martes, 9 de marzo de 2021

RECTA VISIÓN


 La recta visión, o visión correcta, es en cierta manera un punto de inicio natural. A pesar de que, como explicamos en el artículo anterior, el Noble Óctuple Sendero no es una lista numerada de pasos secuenciales y que cada práctica conlleva en sí misma la práctica de las otras siete, la recta visión se puede interpretar como un primer acercamiento real con la Enseñanza Budista en el sentido de reconocerla como el camino espiritual que hemos decidido seguir por el resto de nuestra vida. También, en el artículo anterior, vimos que el orden en el cual se presentan los pasos del Noble Óctuple Sendero obedece más a cuestiones pedagógicas que de la práctica en sí. Esto es especialmente valioso para los occidentales, ya que para nosotros el acercamiento al budismo debe iniciar por nuestro propio interés y nuestra propia voluntad, y no por la tradición, la familia o la cultura como en oriente. Por eso la recta visión tiene un significado especial para nosotros. Porque nuestra búsqueda instintiva de la vida espiritual en el budismo tiene que ver con este grado del Noble Óctuple Sendero.

La recta visión tiene que ver con el conocimiento y la comprensión de la doctrina budista. Pero no se trata solamente de conocimiento intelectual. Tiene que ver con un surgimiento de consciencia. La visión inicial que nos da el impulso para acercarnos y estudiar las Enseñanzas. La recta visión parte de un conocimiento básico que también significa confianza y convicción en que las Enseñanzas del Buda son ciertas, funcionan y son la verdad. Explican la realidad del universo y nos llevan a un lugar seguro.

La práctica de la recta visión es el camino de lo que en el budismo llamamos fe, que es distinto a lo que la palaba significa en la doctrina cristiana. Para el budista, la fe es tener la confianza de saber que lo que el Buda enseñó es la verdad. Y no por creer en ello como en una promesa divina, sino por comprobación directa de que tales cosas son ciertas. En el budismo la fe no se basa en “creer”, sino en “saber”. Es un camino de sabiduría, de conocimiento sagrado que se hace propio cunado uno lo practica y lo aplica en la vida real, no antes. Por eso nuestro uso de la palabra fe puede confundir a los demás. Preferimos usar la palabra confianza en lugar de fe para ser más claros. Pero una vez hemos iniciado la vida como practicantes del Dhamma, la fe, la devoción y la confianza en el Buda adquieren una importancia espiritual infinita que habita en todas las áreas de nuestra vida.

La práctica de la recta visión implica el estudio y la comprensión de las Cuatro Nobles Verdades y su aplicación en la vida, como lo analizamos brevemente en los cuatro artículos anteriores, cada uno dedicado a una Noble Verdad de manera básica y resumida. La comprensión de las Cuatro Nobles Verdades de forma continua y procurando su aplicación en la práctica es el fundamento de la recta visión. Este estudio y experimentación de las Nobles Verdades se mantiene durante toda la vida, igual que toda la Enseñanza. Pero a través de la recta visión, podremos comprender el mundo de manera más profunda. Quitando los velos del engaño que cubren gran parte de nuestra visión del mundo.

Esto quiere decir que en nuestra vida cotidiana tenemos una gran cantidad de conceptos, ideas y esquemas mentales que son ilusorios y que nos crean sufrimiento generado por nosotros mismos. Como por ejemplo la idea de valorarse a uno mismo según el estatus social, las posesiones o los títulos, la idea dependiente del amor romántico, los extremismos políticos, religiosos o de cualquier otro tipo, y más callejones sin salida que son obstáculos que nos impiden avanzar y que están hechos de ilusiones. La recta visión basada en las Nobles Verdades y la práctica del Sendero nos capacita para comprender el mundo más allá de toda ilusión y actuar de forma verdaderamente coherente y sabia. 

Una consecuencia inevitable de la comprensión de la recta visión es el adquirir una conciencia real y cercana del sufrimiento ajeno. Cuando se comprende y se practica la recta visión, una gran parte del egoísmo y la autoreferencia que tenemos en todo, se pierde. La conciencia del sufrimiento de los demás seres hace que la visión del mundo cambie, y esto cambia la manera en la que nos valoramos a nosotros mismos, haciéndonos más humildes, más sencillos, y más interesados en ayudar a los demás. Entendemos que en realidad no somos tan importantes ni tan especiales como creíamos. Y que ante el sufrimiento de la vida, somos exactamente igual de vulnerables a todos los demás seres de la existencia. Sin importar las condiciones en la que estén. Sean estas más o menos privilegiadas que las nuestras. Esta es la semilla de la verdadera compasión.

En el budismo, la palabra compasión no tiene el mismo significado que le damos comúnmente. En el mundo, la palabra compasión se refiere más a la lástima o al sentimiento desagradable que nos genera el contemplar la miseria o el dolor de otros. Es un sentimiento que genera rechazo. De hecho, la lástima y el desagrado producido por ver el dolor de otros, hace que huyamos del sufrimiento ajeno y hace imposible que ayudemos a alguien.

En el budismo, la compasión hace referencia a la capacidad de comprender el sufrimiento de los demás. Las causas próximas que le generan tal sufrimiento y las condiciones en las que este persiste. Saber que el dolor y el ser no son lo mismo. Y que el ser tiene el potencial para liberarse de su sufrimiento, solo que no sabe cómo hacerlo. Y al comprender estos factores, sentir una empatía profunda y no dañina que genera la intención benevolente de ayudar a otros según el alcance de nuestras capacidades. La compasión siempre debe estar presente en todas las acciones que realicemos. Es un factor indispensable en la vida del budista.

La comprensión de la compasión en el budismo también nos da la sabiduría para comprender cuándo estamos en condiciones de ayudar a otros y cuándo no podemos hacerlo. Dándonos la seguridad de saber cuándo retirarnos sin que la frustración y la culpa nos ataquen.  Y entendiendo que a veces apartarse también es una forma de ayudar, teniendo conciencia de que en todo momento estamos aplicando el Dhamma.  

La recta visión es la puerta de entrada al conocimiento real de la vida, de las leyes de la naturaleza y de la verdad última del universo. El Buda a través de su visión perfecta, vio las leyes de la naturaleza y del universo, y usó su sabiduría perfecta para enseñarnos estas leyes a través de un conocimiento estructurado al que llamamos el Dhamma. La recta visión nos hace entender lo importante que es este conocimiento, y lo útil que es al tener la capacidad de prepararnos para todo. Lo beneficioso y lo perjudicial. Lo que nos da tranquilidad y lo que nos hace temer. No hay duda que no tenga respuesta en nuestra doctrina. Por eso es tan importante nuestra disciplina en el estudio.

La recta visión es algo que debemos estar cultivando todo el tiempo. No es como una revelación divina o una epifanía que nos llega de golpe y nos aclara todo el panorama en un segundo. Sabemos que lo que hacemos es la verdad, pero también somos conscientes de nuestra gran ignorancia. La recta visión implica que tenemos que estudiar y comprender las Enseñanzas de Buda constantemente. Todos los días.

Para poder aplicar las Enseñanzas, primero hay que leerlas y comprenderlas. Hay que estudiar. La práctica sin la teoría es un acto fetichista. Y la teoría sin la práctica es letra muerta. En el budismo, teoría y práctica son dos partes del mismo ejercicio. Esto es más urgente para los occidentales que no tienen acceso a un maestro. Para esta población budista, el maestro no es otro que el mismo Buda, así que estudiar es equivalente a escuchar al Gran Maestro.

Para ser budista hay que leer. Hay que estudiar. Hay que tener hábito de lectura. Si quieres ser budista pero la lectura y el estudio no es algo con lo que te identifiques, tal vez deberías reevaluar tus opciones y buscar otra cosa. Mas ahora cuando tantos supuestos conocimientos trascendentales se dan en videos de youtube de quince minutos.

Aquí me permitiré hacer una aclaración. El budismo no se puede aprender ni practicar con videos de youtube. No se puede practicar a base de consejos prácticos, documentales esotéricos, conferencias de supuestos expertos o comentarios de Facebook tipo ensayo. El conocimiento que se brinda en estas plataformas es superficial, y en la mayoría de los casos, terriblemente errado. Durante mucho tiempo he investigado y visto muchísimo material sobre budismo en redes sociales. La mayoría del material colgado en estas plataformas, más que todo los videos, es material totalmente equivocado, incorrecto, muchas veces absurdo y otras tantas hasta peligroso. El material que se presenta en internet es sintético, superfluo, mezclado con ideas equivocadas o doctrinas falsas de gurúes falsos. Suele basarse en percepciones subjetivas y relativismos simplistas que hacen que la doctrina se amolde a la comodidad de las personas, en lugar de incentivar a las personas a ejercitarse y cambiar.

Blogs como este se basan en las Enseñanzas del Buda. Pero no pueden ser el único sustento de práctica de un budista. Además de buscar información genuina en internet sobre los fundamentos de la doctrina, que sí la hay, el practicante debe adquirir libros. Descargar Suttas y hacer su propio estudio de ellos. Los videos recomendables son los de reconocidos maestros budistas como Tenzin Giatso, Tich Nhat Hanh o Sheng Yen. Todos los demás videos de monjes o expertos budistas deben ser tomados como simples referencias. Y eso, cuando de verdad podamos asegurarnos de que hablen del Dhamma.

Un blog como este es una simple referencia superficial al reconocimiento de la doctrina genuina y a la contextualización de la práctica en nuestra sociedad occidental y en nuestro tiempo. Pero si el lector de este blog solo se basa en esta información y no ha iniciado la conformación de su propia biblioteca budista ni ha iniciado sus propios estudios budistas, este blog y todo lo que contiene no le servirá para nada. Es indispensable y obligatorio para un budista leer, estudiar y cultivarse constantemente.  


Ahora, es muy importante tener en cuenta para qué nos entrenamos. La forma infantil y banal en la cual se nos presenta el budismo en videos prácticos y tutoriales de youtube, nos hace pensar que la práctica budista es una práctica egoísta. El budismo en las redes sociales por lo general trata de yo, de mí, de lo que a mí me sirve, de lo que yo quiero para mi vida espiritual, de lo que me hace crecer como persona. De como YO puedo mejorar para ayudar a los demás porque sin MI los demás no valen pan y solo Yo puedo salvarlos porque para eso YO ME hago bodhitsattva. Todo se trata de mí iluminación, de mí salvación del sufrimiento, de mi crecimiento personal, de mi autoestima. Bla bla bla mi mi mi yo yo yo…

Esa es la marca del budismo de redes sociales. Eso y la estética budista, porque ahora el japa mala es para lucirlo y no para practicar concentración. La verdadera práctica de la visión correcta hace que el practicante pueda discernir entre el budismo real y este budismo millenial, como le he llamado. El budismo bonito, amable y agradable a los sentidos.

Hay un factor diferencial y una idea que identifica a la verdadera práctica budista. La recta visión es un polo a tierra. Un vínculo con la realidad que evita que nos distraigamos y embelesemos en versiones tontas de budismo sintético y vacío. Lo que la práctica del Dhamma enseña no tiene distorsión. Es claro y directo. Y no admite tonterías ornamentales ni eufemismos egocentristas.

Esta es una idea que he mantenido siempre desde el inicio de la práctica y que me ha ayudado poderosamente a mantener la recta visión. El fundamento del budismo es el servicio a los demás. No hay maestro budista que no resalte esta idea una y otra vez en sus enseñanzas. Una enseñanza budista que no tenga esta idea como parte central su práctica, ni es enseñanza, ni es budista. Los maestros budistas que mencionamos y otros de su mismo nivel nunca dejan de recordarnos este importante fundamento del Dhamma.

Este es uno de los puntos que podemos usar para diferenciar el budismo real del budismo de redes sociales. Budismo en el cual no cabe la doctrina real porque resulta ofensiva, censurable y políticamente incorrecta. Lo que no te haga sentir bien, no debe ser permitido y ha de ser cancelado y censurado. Esa es la lógica estúpida de la espiritualidad hipersensible de ahora.

El budismo exige que tomes consciencia de la realidad que te rodea. Y la sabiduría de la compasión budista hará que adquieras un compromiso humano y social con los seres que sufren cerca de ti. El Dhamma te da las herramientas para desarrollar este sentido de la compasión. Encontrar la manera de usar el Dhamma para ayudar a aliviar el sufrimiento de otros ya depende de tu creatividad y de tu voluntad como practicante. Algunos ejemplos de esto pueden ser encontrar una manera de ayudar frecuentemente a los animales callejeros, a las personas sin hogar. Puedes pertenecer a alguna sociedad protectora o institución de caridad. Puedes apoyar un programa de donaciones. Puedes aportar recursos o talentos que tengas a una causa importante. Ahora mismo, con la pandemia, la cantidad de seres que sufren es inimaginable. Igualmente lo son las oportunidades de ayudar a otros seres. Esa es la consecuencia real y directa de practicar el Dhamma. No el verse o sentirse más sereno y andar por ahí sonriendo como idiota para que te pregunten que andas haciendo y hace cuánto eres vegetariano.  

Otro punto de la recta visión que te facilita identificar al budismo real, es lo que pasa cuando inicias y mantienes la práctica. Y atención a esto porque es algo tan importante como el punto anterior. El verdadero budismo no es fácil. No es un jardín de flores de loto. Cuesta trabajo y esfuerzo. No es un empezar y ganarlas todas siempre. No es conseguir todas las metas y alcanzar todos los objetivos teniendo una crisis catártica, enfrentando tus miedos interiores imaginarios en forma de monstruo opresor, venciéndolo haciéndote un par de raspones y cantando una balada a las nubes dando vueltas con los brazos abiertos como princesa Disney, con Instagram obviamente.

El Dhamma se debe practicar en el mundo real, y el mundo real es reacio al Dhamma. Hasta podríamos decir que es alérgico a la sabiduría budista. Van a haber obstáculos. La gente te va a cuestionar. Muchas veces no vamos a conseguir los objetivos. Los ánimos van a decaer. El desespero nos va a ganar algunas veces. Nos vamos a sentir solos porque ya no vamos a tener a esos amigos imaginarios que antes estaban allí arriba flotando sobre nosotros y lanzándonos bendiciones según la proporción estadística de nuestros sufrimientos. La vida real no es así. Y el Dhamma tampoco es así porque el Dhamma se trata de la vida real. No de mitologías esperanzadoras ni de fantasías divinas. Nadie va a bajar del cielo a echarte una manita. El Buda lo hizo todo por nosotros al iluminarse y entregarnos sus Enseñanzas. Hacer uso de ellas o no, es cosa de nosotros, según sus propias palabras. Por eso mismo eligió la Sangha como tercera joya. Para que nos apoyemos entre nosotros. Pero fundamentándonos en las otras dos joyas. El Buda y el Dhamma. No en nuestros deseos y necesidades. Ni en el mundo y sus etiquetas.  

La práctica budista es de trabajo. De estudio dedicado. De disciplina física, moral y ética. De consagración absoluta a lo que es correcto en la vida. Por eso es que vale la pena. Por eso funciona en momentos difíciles y dolorosos.

Ese otro budismo de youtube, ese budismo de bienestar y de enfoque en uno mismo, es como una hermosa copa de cristal puesta al borde de una ventana. Puede que se vea muy linda con los colores del día. Pero cuando el clima cambie y la más leve brisa sople, se caerá y se quebrará haciendo más destrozos de los que su atractivo uso prometía arreglar.

La recta visión enseña la importancia de la meditación y de su práctica diaria. Entre más se medite, más profunda será la comprensión que tengamos de la doctrina y por lo tanto del mundo. La meditación es a la mente lo que la piedra de afilar es a la espada. Entre más fuerte sea nuestro hábito diario de meditación, más afilada será nuestra mente para ahondar en el Dhamma y en la comprensión de la realidad.

La meditación es para un budista lo que la oración es para un cristiano o un musulmán. Ellos no dejan pasar un solo día sin orar. Incluso los musulmanes oran mínimo cinco veces al día. Y lo hacen con gusto y agrado. A nosotros nos hablan de meditar y nos preparamos como si fuéramos a hacer un ejercicio tedioso, obligatorio y desgastante. No hemos entendido su importancia espiritual. La meditación es nuestra marca, nuestro punto de apoyo y nuestra fortaleza. Nuestra conexión con el Buda y sus Enseñanzas. Si el ejercicio de meditar te resulta tedioso y pesado, seguramente no lo has entendido y por lo tanto no lo estás practicando debidamente. Claro que no es tan fácil como orar, pero su exigencia es proporcional a su beneficio y a su importancia espiritual.

Como parte de la recta visión, investiga y estudia todo lo que puedas sobre meditación budista. Escuchando a los maestros y practica de forma sencilla y con agrado. Con amor. Como un ejercicio de amor hacia el Buda, su Dhamma y su Sangha. Una vez entiendas la importancia de la meditación y cómo hacerlo, será muy difícil para ti dejar pasar un día sin dedicar al menos cinco minutos a tu ejercicio espiritual.

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3 comentarios:

  1. De nueva cuenta, muy buen artículo. Saludos

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  2. Muy buen contenido. Lo encuentro enormemente útil y enriquecedor. Muchas gracias por sus artículos.

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