Por
alguna razón, seguramente por la mala imagen de la historia del cristianismo,
la gente le tiene miedo a la palabra doctrina o adoctrinar. Se cree, o más bien
se interpreta, que la palabra doctrina significa ley de hierro intransigente, y
que adoctrinar es obligar a una persona a pensar en contra de su voluntad
acorde a algún sistema autoritario. Esto no es verdad. Una doctrina es
simplemente un sistema de creencias. Y adoctrinar, desde el punto de vista
religioso, es enseñar esta creencia dentro del contexto de la comunidad que la
sigue. No es más. No hay obligación, ni coerción, ni violencia en ello. Cuando
lo hay, entonces estamos hablando de eso mismo. De obligar y de forzar. De
violentar el pensamiento a través de la fuerza física o el daño psicológico. Y
eso no tiene una relación directa con la palabra doctrina.
Habiendo
aclarado lo anterior, pasemos al asunto de los niños. Esto ya lo había
escuchado antes. La idea de que, como el budismo es una religión libre, a los
niños no se les debe adoctrinar ni enseñar nada. Y esperar a que ellos mismos
decidan por su propia cuenta si quieren o no ser budistas a su tiempo. Esto en
realidad es una romantización del budismo y un intento de idealización para
situarlo en un lugar más alto y benévolo que las religiones tradicionales
teístas. Es decir, es una tontería.
Como
la persona no especifica la edad de los niños asumiremos el caso desde
pequeños, que es lo más factible. Primero que nada, adoctrinar a tus hijos en
tu creencia religiosa no es malo. Ni siquiera es opcional. De hecho, es
inevitable a menos que no vivas con ellos y no tengas cercanía con ellos. Es
imposible que una persona con una relación medianamente normal con sus padres
no conozca los fundamentos de la religión que practican.
Como
dice el Dr Richard Dawkins, no existe tal cosa como niños budistas, niños
cristianos, o niños musulmanes, o niños hindúes. Existen niños con padres
budistas, niños con padres cristianos, niños con padres musulmanes, niños con
padres hinduistas, etc. Cuando pequeños, los humanos por naturaleza no tenemos
una identificación real con ninguna doctrina sino con nuestros padres o
principales cuidadores. En esencia, un niño pequeño no puede ser adoctrinado.
Es enseñado que no es lo mismo, y como ya se mencionó, esto es inevitable.
Nuestro primer sistema de aprendizaje es la imitación. Aprendemos imitando las
conductas de nuestros principales cuidadores. Las primeras formas religiosas
que nuestro cerebro registra, son las exteriores. Las formas y las sensaciones.
No las palabras ni los conceptos (la doctrina). El niño primero se identifica
con papá y mamá, y por extensión, con lo que papá y mamá hacen. Por ejemplo, en
el caso del budismo, el niño ve que papá y mamá se postran y meditan frente a
la imagen del Buda. El niño entiende que el Buda es importante y debe ser
respetado. Pero no por el Buda en sí o lo que significa, sino porque papá y
mamá lo respetan. Y es todo lo que necesita saber. Si papá y mamá piensan que
Buda es importante, entonces lo es, y no hay nada más pensar sobre ello. Papá y
mamá se encargan de todo lo demás.
Así
es con los niños de familias cristianas y de toda religión. Así es como las
doctrinas religiosas se instalan en nuestra mente y sus imágenes nos traen
recuerdos que evocan distintos sentimientos. Yo hace años que dejé el
catolicismo, pero las imágenes de la navidad católica me evocan mucha ternura y
todavía disfruto todo ello.
Los
padres les enseñan a sus hijos su ética y su moral por medio de su sistema de
creencias. Sus valores y su guía sobre lo que es correcto y no es correcto. El
niño debe ser instruido en estas materias, y al ser estas organizadas en una
doctrina religiosa, el niño aprende en casa el sistema religioso de sus padres.
Esto debe ser así en las primeras etapas de la infancia.
La
pregunta tiene realmente importancia en la época de la preadolescencia y la
adolescencia. Ahí es cuando ese romántico punto de diferencia con las demás
religiones debe brillar. En las religiones tradicionales se decía, mientras
vivas en esta casa, vas a respetar a nuestro Dios y vas a ir a nuestra iglesia.
Eso es lo que una familia budista no hace. Al llegar a la etapa de los primeros
intentos, la etapa de los ensayos y errores, si el muchacho o la muchacha
quiere probar otras opciones o no tener ninguna, es algo que debe respetársele.
Pero cuando eso, los padres ya debieron haberle enseñado sus valores familiares
y la forma en la cual practican su fe. Si tienes hijos, debes enseñarles el
Dhamma a tus hijos. Pero no como un signo de pertenencia a un grupo humano,
sino como una herramienta que le va a proteger y a ayudar durante toda su vida.
Independientemente de que decida o no hacerse budista. Recordemos también que
en oriente, el budismo es una tradición familiar y nacional. Y gracias a eso ha
podido sobrevivir a ataques devastadores y problemas enormes, hasta poder
llegar a nosotros.
Espero
que esta corta respuesta pueda ser de ayuda.
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