viernes, 26 de marzo de 2021

Buda. Patrocinador de astrólogos de TV.

Hace poco, una persona que se enteró de mi práctica budista debido al blog, me preguntó si le podía hacer el favor de leerle el horóscopo.

Quedé un poco así como Batman en el Vaticano. No creí entenderle bien. Le dije que yo no sabía nada de horóscopo. Así que me preguntó si le podía leer el tarot. Eso sí seguro debía saberlo. De nuevo puse cara de póker y le pregunté por qué pensaba que una cosa tenía que ver con la otra. Hombre, pues porque si se sabe de budismo, seguro se debe saber sobre todas esas cuestiones esotéricas. El budismo estudia todo eso. Me contestó.

Me tomé algunos segundos para asegurarme de que no me estuviera bromeando. Lo supe cuando me preguntó cuánto cobraba por lectura. Le expliqué entonces que lo que sea que pensara sobre el budismo, estaba equivocado. Y que si quería, le podía explicar sobre eso con más calma y detalle. Me miró con extrañeza y respondió que tal vez después. Me fui como Batman el en papamóvil, preguntándome que batirayos había sido eso.

La persona con la que tuve esta conversación seguramente no fue la persona más brillante y culta con la que hablé ese día. Sin embargo, me dejó pensando porque después de todo, sí representa una buena parte del pensamiento que las personas del común tienen sobre el budismo.

Desde hace algún tiempo viene saliendo en una cadena nacional colombiana un hombre llamado Simón Heyllerk. Esta persona es una especie de gurú astrólogo nueva era. Habla de energías, cuarzos, tarot, rituales de prosperidad, horóscopos y demás temas de este tipo. He investigado su material y maneja toda esta variedad de temas esotéricos a los que usualmente llamamos nueva era. No sé si el término es adecuado o no, pero es una forma coloquial de saber de qué estamos hablando. El asunto es que en casi todas sus apariciones en televisión, al menos en todas las que me he encontrado, el hombre sale con una gran estatua del Buda junto a él. A veces con una estatua y un cuadro de Buda al fondo. Curiosamente el hombre no dice absolutamente nada sobre budismo en ninguna de sus charlas. Miré su canal de youtube e igualmente, figuras del Buda en casi todos sus videos, pero de budismo, cero.

Otra persona que lleva años usando la imagen del Buda en nuestro país es Jannin Farías. Esta tarotista lleva años en la televisión nacional usando la imagen del Buda como estrategia comercial. Jannin ha sido por años la tarotista oficial del canal RCN, o Caracol, la verdad no lo sé. Pero lleva años en televisión nacional leyendo cartas con una estatua de Buda al lado. El Señor Simón y los astros (así se hace llamar) lleva desde el año pasado haciendo charlas sobre rituales y energías en el canal Caracol, o RCN, la verdad no lo sé. Solo sé que sale en televisión pública, y en algunos canales de tv paga. Y esto me hizo preguntarme cómo será la imagen que tienen las personas del común sobre el budismo.


Aquí en Colombia se asocia al budismo con nueva era y esoterismo de televentas. Eso no es nuevo. Los ocultistas, astrólogos, médiums, e incluso los chamanes amazónicos usan estatuas budistas como anuncios de sus servicios (no imagino qué hará un chamán amazónico con un Buda). Las estatuas de Buda hoy en día son el emblema del mercado esotérico, y se usan como letreros de servicio de energías con cristales, tarot, astrología y baños con hierbas y plumas de pollo (en el centro lo consigues).

Nosotros somos occidentales. Y como budistas occidentales, nuestro respeto por el uso de la imagen del Buda no llega al nivel de exigencia de los orientales, para quienes la imagen del Buda es tan sagrada como sus Enseñanzas, y se molestan cuando ésta es usada de forma inapropiada. En algunos países hasta es regulado el uso de esta imagen por la ley. Pero esto es porque en esos países el budismo hace parte de su historia, tradición e identidad nacional.

Lo que quiero traer a discusión es el impacto que el uso de la imagen del Buda por parte de personas que participan de este comercio, puede generar en los esfuerzos que estamos realizando por propagar el Dharma en nuestra sociedad. Un impacto claramente negativo.

Hacer que el Dharma prospere en nuestro país es difícil. Y cuando se le asocia con este tipo de mercadeo, las personas del común, la sociedad cristiana, se confunde.

No me parece que deba prohibirse la astrología comercial. Simplemente estoy aclarando que son cosas totalmente ajenas al budismo.

La gente piensa que nosotros hacemos eso. Todo ese tema de cristales, energías, rituales, horóscopos, cosas de nueva era. Y malinterpretan las Enseñanzas sin siquiera tener un mínimo de información al respecto. Estas personas, los mercaderes esotéricos, son más propagadoras de la imagen del Buda que nosotros mismos. Y eso puede perjudicar nuestro trabajo de enseñanza del Dharma porque nos etiqueta de una forma totalmente equivocada, genera un efecto de desinformación y desvirtúa nuestra imagen ante la sociedad.     


Básicamente todas las tradiciones religiosas constituidas, especialmente las establecidas en nuestro país como el cristianismo, el judaísmo, el islam, y otras confesiones no abrahámicas, ven estas prácticas esotéricas como pseudociencias, fraudes, prácticas falsas, vacías, e incluso dañinas y perjudiciales. Cada quien tendrá su opinión particular sobre ellas. El asunto es que el relacionar la imagen del Buda con estas prácticas, independientemente de la opinión que nos merezcan, perjudica nuestro trabajo para con nuestra sociedad porque envía un mensaje equivocado. Impide que nos acerquemos adecuadamente a las personas ya que genera en ellos un preconcepto estereotipado de cualquiera que tenga una estatua o imagen del Buda. Y por asociación, de todos los budistas.

Esto hace que antes de poder hablare a alguien sobre el Dharma, primero tengamos que rectificar y aclarar “qué no somos”. Lo que los medios presentan. Y después si la persona nos pregunta, tratar de explicar en qué consiste nuestra doctrina. Es doble trabajo. Para la gente es difícil entender que la práctica del budismo no tiene absolutamente nada que ver con estas cosas.

Ahora bien, alguien puede pensar, ¿Pero a nosotros qué nos importa lo que piense la gente? Nosotros no tenemos que darle explicaciones a nadie, somos libres en el ejercicio de nuestros derechos, y nuestra doctrina no nos exige ir y predicar a las naciones. El Budismo no funciona así. Quien quiera conocer las Enseñanzas, se acercará al Dharma por sí mismo sin prestar atención a esas tonterías. Y de todas maneras, los cristianos, cristianos son. No importa que nos asocien o no con estos vendedores de rituales, para ellos somos ateos, paganos y adoradores de ídolos. El resultado será el mismo.

La respuesta a esta opinión es, sí y no.

Es cierto que para los cristianos ya tenemos un descenso programado y listo, y un lote preparado en el lago de azufre del tío Lu con todas las torturas pagas, incluyendo la discografía de Ricardo Arjona y la serie completa de Padres e Hijos desde el principio (que horrible, me pasé), pero el asunto no es tan simple.

La gente juzgará. La gente siempre juzga. Pero una parte importante de nuestra formación y práctica es la honestidad y la franqueza. Si nosotros dejamos así simplemente porque no es la gran cosa, y puede que en realidad así sea, estaríamos dejando una puerta falsa al Buda y muchas personas que posiblemente se pudieran beneficiar con el Dharma se alejen del budismo para siempre por considerarlo nueva era. Especialmente gente joven que aportaría mucho al futuro del budismo en nuestro país.

Además, teniendo en cuenta que inevitablemente seremos juzgados por nuestra sociedad, que es cristiana en su mayoría, es honesto que al menos sepan la naturaleza de nuestra doctrina y no la confundan con lo que no es.

Si nos van a juzgar mal, que nos juzguen mal por lo que somos, no por lo que NO somos. Si nos van a mandar al balneario del tío Lu, que nos manden por lo que creemos, no por lo que un astrólogo de televentas con una estatua vende. Así al menos, una persona que piense distinto y quiera saber de qué va todo esto del budismo, pueda averiguar de una fuente confiable y no de una persona que vive de leer el tarot y vender agüitas de rosa con una estatua de Buda al lado.

Eso al menos es ser honestos con nuestra propia doctrina. No es que tengamos que cuidar nuestra imagen ante nuestra sociedad (que en parte y de manera personal creo que sí debemos), pero sí es justo ser transparentes y honestos con nuestros compatriotas. Puede que a la mayoría de practicantes colombianos, la función social del budista, también llamada hacer un “servicio en el Dharma”, no les sea tan importante y se enfoquen más en su propio crecimiento personal. Es válido. Pero para los que sí tenemos claro este fundamento, el uso de estas imágenes nos afecta, y no solo en la realización de nuestro servicio en el Dharma sino en otras áreas de nuestra vida. Comentaré algo breve que me acabó de pasar.

Hace poco tuve un cliente en mi casa. Estaba contratando mis servicios. Pactamos una reunión y se quedó en la sala hablando con alguien más mientras yo regresaba a mi cuarto. El cliente olvidó comentarme algún detalle y antes de irse se asomó un momento a mi cuarto para comentarme algo breve. Pude notar en se fijó rápidamente en el altar y disimuló mientras se despedía. El cliente no volvió a llamar.

No estoy diciendo que la pérdida del cliente haya sido culpa de los oráculos televisivos. Evidentemente la persona era cristiana y el trabajo lo ha hecho su pastor. Son excelentes satanizando todo e infundiendo miedo en sus feligreses. Pero insisto en el punto central del tema. La cuestión no es que la persona se asuste y se vaya por un altar. La cuestión es que las ideas que asocia con el altar, no corresponden a la realidad. Y sí, ya sé que ese trabajo es del pastor pero ahora me estoy refiriendo a los astrólogos y a la sociedad en general. Lo de los cristianos es otro tema.

Eso no significa que si la persona supiera en verdad qué es el budismo, o al menos supiera qué no es, se habría quedado. Seguramente se hubiera ido de todas maneras. El problema es que las principales referencias del budismo para nuestra sociedad, no son budistas. El problema es que permitir la distorsión de la imagen del Buda y de su doctrina por parte de estos astrólogos, nos convierte a todos en mentirosos.

De forma indirecta y por omisión. No se vayan a esponjar.

No sé qué pensó esta persona cuando se fue de mi casa después de ver mi altar, pero sea lo que fuere, es lo que la sociedad de consumo le ha dicho. No lo que yo o algún otro budista pueda decirle. La cuestión no es que maneje este tipo de ignorancia. La cuestión es que así las cosas, cuando la primacía de la imagen del Buda no está en manos de los budistas sino en manos de los astrólogos, la posibilidad de tener una oportunidad para que esta persona salga de esa ignorancia, es ninguna. Nunca se tomará la molestia de preguntarme. Y no lo hará por la simple razón de que quienes deberían ser la primera opción para explicar el uso de esa imagen, no lo hacen. Pero los que la explotan comercialmente en toda su capacidad, alguna atrocidad dirán cuando les pregunten por esa estatua.   

Dejar que el budismo se muestre así y no decir nada en parte es aceptar que el budismo es eso. Piense por un momento. Si en lugar de un Buda fuera una imagen de Jesús o el pececito de los cristianos, y en lugar de un cuadro de Buda al fondo fuera una gran imagen de la Biblia. ¿Usted cree que las comunidades cristianas no se quejarían al ver a un vendedor de supercherías usando sus símbolos sagrados para pescar clientes?

Ya sé que esto no es oriente y que aquí éstas imágenes no tienen un significado histórico ni cultural como sí lo tienen los símbolos cristianos. Pero las imágenes budistas sí tienen un significado espiritual y sí representan a nuestra comunidad, nos guste o no.

No estoy sugiriendo que se haga una gran campaña en redes sociales, se convoque a todos los budistas del país como comunidad para mostrar su rechazo al uso de sus símbolos religiosos y que un grupo de abogados invoquen la constitución para que estos astrólogos y tarotistas retiren estas imágenes de sus programas y negocios. El Buda se ha usado para vender estupideces desde el final de la segunda guerra mundial. Lo que digo es que tal vez sería un ejercicio sano el aprovechar alguna oportunidad que surja para aclararle a nuestros cercanos que lo que sea que presenten en estos programas y campañas de redes sociales, no tiene nada que ver con el Buda. Y que si de verdad quieren saber de qué trata el budismo, le pregunte a un budista. Eso es todo. No es algo complicado.  

Claro que si a alguien le suena la idea de los abogados, por mi bien…

Yo creo firmemente en la libertad individual. No solo en la de pensamiento, expresión y credo, sino en el libre mercado. Si van a usar la imagen de Buda para engañar personas, ni modo. No soy quien para juzgar su ética. Pero insisto en el punto anterior. Si voy a ser mal juzgado por mis creencias, quiero ser mal juzgado por mis verdaderas creencias, no por el comercio televisivo de un vendedor de supersticiones. No se trata tanto de que sepan de qué trata el budismo. Eso ya es iniciativa propia. Pero se trata realmente de que sepan de que NO se trata el budismo, para que puedan juzgar debidamente y con verdadera libertad sin importar la conclusión a la que lleguen. Y eso no depende de los astrólogos, sino de los budistas.

Y sí, Además de esto, al igual que a los orientales, me incomoda un poco que se use de una manera tal vulgar la figura que considero más sagrada para mi en la tierra. No al mismo nivel que los orientales. No soy oriental, soy occidental, y si la cosa no cambia y ellos siguen usando grandes imágenes del Buda para impulsar su comercio, tampoco me incomodaré mucho por eso. Simplemente he de aceptarlo como tantas otras cosas que no puedo controlar y ya.

No creo que se deba llegar al extremo purista de exigir que las imágenes del Buda se respeten como lo hacemos nosotros. Las imágenes son solo accesorios de la práctica. Este no es un asunto de doctrina fundamental. Es un tema superficial que no tiene nada que ver con la práctica del Dharma. No es más que un tema casual que me surgió por las preguntas de una persona mal ubicada y me quedó dando vueltas en la cabeza. En realidad, no es de mucha importancia. De hecho, cuando veo a uno de estos astrólogos diciendo su retahíla de tonterías lo primero que me da es risa y luego simplemente cambio de canal. Pero sí me parecía pertinente comentar el tema porque sé que hay mucha gente pensando que los budistas nos pasamos cristales por todas partes y tomamos agua bañada con luz de luna llena para eliminar las malas energías.


No es que las preguntas estúpidas sean dañinas, pero el Dharma tiene la capacidad de ayudar a muchas personas. Y este tipo de promoción evitará que mucha gente tenga esta oportunidad de beneficiarse con las Enseñanzas del Buda.

Y señores, esto va para largo porque según lo poco que vi, lo que se viene es una avalancha de jóvenes astrólogos, coachs espirituales, tarotistas, y nuevos Jannins y Simones que vienen con toda la actitud positiva y grandes y vistosas estatuas del Buda.

¿Qué opinas de este tema?

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miércoles, 24 de marzo de 2021

RECTO PENSAMIENTO

 

El recto pensamiento también es conocido como la recta emoción, la recta intención, o la recta aspiración. Se trata de estar consciente de la relación entre pensamientos y emociones. El fundamento es la intención que tenemos para hacer las cosas. Esta intención, guiada por las Enseñanzas, debe ser un constante ejercicio de purificación del contenido de la mente.

En nuestra cultura solemos relacionar las emociones con el corazón. En el budismo, esta relación está en la mente. Por eso este grado se conoce como pensamiento o emoción, porque no es sano que las emociones se liberen y se expresen sin un mando. Es la mente la que debe direccionar las emociones y no las emociones a la mente. Esta es en gran medida la causa de una gran cantidad de decisiones equivocadas que tomamos. Si algo nos genera un gran sentimiento, sin importar que consideremos este sentimiento como negativo o positivo, y tomamos una decisión cuando estamos en ese estado de fuerte emoción, seguramente tomaremos una decisión equivocada.

Nuestra cultura nos enseña a ignorar nuestra mente y a seguir nuestras emociones a ciegas. Muchas veces hemos escuchado la frase, escucha a tu corazón. Esto es un gran error. Y no importa cuántas veces nos equivoquemos y lo dañinas o negativas que sean las consecuencias de seguir a nuestro corazón, seguimos insistiendo en esta idea romántica y absurda. En el budismo no decimos, escucha a tu corazón. En el budismo pensamos, controla a tu corazón. Controla tus emociones. Encáusalas en la dirección correcta. El camino de la pasión ciega es el camino de la autodestrucción y el fracaso.

Las emociones no son malas ni buenas en sí. Son simplemente un factor intrínseco al ser humano. Como todo, es un factor que podemos usar a favor de nuestro desarrollo o permitir que nos perjudique. Las emociones fuertes no surgen de nuestros pensamientos conscientes. Surgen de un lado de nuestra mente al que tenemos poco acceso y control. Vienen de la parte instintiva de nuestro ser.

Cuando alguien nos agrede o cuando somos testigos de una injusticia, simplemente no podemos evitar sentir emociones perjudiciales. La práctica no consiste en impedir que tales emociones emerjan porque eso es simplemente imposible. A lo mucho estaríamos reprimiendo emociones que posteriormente explotarán sin control. La práctica consiste en evitar que esas emociones se desborden y se fortalezcan hasta el punto de superar nuestro límite de control y reaccionar por impulso, como quien es embestido por una fuerza superior. En lugar de eso, el recto pensamiento nos prepara para quemar esa energía de una forma no destructiva, asimilándola de manera segura y bajo control.

La práctica budista procura que cuando estas emociones negativas fuertes surjan, la mente esté preparada y en capacidad para estar en control. Encausarlas de una manera sana. Poder contener las palabras y las acciones sin importar lo fuerte que sean las emociones. Saber tomar la decisión correcta en situaciones difíciles e incluso, y esta es una gran recomendación que deberías llevar contigo el resto de tu vida, abstenerte de tomar una decisión cuando las emociones fuertes desborden tu mente.  

Cuando algo inesperado ocurra y una emoción fuerte surja con una potencia muy superior a nosotros, lo mejor es detenerse. Aceptar que no estamos en un estado equilibrado y decir, está bien, en este momento no estoy en pleno control de lo que hay en mi interior, así que mejor me detendré ahora. Esperaré a que la fiebre de mis emociones se calme. Meditaré un poco. Me daré un tiempo necesario para que mi mente retome el control total de mi ser. Y solo entonces tomaré una decisión con total seguridad, con total control, con la mejor información y con la mente totalmente fría y despierta. Este es un excelente ejercicio cuando nos veamos inmersos en una gran crisis de ira, de tristeza o de felicidad y euforia. Jamás tomes decisiones cuando tus emociones y sentimientos estén encendidos.

Esto es el recto pensamiento o la recta emoción. Mis pensamientos deben controlar mis palabras, mis palabras deben dirigir mis emociones, mis emociones deben impulsar mis actos guiándome por la sabiduría. Todo se fundamenta en la mente. Si la mente no está entrenada y fuerte, las emociones, los pensamientos automáticos, los sentimientos vulgares y cualquier estímulo del mundo nos encenderá o apagará como si fuéramos simples animales ciegos que reaccionan al azote y a la caricia sin capacidad de decidir. Estaremos a merced del mundo y sus ilusiones.

La comprensión de las emociones y de su naturaleza es fundamental para ejercitar nuestro control mental. Recordemos que las emociones no son dañinas en sí. El camino del Buda es el camino medio. Es el exceso, el extremo y la radicalización de los pensamientos lo que hace que las emociones se conviertan en energías autodestructivas. La comprensión racional de la naturaleza de las emociones y el ejercicio continuo de ver dentro de la propia mente y reconocer nuestras características internas, es el camino para ejercer un adecuado recto pensamiento.

Obviamente, para esto se requiere de la práctica habitual de la meditación.

Como comentamos al inicio, el recto pensamiento también tiene que ver con una intención guiada por las Enseñanzas. Por eso también se le llama aspiración.

Tenemos una brújula moral perfecta e infalible. Una disciplina ética clara. Los cinco preceptos, la compasión y todas las Enseñanzas en general deben ser el camino para avanzar por la vida. Nuestra intención debe seguir siempre este camino, y nuestras decisiones serán acertadas. Nuestras aspiraciones deben ser sencillas y nuestros pies siempre deben estar bien puestos sobre la tierra. Si elegimos este camino, la tendencia de nuestro pensamiento será siempre hacia lo que es correcto, sano y seguro. Recordemos una vez más que el fundamento de la práctica budista es el servicio a los demás, y que este principio debe guiar todos nuestros pasos.

Cuando tenemos este fundamento claro, es decir cuando estamos bien ubicados dentro de la senda de las Enseñanzas, entonces es tiempo de bajar al corazón lo que hemos cultivado en la mente. Debemos ejercitar nuestro sentido de la generosidad. Este será como una luz que llevaremos a todas partes y con la cual ayudaremos a quien quiera que encontremos en nuestro camino. Esto conlleva la práctica del desapego. El ver las cosas materiales en su debido valor. Y la anulación del deseo egoísta.

La generosidad y la compasión son como las dos lámparas que guían el recto pensamiento. Todo lo que nos incline hacia la práctica de la generosidad y el desapego, y hacia la compasión y la ayuda de otros, fortalecerá nuestra mente. Nos dará sabiduría para comprender mejor el mundo y nos purificará de vicios antiguos y dañinos que llevamos cargando por años como el egoísmo normalizado, el oportunismo justificado y el rencor automático.

El punto importante aquí es el control de uno mismo, fortalecido gradualmente por la práctica de la meditación. Y el encaminar los pensamientos conscientes e inconscientes, hacia la senda del Buda. Es un trabajo lento y prolongado, como todo el camino del Dhamma. Este sí es un estilo de vida. Pero los resultados son contundentes y acumulables. Y la sabiduría de esta práctica hace que sea imposible regresar a los estados infantiles en los que las emociones y los sentimientos dolorosos, lastimeros y patéticos, nos dominaban como a niños berrinchudos.

El mundo nos ha hecho creer que explotar en emociones fuertes está bien. Está justificado. Y que no solo es lo debido sino lo más admirable. Ahí están los superhéroes de ahora. Hulk. Un ser que explota en emociones fuertes y acaba con todo a su paso porque está hecho de ira pura que se representa con poder puro. Pero cuando aparece la novia, se achica y se somete como un perro apaleado. Es un yoyo infantil de emociones. Pero como se representa como el máximo poder, la máxima destrucción, y la máxima justificación, entonces adquiere características de héroe. En realidad, vencer a Hulk sería muy fácil. Simplemente habría que apagarlo como a una lavadora vieja con el estímulo adecuado y después darle de baja como a cualquier simple mortal.

El superhéroe Hulk está inspirado en la novela de Robert Louis Stevenson. El extraño caso del doctor Jeckyll y el señor Hyde. Esta novela nos instruye mucho mejor sobre la naturaleza de las emociones de lo que lo hace el super infante verde. Jeckyll es un científico que crea una poción para separar la parte buena del hombre de su lado maligno, y usar esto para el bien de la sociedad. Sin embargo cuando la bebe, toda la maldad de su persona se concentra, y toma el control el señor Hyde, un ser siniestro hecho de maldad pura capaz de cometer las peores atrocidades.    



Cuando la razón, la lógica y la ética imperan nuestra mente, todas nuestras acciones se guían por nuestro sentido del bien. Pero cuando nuestras emociones instintivas y nuestros sentimientos egoístas toman posesión de nosotros, no somos mejores que cualquier animal salvaje despedazando a otro mientras está dominado por la cólera.

La recta visión también implica empezar a ejercer la práctica de la renuncia. La renuncia en el budismo hace referencia a renunciar a todas las cosas perjudiciales a las cuales estamos habituados porque son agradables y nos generan algún tipo de placer. Cosas que sabemos que nos hacen mal pero que no dejamos porque nos gustan mucho, o no sabemos dejar atrás porque el hábito está muy arraigado y el apego es muy fuerte.

Un ejemplo clásico de esto es el licor. Muchas veces cuando alguien me hace preguntas entusiasmado por empezar a conocer el budismo y llegamos al tema del licor, su cara cambia como un payaso cuando se entera de que lo dejó su mujer al escuchar que el licor no es acorde a la práctica. El entusiasmo hace puff.

La razón por la cual es importante la renuncia en el recto pensamiento, es por la cuestión de los sentimientos y emociones perjudiciales. Estamos atados a ciertos hábitos, costumbre, personas o cosas que nos hacen mal porque nos hacen sentir bien. Nos generan un sentimiento agradable o placentero al cual nos aferramos, incluso sabiendo que son perjudiciales. La naturaleza de este sentimiento, más su arraigo a través del tiempo, es lo que hace que se requiera un esfuerzo especial para renunciar a ello.

Si no eres adicto a la coca cola, no tienes que hacer renuncia a ella porque no le tienes ningún apego. Puedes pasar de ella fácilmente y perderle el gusto hasta que te dé igual. Evitas la coca cola porque sabes que te hace mal sin mayor esfuerzo. Pero si eres adicto a estos productos perjudiciales, la sensación de bienestar, el sentimiento de satisfacción y la emoción de alegría que te dan cuando los consumes, serán los objetivos que te harán ejercer la renuncia con disciplina. Estos factores, los sentimientos y las emociones, son los enemigos. No la coca cola. Por eso hay que tener la mente disciplinada. Para dar los pasos adecuados con seguridad. 

Estos dos primeros grados del Noble Óctuple Sendero, la recta visión y el recto pensamiento, constituyen el fundamento de La Sabiduría, el primero de los tres bloques en los que se divide el Noble Óctuple Sendero. La sabiduría entonces, consiste primeramente en reconocer las leyes de la naturaleza, comprender las Nobles Verdades, la naturaleza humana y la realidad de la vida (recta visión) y, basándose en este conocimiento, encausar la mente y las emociones dentro de una misma intensión benevolente, guiada por las Enseñanzas, que nos mantendrá en el camino correcto y lejos de las trampas de la ignorancia (recto pensamiento).

Practicar la sabiduría significa que comprendemos la naturaleza del mundo y la nuestra. Y que mente y emoción no se contradicen, sino que armonizan y avanzan juntas hacia el objetivo último de la superación del sufrimiento. La iluminación.

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martes, 9 de marzo de 2021

RECTA VISIÓN


 La recta visión, o visión correcta, es en cierta manera un punto de inicio natural. A pesar de que, como explicamos en el artículo anterior, el Noble Óctuple Sendero no es una lista numerada de pasos secuenciales y que cada práctica conlleva en sí misma la práctica de las otras siete, la recta visión se puede interpretar como un primer acercamiento real con la Enseñanza Budista en el sentido de reconocerla como el camino espiritual que hemos decidido seguir por el resto de nuestra vida. También, en el artículo anterior, vimos que el orden en el cual se presentan los pasos del Noble Óctuple Sendero obedece más a cuestiones pedagógicas que de la práctica en sí. Esto es especialmente valioso para los occidentales, ya que para nosotros el acercamiento al budismo debe iniciar por nuestro propio interés y nuestra propia voluntad, y no por la tradición, la familia o la cultura como en oriente. Por eso la recta visión tiene un significado especial para nosotros. Porque nuestra búsqueda instintiva de la vida espiritual en el budismo tiene que ver con este grado del Noble Óctuple Sendero.

La recta visión tiene que ver con el conocimiento y la comprensión de la doctrina budista. Pero no se trata solamente de conocimiento intelectual. Tiene que ver con un surgimiento de consciencia. La visión inicial que nos da el impulso para acercarnos y estudiar las Enseñanzas. La recta visión parte de un conocimiento básico que también significa confianza y convicción en que las Enseñanzas del Buda son ciertas, funcionan y son la verdad. Explican la realidad del universo y nos llevan a un lugar seguro.

La práctica de la recta visión es el camino de lo que en el budismo llamamos fe, que es distinto a lo que la palaba significa en la doctrina cristiana. Para el budista, la fe es tener la confianza de saber que lo que el Buda enseñó es la verdad. Y no por creer en ello como en una promesa divina, sino por comprobación directa de que tales cosas son ciertas. En el budismo la fe no se basa en “creer”, sino en “saber”. Es un camino de sabiduría, de conocimiento sagrado que se hace propio cunado uno lo practica y lo aplica en la vida real, no antes. Por eso nuestro uso de la palabra fe puede confundir a los demás. Preferimos usar la palabra confianza en lugar de fe para ser más claros. Pero una vez hemos iniciado la vida como practicantes del Dhamma, la fe, la devoción y la confianza en el Buda adquieren una importancia espiritual infinita que habita en todas las áreas de nuestra vida.

La práctica de la recta visión implica el estudio y la comprensión de las Cuatro Nobles Verdades y su aplicación en la vida, como lo analizamos brevemente en los cuatro artículos anteriores, cada uno dedicado a una Noble Verdad de manera básica y resumida. La comprensión de las Cuatro Nobles Verdades de forma continua y procurando su aplicación en la práctica es el fundamento de la recta visión. Este estudio y experimentación de las Nobles Verdades se mantiene durante toda la vida, igual que toda la Enseñanza. Pero a través de la recta visión, podremos comprender el mundo de manera más profunda. Quitando los velos del engaño que cubren gran parte de nuestra visión del mundo.

Esto quiere decir que en nuestra vida cotidiana tenemos una gran cantidad de conceptos, ideas y esquemas mentales que son ilusorios y que nos crean sufrimiento generado por nosotros mismos. Como por ejemplo la idea de valorarse a uno mismo según el estatus social, las posesiones o los títulos, la idea dependiente del amor romántico, los extremismos políticos, religiosos o de cualquier otro tipo, y más callejones sin salida que son obstáculos que nos impiden avanzar y que están hechos de ilusiones. La recta visión basada en las Nobles Verdades y la práctica del Sendero nos capacita para comprender el mundo más allá de toda ilusión y actuar de forma verdaderamente coherente y sabia. 

Una consecuencia inevitable de la comprensión de la recta visión es el adquirir una conciencia real y cercana del sufrimiento ajeno. Cuando se comprende y se practica la recta visión, una gran parte del egoísmo y la autoreferencia que tenemos en todo, se pierde. La conciencia del sufrimiento de los demás seres hace que la visión del mundo cambie, y esto cambia la manera en la que nos valoramos a nosotros mismos, haciéndonos más humildes, más sencillos, y más interesados en ayudar a los demás. Entendemos que en realidad no somos tan importantes ni tan especiales como creíamos. Y que ante el sufrimiento de la vida, somos exactamente igual de vulnerables a todos los demás seres de la existencia. Sin importar las condiciones en la que estén. Sean estas más o menos privilegiadas que las nuestras. Esta es la semilla de la verdadera compasión.

En el budismo, la palabra compasión no tiene el mismo significado que le damos comúnmente. En el mundo, la palabra compasión se refiere más a la lástima o al sentimiento desagradable que nos genera el contemplar la miseria o el dolor de otros. Es un sentimiento que genera rechazo. De hecho, la lástima y el desagrado producido por ver el dolor de otros, hace que huyamos del sufrimiento ajeno y hace imposible que ayudemos a alguien.

En el budismo, la compasión hace referencia a la capacidad de comprender el sufrimiento de los demás. Las causas próximas que le generan tal sufrimiento y las condiciones en las que este persiste. Saber que el dolor y el ser no son lo mismo. Y que el ser tiene el potencial para liberarse de su sufrimiento, solo que no sabe cómo hacerlo. Y al comprender estos factores, sentir una empatía profunda y no dañina que genera la intención benevolente de ayudar a otros según el alcance de nuestras capacidades. La compasión siempre debe estar presente en todas las acciones que realicemos. Es un factor indispensable en la vida del budista.

La comprensión de la compasión en el budismo también nos da la sabiduría para comprender cuándo estamos en condiciones de ayudar a otros y cuándo no podemos hacerlo. Dándonos la seguridad de saber cuándo retirarnos sin que la frustración y la culpa nos ataquen.  Y entendiendo que a veces apartarse también es una forma de ayudar, teniendo conciencia de que en todo momento estamos aplicando el Dhamma.  

La recta visión es la puerta de entrada al conocimiento real de la vida, de las leyes de la naturaleza y de la verdad última del universo. El Buda a través de su visión perfecta, vio las leyes de la naturaleza y del universo, y usó su sabiduría perfecta para enseñarnos estas leyes a través de un conocimiento estructurado al que llamamos el Dhamma. La recta visión nos hace entender lo importante que es este conocimiento, y lo útil que es al tener la capacidad de prepararnos para todo. Lo beneficioso y lo perjudicial. Lo que nos da tranquilidad y lo que nos hace temer. No hay duda que no tenga respuesta en nuestra doctrina. Por eso es tan importante nuestra disciplina en el estudio.

La recta visión es algo que debemos estar cultivando todo el tiempo. No es como una revelación divina o una epifanía que nos llega de golpe y nos aclara todo el panorama en un segundo. Sabemos que lo que hacemos es la verdad, pero también somos conscientes de nuestra gran ignorancia. La recta visión implica que tenemos que estudiar y comprender las Enseñanzas de Buda constantemente. Todos los días.

Para poder aplicar las Enseñanzas, primero hay que leerlas y comprenderlas. Hay que estudiar. La práctica sin la teoría es un acto fetichista. Y la teoría sin la práctica es letra muerta. En el budismo, teoría y práctica son dos partes del mismo ejercicio. Esto es más urgente para los occidentales que no tienen acceso a un maestro. Para esta población budista, el maestro no es otro que el mismo Buda, así que estudiar es equivalente a escuchar al Gran Maestro.

Para ser budista hay que leer. Hay que estudiar. Hay que tener hábito de lectura. Si quieres ser budista pero la lectura y el estudio no es algo con lo que te identifiques, tal vez deberías reevaluar tus opciones y buscar otra cosa. Mas ahora cuando tantos supuestos conocimientos trascendentales se dan en videos de youtube de quince minutos.

Aquí me permitiré hacer una aclaración. El budismo no se puede aprender ni practicar con videos de youtube. No se puede practicar a base de consejos prácticos, documentales esotéricos, conferencias de supuestos expertos o comentarios de Facebook tipo ensayo. El conocimiento que se brinda en estas plataformas es superficial, y en la mayoría de los casos, terriblemente errado. Durante mucho tiempo he investigado y visto muchísimo material sobre budismo en redes sociales. La mayoría del material colgado en estas plataformas, más que todo los videos, es material totalmente equivocado, incorrecto, muchas veces absurdo y otras tantas hasta peligroso. El material que se presenta en internet es sintético, superfluo, mezclado con ideas equivocadas o doctrinas falsas de gurúes falsos. Suele basarse en percepciones subjetivas y relativismos simplistas que hacen que la doctrina se amolde a la comodidad de las personas, en lugar de incentivar a las personas a ejercitarse y cambiar.

Blogs como este se basan en las Enseñanzas del Buda. Pero no pueden ser el único sustento de práctica de un budista. Además de buscar información genuina en internet sobre los fundamentos de la doctrina, que sí la hay, el practicante debe adquirir libros. Descargar Suttas y hacer su propio estudio de ellos. Los videos recomendables son los de reconocidos maestros budistas como Tenzin Giatso, Tich Nhat Hanh o Sheng Yen. Todos los demás videos de monjes o expertos budistas deben ser tomados como simples referencias. Y eso, cuando de verdad podamos asegurarnos de que hablen del Dhamma.

Un blog como este es una simple referencia superficial al reconocimiento de la doctrina genuina y a la contextualización de la práctica en nuestra sociedad occidental y en nuestro tiempo. Pero si el lector de este blog solo se basa en esta información y no ha iniciado la conformación de su propia biblioteca budista ni ha iniciado sus propios estudios budistas, este blog y todo lo que contiene no le servirá para nada. Es indispensable y obligatorio para un budista leer, estudiar y cultivarse constantemente.  


Ahora, es muy importante tener en cuenta para qué nos entrenamos. La forma infantil y banal en la cual se nos presenta el budismo en videos prácticos y tutoriales de youtube, nos hace pensar que la práctica budista es una práctica egoísta. El budismo en las redes sociales por lo general trata de yo, de mí, de lo que a mí me sirve, de lo que yo quiero para mi vida espiritual, de lo que me hace crecer como persona. De como YO puedo mejorar para ayudar a los demás porque sin MI los demás no valen pan y solo Yo puedo salvarlos porque para eso YO ME hago bodhitsattva. Todo se trata de mí iluminación, de mí salvación del sufrimiento, de mi crecimiento personal, de mi autoestima. Bla bla bla mi mi mi yo yo yo…

Esa es la marca del budismo de redes sociales. Eso y la estética budista, porque ahora el japa mala es para lucirlo y no para practicar concentración. La verdadera práctica de la visión correcta hace que el practicante pueda discernir entre el budismo real y este budismo millenial, como le he llamado. El budismo bonito, amable y agradable a los sentidos.

Hay un factor diferencial y una idea que identifica a la verdadera práctica budista. La recta visión es un polo a tierra. Un vínculo con la realidad que evita que nos distraigamos y embelesemos en versiones tontas de budismo sintético y vacío. Lo que la práctica del Dhamma enseña no tiene distorsión. Es claro y directo. Y no admite tonterías ornamentales ni eufemismos egocentristas.

Esta es una idea que he mantenido siempre desde el inicio de la práctica y que me ha ayudado poderosamente a mantener la recta visión. El fundamento del budismo es el servicio a los demás. No hay maestro budista que no resalte esta idea una y otra vez en sus enseñanzas. Una enseñanza budista que no tenga esta idea como parte central su práctica, ni es enseñanza, ni es budista. Los maestros budistas que mencionamos y otros de su mismo nivel nunca dejan de recordarnos este importante fundamento del Dhamma.

Este es uno de los puntos que podemos usar para diferenciar el budismo real del budismo de redes sociales. Budismo en el cual no cabe la doctrina real porque resulta ofensiva, censurable y políticamente incorrecta. Lo que no te haga sentir bien, no debe ser permitido y ha de ser cancelado y censurado. Esa es la lógica estúpida de la espiritualidad hipersensible de ahora.

El budismo exige que tomes consciencia de la realidad que te rodea. Y la sabiduría de la compasión budista hará que adquieras un compromiso humano y social con los seres que sufren cerca de ti. El Dhamma te da las herramientas para desarrollar este sentido de la compasión. Encontrar la manera de usar el Dhamma para ayudar a aliviar el sufrimiento de otros ya depende de tu creatividad y de tu voluntad como practicante. Algunos ejemplos de esto pueden ser encontrar una manera de ayudar frecuentemente a los animales callejeros, a las personas sin hogar. Puedes pertenecer a alguna sociedad protectora o institución de caridad. Puedes apoyar un programa de donaciones. Puedes aportar recursos o talentos que tengas a una causa importante. Ahora mismo, con la pandemia, la cantidad de seres que sufren es inimaginable. Igualmente lo son las oportunidades de ayudar a otros seres. Esa es la consecuencia real y directa de practicar el Dhamma. No el verse o sentirse más sereno y andar por ahí sonriendo como idiota para que te pregunten que andas haciendo y hace cuánto eres vegetariano.  

Otro punto de la recta visión que te facilita identificar al budismo real, es lo que pasa cuando inicias y mantienes la práctica. Y atención a esto porque es algo tan importante como el punto anterior. El verdadero budismo no es fácil. No es un jardín de flores de loto. Cuesta trabajo y esfuerzo. No es un empezar y ganarlas todas siempre. No es conseguir todas las metas y alcanzar todos los objetivos teniendo una crisis catártica, enfrentando tus miedos interiores imaginarios en forma de monstruo opresor, venciéndolo haciéndote un par de raspones y cantando una balada a las nubes dando vueltas con los brazos abiertos como princesa Disney, con Instagram obviamente.

El Dhamma se debe practicar en el mundo real, y el mundo real es reacio al Dhamma. Hasta podríamos decir que es alérgico a la sabiduría budista. Van a haber obstáculos. La gente te va a cuestionar. Muchas veces no vamos a conseguir los objetivos. Los ánimos van a decaer. El desespero nos va a ganar algunas veces. Nos vamos a sentir solos porque ya no vamos a tener a esos amigos imaginarios que antes estaban allí arriba flotando sobre nosotros y lanzándonos bendiciones según la proporción estadística de nuestros sufrimientos. La vida real no es así. Y el Dhamma tampoco es así porque el Dhamma se trata de la vida real. No de mitologías esperanzadoras ni de fantasías divinas. Nadie va a bajar del cielo a echarte una manita. El Buda lo hizo todo por nosotros al iluminarse y entregarnos sus Enseñanzas. Hacer uso de ellas o no, es cosa de nosotros, según sus propias palabras. Por eso mismo eligió la Sangha como tercera joya. Para que nos apoyemos entre nosotros. Pero fundamentándonos en las otras dos joyas. El Buda y el Dhamma. No en nuestros deseos y necesidades. Ni en el mundo y sus etiquetas.  

La práctica budista es de trabajo. De estudio dedicado. De disciplina física, moral y ética. De consagración absoluta a lo que es correcto en la vida. Por eso es que vale la pena. Por eso funciona en momentos difíciles y dolorosos.

Ese otro budismo de youtube, ese budismo de bienestar y de enfoque en uno mismo, es como una hermosa copa de cristal puesta al borde de una ventana. Puede que se vea muy linda con los colores del día. Pero cuando el clima cambie y la más leve brisa sople, se caerá y se quebrará haciendo más destrozos de los que su atractivo uso prometía arreglar.

La recta visión enseña la importancia de la meditación y de su práctica diaria. Entre más se medite, más profunda será la comprensión que tengamos de la doctrina y por lo tanto del mundo. La meditación es a la mente lo que la piedra de afilar es a la espada. Entre más fuerte sea nuestro hábito diario de meditación, más afilada será nuestra mente para ahondar en el Dhamma y en la comprensión de la realidad.

La meditación es para un budista lo que la oración es para un cristiano o un musulmán. Ellos no dejan pasar un solo día sin orar. Incluso los musulmanes oran mínimo cinco veces al día. Y lo hacen con gusto y agrado. A nosotros nos hablan de meditar y nos preparamos como si fuéramos a hacer un ejercicio tedioso, obligatorio y desgastante. No hemos entendido su importancia espiritual. La meditación es nuestra marca, nuestro punto de apoyo y nuestra fortaleza. Nuestra conexión con el Buda y sus Enseñanzas. Si el ejercicio de meditar te resulta tedioso y pesado, seguramente no lo has entendido y por lo tanto no lo estás practicando debidamente. Claro que no es tan fácil como orar, pero su exigencia es proporcional a su beneficio y a su importancia espiritual.

Como parte de la recta visión, investiga y estudia todo lo que puedas sobre meditación budista. Escuchando a los maestros y practica de forma sencilla y con agrado. Con amor. Como un ejercicio de amor hacia el Buda, su Dhamma y su Sangha. Una vez entiendas la importancia de la meditación y cómo hacerlo, será muy difícil para ti dejar pasar un día sin dedicar al menos cinco minutos a tu ejercicio espiritual.

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martes, 2 de marzo de 2021

LA CUARTA NOBLE VERDAD

LA CUARTA NOBLE VERDAD 

EL SENDERO QUE LLEVA A LA EXTINCIÓN DE DUKKHA

EL NOBLE ÓCTUPLE SENDERO

He aquí, oh monjes, la Noble Verdad del sendero, cuya práctica conduce a la extinción del sufrimiento, más precisamente el Noble Óctuple Sendero: Correcta visión, correcta intención, correcta forma de hablar, correcta acción, correcto medio de vida, correcto esfuerzo, correcta atención consciente y correcta concentración.

Dhammacakkappavattana Sutta – Discurso de la puesta en movimiento de la rueda del Dhamma.

La Cuarta Noble Verdad es el camino hacia el Nibbana, la liberación del sufrimiento. Consiste en una práctica de vida de ocho elementos y se simboliza con una rueda de cuyo centro surgen ocho grados, los cuales representan cada uno de los pasos del Noble Óctuple Sendero.

Los ocho grados del Noble Óctuple Sendero son los siguientes:

·      Recta visión

·      Recto pensamiento

·      Recto lenguaje

·      Recta acción

·      Recto modo de vida

·      Recto esfuerzo

·      Recta atención

·      Recta meditación

El Noble Óctuple Sendero se divide a su vez en tres grupos que son: La sabiduría, la virtud y la concentración.


En el grupo de la sabiduría encontramos los siguientes grados:

·      Recta visión

·      Recto pensamiento


En el grupo de la ética encontramos los siguientes grados:

·      Recto lenguaje

·      Recta acción

·      Recto modo de vida


En el grupo de la recta concentración encontramos los grados de:

·      Recto esfuerzo

·      Recta atención

·      Recta meditación


Estas denominaciones pueden cambiar en las diferentes traducciones, pero el sentido es el mismo en todas.

En principio, el Noble Óctuple Sendero se presenta como una serie de pasos definidos del primero al octavo. Esta presentación obedece más a funciones de enseñanza para que el estudiante tenga un orden fijo y claro sobre el cual iniciar y mantener su práctica.

Aunque la realización de cada grado fundamenta la práctica para la realización del grado siguiente, en realidad no hay un primero y último paso. Una vez se haya iniciado la práctica debidamente, el Noble Óctuple Sendero es una rueda que gira sobre todos sus grados. Es un movimiento perpetuo. Todos los grados son comprendidos y practicados al mismo tiempo, cada uno apoyando sobre el anterior y todos apoyándose entre sí al mismo tiempo.

Según el Buda, la realización de estas ocho prácticas adoptadas como pilares de la vida, tienen como resultado la superación del sufrimiento humano. Ejercitan al practicante en todas las áreas de la vida, lo preparan para las dificultades más grandes y los obstáculos más dolorosos. Y le brindan un espacio de protección contra todo mal. La devoción y el refugio en el Buda, el Dhamma y la Sangha, sostenido en estos ocho pilares, hacen del practicante del Dhamma una persona sabia, inteligente y fuerte, que va por la vida con los pies en la tierra, sabiendo perfectamente de dónde viene y hacia dónde va, adquiriendo así la máxima satisfacción y fortaleza. La cual es la intención de ayudar a la mayor cantidad de seres sintientes.

No puedes ayudar a nadie si tú mismo estás en condiciones deficientes y de debilidad. Siempre vamos a necesitar ayuda. Pero si estamos en el mejor nivel de nuestra capacidad, estaremos mejor capacitados para encontrar la ayuda que necesitamos y podremos ser parte más integral de nuestra sociedad y del mundo.

Estas Cuatro Nobles Verdades son la base de la doctrina budista. Nuestra práctica consiste en primero comprender a fondo estos fundamentos y luego en practicarlos con disciplina y respeto, ya que son sabiduría sagrada.

A continuación, veremos cada grupo y cada uno de los grados del Noble Óctuple Sendero, haciendo énfasis en su comprensión y en la realización de su práctica en nuestra vida espiritual y cotidiana.


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