jueves, 11 de mayo de 2017

Un budista en la calle.

En la calle no hay ceremonias. No hay objetos sagrados ni hombres santos ni mujeres sabias dedicados a brindar sabiduría. En la calle no hay cantos ni imágenes ni ambientes pacíficos que sean propicios para expandir nuestra consciencia. El budismo no es una religión de salón. En la ciudad, los templos y salas de meditación son lugares de resguardo, de refugio. Son trincheras de escape cuando el agotamiento y la violencia de la vida nos acribillan hasta el punto de la rendición. Esto es una equivocación y una ilusión.

Los templos, las salas de meditación, las Sanghas, no son cámaras de aislamiento. No son herramientas evasoras para liberar la presión. No son escondites sagrados para darnos un respiro antes de que la fuerza brutal del mundo nos haga explotar. Los altares no son descanso para desfallecidos. Son lugares de entrenamiento.

Son centros de fortalecimiento. No se va ahí a descansar la mente, se va a entrenarla. No se busca relajarse y desentenderse de todo por un momento como si fuera un pequeño espa psicológico. Es un campo de práctica, de ejercicio, de fortalecimiento mental para poder salir a la calle, allá afuera,  y enfrentar y vencer a todo lo que se nos presente como amenaza u obstáculo.

Tomar el budismo como una válvula de escape es hacer lo mismo que hace la gente con el licor. Se carga y se maldice de lunes a jueves. El viernes hay una euforia total porque se beberá hasta caer, el premio después de sufrir tanto estrés. El sábado se embota la mente con comercios banales que simulan más recompensas. El domingo es todo un día de lamentación porque mañana es lunes y la vida miserable empieza otra vez. Ir una vez por semana al templo para recargar baterías para los otros seis días es igual que renunciar al licor y ser abstemio toda la semana pero desahogarse bebiendo los viernes.

Las prácticas del salón de meditación deben llevarse a cabo todos los días, a todas horas, en todos los lugares. ¿Suena un poco incómodo y agotador? No hay zonas de confort en el budismo, de hecho la práctica del Dhamma es el enemigo número uno de las zonas de confort. Incluso el confort que genera el mismo budismo. Los maestros advierten esto constantemente.

En la calle tomo un taxi. Llego a mi destino y el taxista me cobra casi el doble de lo que en verdad debo pagarle. Me niego a pagarle de más. Monta en cólera y estamos listos para pelear. ¿Qué hacer? ¿Mis horas de charla y meditación en el grupo budista me prepararon para esto? ¿O sólo me prepararon para sentirme bien y a gusto en el grupo? Siento rabia. Sé que tengo razón. Conozco la ciudad, estoy enterado de las tarifas, veo los noticieros, sé que el taxista quiere estafarme porque no parezco de aquí, tengo aspecto de extranjero. Pero esta es mi ciudad. ¿Llamo a la policía? ¿Le tiro el dinero justo a los pies y me voy?

Existe un viejo dicho en la calle. Jamás te metas con conductores de servicio público, con policías y con prostitutas. Siempre esperan una excusa para explotar y no miden consecuencias. Las personas que más tienen que lidiar con lo peor de la sociedad se vuelven peligrosas pero tampoco podemos ser inermes ante la injusticia.

Alguien se cuela en la fila del cine. Hay un hombre golpeando a una mujer en una esquina oscura en la noche. Un hombre joven se abalanza sobre una muchacha para quitarle su celular. La golpea brutalmente y escapa. ¿Debería socorrer a la muchacha o perseguir al ladrón y detenerlo? La única manera de detener a un ladrón es caerle a palos. No son dóciles. ¿Debo meterme en una pelea? ¿Defender al más débil? ¿Debo alejarme de toda violencia protegiendo mi estabilidad mental y me integridad física?

Es fácil llevarle comida a un perro callejero. Curarle una pata. Buscarle un hogar a unos gatitos desamparados. Los animales son agradecidos. Las personas no. Aquí han habido casos en los que un indigente llega a una casa pidiendo un pedazo de pan y un vaso de leche. Cuando la señora le da algo de comer y él se da cuenta de que está sola, accede a la fuerza a la casa. Golpea brutalmente a la mujer, la viola, roba todo lo que puede y la deja herida y ultrajada. Todo por ser de buen corazón. ¿Debo negarle un pan a un drogadicto?

En los salones de meditación todo está limpio. Todo está en su puesto y la gente se comporta según un programa no oficial pero definido. Esto en la calle es una ilusión.

A menos que viva en una lujosa mansión en la cima de una loma al margen de la sociedad, ¿Me estoy preparando para vivir en la sociedad? ¿Me estoy preparando para lo peor que pueda pasar? ¿Si pienso demasiado en ello me volveré paranoico y despreciaré a la humanidad?

Cuando estoy meditando pienso ¿Qué me puedo llevar de aquí para poder usarlo afuera? ¿Ser budista es ser pasivo a toda prueba? ¿Negarme a la violencia aun cuando mi vida está en riesgo? ¿Cuándo la vida de mis familiares está en riesgo? Las personas salvajes son víctimas de su ignorancia y la ignorancia siempre puede ser superada, pero, ¿Voy a superar la ignorancia de un tipo que tiene un revolver en la sien de mi esposa, es adicto y sé que la va a matar porque no tenemos nada que darle y está en pleno síndrome de abstinencia? ¿Debo dejarla morir y llamarle a eso karma? ¿Y si tomo la piedra que tengo cerca y lo mato, no merezco ser budista? Son ejemplos extremos y precisamente ese es el punto. Estamos preparados solo para afrontar tonterías y el budismo no es un recetario para tratar nimiedades que ilusamente creemos, es lo único que nos puede pasar.

La ignorancia es una marea constante que nos levanta y nos baja a todos por igual, sin distinción de creencia ni de ninguna otra. Hay terrorismo en lugares de paz. Fanáticos haciéndose explotar. Asesinos en masa con automáticas. Espectaculares asaltos a bancos. Vulgares ladrones con cuchillos oxidados. Cuando recibo pacientes que han pasado por experiencias de este tipo y necesitan tratar los traumas después de la supervivencia, siempre escucho casi la misma frase: “Jamás pensé que esto me fuera a pasar a mí. Siempre pensé que le tocaría a otro. No a mí.”

Hay una hermosa chica que quiere ir a un lugar privado. Se ve demasiado joven. Es muy hermosa, muy sensual. Es menor de edad. (En algunos países es ilegal solo con menores de catorce) “Tengo quince. Es legal. Vamos.” Me dice. ¿Aunque sea legal debería negarme a hacerlo? El Buda dice que el impulso sexual es uno de las más poderosas fuerzas a vencer. Dice que si hubiera otro impulso con la misma fuerza del impulso sexual, la iluminación no sería posible. Ella lo quiere. No hay engaño. Técnicamente nadie saldrá herido. ¿Debería acceder? ¿Debería negarme? ¿Por qué si y por qué no?

Ser budista significa ser abstemio. ¿Soy abstemio? ¿Soy un budista que se permite unos pequeños tragos de vez en cuando pero jamás se permite emborracharse? ¿”Casi totalmente” es equiparable a “totalmente”? ¿Estoy tomando esto en serio?

Todos somos diferentes y todos tenemos distintos tipos de personalidad. Nuestras opiniones y forma de tomar decisiones son diferentes. Nuestra forma de llevar una vida budista es diferente. Recordemos que una cosa es usar el Dhamma para mejorar nuestras vidas y otra muy distinta es tomar nuestra vida y re hacerla toda dentro del Dhamma. Esto es la diferencia con lo que yo he llamado, budismo para turistas. Tomar el Dhamma como un práctico accesorio que me ayuda, me da tranquilidad, sentido de identificación y un norte, es fácil. Pero cuando la vida real golpee a la puerta, los accesorios no servirán para nada. Entonces el turista se quejará de que el tal Buda es un fraude.  

Practicar el Dhamma no es fácil. Con ello renuncias al licor, y con el licor pierdes amigos. Renuncias a la oportunidad de ejercer cierto tipo de trabajos y eso es una decisión que a veces parece absurda. Tienes que renunciar a ciertas ideologías que fueron muy fuertes en el pasado y con ellas a más gente. Tienes que cambiar todo el esquema de relación de pareja. Incluso la manera en la que vives tu vida de familia. Cuando alguien dice que el budismo no ordena nada, no exige nada y solo enseña cosas buenas y lindas si tener que sacrificar nada, solo pienso en lo aburrido que debe ser vivir como un turista que no va a ningún lado. Este artículo está escrito sólo para los que tienen la intención de hacer del Dhamma su estilo de vida pero no como la frase cliché que utilizan los vendedores de clases de yoga, sino de manera literal. Tan literal como la vida lo permita.

El Buda ha dicho:

No vivas una vida baja; recuerda y no olvides;
no sigas ideas equivocadas; no te hundas en el mundo.

Dhammapada verso 167

Es muy fácil convertir el budismo en una zona de confort. En un espa mental y más que todo en un ornamento social. Ha veces se puede caer en una profunda superficialidad por medio del apego a las formas culturales de la tradición. La ceremonia, el ritual, los objetos, las imágenes y más que todo los líderes. Los occidentales tenemos la manía de simplificarlo todo bajo la ley del mínimo esfuerzo. Si yo encuentro un maestro, llámese Dalai Lama, Tich Nhat Han o quien sea, y decido que esta persona tiene resumida en su sabiduría todo el conocimiento fundamental del Buda, lo que estoy haciendo es simplificar mi interpretación del budismo concentrándolo en una sola persona. Esto me ahorra el esfuerzo de buscar por mí mismo. De cuestionar, de investigar. Incluso de pensar. Cuando uno tiene un problema, se va corriendo a internet a buscar una respuesta que el maestro haya dado. Porque prefiero que todo se me dé ya preparado,  hecho, masticado, para que yo solo tenga que abrir la boca y engullir como un polluelo regordete en un nido. El Buda rechaza esta actitud. Es difícil darse cuenta de que si uno se recuesta mucho en una tradición, uno corre el riesgo de convertirse en un paralítico mental para el cual todas las respuestas ya están dadas por alguien más.

El Buda ha dicho:

Ten fuego como un noble caballo tocado por el látigo. Por la fe, por la virtud y la energía, por la contemplación y la visión profundas, por la sabiduría y la acción adecuada, vencerás los pesares de la vida.

Dhammapada verso 144

El objetivo de Apuntes de un budista no es solamente incentivar la investigación dentro del budismo ni ayudar a los practicantes que están solos a que se animen a iniciar la vida dentro del Dhamma. Otra gran meta de Apuntes de un budista es encontrar la manera de tomar las enseñanzas de Buda, sacarlas del salón de meditación y ponerlas en práctica allá a fuera, en la calle, en la casa, en la vida real. Dejar esa idea romántica e infantil de un altar sagrado en el que todo está bien y al que hay que volver para “recargar baterías” porque la vida es dura y el budismo es la fuente de la paz.

No. Hay que hacer lo que el Buda dice que hagamos. Poner sus enseñanzas a prueba. No donde sabemos que las respuestas siempre serán positivas sino donde corremos el riesgo de que no funcionen. La chica precoz que se insinúa, la pelea con el taxista, la violencia callejera, un atraco, un accidente. ¿Qué dice el Buda que hay que hacer? El Buda dice que hay que hacer siempre lo correcto. Siempre. Sin excusas y sin dudas. ¿Pero cómo saber qué es lo correcto? ¿Cómo saber cuándo estoy actuando con sentido común y cuándo soy un cobarde? ¿Cómo puedo distinguir la diferencia entre una situación y otra?

Ni el Dalai Lama ni el Buda van a estar ahí junto a ti para susurrarte al oído qué debes hacer. Ni se van a aparecer en un celular o en un vídeo de youtube para darte la respuesta correcta. La única manera de llegar a esas respuestas es estudiando y practicando. Y practicando no en un salón, sino en la calle. El Buda ya dio sus enseñanzas. Ponerlas en práctica o no es cosa tuya. Sólo hay una advertencia. No hay fórmulas mágicas ni caminos simples y fáciles ni respuestas milagrosas que se consiguen en retiros caros. Todo ello es una colorida mentira. Y en el fondo lo sabes.

Una de las ventajas de ser latinoamericano es que estamos muy lejos de una influencia cultural predominante. Algunos dirán, qué lástima que no hay un templo de tal o cual tradición, qué lástima que no hay un maestro venido de tal país. Pero en cambio yo veo en ello una ventaja. Ésta situación nos obliga a estudiar el budismo sin filtros. Cada tradición tiene una influencia cultural, regional e histórica. Nosotros, por carecer de ellas, somos menos susceptibles a sus influencias, de manera que tenemos una oportunidad de ver más fácilmente el factor común a todas, un budismo más universal, y por decirlo de alguna manera, más puro en un sentido de simplicidad. A la larga, las tradiciones y las culturas no son más que ruidos de interferencia que dificultan la comprensión más práctica de las enseñanzas y nos llevan a otros mundos a los que queremos escapar. Cielos e infiernos y demás lugares sagrados. Nosotros, en mi opinión, tenemos la valiosa oportunidad de hacer un nuevo Dhamma ensuciándonos de la misma tierra que pisamos, en lugar de soñar con lugares fantásticos ideados en oriente. Esto es, vivir el Dhamma con los pies bien puestos sobre la tierra, y comprobar sus frutos en la realidad de nuestros días.


Juntar las manos, sonreír y decir “namaste” es muy fácil. Y te hace creer que eso es practicar budismo. Pero estar entre las personas en una ciudad, vivir, amar y correr riesgos no es fácil en sí mismo. Y si a eso le sumas practicar unas enseñanzas en todas esas situaciones, tal vez se haga menos fácil. Pero en mi inocua experiencia y en la experiencia de cientos de miles de personas a través de más de dos mil quinientos años, puedo decirte que en verdad vale la pena. En todos los sentidos en los que algo puede valer la pena. Las ventajas, las experiencias, y la sabiduría que acumulas no se comparan con nada en el mundo. Y la oportunidad de poder ayudar a otros es mucha mejor recompensa que cualquier promesa divina. 


miércoles, 10 de mayo de 2017

Hacer un altar en casa.

Hacer un altar en casa puede ser una buena opción cuando uno ha decidido iniciarse en la práctica de lleno, no hay templos ni monjes en su ciudad. Es conveniente tener algo de práctica en la doctrina para no errar el significado del altar. Cuando se ha adquirido alguna disciplina y un hábito de práctica, por lo general la consecuencia es que la necesidad de un altar se hace importante. 


¿Cómo se interpreta y usa el altar dentro de la práctica budista laica?

Totalmente diferente de lo que es en la práctica cristiana. En el budismo, el altar no posee ningún poder mágico. Tampoco tiene atributos divinos. Esto es porque la imagen de Buda no cumple una función de adoración divina, sino de práctica mental. En primera instancia, la recordación en la imagen de Buda cumple una función de agradecimiento profundo y personal al Maestro. Los rituales que conlleva el altar no son exigencias obligatorias de adoración, son prácticas de entrenamiento mentales y físicas que ayudan al enfoque de la mente. Generan, mantienen y refuerzan la disciplina. Esto es correlacional al nivel de práctica que tenga la persona. No todo el mundo requiera levantar un altar en casa.

Aunque no tiene que ser así siempre, un altar representa una relación muy fuerte con una tradición budista específica. A los budistas laicos de países no budistas, que no tiene acceso a monjes ni a templos, con acceso limitado a Suttas y libros y sin Sangha, les es bastante útil el hacer un altar en casa. Las tradiciones son útiles en cuanto a que ofrecen varias opciones para diversos estilos de vida y diferentes personas, y son pautas que facilitan la práctica según la cultura del practicante. Una tradición ayuda a ordenar y enfocar el estilo de vida budista, conectarse con otros practicantes y es un excelente inicio para levantar un altar en casa y darle uso debidamente.

No es necesario ser seguidor o adepto a una tradición, escuela o maestro budista en específico para ser budista como ya se comentó en el artículo sobre Práctica sin un maestro, por lo tanto se puede levantar un altar sin pertenecer a tradición alguna. Sin embargo hay que tener presente que un altar sin práctica no es más que un adorno estéril. Una ortopedia ornamental.

Un altar es en realidad un gimnasio mental. Un lugar en el que fortalece la mente y se eliminan los pensamientos contaminantes. En el altar se medita, se estudia el Dharma, se realiza la toma de refugio, se hace viva la unión con la Sangha y se hacen prácticas intensivas en los días sagrados o cuando se tiene la oportunidad de estar solo en casa.

Es de gran ayuda investigar mantras y oraciones que entrenen la mente recitándolas en el altar. Hay formas sencillas de hacer postraciones tal cual se hace en los templos. Todo esto, los mantras, las oraciones, las postraciones, son ejercicios de enfoque mental y disciplina. La figura del Buda es usada para que a medida que pasa el tiempo se vaya haciendo más fuerte y más concisa en lo profundo del inconsciente, de manera que cuando se recuerde el Dharma a través de la imagen, la mente no se entorpezca con palabras y conceptos, sino que todo ello venga con el significado de la imagen sin necesidad de un esfuerzo intelectual. Es un entrenamiento del subconsciente desde el estado consciente.

La influencia del altar impacta la totalidad del entorno. Lo ideal sería tener una habitación o estancia únicamente dedicada para el altar, pero no siempre se tiene esta posibilidad. A menudo no hay más opción que hacer el altar en la propia habitación.

Elementos necesarios para un altar budista.

Una imagen de Buda: Investiga el significado de las distintas imágenes de Buda que hay. Muchas tradiciones tienen una imagen de Buda específica. Sin embargo, si estás iniciando, no prestes mucha atención a estos detalles. En principio lo importante es el significado que tiene el Buda y la meditación para quien practica. Consigue la imagen de Buda que más te guste y que te sea accesible. A la hora de la práctica, toda imagen de Buda es útil.

La imagen de Buda se ha hecho popular como imagen decorativa en occidente. Ese uso no le es dado en la práctica espiritual. Las imágenes de Buda no se usan para decorar la casa. Por lo general, en el hogar de un practicante budista solo hay una sola estatua o estatuilla de Buda y es la que ocupa lugar en el altar. Se suelen tener otras estatuas de repuesto en caso de que se estropee la del altar. Aunque para nosotros los occidentales, los cuadros y las pinturas del Buda son formas de arte budista, en muchos países de oriente la imagen de Buda exige el mismo respeto sin importar la presentación que tenga. Queda a tu consideración usar estas formas de arte budista o no. 

Es importante señalar que suele confundirse a Buda con Bu-Dai Hotei. Un monje budista chino que vivió entre los siglos IX y X. Éste monje, también asociado al nombre de Maitreya, tenía un carisma y un contacto tan afectivo con las personas que al morir se le honró como un hombre santo y se reprodujo su imagen hasta convertirse en uno de los siete dioses chinos de la buena suerte. Se le reconoce por su su túnica abierta y desarreglada, su contextura abundante en la que sobresale su enorme barriga y una amigable y amplia sonrisa. Se dice que a causa del parecido de su nombre con el título del iluminado (Buda y Bu-Dai), en occidente se le empezó a asociar equivocadamente con el Buda histórico. Error que se comete continuamente en las tiendas de artículos espirituales. A la hora de conseguir tu estatua, asegúrese de que ésta sea una imagen de Buda y no la del célebre monje chino.

Budai Hotei


Ubicación: Al principio se puede usar una mesa de noche mientras se define el lugar en el cual quedará el altar. Lo ideal es que sea en un lugar alto por razones de respeto y reverencia, a la usanza de los templos. Y también para que esté fuera del alcance de los niños pequeños y las mascotas ya que en los altares suele haber fuego, elementos de vidrio y metal o cualquier otro material que puede romperse y cortar o ser ingerido por los bebés.

Si no se tiene una estancia o habitación aparte en la que se pueda cerrar la puerta, lo ideal es un estante de pared amplio y ubicado a buena distancia del piso. Si esto no es posible, una mesa amplia ubicada en un lugar estratégico y despejado de la habitación, donde el practicante tenga espacio para sentarse en frente, es lo más adecuado. 

No es recomendable que el altar esté cerca del baño o de la cocina por razones de respeto.



Agua: Mantener un recipiente, cuenco o vaso con agua que se debe cambiar diariamente todas las mañanas. El agua del altar no debe desperdiciarse y debe echarse en una planta o darse a cualquier otro uso útil después de ser usada en el altar. El agua representa la claridad de la mente de Buda, por lo cual es bueno mantenerla en un recipiente de cristal, sin embargo esto es opcional.


Flores: Las flores simbolizan el concepto de impermanencia enseñado por el Buda. Deben estar presentes en el altar como ofrenda y deben ser siempre flores reales, vivas, que se marchiten. No flores artificiales, falsas o muertas.


Velas: Se puede usar una vela frente al Buda o también tres velas que representan las tres joyas. Se recomienda que las velas estén sobre una superficie no inflamable como metal. Y nunca se debe dejar el fuego encendido si no hay nadie en la habitación o en la casa. La mayoría de los incendios caseros sucede a causa de altares  con velas encendidas que se dejan solos. Las velas pueden ser de cualquier tamaño y forma. Una buena opción son las velas aromáticas. En hogares donde hay niños pequeños, las velas eléctricas que simulan una pequeña llama también son una buena elección.

Ofrenda: La ofrenda no siempre es imprescindible pero también puede hacer parte del altar. Por lo general se hace con una fruta fresca. Algunas tradiciones usan pequeños puñados de arroz u otro grano.


Estupa: La estupa es un tipo de edificación sagrada en la cual se guardan las reliquias históricas de Buda. Entre las más importantes están la estupa del diente de Buda en Beijin y la estupa de Swayambhunath en Nepal. La estupa representa el cuerpo, la palabra y la mente despierta del Buda. Hay diferentes tamaños y diseños de estupas para el altar.




Si no consigues una estupa o las que encuentras son demasiado caras, también es buena idea hacer una pequeña estupa con piedras de río o de cualquier clase al estilo zen. El objetivo de la estupa es honrar la presencia del Buda. No necesita ser algo ostentoso.


Incienso: Generalmente se usa un porta incienso para varitas de incienso que normalmente puede ser un cuenco con arena limpia en donde se clavan las varitas. También puede ser un incensario normal o un pebetero en el cual se queman esencias aromáticas. Estas dos opciones, o las dos, son ideales para la conformación de un altar.





El mala: El mala o japa mala es el rosario budista. Procede de la tradición hinduista. Consiste en un rosario de 108 cuentas y una piedra gurú, más grande que las demás, al final de la cual hay una borla. El mala viene en una gran variedad de estilos, tamaños y colores. También hay versiones más cortas para la muñeca.

 

A pesar de ser tan llamativo y estético, el mala no es un elemento ornamental ni una prenda de joyería o bisutería. Es un elemento de oración y de práctica. Se usa para la recitación de mantras y la realización de ejercicios meditativos. Hay toda una industria de joyería budista que incluye los malas. Los hay de distintos materiales y tamaños. Algunos muy ostentosos y otros de materiales económicos. Si eres hábil con las manos y te gustan las artesanías también puedes hacer tu propio mala. Esto le dará aún más significado cuando lo utilices. Un mala hecho por su mismo dueño tiene mucho más significado y carga mental que un mala comprado hecho de piedras preciosas.

 

El Dharma: El Dharma siempre debe ir en el altar budista. El Dharma son las enseñanzas de Buda. Un libro, un Sutra, incluso un Sutra impreso, cualquier escrito de las enseñanzas de Buda tiene su espacio en el altar. Hay que tener cuidado de mantenerlo lejos de las velas para evitar accidentes, y del agua para que se estropee. El Dharma del altar debe ser leído regularmente.

 

 

Cada escuela o tradición tiene su propia forma de hacer su altar. Si has escogido una tradición, investiga qué características debe tener tu altar. Algunas tradiciones como las tibetanas son muy elaboradas. Usan siete u ocho cuencos para distinto uso cada uno, frutas, flores, velas, otras imágenes de Budas o buditsavas, mandalas, fotos de maestros, etc. Tienen un protocolo y orden para ello. Otras tradiciones son más sencillas y no requieren tanta especificación. Sin embargo esto no debe ser demasiado importante. Si practicas una tradición tibetana y simplemente no te es posible conseguir todas las cosas que se acostumbran, no hay problema, solo usa lo que tienes a tu alcance. Lo importante es hacer del espacio un lugar de práctica.

Hace casi mil años, un gran maestro budista llamad Honen hizo la siguiente recomendación, "Cuando sigas la vía del Buda, no lo hagas para impresionar a los demás. No hagas de ello un negocio. Practica el budismo como un ladrón: ni siquiera tu esposa o tus hijos deben saber nada de ello".

El altar no es un elemento decorativo para mostrar y crear orgullo. Es un refugio para la práctica y el estudio del Dharma. Un espacio de meditación e intimidad. Hay que recordar esto debido a que la primera vez que un practicante termina su altar, la emoción por el resultado conseguido le puede hacer perder el objetivo del mismo.

El altar debe estar siempre limpio. Se le debe hacer aseo constantemente impidiendo que se llene de polvo o que las ofrendas se descompongan y queden ahí mucho tiempo. El altar, más que un lugar físico, es un elemento que ayuda a entrenar la disciplina, la concentración y la práctica.

En los templos budistas siempre hay  un altar con la imagen de Buda. Este espacio genera identificación y cohesión entre los miembros de la Sangha. Los monjes y los laicos. Mantiene fresca la motivación para practicar el Dharma y ofrece la oportunidad a los que no conocen nada de las enseñanzas de Buda de que sientan curiosidad al respecto y pregunten.  Seguramente los monjes no necesitan de la imagen, aunque también la usan. Ellos ya están en un nivel de práctica que no necesita tales apoyos. Pero los laicos estamos muy lejos de ello, más aun cuando apenas estamos empezando.

El objetivo de poner un altar es llegar a un punto en el que ya no se necesite. Llegar a un nivel de práctica en el cual el Buda, el Dharma y la Sangha estén tan vivos y tan activos en nuestra mente y nuestra persona que podamos hacer en cualquier lugar lo mismo que hacíamos en el altar, es decir, de poder dominar nuestra mente con total control en cualquier lugar y situación. Esa es la meta a la que queremos llegar.



El altar debe ser hecho acorde a tus necesidades y a tus gustos. En realidad no necesitas todos los elementos nombrados aquí. Si quieres y puedes conseguirlos está bien. Pero si no deseas cargarte de elementos materiales puede que sea hasta mejor. Con la sola imagen del Buda basta para que levantes altar en tu casa y realices tu práctica. Incluso, si ni siquiera tienes una imagen aunque sea impresa del Buda, la imagen del Maestro en tu propia mente bastará para cumplir el mismo propósito del altar. Recuerda que el altar es solo una ayuda material, no un rincón de fetichismo. La práctica y el estudio siempre deben estar por encima de nuestras posesiones materiales. 

Ahora que tienes una idea de cómo levantar altar en tu hogar, diviértete. Usa tu creatividad, disfruta de decorarlo, cuidarlo y usarlo. Es una manifestación física de tu devoción al Buda. Y una muestra honesta y genuina de nuestra identidad religiosa, de la cual también debemos estar orgullosos.