domingo, 10 de noviembre de 2019

El más allá según el budismo y los karmas del Samsara en nuestro mundo.


En esta ocasión veremos dos temas en un mismo apunte ya que están relacionados directamente. Primero veremos el más allá según la cosmología budista y posteriormente veremos cómo los karmas de los distintos mundos contemplados en el budismo se manifiestan en nuestro mundo. Si te gusta la cultura budista y su aplicación práctica, y también el folklor y las leyendas e historias de terror tanto como a mí, de seguro disfrutarás este sustancioso apunte con una buena taza de café o chocolate.

EL MÁS ALLÁ SEGÚN EL BUDISMO

Los espíritus y otros mundos están presentes en prácticamente todas las culturas y concepciones religiosas. Son tan antiguas como la humanidad misma y han estado presentes desde antes de las culturas gráficas. Hacen parte intrínseca de las creencias populares y también son parte de las creencias espirituales de muchas personas. El budismo es un universo en sí mismo y como cualquier otra creencia espiritual, contiene su propia escatología. Es decir, sus propias explicaciones de lo que sucede después de la muerta y también concepciones de otros mundos o estados espirituales. Cuando el budismo salió de India y se instaló en los países del lejano oriente, se complementó con las creencias básicas de las religiones nativas que allí habían surgido naturalmente, dando lugar a una nueva concepción de los mundos alternos y del más allá. De esta manera la cultura budista se enriqueció en gran manera, construyendo así una estructura cosmológica propia, organizada y sistemática, que brinda explicaciones claras a las expectativas e inquietudes de las personas que pertenecen a la cultura budista y que a la vez refuerza los conceptos éticos y sociales fundamentados en la práctica del Dharma.  

El folklor budista es fascinante, lleno de creencias con un sentido lógico y con ideales que se ajustan a las prácticas éticas de las Enseñanzas. La riqueza cultural del budismo es muy variada y también contiene explicaciones válidas para los practicantes que requieren teorías cosmológicas sobre las cuales fundamentar su tradición y su cultura. La cosmología budista es tan amplia que dentro de ella caben todas las demás teorías religiosas. En este apartado veremos la cosmología budista desde el punto de vista del folklor, la tradición, la cultura y la literatura, dando un vistazo rápido y general por este interesante sistema espiritual, tan rico en arte como en enseñanzas.


Antes de iniciar nuestra visita al universo supraterrestre del budismo, aclaremos algunas diferencias culturales básicas que nos ayudaran a entender mucho mejor cómo funcionan los conceptos espirituales del más allá, de manera que no confundamos palabras, mecanismos o ideas que nos son familiares en la cultura judeocristiana pero que adquieren un significado totalmente distinto en la cultura budista. Primero que nada, veamos las diferencias básicas entre las creencias teístas y el budismo.

¿Cuáles son las principales diferencias entre el budismo y las religiones teístas?

Existen tres diferencias fundamentales entre las religiones brahmánicas o teístas y el budismo:

La primera diferencia es que en el budismo no existe el concepto de eternidad. Todo está en constante cambio y movimiento. Nada es eterno, ni siquiera los castigos infernales ni los premios celestiales. Tampoco los dioses.


La segunda diferencia es que en el budismo no existe el concepto de alma. No existe un ente independiente, impermanente, eterno y separado del cuerpo que perdura por sí mismo y viaja a otros mundos. En lugar de eso, el ser humano está compuesto por cinco agregados o cinco Skandas. Estos Skandas, reunidos de manera armónica y precisa, le dan forma al ser humano, del mismo modo que un montón de piezas reunidas y ensambladas de forma específica y precisa le dan la forma y la funcionalidad a un carro.

El realidad el carro no existe ya que si en lugar de verlo armado vemos sus partes separadas regadas sobre el suelo, no podríamos decir que ahí hay un carro. Según el budismo, al ver esas mismas piezas unidas formando el carro, tampoco podemos decir que hay un carro. Esto es debido a que la única diferencia entre una presentación y la otra es el ensamble de sus partes. Además de la unión de sus elementos y partes, no hay ninguna diferencia entre un estado y otro.

Si desbaratamos un carro parte por parte tratando de buscar su esencia, no la encontraremos. Por lo tanto no existe un yo intrínseco y específico que se pueda diferenciar del ser humano de la misma manera en la que no podemos encontrar la esencia de ningún objeto o ser compuesto de otros elementos (Para comprender mejor esta noción, investiga el concepto budista de “anatman”).

Los cinco Skandas o agregados que componen al ser humano son: Cuerpo, sentimientos, percepciones, formaciones mentales y conciencia. De la unión armónica de estos cinco agregados surge el ser humano. Con la separación de estos cinco agregados, el humano deja de ser.

Si el alma no existe entonces, ¿Qué es lo que reencarna?

En el budismo no se habla de reencarnación sino de renacimiento. La diferencia entre reencarnación y renacimiento es que en la reencarnación, que es propia del hinduismo, sí hay un alma, en tanto que en el renacimiento budista no. El renacimiento budista hace referencia al proceso en el cual uno de los cinco skandas o agregados que es la conciencia, deja un hilo de continuum mental que es conformado por el karma creado por el ser que vivió en esa vida, y que se enlaza con la continuidad natural de la vida en un estado de existencia siguiente.

Recordemos que no puede haber muerte sin vida y tampoco vida sin muerte. La vida se acaba al tiempo que surge y ambos procesos están enlazados naturalmente de modo que una de las consecuencias de una muerte es el surgimiento de otra vida. Este continuum mental o de conciencia es el eco kármico de las acciones y méritos positivos y negativos que la persona creó durante su vida. Al igual que la materia y la energía que no se extinguen ni desaparecen sino que se transforman, este hilo de conciencia tampoco desaparece sino que se mueve a través de la rueda de la vida enlazándose con el surgimiento de una nueva vida. De esta manera, interpretamos que la nueva vida que surge, no es la reencarnación de la vida anterior en el sentido de que es la misma vida repetida otra vez, sino que este nuevo ser es el heredero kármico de la vida que acaba de pasar. Así, una persona que tiene recuerdos de una vida pasada, no está teniendo los recuerdos de una vida “suya” pasada, sino que está viendo el registro kármico del continuum de conciencia de la persona que le antecedió y de la cual él o ella, es la continuación.

De la misma manera que nosotros heredamos mecanismos instintivos de protección de nuestros ancestros primitivos, como asustarnos con una manguera enrollada porque el cerebro piensa que es una serpiente; o ponernos alertas por una sombra que pasa rápido cerca de nosotros porque nuestro cerebro percibe a un posible depredador, una persona lleva el karma residual del continuum de conciencia que le antecedió.

Así como la memoria genética transmite información y conocimientos dentro de una especie a través de sus generaciones, la carga kármica de una vida contenida en el agregado de la conciencia lleva esa herencia kármica hacia otra vida junto con una impresión de la anterior conciencia. Así que las vidas pasadas de una persona no son “sus” vidas pasadas. Son las vidas de otras personas que ya vivieron y con las cuales tiene una fuerte relación kármica y de conciencia. Por así decirlo, parte de la conciencia de la persona que ya vivió es ahora parte de la conciencia de la persona actual y aunque en la persona nueva también hay parte residual del karma y de la conciencia de la persona anterior, la nueva persona tiene su propio karma y su propia conciencia, siendo éstas únicas e irrepetibles. Y con ello también tiene el poder de transformar ese karma, sea cual fuere, cambiándolo, mejorándolo o purificándolo a través de las Enseñanzas del Buda.

No es extraño ver como un continuum mental de renacimiento aparece varias veces en una misma línea sanguínea. De manera que una persona tenga recuerdos, marcas experienciales, tendencias psicológicas o incluso temores muy fuertes exactamente iguales a los de varios de sus familiares pasados, cercanos y lejanos. De la misma manera, se ven casos en los cuales la línea kármica es totalmente errática y se traspasa de una persona en cierto país, a otra persona de otro país totalmente distinto, al otro lado del mundo, de otra cultura y de un modo de vida totalmente diferente. De ahí que se hable de casos de personas que, por ejemplo, en algún momento accidental de trauma, trance o inconciencia, hablen idiomas que jamás han estudiado y que no conocen. O reconozcan claramente lugares y personas con los cuales jamás han tenido contacto. Esta es una explicación sumamente resumida y sintetizada de la teoría del renacimiento budista (Para una comprensión más profunda y detallada del renacimiento budista, investiga el renacimiento desde el punto de vista del budismo Vajrayana).

La tercera gran diferencia entre el budismo y las religiones teístas, es que en el budismo el paso hacia los otros mundos no está definido por la decisión de una autoridad celestial, una deidad o un dios absoluto.

Recordemos que hay dos tipos de religiones. Las religiones reveladas, como las religiones teístas, que son religiones que tienen su origen en la revelación divina de alguna deidad ante un humano. Y que se basan en ésta revelación para transmitir la voluntad de dicha deidad a sus creyentes. Ejemplos de las religiones reveladas son las religiones brahmánicas o como son conocidas, las religiones “del libro”. El judaísmo, el cristianismo y el islam.

El segundo tipo de religión son las religiones contemplativas. Este tipo de religiones, en lugar de ser revelaciones de un ser divino, emergen de la contemplación de grandes maestros iluminados que percibieron la realidad más allá de la visión ordinaria del hombre, y trajeron esa sabiduría al mundo. Ejemplos de religiones contemplativas son el confusionismo, el taoísmo y la más grande de las religiones contemplativas, el budismo.

Se nos ha enseñado que una cualidad indispensable para que a un sistema espiritual se le pueda considerar como religión o creencia, es que tenga un dios central que sustente todo el dogma. Esa es la creencia común en nuestra cultura cristiana. Cultura sobre la cual medimos y analizamos a todas las demás. Como podemos ver, esto no es cierto. Un dios creador no es condición para considerar una corriente espiritual como religión. Y no es necesario tener un dios creador todopoderoso para fundamentar una creencia espiritual real.

Aunque en el budismo si hay deidades presentes, no hay dioses omnipotentes, creadores, centrales ni dueños de todo. El factor moral y ético que determina a dónde va cada quien es el karma que la persona misma se ha creado. Las deidades no tienen autoridad ni importancia en cuanto al destino de los seres. Esto hace que las personas, inevitablemente, terminen siendo responsables por sus propios actos. Se puede engañar a todos los demás, pero no a uno mismo. La salvación no depende de nadie más, sino de uno mismo. Es imposible escapar del propio karma.

La calidad del karma, la acumulación de méritos positivos o negativos, y la fe en las Enseñanzas del Señor Buda es lo que determina a qué mundo va cada ser, teniendo siempre en cuenta que el objetivo final es  superar el Samsara y llegar a la perfecta iluminación del Nirvana.

Cómo es el más allá según el budismo.

Según el budismo, la existencia consta de un ciclo de nacimiento y muerte en el cual los seres van rotando dentro de una rueda cósmica llamada La rueda de la vida o rueda del Samsara. La rueda del Samsara está conformada por múltiples mundos, estados espirituales o dimensiones según se interprete. Dentro de éstos mundos o estados, a su vez, puede haber otros sub mundos.


Rueda del Samsara

¿Cuántos mundos existen?

Se suele explicar que existen diez mundos contando cuatro superiores, que son el aprendizaje, la comprensión, el bodhisattva y la budeidad; y los seis mundos inferiores de la rueda del Samsara.

Los cuatro reinos superiores son: El aprendizaje, que es el estado de búsqueda de la sabiduría exterior y el fin de las ilusiones. La comprensión, en donde la búsqueda ya no es externa sino interna y hay una comprensión profunda de la realidad. El bodhitsattva, en el que la persona ya no solo trabaja por su liberación sino por la liberación de todos los seres, y la budeidad, que sería el estado de total liberación del sufrimiento o iluminación.

Como el tema central que nos interesa en este momento es la vida después de la muerte y los mundos del más allá, vamos a permitirnos no profundizar mucho en los cuatro reinos superiores, ya que estos cuatro en realidad no son reinos sino estados mentales de desarrollo espiritual progresivo por los cuales pasa una persona en este mundo para llegar a la iluminación (Para saber más sobre este tema, investiga los cuatro reinos superiores del budismo).

Así que para efectos prácticos vamos a responder que en cuanto al más allá, existen seis mundos espirituales.

Estos seis mundos conforman la Rueda de la vida o como ya la conocemos, la rueda del Samsara. Los seres rotan entre estos seis mundos según la calidad de su karma y la acumulación de sus méritos positivos o negativos. Según la cosmología budista, todos los seres están rotando constantemente entre estos seis mundos en un interminable ciclo de vida y muerte, sufrimiento y placer.

La iluminación del Buda consistió en darse cuenta de la persistencia de este ciclo y de encontrar la manera de salir de el para siempre, llegando a lo que conocemos como Nirvana. Un estado puro más allá de la vida y de la muerte, del dolor y el placer, del ciclo del Samsara, del tiempo y de la existencia misma. Es lo que llamamos Iluminación. El conocimiento de la verdad absoluta.

Los seis reinos espirituales del budismo.

Los seis reinos del Samsara se dividen en dos. Tres reinos inferiores que son Los Narakas, los Pretas, y los animales. Y tres reinos superiores que son el mundo humano, los Asuras y los Devas.

El mundo de los Narakas



El mundo de los Narakas es el más parecido al concepto que tenemos de infierno. Este es el lugar al que van a parar las personas con el peor karma posible. Personas que han dedicado su vida a generar sufrimiento y a complacer sus deseos vulgares. En los Narakas hay espíritus castigadores que atormentan a los seres que llegan a pagar su mal karma. En los Narakas hay fuego y lagos de sangre hirviendo. Los espíritus penitentes pueden arder en sangre hirviendo y ser espetados y heridos constantemente por seres que para nosotros serían lo más cercano a demonios, con la diferencia de que éstos solo se dedican a retribuir el mal karma de los seres malignos que allí llegan.


También hay esferas o regiones Narakas que son de hielo y en los cuales hace un frío insoportable. El frío es tan intenso que crea yagas en los seres y los hace explotar en sangre y pus. Si se queda expuesto a las regiones frías del mundo de los Narakas, el sufrimiento es tan intenso como ser congelado y cortado por todas partes. El mundo de los Narakas es el mundo donde más dolor, sufrimiento y desesperación hay. Es el mundo más bajo del Samsara.

Los Pretas


Los Pretas son espíritus hambrientos. Se les representa como seres extremadamente delgados y con el estómago hinchado. Constantemente deambulan sobre cadáveres buscando algo que comer. Los Pretas pueden ser espíritus malignos cuando su carácter es agresivo, pero por lo general son espíritus con un gran sufrimiento, lo cual los hace objeto de compasión. En muchos países de Asía, se les deja ofrendas de comida, agua, flores, incienso o cualquier otra cosa que ayude a disminuir un poco su sufrimiento. El principal signo de los Pretas es su pesar y su profundo deseo de volver a tener algo que han perdido y que no podrán volver a recobrar. Por eso son espíritus hambrientos.


En algunas ocasiones, el hambre de los Pretas es tan fuerte que se atoran entre dos mundos.

A veces, una persona que vivió en el mundo de los humanos aferrándose a algún aspecto de su vida de manera enfermiza, se convierte en un Preta cuando muere de manera inesperada o muy trágica. Debido a alguno de los tres venenos (odio, avaricia o ignorancia) o su combinación, se convierten en Pretas. Su hambre por lo que los haya enfermado en vida los mantiene fijados de manera intermitente en este mundo. Esta es una de las explicaciones budistas de lo que solemos llamar fantasmas o almas en pena.

Un ejemplo de Preta muy famoso que tenemos en nuestra región es el Preta de La llorona. Incluso ya tiene su propia película. La llorona fue una mujer que perdió a sus hijos y que pena por las noches llorando y lamentándose por la pérdida de sus seres amados. Este ícono latinoamericano de las leyendas de fantasmas es bastante popular en países como México y Colombia en los cuales tiene su propia leyenda. En Colombia, existe un pueblo en el cual sus habitantes juran que han escuchado el llanto de la llorona mientras atraviesa la calle en medio de la noche. Es la llorona del pueblo de Tamalameque. Y tiene su propia canción folklórica.

Por lo general, las leyendas he historias que posteriormente se representan en películas de terror, cuentan historias de personas que regresan en forma de espíritus malignos o dolientes. Éstas son historias de Pretas interpretados desde la cultura popular.


Los pueblos budistas conocedores de este saber, han desarrollado estrategias para evitar que los muertos perturben el diario vivir de los vivos. Uno de estos ejemplos lo podemos ver en Tailandia.

Los Tailandeses suelen construir pequeñas casitas muy bien hechas y decoradas, que sitúan en el frente de las edificaciones o en su patio trasero según convenga. A estas pequeñas casas se les conocen como “casas de espíritus”. Se llaman san phra phum. Son puestas como guardas de las edificaciones para evitar que espíritus malignos o hambrientos las habiten o hagan males.



En las casas de espíritus se suelen poner ofrendas para los muertos. El tamaño de la casa depende del tamaño del inmueble y siempre debe ser instalada bajo la guía y con la bendición de un monje budista, el cual le explica al dueño en qué lugar debe situarla, qué características particulares debe tener y qué ofrendas debe ponerle. Las casas de espíritus son muy populares en Tailandia y en algunos otros países como Birmania y Laos. Según dicen, evitan que los espíritus importunen a los vivos y en algunas ocasiones también ayudan a su apaciguamiento o retirada.

La costumbre de ofrendar a los muertos para su tranquilidad es una costumbre ancestral compartida por muchas culturas en paralelo. Así podemos ver como los mexicanos y los japoneses comparten esta costumbre sin que exista conexión cultural o espiritual alguna entre ellos.



Los animales o las bestias


El mundo de los animales es el mundo habitado por todas las criaturas no humanas que comparten este mundo terrenal con nosotros. Para echarle un vistazo a este mundo solo basta con contemplar los ojos de tu perro o de tu gato. A primera vista puede parecer que tu mascota y tu viven en el mismo mundo, pero no es así. Sus leyes son distintas a las tuyas. Las leyes espirituales de los animales los someten a un tipo específico de karma.

Una de las principales diferencias entre el mundo de los animales y el de los humanos, que igualmente se comparte con los otros reinos, es que desde el mundo de los animales es imposible realizar la iluminación. No se puede acceder al Dharma. A pesar de que los animales también poseen la esencia de la budeidad, no pueden realizarla.

En el mundo de los animales hay menos sufrimiento que en el de los Narakas y de los Pretas, pero hay más sufrimiento que en el de los humanos. El mundo del animal es el mundo del instinto puro.

Los animales están sometidos a sus mecanismos de supervivencia y esto lo hace objeto de un tipo de sufrimiento inevitable, aun cuando el animal viva en compañía de humanos.

Las leyes de los animales son las leyes de la naturaleza. En este mundo, el sentido del tiempo es muy tenue, casi inoperante. Los animales recuerdan o anticipan brevemente solo en función de su supervivencia. El único referente temporal de los animales es el presente, lo cual es una ventaja. Pero el temor a la aniquilación, a la agresión, y a la pérdida es constante. Y el sometimiento al deseo sexual y a la agresividad es ineludible. Para ellos el instinto lo es todo, de manera que cuando un animal necesita aparearse, su necesidad de deseo sexual se convierte en su único interés vital, haciendo incluso que se exponga a morir antes de negarse la oportunidad de satisfacerlo. La supervivencia y bienestar propia está por encima de la de cualquier otro ser, por lo cual la compasión y cualquier indicio de moralidad que no apunte hacia la conservación de sí mismo o de su especie es totalmente inexistente.


De ahí que podamos interpretar múltiples conductas que consideramos nobles en los animales, como el instinto materno, como algo moral o ético. Cuando en realidad como hemos mencionado, el animal simplemente obedece a un impulso de protección de su especie. Algo que nosotros también poseemos, pero con códigos sociales y morales que no hacen parte de la naturaleza de manera directa.

Así podemos contemplar con admiración y ternura como una madre leona pelea contra las hienas sin temor ni descanso para proteger a sus cachorros. Pero del mismo modo también podemos ver como el león que encuentra a una hembra con cachorros sola, asesina a los cachorros sin tener hambre y sin comerlos para poder aparearse con la hembra. La hembra, al verse superada en fuerza y poder, solo espera a que el león mate a sus crías para luego entrar en calor y aparearse con el asesino de sus propios cachorros, y así reponer la camada perdida. Otro ejemplo de las leyes del mundo de los animales lo tenemos en las musarañas. Roedores muy pequeños similares a los ratones y todas unas expertas en supervivencia. Las musarañas pueden llegar a comerse a sus propias crías en caso de hambruna si la situación así lo amerita. 

Las leyes que rigen el mundo de los animales se basan en el instinto de supervivencia y supremacía. Lo que actualmente llamamos selección natural es una ley inquebrantable que anula todo asomo de moralidad o virtud. Incluso cuando un animal pueda mostrar formas de conductas aparentemente morales, lo único que hace es realizar estrategias de conservación propias de su especie o imitar patrones de conducta que el humano le enseña. Y hace esto precisamente por instinto. Debido a que el humano es la fuente de alimento y refugio, el animal se ve obligado a someterse a su voluntad. De la misma forma que un cachorro silvestre se somete a su madre y aprende de ella en la naturaleza para sobrevivir.

A este mundo llegan las personas que han demeritado su karma como humanos de tal manera que se han rebajado a un nivel inferior debido a haberse dejado arrastrar por sus deseos bajos, sus instintos más primitivos, su gusto por la violencia y su egoísmo. Las personas violentas por placer, los abusadores de su propio cuerpo a través del sexo y los oportunistas inmorales que ponen sus intereses por encima de todos los demás sin un mínimo de generosidad, suelen caer en el mundo animal en donde las leyes son más duras y la vida es más cruel.

Sin embargo, también es un lugar en donde se puede purificar el karma y encontrar la paz si las condiciones de su renacimiento son dirigidas por sus anteriores méritos. Se dice que a veces grandes maestros budistas regresan en formas animales para seguir protegiendo a sus discípulos, al Dharma y a otros seres.

Es así como podemos escuchar la leyenda de un maestro zen en Japón que regresó en forma de gato, un animal que por cierto es considerado sagrado en el budismo, y se presentó ante su sucesor quien reconoció en los penetrantes ojos del felino la mirada de su antiguo maestro. El animal siguió habitando en el monasterio llenándolo de paz y siendo respetado como lo había sido en su anterior renacimiento.   

Hasta ahora hemos visto los tres reinos inferiores del Samsara. Ahora veremos los tres reinos superiores.

El mundo de los humanos


El mundo de los humanos es el mundo de las emociones. Es el mundo gobernado por pulsiones psicológicas poderosas que pueden generar la autodestrucción o la destrucción masiva de seres. A pesar de poseer gran intelecto y racionalidad, el mundo del humano está regido por la felicidad, la tristeza, la ira, el miedo, la soledad y todo este abanico de emociones fuertes que hacen de los humanos esclavo de sus propias mentes descontroladas.

El mundo de los humanos posee menos sufrimiento que los tres anteriores, sin embargo posee el potencial para una concentración de sufrimiento bastante grande al tiempo que puede repetir los tipos de sufrimiento de los otros cinco mundos. Es el mundo de la mente errática en la que los seres se pierden en el temor y la desesperación, siendo ellos mismo los generadores de sus propios sufrimientos.

A pesar de esto, es el mundo más importante. Según la cosmología budista, el mundo humano es el mundo más privilegiado para renacer debido a que es el único que posee todas las condiciones necesarias para realizar la iluminación. El hecho de que el Buda se haya iluminado en este mundo demuestra que es el renacimiento más preciado, ya que ningún otro ser tiene el privilegio de practicar el Buda-Dharma como lo puede hacer el ser humano. Por eso es el renacimiento más importante y según la doctrina budista, el más difícil de conseguir. Esta es la razón por la cual los maestros budistas insisten en tener conciencia de esto y seguir el camino hacia el Nirvana enseñado por el Buda de manera urgente y sin demora. No existe otro camino que pueda salvarnos de los grandes sufrimientos de la vida.

Los Asuras



El mundo de los Asuras es un mundo más elevado que el de los humanos. Este es el mundo de lo que podríamos llamar semidioses. Seres con atributos de deidades, de gran fuerza y poder, pero que no llegan a la categoría de dioses. Su nivel de sufrimiento es mucho más sutil que el de los humanos y su estado espiritual es más elevado. Pero tienen un problema. La marca de los Asuras es la envidia. Son seres resentidos y envidiosos de los Devas, los dioses que habitan el mundo superior del Samsara. Los Asuras mantienen una guerra constante contra los Devas debido a que la envidia que les tienen no les deja estar en paz. Su objetivo es vencer a los Devas y ocupar su lugar como dioses, por lo que mantienen una lucha constante contra ellos, y también entre ellos ya que no confían en nadie.

El mundo de los Asuras es el mundo de la guerra. La destrucción, la pelea, la agresión y el odio nunca se detiene en el mundo de los Asuras. Aunque en algunas culturas algunos Asuras pueden ser vistos como espíritus benignos, por lo general los Asuras son considerados espíritus malignos debido a su persistencia en la violencia y su perpetua envidia. Se dice también que los Asuras en realidad son antiguos Devas que finalizaron su existencia como deidades y degeneraron en Asuras, razón por la cual les odian y desean vencerlos para volver a ser Devas.

Un Asura concentra rencor y odio contra todos los demás seres, a los cuales considera inferiores. A pesar de ser un mundo espiritualmente superior al de los humanos, a los Asuras se les considera como uno de los cuatro nacimientos infelices junto con los Narakas, los Pretas y los Animales.  Esto debido a su perpetuo sufrimiento de la envidia y odio contra los Devas y su deseo frustrado de vencerlos y suplantarlos. Los Asuras son por así decirlo, los antagonistas de los Devas, del mismo modo que los titanes lo eran de los dioses del olimpo.

Los Devas


Los Devas pertenecen al mundo más elevado del Samsara. Son los dioses o deidades de mayor jerarquía y poder. Su naturaleza es benigna, aunque cometen errores y pueden realizar actos no virtuosos. Su nivel de sufrimiento es el más sutil pero no están libres de sufrimiento. De hecho, puede que ningún otro ser en la existencia le tenga más temor al sufrimiento que los Devas, precisamente por el hecho de ser los que menos lo experimentan. Los Devas son equiparables a los dioses de las religiones teístas. Su naturaleza es prácticamente la misma con la diferencia de que no se les tiene por eternos.

Lo que entendemos por eternidad en realidad es una concepción temporal percibida desde nuestro punto de vista humano. Para el ser humano, la vida de un dios es muchísimo más extensa que la suya. Por lo tanto, él interpreta a aquél como eterno de la misma manera que una mosca puede interpretar como eterna la vida de un ser humano, teniendo en cuenta que el humano puede ver cientos o miles de generaciones de la mosca durante su vida. Un dios es eterno para nosotros de la misma forma que nosotros podemos ser eternos para una mosca. Sin embargo, el estado de divinidad no es eterno. Cuando el mérito y el buen karma que llevó a ese ser al estado de Deva se termina, su estado de divinidad se agota y su existencia como Deva finaliza. Así se extinguen los dioses a través de la historia.

A pesar de que el sufrimiento de los Devas es el más sutil de todos como ya hemos mencionado, no son exentos a él. Incluso en algunas ocasiones su sufrimiento puede llegar a ser igual al de los humanos. Los Devas o dioses, al igual que todos los seres del Samsara, sienten felicidad y regocijo. Contento y amor. Rabia e indignación. Envidia y celos de otros dioses. Decepción de sus adoradores y tristeza por su abandono.

 Si observamos bien la historia de los dioses, podemos ver que ellos tienen los mismos sufrimientos y temores que los humanos, sumándoles su terrible miedo al dolor y a perder su estatus divino. En medio del silencio y la quietud, desgastados por el tiempo, pierden su poder de deidades y lentamente son olvidados por quienes una vez los adoraron. Llegando así a su tan temido final. 

Por eso fue que cuando el Buda se iluminó, no solo los humanos buscaron y alabaron su sabiduría. Todas las divinidades, los Devas y los espíritus superiores e inferiores descendieron y se postraron a los pies del Buda para buscar la sabiduría del Señor y pedirle consuelo para afrontar sus temores y poder liberarse del ciclo de renacimiento, sufrimiento y muerte del Samsara. Tal como Él lo hizo.

Por eso se dice que el Buda es el Maestro de dioses y hombres. Porque incluso los dioses están sujetos al ciclo del Samsara y están sujetos a las mismas condiciones de nacimiento, sufrimiento y muerte constantes, aunque de una manera distinta. El día que se iluminó el Buda, no hubo ser viviente que no buscara la sabiduría del Señor ni se postrara ante Él.



Esos son los seis mundos del Samsara. La primera vez que escuché de ellos fue también mi primer vistazo al budismo. Los vi por primera vez en la conocida serie de anime Saint Seiya o Caballeros del Zodiaco, basada en el manga del maestro Masami Kurumada, cuando aún era niño. En esta serie, el santo dorado, Shaka de Virgo, se enfrenta al ave fénix. Shaka, que es un guerrero budista y también un Arahat, le muestra al fénix los seis mundos del Samsara antes de enviarlo a uno de ellos. Shaka le muestra al fénix cada uno de los mundos explicando que se cae en ellos según las acciones de cada uno.

Aunque en la explicación de Shaka del mundo de los Devas, el cielo, se ve una imagen del Buda, en realidad el Buda no está ahí. Él está fuera del Samsara. Su imagen representa en cambio la iconografía de lo más sagrado en oriente popularmente hablando. Lo que para los occidentales equivaldría al cielo. Es decir, el Buda. 

Si quieres ver esta representación de los seis mundos del Samsara en la cultura popular, busca el capítulo 56 de la serie Caballeros del zodiaco titulado “Shaka, el hombre más cercano al gran maestro”.



LOS KARMAS DEL SAMSARA EN NUESTRO MUNDO

Los seis mundos en nuestra vida actual

Como comentamos anteriormente, los sufrimientos de los seis mundos tienen su equivalente aquí en el mundo de los humanos. Los padecimientos de los seis mundos aquí son consecuencia del mal karma generado por quien los padece y como consecuencia, también son causantes de que ese karma los lleve a prolongar esos padecimientos en los respectivos mundos hacia los cuales sus conductas les abren camino.

El sufrimiento Naraka en los humanos

El padecimiento de los Narakas en este mundo hace referencia al sufrimiento de la desgracia generada por acto barbáricos y abominables. La depresión profunda cuando es generada por el remordimiento de actos malignos y no por condiciones clínicas. También hay personas que generan un gran sufrimiento y por el momento no padecen sus consecuencias como por ejemplo los pedófilos, los narcotraficantes, los asesinos y los delincuentes que realizan actos atroces contra personas indefensas. El sufrimiento que generan a otros les abre el paso al mundo de los Narakas y están en posibilidad de padecer ese sufrimiento aquí o en el mundo respectivo del más allá.

Algunos comenten actos tan abominables que su karma los persigue y terminan sufriendo en carne propia el mismo mal que han generado o alguno peor. Un ejemplo común es cuando una comunidad encuentra a un pedófilo y toma justicia por mano propia. O cuando hay guerras entre narcotraficantes y se matan de maneras crueles entre sí.

La base del sufrimiento de los Narakas en esta tierra se basa en las acciones cometidas más que todo contra otras personas en contraste con los otros tipos de sufrimiento que son más relacionados en como la persona se trata a sí misma. Por eso los sufrimientos de los Narakas son los más terribles. Porque las transgresiones éticas y morales de la conducta social son más graves. Este karma en muy pesado y extremadamente sucio. Y cuando florece, sus consecuencias siempre son terribles para quien lo padece.

El sufrimiento Preta en los humanos

El sufrimiento Preta es como ya conocimos, basado en las ansias y en el hambre enfermizo de algún aspecto de la vida de la persona. Éstas son personas que tienen una fijación en la vida de forma obsesiva. Aquí podemos hablar de personas muy tacañas o avariciosas que anteponen la acumulación de dinero por encima de las personas. También hablamos de personas muy celosas que son incapaces de vivir sin una pareja por su inseguridad. Cualquier persona que desplace el objetivo natural de la vida, el cual es el amor y el servicio a los demás, por algún objeto o idea, es una persona que se está creando un karma camino al mundo de los Pretas.

Este es el sufrimiento de los adictos. Los alcohólicos, adictos al juego,  a la marihuana, dependientes químicos de barbitúricos y drogas duras, todos ellos crean un karma muy negativo y muy sucio que los hace esclavos de sus propias ansias y les genera un sufrimiento que puede terminar acompañándolos el resto de su vida y más allá. Las personas que desarrollan una dependencia emocional patológica también desarrollan un karma de este tipo. Éstas son personas mental y emocionalmente débiles que suelen tomar pésimas decisiones y prefieren estar con personas que les hace daño antes que estar solas. El hambre por tener afecto, aunque sea dañino, puede más que el sentido común. El síndrome de la mujer golpeada es un signo de este tipo de sufrimiento Preta.

El sufrimiento animal en el mundo humano

El sufrimiento animal en el mundo humano hace referencia a aquellas personas esclavas de sus instintos más bajos. Personas en las cuales su cerebro primitivo toma todas las decisiones. Las personas que se dejan llevar fácilmente por sus impulsos sexuales sin contemplar las consecuencias de sus actos o que se acostumbran a ser oportunistas aprovechándose de los más débiles para sacar beneficio propio, son los más propensos a padecer este tipo de sufrimiento. Los ladrones, los delincuentes comunes y los asesinos callejeros son creadores y víctimas de este tipo de karma. Hay comunidades enteras, zonas en las cuales las leyes de la naturaleza valen más que las leyes humanas. Lugar que son llamados “selvas de cemento” sobre los cuales se les advierte a personas del común que no deben meterse porque les correrían un peligro innecesario.  

Hay barrios enteros en los cuales la vida de las personas no es muy alejada de la vida animal. Esta suma de karmas negativos que se alimentan entre si generan un karma compartido que puede hacer de un espacio habitado, un lugar en el que abundan la pobreza, la violencia y la ley del más fuerte. Una vez un amigo que por circunstancias personales tuvo que estar en un barrio con estas características a altas horas de la noche, me contó un relato desalentador.

Estaba hablando con otra persona en una esquina cuando de pronto un motociclista que venía a toda velocidad, perdió el equilibrio y chocó contra un poste. El hombre salió volando varios metros junto con la máquina que se hacía pedazos mientras volaba y caía detrás de él.

En una esquina cercana, había unas personas en una tienda licorera. Bebiendo cerveza y conversando. Al ver el accidente, todos se levantaron y salieron corriendo en dirección al herido. El primer pensamiento de mi amigo fue, que bien, van a ayudarlo. Pero no fue así. Los individuos saltaron sobre él como carroñeros buscando que tenía encima, vaciando sus bolcillos, arrancando partes de la moto, quitándole los zapatos y hasta la última moneda que traía encima. La imagen, me cuenta mi amigo, fue patética y vergonzosa. Más teniendo en cuenta que una persona recién accidentada debe dejársele quieta por el peligro de que pueda rompérsele una vértebra o hacérsele un daño mayor si se le mueve bruscamente. La vida les importaba un rábano, lo zarandeaban como a un muñeco por quitarle lo que tuviera, comentaba mi amigo con desagrado. Este comportamiento animal genera un karma en el cual se carece de misericordia, como en el mundo animal. Por lo general la gente que genera este tipo de karma tiene un final cruel y sin dignidad.

Es un error pensar que todos los barrios pobres son pobres por razón de un mal karma colectivo. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Hay barrios pobres, populares y muy humildes en los cuales las personas son todo lo contrario de lo que acabamos de describir y en los que abundan el karma positivo y benéfico. Lugares en el que las personas son buenas y trabajadoras, libres de vicios y muy amables con los visitantes.

Un mal karma puede generar pobreza. Pero pobreza no significa mal karma. Simplemente significa carencia de bienes materiales. Hay mucha gente carente de muchas cosas, incluso lo básico, pero con una riqueza espiritual, ética y moral muy grande. Hay barrios enteros en los que uno se siente realmente seguro y querido porque la gente está enseñada, precisamente por las condiciones duras de su vida, a tratar bien a los demás y a reconocerse en los otros.

Sufrimiento humano

No hay mucho que comentar aquí ya que este tipo de sufrimiento ya lo describimos. Podemos agregar que en cuanto a este tipo de sufrimiento, el Buda explicó que la clave para superarlo es entrenar en el control de nuestras emociones. No hay que ser ajenos a nuestros sentimientos, ni negarlos, ni combatirlos como si fueran algo malo. Los sentimientos no son elementos negativos en nuestra vida. Lo perjudicial de los sentimientos surge cuando se cargan de más poder del que deberían tener y los dejamos crecer y controlarnos haciendo débil nuestra propia voluntad. Es el exceso en la intensidad de nuestras emociones lo que provoca nuestro sufrimiento, no la emoción en sí, ya que las emociones son necesarias, en esencia benéficas y nos hacen lo seres que somos.

Perder a un ser querido genera dolor y hay que asimilarlo. Es natural sufrir por ello y es necesario apartar un tiempo y un espacio para realizar nuestro duelo. Pero cuando el duelo se extiende a un período de tiempo demasiado extenso o simplemente se decide no superarlo y seguirlo manteniendo, y cuando la pérdida modifica y condiciona nuestra forma de vivir en el mundo, entonces podemos decir que la emoción es negativa y debe trabajarse. Se debe entonces buscar ayuda profesional o espiritual y hacerse cargo de ello de manera que cerremos el círculo, despidamos a nuestro ser querido con alegría y paz y podamos seguir disfrutando el privilegio de estar vivos sin remordimiento ni pesares. Esa es la manera apropiada de tratar las emociones muy fuertes y perjudiciales. Para poder hacer eso, contamos con las Enseñanzas de Buda.
  
Sufrimiento Asura en el mundo humano

Las personas que genera el mal karma del Asura en nuestro mundo son personas atrapadas en el sentimiento del odio y la necesidad de revancha. Son personas que viven del odio y por el odio. Se les suele llamar gruñones, considerar pesimistas o criticones, o simplemente gente de mal carácter. También podemos ver el karma del Asura en personas, generalmente hombres, que suelen buscar pelea y no perder oportunidad para armar trifulca. En las mujeres este karma suele aparecer en personas que constantemente hablan mal de otras mujeres y se han acostumbrado a una forma de competencia desleal y venenosa entre el género. Como una forma sucia de encontrar auto valía y sentirse bien consigo mismas.

El tipo más fuerte y desafortunado de Asura es aquel que encuentra una estructura ideológica para justificar sus malas acciones. Al igual que los Asuras del Samsara, éstas son personas que poseen un profundo odio y envidia contra otro individuo, grupo o ideología, a las que generalmente consideran en un estatus más alto o superior. Y dedican su vida a combatirlo desde todos los aspectos de su vida.

Este es el mundo de los militantes radicales, los fanáticos ideológicos y los odiadores. La persona atrapada en el Asura se enrola en grupos y causas sociales que posteriormente usa para justificar su odio. Veganos, animalistas, ateos, fanáticos religiosos, supremacistas, antisupremacistas, nacionalistas, comunistas, etc. Incluso algo tan insulso como ser seguidor de un equipo de fútbol es razón suficiente para que el Asura no dude en hacerle daño a otro ser humano, e incluso quitarle la vida.

El estudiante encapuchado que lucha contra el poder del opresor arrojándole un coctel molotov a un policía anti motín y encienden a la persona en llamas generándole graves quemaduras, mucho dolor y poniendo en peligro su vida, en realidad no lucha contra el mal ni la corrupción. Ni a favor de la justicia ni de los pobres. No se cambia en nada la situación social ni se hace justicia incendiando a otro ser humano solo porque trabaja en la policía. En realidad y en el fondo, al Asura no le interesan las causas justas que dice defender. Solo las usa como válvula de escape para liberar su necesidad de violencia y de odio.




Existen personas honestas que dedican su vida a luchar a favor de ideologías y causas sociales que consideran dignas y justas. Las personas atrapadas en el Asura dicen compartir estos ideales. Pero en realidad para el Asura, la violencia siempre es la única opción, siempre es una forma legítima de lucha y siempre está justificada. Así el aniquilar otra vida no arregle nada ni ayude a nadie. Incluso sabiendo que estas acciones generarán el efecto contrario y legitimarán la injusticia, el Asura jamás renunciará a la violencia. Está atrapado en ella. Este estado de ignorancia genera consecuencias desastrosas para sí mismo y para todos los que le rodean.

El Asura confunde defensa con violencia; destrucción de la propiedad ajena con lucha digna; odio con valor; igualdad y equidad con revancha y venganza. Justicia con asesinato justificado. Este es un karma de odio que concentra muchísima ignorancia, y es muy difícil de superar.



Sufrimiento de los Devas en el mundo humano

El sufrimiento de los Devas en el mundo humano es el sufrimiento de personas que obviamente poseen un estatus de vida superior a la mayoría. Es algo que podemos asemejar a lo que era la vida del príncipe Siddhartha antes de escapar del palacio en busca de la liberación del sufrimiento.

Nos referimos a personas con mucho dinero que están alejadas del mundo y que lo ven solo de lejos y en formas ilusorias. Desde las ventanas de sus automóviles y aviones y desde pantallas y monitores de aparatos, pero que difícilmente conocen el mundo real fuera de la seguridad de su estatus superior.

Las personas que tienen este karma sufren de un mal muy particular. El desconocimiento del sufrimiento real de las personas. Al desconocer el sufrimiento humano como realmente es, éstas personas se hacen una idea de él. Una idea muy vaga que a la vez les genera mucha inquietud. Y es una idea a la que le tienen miedo. A diferencia del Asura cuya marca principal es el odio, para el Deva la marca principal es el miedo. El Deva padece dos miedos principales. El miedo a perder y el miedo a sufrir.

Estos dos temores son los demonios acosadores de los Devas en la tierra. El miedo a perder surge debido a que entre más se tiene, más se quiere. Tanto así que el no ganar también se siente como pérdida. La persona se valida a sí misma en todos sus aspectos según lo que tenga o no tenga y su valor como persona termina siendo proporcional a su riqueza material, lo cual es peligroso porque si la riqueza se devalúa o se pierde, la persona se puede quebrar a sí misma al perder su referencia externa de valor. Veamos esto con un ejemplo.

Uno de los íconos del suicidio es el del empresario corporativo que se lanza de la azotea de un rascacielos, lo cual a pesar de ser un arquetipo más que todo estadounidense, ocurre en todas partes del mundo. Se trata de un caso bastante repetido en la historia moderna de los países industrializados el que un tipo cuyo nivel de vida es exageradamente alto y opulento, termine volándose los sesos con un revolver con mango de plata o lanzándose de la azotea de un edificio que representa poder económico. Durante la gran depresión norteamericana del 29, los descalabros financieros de los 80s y los 90s, más otros desfalcos descubiertos después de los 2000 hasta la actualidad, este tipo de suicidios sigue sucediendo.

Uno pensaría rápidamente que perder cien mil millones de euros es razón suficiente para echarse un clavado al pavimento desde el piso 64, pero deténgase a pensarlo mejor. En la mayoría de los casos se trata de una pérdida tan grande, que el estilo de vida del millonario simplemente se hizo humo. Todo el capital que tenía ha desaparecido ya sea por una mala apuesta financiera o una traición. En todo caso lo que esto significa es que esta persona, que antes veíamos como uno de los dioses del dinero, ahora ha caído en desgracia hasta un nivel muy bajo. Es decir, el de nosotros. Como la persona que escribe o que lee este blog.

Una persona de clase media que toma el transporte público, tiene un empleo de ocho horas diarias en algún lugar aburrido, espera los viernes con ansias y detesta los lunes con locura, hace turismo en lugares populares llenos de gente poco agraciada y para la cual pagarse un fin de semana con su esposa en una finca hostal más o menos decente significa darse un “lujo”. ¿Es eso realmente una razón para matarse?

Aunque la quiebra de un millonario significa una pérdida económica de proporciones épicas, lo cual obviamente tiene serias consecuencias emocionales, son muy pocos los casos en los cuales la persona queda literalmente con lo que trae encima. Puede que su capital haya decrecido hasta llegar a ser ridículo, pero difícilmente podría quedar en cero, o perder totalmente todo su patrimonio y pasar de tener decenas de propiedades a no tener ni un simple apartamento. De todas maneras, un millonario que acaba de quebrar tiene más posibilidades de conseguir empleo que un joven profesional recién graduado. El problema es que para estas personas, pedir ayuda a sus antiguos iguales resulta algo profundamente vergonzoso y penoso. Algunas amas de casa preferirían morir antes que sus antiguas amigas del club las vean en un supermercado metiendo legumbres en un carrito. El orgullo y la vanidad resultan más caras que el dinero.

Un millonario quebrado tiene al menos aptitudes para servir en el mundo de la clase media. Pero la sola idea de “servir” le es extraña, atemorizante y vergonzosa. Hasta el punto que la muerte le parece mejor opción. Ese es el temor a perder de los Devas. De todas maneras, si hay casos más duros que otros en los que la pérdida económica es solo un aspecto del trauma. A veces la imagen, la dignidad, el buen nombre y el orgullo de ser quien era se pierden de un momento a otro y la persona decide acabar con su vida. Por lo general sabiendo que es culpable de lo que se le acusa. Una persona digna y correcta, inocente de una acusación falsa, no contemplaría la opción del suicidio porque simplemente carece de sentimiento de culpa por su desgracia.

El otro temor del Deva es el miedo al dolor. Al haber vivido la mayoría de su vida en un espacio de protección e ilusiones agradables, el enfrentarse al dolor real le genera un trauma para el cual no estaba preparado y carece de las herramientas mentales y emocionales para asimilarlo. Muchas veces ni siquiera tienen la información básica o el sentido común de lo que deben hacer cuando la vida les golpea.

Los organismos de salud mental por años han registrado que el índice más alto de suicidios no está en la clase media ni en los sectores más populares donde se esperaría, ya que la vida es más difícil, sino en las clases altas. Suicidarse en un vicio aristocrático, y suelen ser muy dramáticos en ello. Las mujeres suelen preferir los venenos y los hombres las armas de fuego. Ambos suelen dejar notas suicidas en las que explican sus razones, sus sentimientos, a veces su herencia y una corta y cortés despedida escrita en una caligrafía elegante. Otros no dejan nada más que un desorden increíble.

Las personas de clase alta son las más propensas al suicidio debido a que son las menos preparadas para enfrentar el dolor, y la formación espiritual que reciben es demasiado superficial, ceremonial y ornamental. No tienen una formación espiritual realmente sólida hablando de cristianismo como por ejemplo la de los sectores más regulares que suele ser más consistente, práctica y les brinda una forma de resistir el dolor mucho más fortalecedora. No quiere decir esto que todos los ricos son emocionalmente débiles y vulnerables. Estamos hablando igual que en cada caso, de un tipo de karma referente al Samsara en el cual algunos individuos se encierran a sí mismo debido al karma que generan.

Conclusión

Como podemos ver, la cosmología budista es basta y muy poderosa. Curiosamente, los otros sistemas de creencia pueden tener sentido dentro de la lógica del universo budista. Podemos ver por ejemplo, como la tradición de nuestra cultura cabe perfectamente dentro del budismo. El Dios hebreo tiene su lugar en el mundo de los Devas. Su antítesis y antiguo lugarteniente Lucifer, ocupa su debido puesto en el mundo de los Asuras, desde donde lucha contra él por la ambición de suplantarlo frente a la humanidad. El infierno de fuego cristiano encaja perfectamente en una de las regiones de fuego de los Narakas. Y hasta el limbo o purgatorio de los católicos puede interpretarse en el mundo de los Pretas. Al parecer los místicos teístas dieron vistazos aislados y fragmentados del mundo del más allá y los reprodujeron en sus escritos.

Podemos analizar distintas culturas religiosas y hacer paralelos con la nuestra. De ésta manera conocemos más de nosotros y de nuestros vecinos, y podremos aumentar nuestra cultura y conocimiento. Es una forma muy divertida de educarnos y compartir conocimiento.

Así llegamos al final de este extenso análisis del más allá y de los mundos del Samsara manifestándose en nuestra vida. Espero que les haya gustado y que sigan investigando más sobre este apasionante tema.

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