miércoles, 24 de marzo de 2021

RECTO PENSAMIENTO

 

El recto pensamiento también es conocido como la recta emoción, la recta intención, o la recta aspiración. Se trata de estar consciente de la relación entre pensamientos y emociones. El fundamento es la intención que tenemos para hacer las cosas. Esta intención, guiada por las Enseñanzas, debe ser un constante ejercicio de purificación del contenido de la mente.

En nuestra cultura solemos relacionar las emociones con el corazón. En el budismo, esta relación está en la mente. Por eso este grado se conoce como pensamiento o emoción, porque no es sano que las emociones se liberen y se expresen sin un mando. Es la mente la que debe direccionar las emociones y no las emociones a la mente. Esta es en gran medida la causa de una gran cantidad de decisiones equivocadas que tomamos. Si algo nos genera un gran sentimiento, sin importar que consideremos este sentimiento como negativo o positivo, y tomamos una decisión cuando estamos en ese estado de fuerte emoción, seguramente tomaremos una decisión equivocada.

Nuestra cultura nos enseña a ignorar nuestra mente y a seguir nuestras emociones a ciegas. Muchas veces hemos escuchado la frase, escucha a tu corazón. Esto es un gran error. Y no importa cuántas veces nos equivoquemos y lo dañinas o negativas que sean las consecuencias de seguir a nuestro corazón, seguimos insistiendo en esta idea romántica y absurda. En el budismo no decimos, escucha a tu corazón. En el budismo pensamos, controla a tu corazón. Controla tus emociones. Encáusalas en la dirección correcta. El camino de la pasión ciega es el camino de la autodestrucción y el fracaso.

Las emociones no son malas ni buenas en sí. Son simplemente un factor intrínseco al ser humano. Como todo, es un factor que podemos usar a favor de nuestro desarrollo o permitir que nos perjudique. Las emociones fuertes no surgen de nuestros pensamientos conscientes. Surgen de un lado de nuestra mente al que tenemos poco acceso y control. Vienen de la parte instintiva de nuestro ser.

Cuando alguien nos agrede o cuando somos testigos de una injusticia, simplemente no podemos evitar sentir emociones perjudiciales. La práctica no consiste en impedir que tales emociones emerjan porque eso es simplemente imposible. A lo mucho estaríamos reprimiendo emociones que posteriormente explotarán sin control. La práctica consiste en evitar que esas emociones se desborden y se fortalezcan hasta el punto de superar nuestro límite de control y reaccionar por impulso, como quien es embestido por una fuerza superior. En lugar de eso, el recto pensamiento nos prepara para quemar esa energía de una forma no destructiva, asimilándola de manera segura y bajo control.

La práctica budista procura que cuando estas emociones negativas fuertes surjan, la mente esté preparada y en capacidad para estar en control. Encausarlas de una manera sana. Poder contener las palabras y las acciones sin importar lo fuerte que sean las emociones. Saber tomar la decisión correcta en situaciones difíciles e incluso, y esta es una gran recomendación que deberías llevar contigo el resto de tu vida, abstenerte de tomar una decisión cuando las emociones fuertes desborden tu mente.  

Cuando algo inesperado ocurra y una emoción fuerte surja con una potencia muy superior a nosotros, lo mejor es detenerse. Aceptar que no estamos en un estado equilibrado y decir, está bien, en este momento no estoy en pleno control de lo que hay en mi interior, así que mejor me detendré ahora. Esperaré a que la fiebre de mis emociones se calme. Meditaré un poco. Me daré un tiempo necesario para que mi mente retome el control total de mi ser. Y solo entonces tomaré una decisión con total seguridad, con total control, con la mejor información y con la mente totalmente fría y despierta. Este es un excelente ejercicio cuando nos veamos inmersos en una gran crisis de ira, de tristeza o de felicidad y euforia. Jamás tomes decisiones cuando tus emociones y sentimientos estén encendidos.

Esto es el recto pensamiento o la recta emoción. Mis pensamientos deben controlar mis palabras, mis palabras deben dirigir mis emociones, mis emociones deben impulsar mis actos guiándome por la sabiduría. Todo se fundamenta en la mente. Si la mente no está entrenada y fuerte, las emociones, los pensamientos automáticos, los sentimientos vulgares y cualquier estímulo del mundo nos encenderá o apagará como si fuéramos simples animales ciegos que reaccionan al azote y a la caricia sin capacidad de decidir. Estaremos a merced del mundo y sus ilusiones.

La comprensión de las emociones y de su naturaleza es fundamental para ejercitar nuestro control mental. Recordemos que las emociones no son dañinas en sí. El camino del Buda es el camino medio. Es el exceso, el extremo y la radicalización de los pensamientos lo que hace que las emociones se conviertan en energías autodestructivas. La comprensión racional de la naturaleza de las emociones y el ejercicio continuo de ver dentro de la propia mente y reconocer nuestras características internas, es el camino para ejercer un adecuado recto pensamiento.

Obviamente, para esto se requiere de la práctica habitual de la meditación.

Como comentamos al inicio, el recto pensamiento también tiene que ver con una intención guiada por las Enseñanzas. Por eso también se le llama aspiración.

Tenemos una brújula moral perfecta e infalible. Una disciplina ética clara. Los cinco preceptos, la compasión y todas las Enseñanzas en general deben ser el camino para avanzar por la vida. Nuestra intención debe seguir siempre este camino, y nuestras decisiones serán acertadas. Nuestras aspiraciones deben ser sencillas y nuestros pies siempre deben estar bien puestos sobre la tierra. Si elegimos este camino, la tendencia de nuestro pensamiento será siempre hacia lo que es correcto, sano y seguro. Recordemos una vez más que el fundamento de la práctica budista es el servicio a los demás, y que este principio debe guiar todos nuestros pasos.

Cuando tenemos este fundamento claro, es decir cuando estamos bien ubicados dentro de la senda de las Enseñanzas, entonces es tiempo de bajar al corazón lo que hemos cultivado en la mente. Debemos ejercitar nuestro sentido de la generosidad. Este será como una luz que llevaremos a todas partes y con la cual ayudaremos a quien quiera que encontremos en nuestro camino. Esto conlleva la práctica del desapego. El ver las cosas materiales en su debido valor. Y la anulación del deseo egoísta.

La generosidad y la compasión son como las dos lámparas que guían el recto pensamiento. Todo lo que nos incline hacia la práctica de la generosidad y el desapego, y hacia la compasión y la ayuda de otros, fortalecerá nuestra mente. Nos dará sabiduría para comprender mejor el mundo y nos purificará de vicios antiguos y dañinos que llevamos cargando por años como el egoísmo normalizado, el oportunismo justificado y el rencor automático.

El punto importante aquí es el control de uno mismo, fortalecido gradualmente por la práctica de la meditación. Y el encaminar los pensamientos conscientes e inconscientes, hacia la senda del Buda. Es un trabajo lento y prolongado, como todo el camino del Dhamma. Este sí es un estilo de vida. Pero los resultados son contundentes y acumulables. Y la sabiduría de esta práctica hace que sea imposible regresar a los estados infantiles en los que las emociones y los sentimientos dolorosos, lastimeros y patéticos, nos dominaban como a niños berrinchudos.

El mundo nos ha hecho creer que explotar en emociones fuertes está bien. Está justificado. Y que no solo es lo debido sino lo más admirable. Ahí están los superhéroes de ahora. Hulk. Un ser que explota en emociones fuertes y acaba con todo a su paso porque está hecho de ira pura que se representa con poder puro. Pero cuando aparece la novia, se achica y se somete como un perro apaleado. Es un yoyo infantil de emociones. Pero como se representa como el máximo poder, la máxima destrucción, y la máxima justificación, entonces adquiere características de héroe. En realidad, vencer a Hulk sería muy fácil. Simplemente habría que apagarlo como a una lavadora vieja con el estímulo adecuado y después darle de baja como a cualquier simple mortal.

El superhéroe Hulk está inspirado en la novela de Robert Louis Stevenson. El extraño caso del doctor Jeckyll y el señor Hyde. Esta novela nos instruye mucho mejor sobre la naturaleza de las emociones de lo que lo hace el super infante verde. Jeckyll es un científico que crea una poción para separar la parte buena del hombre de su lado maligno, y usar esto para el bien de la sociedad. Sin embargo cuando la bebe, toda la maldad de su persona se concentra, y toma el control el señor Hyde, un ser siniestro hecho de maldad pura capaz de cometer las peores atrocidades.    



Cuando la razón, la lógica y la ética imperan nuestra mente, todas nuestras acciones se guían por nuestro sentido del bien. Pero cuando nuestras emociones instintivas y nuestros sentimientos egoístas toman posesión de nosotros, no somos mejores que cualquier animal salvaje despedazando a otro mientras está dominado por la cólera.

La recta visión también implica empezar a ejercer la práctica de la renuncia. La renuncia en el budismo hace referencia a renunciar a todas las cosas perjudiciales a las cuales estamos habituados porque son agradables y nos generan algún tipo de placer. Cosas que sabemos que nos hacen mal pero que no dejamos porque nos gustan mucho, o no sabemos dejar atrás porque el hábito está muy arraigado y el apego es muy fuerte.

Un ejemplo clásico de esto es el licor. Muchas veces cuando alguien me hace preguntas entusiasmado por empezar a conocer el budismo y llegamos al tema del licor, su cara cambia como un payaso cuando se entera de que lo dejó su mujer al escuchar que el licor no es acorde a la práctica. El entusiasmo hace puff.

La razón por la cual es importante la renuncia en el recto pensamiento, es por la cuestión de los sentimientos y emociones perjudiciales. Estamos atados a ciertos hábitos, costumbre, personas o cosas que nos hacen mal porque nos hacen sentir bien. Nos generan un sentimiento agradable o placentero al cual nos aferramos, incluso sabiendo que son perjudiciales. La naturaleza de este sentimiento, más su arraigo a través del tiempo, es lo que hace que se requiera un esfuerzo especial para renunciar a ello.

Si no eres adicto a la coca cola, no tienes que hacer renuncia a ella porque no le tienes ningún apego. Puedes pasar de ella fácilmente y perderle el gusto hasta que te dé igual. Evitas la coca cola porque sabes que te hace mal sin mayor esfuerzo. Pero si eres adicto a estos productos perjudiciales, la sensación de bienestar, el sentimiento de satisfacción y la emoción de alegría que te dan cuando los consumes, serán los objetivos que te harán ejercer la renuncia con disciplina. Estos factores, los sentimientos y las emociones, son los enemigos. No la coca cola. Por eso hay que tener la mente disciplinada. Para dar los pasos adecuados con seguridad. 

Estos dos primeros grados del Noble Óctuple Sendero, la recta visión y el recto pensamiento, constituyen el fundamento de La Sabiduría, el primero de los tres bloques en los que se divide el Noble Óctuple Sendero. La sabiduría entonces, consiste primeramente en reconocer las leyes de la naturaleza, comprender las Nobles Verdades, la naturaleza humana y la realidad de la vida (recta visión) y, basándose en este conocimiento, encausar la mente y las emociones dentro de una misma intensión benevolente, guiada por las Enseñanzas, que nos mantendrá en el camino correcto y lejos de las trampas de la ignorancia (recto pensamiento).

Practicar la sabiduría significa que comprendemos la naturaleza del mundo y la nuestra. Y que mente y emoción no se contradicen, sino que armonizan y avanzan juntas hacia el objetivo último de la superación del sufrimiento. La iluminación.

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