Se interpreta
normalmente, más que todo desde el punto de vista occidental, que las
religiones consisten básicamente en creencias. El budismo también es una
creencia, pero su fundamento no es precisamente la acción de creer. El budismo
es en esencia y principalmente una práctica, y después de eso es una creencia. En
el budismo las cosas primero se saben, se comprueban y posteriormente se creen.
Por eso la palabra fe no tiene el mismo significado en el budismo que en las
religiones teístas, en las cuales tener fe es como hacer una especie de apuesta
a que uno está en lo correcto, sin saber realmente si lo está o no. Esa es por
así decirlo, el sentido de la fe teísta. El no saber. Y en el no saber,
fundamentar el creer.
En el budismo, fe
significa tener la seguridad de que lo que ya se sabe, realmente funciona. La
duda no está en la doctrina, el Buda y muchos otros iluminados ya la han
comprobado. En el budismo la duda está en nosotros. En saber si vamos a ser
capaces de realizar el camino y superar el sufrimiento. En el Dhamma las cosas
dependen de nosotros porque el camino ya fue trazado, realizado y comprobado.
La pregunta es entonces, si nosotros vamos a estar a la altura y tener el valor
para seguir la Enseñanza.
Esta explicación es
para tener claro lo que en el budismo llamamos fe en contraste de la fe
judeocristiana. Y para entender por qué nuestra fe no depende de nuestra
creencia, como en la tradición cristiana, sino de nuestra capacidad para
comprender la sabiduría del Dhamma. Son dos sistemas muy distintos con
conceptos y prácticas muy diferentes.
Cuando el Dhamma
salió de India y se propagó por todo oriente, fue llegando a cada uno de los
pueblos que lo recibió haciéndolo parte de su cultura. A diferencia de otras religiones,
el budismo no pelea con las religiones locales sino que se adapta a ellas
enriqueciendo el folklore y la cultura de los pueblos que lo adoptan. Antes de
que llegara el Dhamma, los chinos, los japoneses, los tailandeses, y todos los
demás pueblos ya tenían una cosmología espiritual establecida que consistía en
la interpretación de las leyes espirituales y el funcionamiento de la
naturaleza de lo que llamamos el otro mundo o lo espiritual. Al entrar la
figura del Buda en estos escenarios espirituales, El Gran Maestro se convierte
en un factor de fe que toma protagonismo en estas formas de creencia y así
nacen los distintos tipos de budismo. Son básicamente identidades culturales de
pueblos antiguos que reinterpretan el mundo espiritual con las explicaciones de
la sabiduría del Buda.
Como cuando a un
pueblo de agricultores que siempre ha cultivado del mismo modo porque conoce el
“cómo”, un día llega un científico agrónomo con nuevas técnicas que les explica
el “por qué”, profundizando más en su oficio y mejorando la comprensión y la
realización del trabajo de los campesinos. Ese es el efecto del Dhamma en los
pueblos que ya tienen una creencia espiritual. La doctrina del Buda es como una
cuchilla muy afiliada que penetra y profundiza en todo lo que toca.
Para un occidental
racionalista, puede parecer que todo esto es mitología igual al cristianismo.
Sin embargo, un budista occidental no tendría que pensar necesariamente que toda
la cosmología budista es mitología o que su tradición es real y las creencias
de las demás tradiciones budistas son mitología, como es la costumbre en las
doctrinas cristianas. Las formas orientales son más antiguas y tienen la virtud
de ampliar la perspectiva espiritual resolviendo el dilema con una visión muy
simple.
Existe una
cosmología espiritual, pero esta no puede ser limitada dentro de las fronteras
de una sola interpretación cultural local. Sino que cada cosmología de cada
pueblo es una ventana, una perspectiva única que echa un vistazo al gran
universo espiritual que nos rodea. Y con ese vistazo cada pueblo construye su
identidad religiosa y sus tradiciones. De manera que no existe una
interpretación única y correcta, sino que todas han dado una mirada particular
de un todo más inmenso. Todas tienen algo de verdad y al mismo tiempo poseen un
elemento interpretativo. La iluminación del Buda significó una explosión
espiritual tan inmensa y poderosa, que tuvo eco en todo el universo espiritual,
teniendo efecto en las diferentes interpretaciones espirituales que tuvieron
los pueblos expuestos al Dhamma. Por consiguiente, no es que una tradición
tenga una creencia correcta y las otras estén equivocadas, sino que todas las
creencias budistas comparten un espacio en el que todas poseen la esencia del
Buda, independientemente de los cambios interpretativos o anexos culturales que
los países les den. Y por consiguiente todas son correctas en esencia, porque
todas apuntan a la práctica. Y las pequeñas diferencias cosmológicas o
culturales, no tiene mayor interferencia en lo que la meta final de todas las
creencias busca. Consumar la iluminación y llegar al Nibbana.
En pocas palabras y
para resumir en términos didácticos, las tradiciones budistas son como las
franquicias de los superhéroes. Cada uno tiene su saga de películas, pero todos
pertenecen al mismo universo. Y de vez en cuando se cruzan o se juntan todos
para luchar contra el supervillano más supervillano. Así que a final de
cuentas, no es que haya mayor contradicción entre las tradiciones budistas.
El universo budista
es más que gigantesco. Algunos de sus mundos sí tienen creencias que podríamos
llamar, fantásticas. Pero más allá de eso, todas las formas de budismo son coherentes
con las Enseñanzas del Buda al menos en esencia. Hay creencias en las cuales el
Buda es más que un Dios. Algo así como un super dios que instruye a todos los
dioses incluso de otras religiones. Otros dicen que el Nibbana es un plano
físico supra espiritual. También hay tradiciones en las cuales se cree en otros
planetas, dimensiones y seres de distintas naturalezas, además de los seis
planos de la existencia que todo budista conoce. Estas diferentes creencias no
afectan en nada el fundamento de la práctica budista.
Como es normal,
algunas tradiciones budistas sí creen literalmente que su teoría cosmológica es
la correcta. Pero eso no genera divisiones ni contraposiciones entre las
escuelas budistas. Es común que en el proceso de formación de los monjes, los
maestros envíen a sus estudiantes a pasar una temporada de estudio a templos de
otras tradiciones distintas en otros países. Así podemos ver como maestros de
la tradición Chan envían estudiantes a templos nichiren en Japón, maestros zen envían
estudiantes a templos en la India, e incluso tradiciones tan separadas en
tiempo, espacio y doctrina como la Theravada, considerada la rama más ortodoxa
y antigua del budismo temprano, y la Vajrayana, que conforma las escuelas
tántricas del budismo tardío, las últimas en formarse, intercambian
conocimientos y teorías a pesar de estar supuestamente en orillas alejadas.
Es por esto que cualquier
practicante budista puede entrar a literalmente cualquier templo budista en
cualquier parte del mundo, de cualquier tradición y de cualquier escuela, a
presentar sus respetos al Buda y a meditar de la misma forma que lo hace en su
casa. Cosa que es imposible para las religiones teístas para las cuales, hacer
tales cosas en una tradición diferente, así sea de su misma creencia (desde
nuestro punto de vista), es considerado un error y una especie de traición por
parte del practicante.
Un cristiano
protestante puede entrar a una iglesia católica si quisiera, que generalmente
no querría, pero no se puede arrodillar en sus altares ni orar en ellos. Un
cristiano católico puede entrar a una iglesia protestante, caso aún más remoto,
pero no podrá orar como lo hace en la suya ni aceptar el sermón del pastor de
la misma forma que acepta la del cura. Esto en el budismo no tiene sentido. Es
por esto que las discusiones entre tradiciones budistas, que sí se dan pero que
son raras, no tiene por qué generar divisiones ni conflictos entre los hermanos
practicantes ya que las creencias particulares de las tradiciones no son doctrina
fundamental de la práctica.
Las creencias de las
tradiciones budistas son muy interesantes y todos deberíamos conocerlas al
menos de forma referencial. Si miras desde un punto de vista general, podrás
ver que toda la cosmología budista en su conjunto tiene sentido. Querer saber
sobre el más allá es una inquietud humana natural, y el budismo ofrece opciones
más que suficientes para tener creencias trascendentales. Esto será un punto de
gran importancia a la hora de escoger la tradición budista dentro de la cual
realizarás tu práctica definitivamente. Recuerda que la mejor manera de
practicar el Dhamma, es dentro de una tradición budista establecida con un
maestro. Esto evita que nos demos a nosotros mismos una interpretación
equivocada de la doctrina y más importante aún, nos protege de caer en manos de
estafadores, sectas y falsos maestros de nueva era y todo tipo de creencias
locas. También hay que aclarar que muchos falsos maestros se hacen pasar por
tradiciones verdaderas. Los casos más frecuentas se dan en el budismo tibetano
americano y el budismo zen occidental en general. Investigarlo todo siempre y
no creen en túnicas ni en títulos es una obligación del practicante enseñada
por el mismo Buda.
Estudia y disfruta el gran mundo espiritual que el budismo ofrece. Esta es una razón más para disfrutar tu práctica budista día a día.
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