viernes, 2 de julio de 2021

RECTO ESFUERZO

                        


El Recto Esfuerzo hace referencia al esfuerzo que debemos a hacer en la práctica y a la forma como debemos proteger y desarrollar nuestra mente. Esta enseñanza es muy útil para la vida diaria y es buena idea tomar lápiz y papel o graficar de alguna manera estas técnicas para tenerlas a la mano siempre y practicarlas cuando las necesitemos.

El Recto Esfuerzo nos dice que debemos tener disciplina y dedicación en la práctica del Dhamma. Hay que desarrollar una costumbre de esfuerzo. Como el deportista que se ejercita diariamente y posee un hábito diario de práctica.

Las palabras esfuerzo, práctica, ejercitación, hábito y disciplina no tienen el mismo significado en el budismo y en el mundo común. Por lo general estas palabras tienen una connotación muy negativa.

Se dice por ejemplo que si tienes problemas de obesidad y necesitas bajar de peso, debes hacer dieta y ejercicio. Estas dos actividades, en el contexto del mundo, tienen una interpretación de castigo. Un castigo por haberse descuidado el cuerpo y la salud. La gente se imagina que para conseguir su objetivo, debe comer cosas desagradables, aguantar hambre, y matarse en un gimnasio como un soldado que está en un entrenamiento infernal en contra de su voluntad.

En el budismo el esfuerzo no es eso. En el budismo, la disciplina y el esfuerzo son una decisión. Son prácticas benéficas que fortalecen el cuerpo y desarrollan la mente. Son hábitos que se deben adoptar para toda la vida, por lo tanto, no pueden tener una condición negativa o ser castigos dolorosos porque de ser así, no sería posible adoptarlos como hábitos permanentes. Ningún humano puede dedicarse toda la vida a una actividad que le produce rechazo y que de verdad no quiere hacer, solo por conseguir unos objetivos que por lo general son vacíos. Por eso los intentos comunes de bajar de peso, de dejar un vicio, de no ser tóxico, fracasan. Además de que las soluciones que se suelen presentar son ilusiones que prometen una absurda satisfacción instantánea evitando a toda costa el esforzarse.

En el budismo la disciplina y el esfuerzo son actividades fundamentalmente espirituales. Antes de empezar a realizarlas, hay que comprenderlas. Entender cómo las vamos a usar y para qué. En el budismo, el esfuerzo y la disciplina no son simples medios para conseguir victorias personales. Son un medio y un fin en sí mismo. Son actividades que empiezan como aprendizaje para convertirse en formas de vida que se aplican a todas las demás áreas de la vida, incluyendo la integridad.

No son actividades desagradables ni tortuosas. El mundo nos ha enseñado que esforzarse es un sacrificio y que la disciplina es un castigo. Esto no es cierto. Pregúntale a un deportista o a una persona que posee una disciplina desarrollada si le parece molesto y negativo realizar su rutina. Cuando uno desarrolla una disciplina, llega un punto en el cual el no realizar la actividad resulta incómodo y se convierte en una necesidad el hacerla. Lo más difícil como siempre es empezar. Pero incluso esta etapa inicial tiene un gran potencial para ser disfrutada.

Todos los inicios son oportunidades nuevas y la vida sin retos no valdría la pena. La vida sin problemas que superar no podría ser vida. Sin objetivos importantes, no tendríamos nada importante qué hacer y nuestra vida no tendría sentido. La disciplina y la auto exigencia son aliados de nuestras metas y darles una identidad antagónica es sabotearnos a nosotros mismos. Este auto sabotaje continuo ha sido implantado en nuestra mente por la sociedad de consumo y la cultura mundana de la satisfacción y la comodidad.

El mundo nos ha hecho creer que el facilismo, la comodidad y el confort son cosas buenas, y que el esfuerzo, la disciplina y el compromiso son cosas malas. En la práctica budista las cosas son exactamente al revés. La ley del menor esfuerzo es la ley del cobarde, del tramposo, y del perdedor. Es la ley del mundo. La disciplina y el esfuerzo son la ley del guerrero. Es el fundamento de un atleta o un deportista profesional o amateur. Un practicante del Dhamma debe tener la misma disciplina y dedicación que un practicante de artes marciales. El camino más difícil es el camino del Buda. En los centros budistas occidentales no se enseña esto.

En el Recto esfuerzo, el sexto grado del Noble Óctuple Sendero, el Buda enseñó cuatro esfuerzos fundamentales que todo practicante debe realizar y mantener durante toda su vida. Estos cuatro esfuerzos o cuatro prácticas mentales mantienen la motivación, fortalecen la mente, la protegen de los venenos mundanos y nos mantienen en el camino correcto. Estas cuatro prácticas básicas son: El esfuerzo por la restricción, el esfuerzo por el abandono, el esfuerzo por el desarrollo y el esfuerzo por la protección. AN 4,69 Padhana Sutta. Veamos cada una de estas prácticas e intentemos proyectar su uso en nuestra vida diaria.

El primer esfuerzo es el esfuerzo por la restricción. Esfuerzo por restricción quiere decir, prevenir el surgimiento de estados mentales torpes. Estos estados mentales torpes o inhábiles son emociones negativas y tóxicas como la ira, la tristeza, el odio, los celos, el rencor y demás por el estilo. Estos estados mentales negativos surgen cuando entramos en contacto con el mundo a través de los órganos de los sentidos. Por ejemplo, cuando vemos una noticia sobre injusticia social, maltrato infantil o animal, o cualquier cosa que nos genere rabia, indignación o nos haga sentir odio. Las imágenes explícitas que nos generan excitación sexual fuerte sin nuestra intención. Las palabras agresivas que nos causan dolor. En fin, cualquier información que llegue a nuestro cerebro y que se interprete como negativa y nos genere emociones, sentimientos y pensamientos venenosos.

Cuando eso sucede, realizamos el esfuerzo por restricción, y evitamos que los estímulos que recibimos nos generen este tipo de emociones. No evitamos que los estímulos lleguen porque no nos apartamos del mundo. Evitamos que esos estímulos que nos llegan tengan efectos negativos en nosotros, teniendo control de lo que pensamos y sentimos. Nosotros decidimos qué pensar y por lo tanto, qué sentir. Como si tuviéramos un guardián en la puerta de los sentidos. No debemos dejar que el mundo encienda nuestras pasiones bajas y nuestros sentimientos vulgares. Estos siempre deben estar bajo nuestro control a través del esfuerzo por restricción perfeccionado por la meditación.

El segundo esfuerzo es el esfuerzo por el abandono. Esfuerzo por abandono quiere decir erradicar los estados mentales perjudiciales que ya están presentes en la mente. Cuando encontramos el Dhamma, nuestra mente ya ha sido ensuciada por los hábitos dañinos del mundo común. La práctica budista nos da la guía para erradicar estos estados mentales perjudiciales y encausar la mente en la dirección correcta.

El Buda ha identificado cinco obstáculos mentales que impiden limpiar la mente. Estos cinco obstáculos son: 1- El deseo malsano o vulgar. 2- El odio o rechazo. 3- La ansiedad o el desasosiego. 4- La pereza o el letargo. 5- La duda o la indecisión. Estos elementos son conocidos como Los cinco impedimentos. El Buda enseña que estos cinco obstáculos deben ser abandonados en el momento en el que se presenten. Ya están dentro de nuestra mente y tienen raíces muy profundas. Son conexiones nerviosas antiguas que se activan ante estímulos ya habituales. Teniéndolos presentes y reconociendo su causa y su surgimiento automático, vamos poco a poco a erradicarlos de nuestra mente mientras vamos avanzando en la práctica.

El tercer esfuerzo es el esfuerzo por desarrollo. Esfuerzo por desarrollo quiere decir desarrollar estados mentales hábiles o correctos. A través de la introyección de las enseñanzas del Buda y de la meditación, vamos a ir generando estados mentales hábiles. Aquí no estamos hablando de sensaciones de paz y tranquilidad, ni de sentimientos bonitos y agradables. Nos referimos a estados mentales más sutiles y refinados que trascienden las sensaciones del cuerpo. Estados meditativos de mayor integración mental. Concentración alerta y consciente. Estados mentales un poco más trascendentales que no suelen durar mucho pero que con la práctica constante van generando un cambio en la raíz de la mente hacia la sabiduría, adoptando estados mentales hábiles y benéficos.

Aunque estos estados mentales son agradables, debes recordar que ese no es el objetivo de la práctica. Estas son técnicas de entrenamiento y el objetivo no es sentirse bien sino encaminar la mente hacia estados mentales correctos de forma totalmente consciente. Si tomas como objetivo el estado pacífico y la serenidad de este esfuerzo y dejas de enfocarte en la generación de estados mentales hábiles, te estancarás en tu desarrollo espiritual y posteriormente te desviarás del camino correcto porque terminarás buscando sensaciones de bienestar en lugar de crecimiento espiritual. Recuerda que estamos hablando de esfuerzos correctos.

El cuarto esfuerzo es el esfuerzo por protección. Esfuerzo por protección significa mantener los estados mentales hábiles ya surgidos. Este es el último eslabón de la cadena. Después de prevenir que los estados mentales negativos entren a nuestra mente, erradicar los que ya tenemos, y generar los estados mentales hábiles, el paso final es fortalecer y desarrollar los estados mentales correctos que estamos generando. La meditación practicada de manera habitual guiando nuestra mente en la dirección correcta, realizando los tres primeros esfuerzos en su orden culminando con este, hace que volvamos a comenzar el ciclo de limpieza, desarrollo y fortalecimiento mental y realicemos el Recto Esfuerzo. Es como esos programas de computación que limpian los discos duros de la basura que recogemos cuando navegamos. Simplemente lo hacemos funcionar, hacen su función de limpieza y vuelven al inicio esperando la orden para volver a limpiar. Cuando practiques el recto esfuerzo de forma habitual, podrás realizar los cuatro pasos fácilmente de forma casi simultánea.

El desarrollo de estados mentales hábiles se genera tras el estudio de las enseñanzas budistas y se realiza durante la meditación. Nos hace profundizar seriamente en las Enseñanzas y nos aleja de los venenos mundanos y las enseñanzas incorrectas. Es como el primer paso en firme en el camino hacia la iluminación. Estos son los cuatro esfuerzos enseñados por el Buda en el sexto grado del Noble Óctuple Sendero.

El Recto Esfuerzo puede parecer mucho trabajo a primera vista, pero en realidad no lo es. Para entenderlo de manera más sencilla, vamos a simbolizarlo de una forma práctica para que tu mente pueda apropiárselo con facilidad y lo puedas practicar diariamente. A esta visión del Recto Esfuerzo le llamo Los cuatro guardianes.

Imagina que tu mente es un jardín. Tu jardín está descuidado y abandonado. La puerta por la cual se entra a tu jardín está siempre abierta. Por ella entran contaminantes, toda clase de animales, personas extrañas que dejan basuras. Tu puerta está dañada y no tiene control alguno. Tu jardín no tiene defensas ante el mundo y sus venenos. Entonces llamas al primer guardián.



El primer guardián (Restricción) tiene un escudo en sus manos. Él se para en la puerta de tu jardín y la restablece. La arregla y la cierra. No permite que nada más entre a tu jardín. Cualquier cosa perjudicial, inhábil y tóxica, es repelida inmediatamente por el escudo del primer guardián. Si el guardián es fuerte, el mundo no podrá entran en el jardín como lo hacía antes. Su escudo repele todo estímulo negativo. Los órganos de los sentidos ya no son entradas libres sin restricción por los cuales entran generadores de venenos. Ya nada puede invadir el jardín.



El segundo guardián (Abandono) tienen una segadora en sus manos. Él entra a tu jardín. Como todavía no has practicado el Dhamma, tu jardín está descuidado. Está sucio, lleno de hierba mala, de plagas y de tierra sucia y contaminada. El segundo guardián se para en una esquina de tu jardín y empieza a arrancarlo todo con su segadora. Arrancando la hierba mala. La saca desde la raíz. El segundo guardián va podando, cortando, arrasando. Dejando la tierra limpia y plana. El segundo guardián es el que limpia tu mente de los estados mentales tóxicos que ya tienes desde hace tiempo. Tu jardín ha quedado limpio ahora.



El tercer guardián (Desarrollo) tiene una bolsa con semillas en sus manos. Entra al jardín que ahora está limpio y empieza a sembrar las semillas en la tierra. El tercer guardián siembra estados mentales hábiles en tu mente. Sus semillas son la sabiduría del Buda. Es el inicio del nuevo jardín. Cada Enseñanza del Buda, cada nuevo aprendizaje y cada experiencia personal guiada por la práctica es una semilla que se siembra en tu mente. El tercer guardián es el estudio de las Enseñanzas Budistas. Las semillas del tercer guardián son las semillas del Dhamma.



El cuarto guardián (Protección) tiene un cántaro con agua en sus manos. Entra a tu jardín y empieza a regar las semillas sembradas. El cuarto guardián es un jardinero. Él cuida las semillas. Las ve germinar. Las hace crecer. Cuando es tiempo las poda. Cuando las plantas se dañan las repara. Cuando es necesario, trasplanta las nuevas plantas a un lugar mejor. Procura que reciban el sol. No permite que se quemen ni que se sequen. Es el protector de las semillas del Dhamma. El cuarto guardián es la disciplina en la práctica diaria. Es la creación del hábito en el cultivo del camino. Es el esfuerzo constante que nunca se rinde. Disciplina.


Así, para cambiar el jardín de tu mente, necesitas instalar los cuatro guardianes del Recto esfuerzo. Esta fórmula de los cuatro guardianes en el jardín es muy práctica para recordar fácilmente los pasos del Recto Esfuerzo. 

Esta es una explicación corta y rápida del Recto Esfuerzo enfocada a la práctica diaria. Como siempre, se basa en el estudio, la comprensión y la práctica real de las Enseñanzas del Buda. Disciplina es una palabra que rara vez se escucha en los grupos budistas, si es que se escucha alguna vez. Sin disciplina, es imposible realizar la práctica. El recto esfuerzo debe ser aplicado con dedicación a cada uno de los ocho grados del camino.

Algo importante del Recto Esfuerzo, de la dedicación y la disciplina, es que depende enteramente de nosotros. Por lo general estamos acostumbrados a depender. A ver al maestro como si fuera nuestro padre y a delegarle todas nuestras decisiones he iniciativas. Eso es un error. La realización de la práctica depende del practicante y de nadie más. El maestro solo está ahí para dirigir. Así que si intentas practicas el Dhamma, el Recto Esfuerzo y la disciplina y fracasas, no hay nadie a quién responsabilizar más que a ti mismo. Cada quien es responsable de su propio Kamma y depender a toda hora de otro es generar un kamma débil que se puede quebrar en cualquier momento.

Estas fueron algunas recomendaciones sobre el Recto Esfuerzo del Noble Óctuple Sendero. Espero que te sean útiles.

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