los cuales ser budista
exigiría leerse mínimo media biblioteca con su respectiva explicación hermenéutica.
Eso es ridículo. No todo el mundo puede ser un intelectual del Dhamma, pero
todo el mundo SÍ puede ser un practicante del Dhamma. Por más ignorante,
inculto y analfabeta que sea alguien, TODOS pueden practicar el Dhamma. Por eso la
primera entrada a la práctica para mucha gente académica y no académica es el
ritual. La primera entrada. Ya si el practicante se queda estancado en el
ritual sin comprender su significado pues ya es otra cuestión, pero en principio
el ritual es el vínculo primario entre el Dhamma y cualquier persona.
Retirar
el ritual de la práctica del Dhamma considerándolo un artificio estéril y
dañino es querer convertir el budismo en un puritanismo intelectual
absolutista. Un intento de club intelectual excluyente en el que solo cabe la
gente con acceso a educación privilegiada. Es como volverse una especie de nazi
budista, haciendo del budismo un “ismo” en el sentido más literal y pesado de
la palabra. Y aunque estos maestros jedi no son muchos, siempre aparecen en
todos los foros budistas listos para disparar su opinión no pedida cada vez que
un neófito hace alguna pregunta que para ellos es irrespetuosa. La mejor respuesta
a ellos es simplemente ninguna. Como ya dijimos, déjalos ir lentamente hacia el
lado oscuro.
Otra
cosa que hay que tener en cuenta en cuanto a las formas rituales religiosas es
que en realidad éstas son el vehículo por el cual el Dhamma marcha por todo el
mundo. Es la forma religiosa, y no la puramente racional, la que conquista
países y establece el Dhamma definitivamente en un lugar creando una cultura
budista. Sin esas formas externas; arte, iconografía, escritura y ritual; el budismo
jamás hubiese salido de India. El arquetipo del monje budista tiene como
presentación las formas exteriores y por medio de esta figura se promociona el
Dhamma alrededor del mundo. A través de su aura religiosa.
Ahora,
volviendo a lo que Tenzin Gyatso dice al respecto, hay un problema en occidente
en cuanto al ritual. El occidental tiende a ser demasiado entusiasta (al
principio), demasiado sumiso y bastante afectivo con las formas. Irónicamente
el occidental apasionado por el budismo tiende a hacer precisamente lo mismo
que el Dhamma advierte que no se debe hacer. Aferrarse a las formas creyéndolas
reales. A eso se refieren los maestros en cuanto al buen uso de los rituales. Los
occidentales, sobre todo los practicantes occidentales de budismo tibetano son
exageradamente ritualistas. Precisamente por esa razón es que el budismo
tibetano ha calado tan bien en América del Norte y de ahí a todo occidente.
Porque por su exceso ceremonial se presta mucho para convertirse en un producto
de consumo y de esquematización ritualista. Los budistas tibetanos occidentales
son incluso más ritualistas que los mismos tibetanos nativos. Esto es un
problema no solo porque desvía la práctica de las enseñanzas de su verdadero
objetivo sino porque programa al practicante para que se someta a un líder espiritual
falso. Prácticamente le hace todo el trabajo al embaucador. El Dalai Lama ha
tenido que lidiar varias veces con este tipo de problemas y ha recomendado en
no pocas oportunidades a los practicantes occidentales que comprendan el verdadero
uso del ritual y se enfoquen más que todo en la práctica del Dhamma. Práctica
del Dhamma y ritual no son lo mismo. Ese suele ser el principal error del
practicante occidental.
Estas
son las palabras que el Dalai Lama a dicho al respecto en una de varias
oportunidades: “Soy un budista crítico
del presente estado de la práctica budista, la que a menudo está demasiado
envuelta en el ceremonial y el ritual. La práctica adecuada es usar nuestra
inteligencia humana para transformar nuestras emociones. Soy un ser humano,
también experimento emociones destructivas, pero la única diferencia es que uso
mi inteligencia para discernir cuál de mis emociones es útil y cuál es
perjudicial. Entonces trato de restringir la perjudicial y aumentar la que son
útiles y eso me aporta paz”.
Cuando
el maestro Gyatso dice que es crítico del ceremonial y que cuando experimenta
emociones destructivas usa su inteligencia, está queriendo demostrar que el
ritual nunca va a estar por encima de la capacidad propia de la mente. Es la
mente, la propia inteligencia en el Dhamma, la que domina las emociones
destructivas. No el ritual. Por eso el ritual nunca debe estar en primer lugar
ni tomarse como práctica real. Piense que el ritual es simplemente un medio,
como una bicicleta para llegar a otro lugar. La bicicleta no importa, lo que
importa es la fuerza de las piernas que impulsan los pedales. Es decir su
propio esfuerzo para llegar a la meta. Hay gente que se queda admirando la
bicicleta y adornándola con flores, aceites y pañuelitos bonitos, pero no es
capaz de usarla. No va a ningún lado.
Ese
es el lado negativo del ritual, nuestro exceso de apego a la vista y los demás
sentidos, nuestra programación infantil de dependencia a algo más grande y a
una figura paterna externa a nosotros que nos salve de nuestra propia miseria y
abandono. En otras palabras, muchos budistas occidentales siguen siendo cristianos
creyéndose budistas. La única diferencia es que cambian unos íconos por otros,
pero siguen esperando a un dios todo poderoso que los salve por estar sentados
ofreciéndole incienso. Están atrapados en esa “fe” cristiana envuelta en
budismo americanizado. Ese es el extremo del ritualismo del que advierten los
maestros. Cuando en un templo o en una Sangha te empiezan a hablar de objetos
sagrados, que hay que contemplar el gohonzon, el pañuelito del lama, la
campanita sagrada, la estatua de las bendiciones, etc; es buen momento para
reevaluar las cosas y pensar en cambiar de grupo o en regresar a la iglesia a
que el cura te rocié con agua bendita. Al menos allá el fetiche si tiene
sentido.
Ahora,
por un lado ser un racionalista radical es absurdo, y ser un ritualista
supersticioso es ridículo. ¿Cómo lidiamos entonces con este asunto de los
rituales? Con calma. Lo primero que hay que tener en cuenta es que los rituales
son como ejercicios. Como herramientas de ayuda para enfocar una mente
indisciplinada. Entre más experimentado esté uno en el Dhamma, más sencillos
serán los rituales. Por tanto no hay que volverse como un soldado acuartelado
que sigue una serie de pasos ciegamente por una orden superior.
Aunque
las tradiciones son también una guía para esto, no hay que seguirlas al pie de
la letra. Tome en cuenta que el ritual tiene que acoplarse perfectamente con
las condiciones y el diario vivir del practicante. Es muy difícil que un
latinoamericano tenga los mismos espacios físicos y de tiempo, y los medios
materiales para llevar una rutina de práctica como la tiene un oriental. Uno
tiene que tener en cuento su horario de trabajo, el tiempo que puede dedicar a ello,
los medios de que dispone y basado en esos elementos que simplemente no se
pueden cambiar, ir creando una práctica diaria. Una rutina budista. Determinar
una hora del día fija sea en la mañana o en la noche, a medio día o cuando
fuere, para meditar y usar el altar. Tratar de adoptar costumbres sencillas, el
ofrecimiento del incienso, de las ofrendas, algunas postraciones, oraciones,
recitar mantras con el Mala. Hay una infinidad de ejercicios para enfocar la
mente en el Dhamma. Uno puede ir tomando varios elementos sencillos de la
cultura budista e irlos integrando gradualmente al diario vivir. Así, poco a
poco, se va creando un hábito diario de práctica budista. Los elementos físicos
no importan. Como en el ejemplo del incendio, si la casa se quema lo que hay
que salvar son los documentos de ley y el perro. El altar no importa, se puede
reemplazar sin que signifique gran cosa.
Para
compartir el Dhamma, un pequeño ritual, una oración, una meditación corta es
una excelente manera de establecer un vínculo personal con otra persona.
Practicar un sencillo ritual antes y después de hablar sobre el Dhamma hace un
excelente ambiente de hermandad. Se puede ser creativo. Los japoneses crearon
la ceremonia del té como una forma de ritual budista. Una manera muy solemne y
amable de entrar en buena confianza con otra persona. Los rituales son un
espacio físico y mental aparte en el que el practicante entra por entero en un
estado de devoción, de agradecimiento y de fortalecimiento del ser en las
enseñanzas del Buda. La propia meditación en si es un ritual budista ya que
sigue una serie clara de pasos y su esencia es totalmente de práctica de las
enseñanzas. Cualquier ritual budista que se practique debe ser realizado con el
mismo estado mental que se adopta al realizar la meditación. Lo único que hay
que tener claro siempre es que nada es más importante que el manejo de la
mente.
El
tema del ritual y las ceremonias seguirá siendo un tema divisorio. Como siempre
ante cualquier duda creada por el medio virtual recomiendo ir directamente a
las enseñanzas del propio Buda por encima que las de cualquier otro maestro y
recordar que no estamos en oriente y no somos orientales. Hay que crear el
budismo a la latinoamericana conservando y protegiendo siempre las enseñanzas
de Buda que son las mismas en cualquier lugar.