Este es el cuarto grado del Noble Óctuple Sendero y el segundo del bloque de la ética que, junto con el grado anterior del Recto Lenguaje y el posterior del Recto modo de vida, conforman la base ética de la práctica budista.
La
recta acción trata sobre la ética y la moral budistas. Nos referimos a las
acciones que se consideran correctas e incorrectas basándonos en la disciplina
de las Enseñanzas. Este es un factor fundamental en la práctica budista,
usualmente ignorado por las escuelas occidentales que suelen hacer gran énfasis
en los beneficios, el bienestar y las satisfacciones que provee la práctica
budista pero que casi no mencionan las responsabilidades, los compromisos y la
disciplina que implica practicar el Dhamma. Por lo tanto, es un factor que
requiere un análisis especial ya que suele ser una materia ignorada.
En la ética budista,
lo bueno y lo malo, o más exactamente de lo correcto y lo incorrecto, no se
basan en los conceptos elementales de bondad/maldad, ya que estos conceptos son
fácilmente relativizados y pueden ser intercambiados entre sí, haciendo que el
bien se vea como mal y el mal como bien. Un dicho popular dice que la religión
tiene el poder de hacer que personas buenas cometan atrocidades y que personas
mentalmente sanas actúen como psicópatas. Es un ciclo constante en la historia.
Cuando los soviéticos y los nazis se levantaron en sus respectivos países, lo
hicieron teniendo como objetivo el bien para sus pueblos, ya que sus países
estaban destruidos, hundidos en la miseria y en la servidumbre de malos
líderes. Y en verdad consiguieron el bien que prometieron a sus pueblos pues
los sacaron de la miseria que padecían. Pero el costo fue que se llevaron por
delante la dignidad y la vida de muchas otras personas, y se convirtieron en
los ejemplos del mal más grandes de toda la historia de la humanidad.
Nuestra comprensión
simple e infantil de lo que está mal y de lo que está correcto nos lleva a
tomar vías equivocadas de acción a las cuales les podemos dedicar toda la vida
sin poder salir de ellas. Es lo que pasa con las ideologías políticas radicales
y los religiosos extremistas. Los fanáticos están convencidos de que están en
el lado correcto, de manera absoluta y sin cuestionamientos. Y lo creen de tal
manera que incluso justifican el mismo mal y la destrucción para conseguir su
visión de lo que es el bien, visión que en ningún momento es universal pues
solo incluye a los que pertenecen a su grupo ideológico.
Los estadounidenses
tienen un dicho muy práctico. El infierno
está lleno de buenas intenciones. Este dicho quiere decir que mucha gente
hace el mal queriendo hacer el bien. Lo cual deja como enseñanza mundana que
decidirse a hacer el bien no garantiza que efectivamente se haga el bien, o que
uno sea buena persona por querer hacer lo bueno. Esta interpretación del bien tan
popular en occidente, relativiza toda ética y deja un hueco en toda moral por
el cual la regla de “todo se vale” es permitida según esta concepción vulgar
del mundo. Es como decir, en realidad ser bueno no es tan bueno, así que
permitámonos ser lo más malos que podamos porque igualmente, tampoco es que sea
tan malo. La contraparte podría ser otro viejo dicho católico. El que peca y reza, empata. Que va en la
misma dirección que el anterior desde el ángulo opuesto. Puedes ser malo en
alguna medida, total, lo único que hay que hacer es arrepentirse antes de morir
y nadie te puede negar el cielo.
Estos dichos callejeros, explican
perfectamente una gran falla de nuestro sistema de creencias materno y
contrasta perfectamente con la disciplina ética budista.
En el budismo el
bien y el mal no son una cuestión de blanco y negro. Simple y de fácil
interpretación legal. En el budismo, los términos comúnmente usados para
determinar las acciones son Kusala, que significa hábil, y Akusala, que
quiere decir torpe, traduciendo estos términos de forma práctica y
resumida.
El criterio para
saber si una acción debe ser determinada como Kusala o Akusala es si la acción
se realiza basada en la sabiduría o en la ausencia de ésta. El fundamento es la
comprensión que se tenga de la naturaleza del mundo y la inteligencia con la
cual se asuma e interprete esta naturaleza. El juicio se basa en el estado
mental con el que las personas realizan las acciones. Si el estado mental que impulsa
las acciones es un estado mental carente de sabiduría como la envidia, la
avaricia, el odio, la ignorancia, entonces será una acción Akusala, sin importar la causa que impulse o que diga impulsar como la justicia. Serán
acciones torpes que crearán mal kamma y traerán destrucción y sufrimiento a
quien las realiza y a otros. Pero si la acción es basada en la sabiduría, es
decir, en el amor, la compasión, la benevolencia, la generosidad, la
creatividad y disciplina espiritual, entonces éstas acciones serán de
naturaleza Kusala. Generarán buen Kamma y traerán bienestar, paz y bendiciones
a quien las haga y a los que le rodean.
Volvamos por un
momento a la relatividad de la ética occidental. En nuestra cultura, el bien y
el mal son relativos. Lo que es bueno para uno, no es precisamente bueno para otro
y viceversa. Los criterios pueden cambiar según la persona y los contextos, ya
que los intereses y las necesidades varían. De ahí que el villano de la
historia puede resultar siendo el héroe. Y el héroe a su vez, podría ser el
verdadero tirano. Este es el fundamento de las guerras santas.
Si cambiamos este
fundamento por la sabiduría budista, podemos llegar por medio del análisis a
una neutralización de esta relatividad ética basándonos en el Dhamma. El Dhamma
nos enseña la realidad del mundo. La verdadera naturaleza de las cosas. Cómo es
que el mundo funciona en realidad. Esto nos genera el gran beneficio de
eliminar ciertos conceptos estáticos y dañinos que nos mantienen en la
ignorancia. Un ejemplo elemental de esto es entender el concepto de la interdependencia.
La sola comprensión de esta doctrina a profundidad podría quitarle mucho peso a
las razones que se tienen para hacer la guerra sin importar las causas de los conflictos. Y son muchas las doctrinas
sagradas que el budismo enseña para comprender el mundo. Este será el piso y la
base para comprender las cosas antes de realizar las acciones.
Teniendo esta visión
del mundo clara, nos remitimos entonces a los conceptos hábiles enseñados por
el Buda. Todas las Enseñanzas sobre la compasión, el amor universal y el
sentido de justicia enseñadas por el Buda son las acciones que debemos
aprender, seguir y realizar. Y no lo hacemos de forma ciega o simplemente por
un mandato superior, porque ya comprendemos el origen de estas acciones y la
forma en la que encajan en el mundo. Nosotros hacemos lo correcto por la simple
razón de que es lo correcto, y ya. No hay más variables. No hay premios ni
castigos, chantajes o amenazas. Por lo tanto, la posibilidad de que nos
manipulen con nuestro propio código ético es muy baja. Aunque nunca nula.
El que una acción
Kusala nos traiga buen Kamma no es un premio otorgado por alguna conciencia
cósmica por haber hecho el bien. Es simplemente una consecuencia natural del
orden de las cosas. De la misma forma que el descanso y el placer que sentimos
al tomar agua fresca cuando estamos sedientos no tiene que ver con que nos
hidratemos o nos muramos de sed. Simplemente es parte del proceso y ya. Con o
sin ese placer, debemos tomar agua para que la deshidratación no nos mate.
Obviamente en los
contextos culturales y religiosos, este sentido se pierde y la gente hace
buenas acciones y rituales para generar buen Kamma. Pero eso es solo una
consecuencia lógica de la práctica tradicional en una sociedad y la formación
de su cultura. Y contrario a lo que pueda parecer ya que se compara con el
sistema cristiano, no es algo malo. De hecho, es algo bueno.
Este mecanismo de
interpretación del kamma es necesario para que las tradiciones budistas se
esparzan por todo el mundo, para la enseñanza de los más pequeños y para ayudar
a enfocar a las personas que están pasando por sufrimiento o gran necesidad. Y
para conservar el Dhamma y la doctrina budista a través del tiempo y las
generaciones. A la persona que de verdad se encuentra necesitada de ayuda, no
le importa tanto saber por qué funcionan las cosas, o al menos no es su
principal preocupación. Lo que le importa es saber cómo funcionan las cosas.
Qué es lo que tiene que hacer. Por eso el ritual es importante. Porque enfoca
la mente en realizar la acción sin necesidad de perderse en conceptos
intelectuales, sin dejar de lado que estos también son importantes. De hecho,
estas son las primeras acciones de los niños dentro del budismo mientras
crecen y comprenden todo lo que necesitan comprender conceptualmente. Los
maestros cuentan historias sobre budistas que han llegado a la iluminación sin
haber estudiado el Dhamma, sino solamente rastreando la budeidad en su interior
a través de acciones correctas enseñadas en la tradición.
Además de eso, el
ritual y el simbolismo son elementos que identifican a la Sangha y fortalecen
sus lazos. Si una persona quiere saber sobre el budismo y de casualidad me ve
pasar con un rosario budista, seguramente se acercará a preguntarme sobre ello
y así se genera una gran oportunidad para hablar sobre el Dhamma. Jamás debe
subestimarse la importancia de lo simbólico.
¿Pero es el ritual
una acción falsa? En modo alguno. Si es cierto que a final de cuentas, la
práctica budista es el verdadero paso de realización más allá de las creencias
y los rituales. Es en la práctica, y no en la teoría (rituales y ceremonias),
donde en realidad se comprenden las Enseñanzas del Buda. Eso no se cuestiona.
Pero el ritual mantiene viva y fuerte la voluntad del practicante y su
intención de práctica en todo sentido. En el sentido espiritual, el mental, el físico
y en general. El ritual es la introducción a la acción, pero no la acción real.
Y quedarse solo en el ritual y la ceremonia es hacer la introducción del
trabajo sin presentar el trabajo.
Interiorizar la
doctrina del Kamma y toda la Enseñanza del Buda es como aprender a bailar o a
cocinar. Puedes leerte todos los libros del mundo referentes a estas artes.
Pero hasta que no empieces a bailar o a cocinar en la realidad, no vas a tener
idea de qué estás hablando. Por eso las creencias y los rituales no sirven de
nada y carecen de significado sin una práctica verdadera y contínua.
Dicho sea de paso,
este es el gran peligro del budismo occidental. Mucha recitación, mucha puja,
mucho japamala, mucha postración, mucha meditación guiada y grupal, mucha charla
y reverencia al maestro. Pero de la disciplina ética y la práctica real, más
bien poco. Es mejor pagar el retiro, meditar en una cabañita lejos de la ciudad
y llegar a casa relajado pensando que “he practicado”.
Hablemos de forma
específica y práctica de la recta acción enseñada por el Buda. En el cuarto
grado del Noble Óctuple Sendero se fundamenta lo que conocemos como Los
preceptos budistas. Nuestro código de conducta. Para nosotros los laicos, son
los Cinco Preceptos. Estos preceptos son los pilares de nuestra ética y la guía
moral para interactuar en nuestra sociedad.
Nuestros cinco
preceptos son:
1.
Abstenerse de matar y proteger la
vida.
2.
Abstenerse de mentir y decir siempre
la verdad.
3.
Abstenerse de robar y ser generoso.
4.
Abstenerse de conducta sexual
inapropiada y proteger la dignidad de los seres.
5.
Abstenerse de consumir sustancias
tóxicas y embriagantes y cultivar el estar despierto.
Como podemos ver.
Los cinco preceptos no solo procuran no hacer acciones torpes, sino además
contrarrestarlas con acciones nobles o hábiles. Como laicos, debemos tener
nuestro código ético siempre a la mano como parte del Dhamma y practicarlo
todos los días de forma continua y disciplinada. La recta acción es la guía
para habitar el mundo en paz y nos protege del mal que nos pueden generar otros
y nosotros mismos. Esta es solo la base. Los cinco preceptos pueden ser
complementados con muchas otras prácticas budistas, pero son la base de
práctica de todo budista.
Igualmente, podemos
hacer una práctica intensiva de los preceptos en días especiales dedicados al
Buda. Por ejemplo, podemos anexar temporalmente otros preceptos pertenecientes
a los monjes durante un retiro como pueden ser abstenernos de toda conducta
sexual con nuestra pareja, hacer ayuno, privarnos de las distracciones como el
televisor y el internet y no usar adornos ni prendas para embellecer. Algunos
laicos realizan retiros profundizando los preceptos durante los días especiales
haciendo que la práctica del Dhamma se mantenga fuerte los demás días.
En este blog podrás
encontrar cinco artículos como este, cada uno dedicado a cada precepto budista
para los laicos.
Además de los cinco
preceptos, podemos anexar otras prácticas muy benéficas como los son las seis
paramitas enseñadas con gran amplitud en el Vajrayana. Las seis paramitas o
seis perfecciones son: Generosidad o Dhana, Disciplina o Sila, Paciencia o Khanti,
Diligencia o Virya, Concentración o Samadhi y Sabiduría o Prajna. Estas seis
prácticas realizadas con detenimiento y profundidad pueden potencializar los
cinco preceptos y nuestro conocimiento de la sabiduría del Buda y
su aplicación en el mundo.
En nuestro contexto
actual, tan contradictorio, caótico e influenciado por la tecnología, para bien
y para mal, es necesario tener un código de conducta claro y practicarlo
correctamente. Es como tener un escudo que te protege de tus propios errores y
de las conductas torpes de los demás. El recto lenguaje que analizamos en el
artículo anterior es un elemento de importancia inimaginable en contextos como
el nuestro. Especialmente útil en la comunicación virtual a la que ya estamos
obligados. Por eso también hace parte del bloque de la ética.
La ética hace
referencia más que todo a los fundamentos sobre los cuales consideramos las
cosas como correctas e incorrectas desde el punto de vista personal. Es lo que
evidencia nuestra integridad. Por eso, ciertos puntos de vista éticos pueden
variar de una persona a otra sin que el objetivo principal, es decir la moral, cambie.
La moral se refiere
a un conjunto de costumbres o valores que un grupo social considera dignas y
virtuosas. La moral es el código de conducta general que una sociedad
desarrolla para proteger el conjunto de todos los individuos que la conforman
promoviendo pautas de interacción y valores que unifican el grupo y
mantienen la armonía entre las personas. Básicamente es lo que nos dice cómo debemos tratar a los
demás y cómo comportarnos con los nuestros. Así tenemos la moral cristiana, la
moral humanista, la moral musulmana, la moral hinduista, etc.
Nuestra moral
budista se basa en los cinco preceptos, la devoción al Gran Maestro y a sus
Enseñanzas en general. La moral budista es todo lo que nos une con otros
hermanos budistas. Son las Enseñanzas. Es esa fuerza gravitacional que une todo
lo que llamamos La Sangha.
La ética es la forma
personal en la cual nosotros interpretamos nuestro código moral y esta puede
variar. No todos tenemos las mismas opiniones. Un ejemplo muy pertinente de
esto en nuestro contexto es el tema del vegetarianismo. Muchos budistas son
vegetarianos y muchos otros no lo son. El vegetarianismo es una opción ética dentro
de la práctica. Pero no serlo también es una opción válida y no contradice
nuestra moral. Esta es una diferencia ética. Y en ambos casos, si se siguen las
Enseñanzas del Buda con disciplina y dedicación, los practicantes podrán
cumplir sus objetivos y llegar a la iluminación sin ningún problema. El mismo
Buda cuando se le presentó este problema, dijo que el tema del vegetarianismo
NO debe ser un factor de división en la Sangha. El ser o no vegetariano es una
diferencia ética. El seguir las Enseñanzas del Buda es nuestra base moral. De
esta manera las Enseñanzas no se convierten en una camisa de fuerza a la cual
debemos ajustarnos sin tomar en cuenta condiciones y contextos diferentes o más
difíciles.
Para saber más sobre
el vegetarianismo en el budismo busca nuestro artículo Veganismo y vegetarianismo en el budismo, que podrás leer en este blog.
La ética se fundamenta en valores familiares y
principios con los que tomamos decisiones vitales y cotidianas en el mundo. Es
el sentido del bien personal que usamos con nuestros semejantes y con nosotros
mismos. Si tenemos una oportunidad de robar un dinerillo sin que nadie nos vea,
sin que nadie salga lastimado (aparentemente) y sin que no haya daño
(aparentemente), la ética es la mesa sobre la cual tomaremos la decisión de
robarnos el dinerillo o avisarle a su legítimo dueño que lo guarde debidamente.
Es muy fácil
estudiar la doctrina, pero ponerla en práctica no lo es tanto. Seguramente será
muy fácil tomar la decisión correcta para una persona a la que no le falta el
pan. Pero para alguien que está pasando hambre, las cosas no son
tan simples y sin embargo, a diferencia de la ética en blanco y negro, nuestra
doctrina nos enseña que con inteligencia y sabiduría, siempre se puede
encontrar la manera de hacer lo correcto sin importar las dificultades. Siempre.
Por último, hay que
tener algo en claro. Cuando uno toma un camino espiritual y una estructura
ética y moral, uno adquiere el compromiso de seguirla. Es decir, uno se mete en
el camino para seguirlo fielmente, no para cambiarlo y que vaya en nuestra
dirección. Esto significa que debemos dejar de guiarnos a nosotros mismos y
dejar que la Enseñanza nos guíe a nosotros, lo cual no es fácil. Por lo general nos ganan
los sentimientos y de manera inconsciente solemos hacer que las cosa vayan según
nos convengan para justificar nuestras acciones. Por ejemplo, es muy fácil
pensar que tenemos un fuerte sentido de la justicia cuando en realidad no somos
más que unos rencorosos seguidores del “ojo por ojo y diente por diente”, algo
totalmente inhábil. Solemos confundir justicia con venganza, y sentido del bien
con rencor. Nuestro instinto básico de supervivencia nos dice con fuerza que
debemos responder mal con mal. Responder a la violencia con otra violencia mayor
y justificada. Pero el Dhamma nos dice otra cosa. Y domar a la bestia es
difícil. Por eso la doctrina es un gran refugio y un gran escudo. Porque nos
protege de nuestro peor enemigo. Nosotros mismos. Y es difícil abandonarnos a
nosotros mismos y obligarnos a seguir el camino que ya hemos decidido seguir.
Ser disciplinado es difícil. Por eso la Recta Acción es una práctica del Noble
Óctuple Sendero.
El Buda dice:
3. Me hizo insultó,
me hizo daño, me venció, me robó. Aquellos que piensan tales pensamientos no
estarán libres del odio.
4. Me hizo insultó,
me hizo daño, me venció, me robó. Aquellos que no piensan tales pensamientos
serán libres del odio.
5. Porque el odio no
es vencido por el odio. El odio es vencido por el amor. Esta es una ley eterna.
Dhammapada. Versos
3-5.
Esta Enseñanza del
Buda es muy difícil de seguir. Sobre todo en nuestro tiempo, en el que la
sangre se calienta tan fácilmente y se nos ofrecen mil razones y argumentos
ridículos para ofendernos por cosas que no existen como abusos imaginarios y
discriminaciones fantasmas. Herramientas para encender el odio en nosotros con
el único objetivo de usarnos como proyectiles políticos y propagadores de odio.
“Hay enemigos en todas partes”, es lo que constantemente nos susurran, “y es
nuestro deber destruirlos”, es lo que el mundo nos quiere hacer creer.
Cortar el fuego del
odio que hay en el mundo y que quiere consumirnos requiere escuchar
detalladamente al Buda, y seguir su verdad.
Recuerda: cuando los sentimientos intensos de odio o alegría, euforia o tristeza, emerjan y te dominen, detente y NO tomes ninguna decisión. No confíes en ti mismo. No confíes en quien enciende tu odio. Busca primero la paz y decide. Y si no sabes que hacer, busca la sabiduría del Buda y toma una decisión correcta basada en el Dhamma. Hazlo, y estarás en la senda segura. Esto es la recta acción.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario