lunes, 16 de enero de 2017

Veganismo y Vegetarianismo en el Budismo.


En éste artículo hablaremos del tema del vegetarianismo con relación a la práctica del budismo analizando las posturas a favor y en contra desde los puntos de vista religioso, doctrinal, de la ética, de lo biológico y de lo social. Hablaremos sobre pasajes de Sutras, datos científicos, noticias y puntos de vista de los practicantes que pueden ser tomados como comunes o extremistas de acuerdo con la opinión personal de cada quien. El objetivo del artículo no es generar discordia ni confrontación sino todo lo contrario. Busca llegar a un punto de concordia en el que ambos, vegetarianos y consumidores de carne, puedan discutir el tema como practicantes del Dharma y compartir sus puntos de vista buscando lo mejor para el otro, buscando el bienestar y fortalecimiento de la práctica del otro, tanto en lo personal como en su relación con la sociedad y el mundo. También es un ejercicio de madurez ya que este tema presenta una excelente oportunidad para practicar la tolerancia y el respeto hacia los que piensan distinto, entendiendo que poner etiquetas morales según mi punto de vista no es acorde a la práctica budista.

Empezaremos por poner en la mesa el tema del vegetarianismo desde los textos sagrados canónicos. Existe otra discusión en cuanto a la traducción correcta de un pasaje del Canon Pali en el cual el Buda habla sobre este tema. Observemos primero la versión oficial y luego la corrección a la misma con el respectivo análisis para tener un mejor panorama de los textos.

Mahaparinibbana Sutta (Digha Nikaya) Cunda el herrero.

Este Sutta cuenta parte de los últimos días del Buda antes de realizar el paranibbana. Cunda el herrero ofreció su casa al Buda y sus monjes y le preparó una cena que posteriormente contribuiría a la realización del paranibbana del Buda. Esta última cena del Buda fue arroz con cerdo. La comida que fue explícitamente pedida por Buda estaba en mal estado y en su avanzada edad aceleraría su deceso. Posteriormente absolvió a Cunda de toda responsabilidad por haberle servido esa comida. 

Esta ha sido la historia oficial de la muerte del Buda desde que realizó el paranibbana hace dos mil quinientos años hasta casi la actualidad. Recientemente, hace unos escasos setenta años, cuando las enseñanzas del Buda deslumbraron a la academia occidental, éstos consideraron que la ingesta de carne le restaba pureza a la doctrina y realizaron un estudio el cual dio como resultado que la historia oficial tenía un error de traducción y que el Buda en realidad no comió cerdo sino hongos, y que por ende siempre fue vegetariano. 

La idea de que el Buda murió por un hongo venenoso que un vegetariano le dio por accidente se popularizó desde mediados del siglo XX durante el surgimiento de los primeros grupos de estudio de budismo creados por estudiosos occidentales, principalmente de Reino Unido. Los nuevos budistas occidentales reforzaron esta idea precisamente para fortalecer la regla del vegetarianismo entre sus estudiantes.

La controversia planteada por algunos practicantes occidentales empieza por lo siguiente. El nombre del plato en Pali, Sukara-maddava se traduce como “delicia de cerdo” haciendo alusión a un plato de cerdo muy tierno. Sin embargo tiene cierta semejanza con el nombre de una trufa u hongo que suele comer el cerdo. De ahí se ha insinuado que lo que comió el Buda no fue arroz con cerdo sino un hongo venenoso asociado al cerdo. Entonces, la traducción original estaría errónea y el Buda en realidad era vegetariano. Es más, según estos académicos occidentales, Cunda el herrero también era vegetariano por tanto era imposible que el Buda pudiera comer cerdo cuando su anfitrión no comía carne en absoluto. Por consiguiente Cunda le habría servido un plato de hongos venenosos o en mal estado al Buda por accidente, lo que habría acelerado su muerte.

Esta versión del error de traducción que inicialmente pudiera tener sentido, tiene algunos puntos que la descartan como posible. Primero, el pensar que un herrero de la época del Buda en esa región fuese vegetariano puede tener algunas contradicciones. Los herreros por tradición y por las exigencias de su trabajo han sido carnívoros a lo largo de la historia, más aun siendo ellos mismos los forjadores de las herramientas con las que se sacrifican y preparan a los animales para su consumo. No tiene mucho sentido ser vegetariano por compasión con los animales y vivir de la fabricación de utensilios, cuchillos, lanzas y otras herramientas que se usan para preparar y comer la carne.

También tiene poco sentido creer que Cunda fuera en realidad vegetariano puesto que una persona vegetariana de toda la vida difícilmente cometería el error de confundir un hongo venenoso con uno sano o no percatarse si su comida vegetariana se ha dañado.

Fuera del posible error de traducción en este Sutta, la idea de un Buda vegetariano no tiene muchas bases debido a que hay más Suttas en el Canon Pali en los cuales el mismo Buda habla del vegetarianismo de una manera contraria a lo que los vegetarianos modernos esperarían, y come carne. 

Por otra parte, en cuanto al tema de la traducción errada que tanto se usa como bandera del budismo vegetariano, es bastante extraño creer que los portadores del Canon Pali, los monjes que por más dos mil años han guardado, protegido, memorizado, usado y enseñado los textos, hayan pasado tanto tiempo con este supuesto error de interpretación, puesto que ellos no son vegetarianos, hasta que llegaron los académicos occidentales para sacarlos de su error. Es absurdo suponer que la interpretación correcta de las escrituras sea la que hicieron un grupo de intelectuales europeos  de un vistazo y no la de los propios guardas del Pali en su propia lengua nativa durante dos milenios. Es como decir que los monjes son estúpidos y lo han sido por veinte siglos hasta que llegaron los occidentales, intelectualmente superiores y mentalmente dotados, a enseñarles a los monjes cómo se traduce y se interpreta su propia lengua. Si somos honestos, darle tal crédito a la aparentemente infalible corrección de los académicos occidentales del siglo XX es una idea profundamente ególatra, arrogante y forzada.

En otro Sutta, Devadatta, primo del Buda y monje miembro de la Sangha propone aumentar las exigencias de los monjes y adoptar algunas costumbres ascéticas para la disciplina de la Sangha como lo son quedarse en el bosque, no entrar nunca en lugares con techo y no consumir carne de ningún tipo. Tan constantes eran sus demandas en estos puntos que el Buda tuvo que intervenir ya que Devadatta estaba generando división en la Sangha. El Buda descartó totalmente esas obligatoriedades. De hecho prohibió que los monjes adoptaran un tipo específico de dieta puesto que son mendicantes y tienen la obligación de recibir el sustento de los practicantes laicos cualquiera que este fuera. Y los practicantes laicos a menudo consumían carne. Por lo tanto, el Buda prohibió que se rechazara una ofrenda por cualquier razón y más aún una de ese tipo. De esta manera el tema del vegetarianismo en la Sangha finalizó.  En este punto no hay ninguna controversia en cuanto a errores de traducciones o interpretaciones y simplemente se hace a un lado e ignora cuando el objetivo es promocionar el vegetarianismo budista. El Canon Pali es lo suficientemente claro, no solo en este Sutta cuya explicación sería la definitiva, sino que no es la única parte de las Enseñanzas en la cual el Buda rechaza el vegetarianismo. 

Hay otros Suttas en los cuales el Buda recibe por ejemplo un pedazo de carne traído por una monja y otro en el cual el Buda es invitado a una cena en la cual se sirve carne. Sin embargo, hay condiciones y el Buda no podía aceptar cualquier ofrenda de carne. No podía recibir la carne de un animal sacrificado en su honor o exclusivamente sacrificado para Él. Tampoco está permitido comer carne humana, obviamente, ni carne de elefante o caballo por ser animales reales, y tampoco carne de perro, serpiente, leones, tigres, osos y básicamente depredadores. Esto acorde a las leyes del círculo de la vida entre especies depredadoras y presas.

Estas no fueron las únicas veces en las que el Buda tuvo en su mesa el tema del vegetarianismo. Aunque no es oficial, si se cuenta como una leyenda anecdótica que en su periodo de búsqueda y ascetismo antes de su iluminación, Siddhartha Gotama fue discípulo de nada más y nada menos que del mismo Majavira, gran maestro de la India y fundador del Jainismo. La religión del Jainismo sí es verdadera y totalmente vegetariana en consideración a todos los seres vivos. Los jainistas tienen tal énfasis en la idea de no matar a ninguna criatura que suelen tapar sus bocas con un velo con la intención de no absorber pequeños organismos a los cuales matar involuntariamente. Buda estudió y practicó el Jainismo con su mismo maestro fundador, pero después de un tiempo, se dio cuenta de que ese no era el camino y abandonó a Majavira y sus enseñanzas, incluyendo la tremenda obsesión por evitar la muerte casi en contra del ciclo de la vida.

Se dice que esta es la razón por la cual los jainistas desde entonces y hasta ahora reniegan del Buda y de sus Enseñanzas. En lugar de permanecer en el jainismo y convertirse en su líder sucesor como Majavira se lo había pedido, Siddhartha rechazó la propuesta y enseñó su propio Dharma. Por tanto, el Buda es considerado como un "traidor" del jainismo en India. De ahí el rechazo que genera en esta comunidad. 

Esta historia es solo una leyenda y no es verificable en los textos sagrados, pero sí lo es otra historia del general Siha que había sido practicante del jainismo, pero después de escuchar al Buda abandonó el Jainismo y se convirtió al Dharma de Buda. La historia dice que el general ex jainista ofreció una cena al Buda, entonces los nighatas (monjes jainistas) estuvieron por toda la ciudad agitando los brazos y gritando por las calles que el asceta Gotama recibía carne asesinada para Él, cosa que no era cierto porque Siha ya conocía las enseñanzas.

Las palabras del Buda en cuanto a esto son las siguientes:

“Monjes, yo les permito el pescado y la carne que están totalmente puros en tres aspectos: si ellos no son vistos, oídos o sospechados de haber sido matados a propósito para un monje. Pero, ustedes sabiéndolo no debería usar la carne a propósito para ustedes.”

Esto demuestra una vez más que primero el Buda no era vegetariano; segundo, practicó el vegetarianismo y lo descartó; y tercero, que sí hay doctrinas religiosas acordes con la idea del vegetarianismo radical, pero el Dharma del Buda no es una de ellas.

Esta recomendación a los monjes sobre la carne se repite en varios Suttas del Canon. Sin embargo al limitarnos solo al Canon Pali estaríamos hablando más que todo del budismo temprano contemplado en la tradición Theravada. Por tanto también es necesario tener en cuenta el punto de vista Mahayana ya que es el que más difusión tiene en nuestro mundo occidental.

La tradición Mahayana inicio en el siglo primero de la era común, alrededor de quinientos años después de Buda, y desde ahí comenzaron las nuevas escuelas del Gran Vehículo que emergieron en China, Japón, Corea, Tíbet y otros lugares. Tras romper con la escuela de los mayores, despectivamente llamada Hinayana, iniciaron sus propias ordenaciones y tradiciones, y con ello también empezaron a escribir nuevos Sutras. Textos fundamentales de cada tradición  que fortalecen la identidad cultural del budismo en cada país que llega.

Existe un gran movimiento no oficial o no explícito dentro de las tradiciones Mahayanas que insiste en las exigencias de Devadatta en cuanto a la dieta budista. Existen Sutras Mahayana que incluso afirman que Buda prohibió la ingesta de carne como si fuera un crimen contra la humanidad. Como es el caso del Lankavatara Sutra que dice:

Mahamati, si alguno de mis discípulos, habiendo escuchado mis palabras, no las considerara honestamente y todavía comiera carne, sabríamos que es del linaje del asesino (Candala). Él no es mi discípulo y yo no soy su profesor. Por lo tanto, Mahamati, si alguien desea ser mi familiar, no debería comer carne….-… Yo no como carne y no permito que otros coman carne, por lo tanto convenzo a la gente a practicar los comportamientos del Bodhisattva, alabo no comer carne y convenzo a la gente de que todos los seres vivos son sus propios hijos. Entonces, ¿cómo podría alguien decir que permito comer carne?Para mis discípulos, quienes practican alguno de los tres vehículos para conseguir sus objetivos rápidamente, prohíbo comer de cualquier carne, ¿cómo podría alguien decir que mis votos permiten comer carne?...

Cuando el Sutra Lankavatara, escrito alrededor de mil años después de la muerte de Buda,  afirma que si un budista come carne Buda dice que es  "del linaje del asesinono es mi discípulo y yo no soy su profesor, si alguien desea ser mi familiar, no debería comer carne," lo que está diciendo es que para el Buda la mayoría de la gente es mala por comer carne, que Él está restringiendo el acceso a la práctica del Dhamma sin importar la condiciones y circunstancias en las que las personas estén, que la gente que come carne carece totalmente de ética y de moral y que comer carne es algo antinatural.

Esta afirmación en el budismo actual, más exactamente en el budismo occidental es una contradicción que cae por su propio peso. Una gran cantidad de budistas occidentales más que todo de Europa y Estados Unidos practican alguna tradición de budismo tibetano y desde esa práctica, algunos pero no todos, predican que el vegetarianismo es una condición obligatoria para practicar budismo tibetano. Lo curioso del asunto es que los tibetanos reales, es decir las personas nativas del Tíbet que viven en los Himalayas y de los cuales vienen todas las tradiciones y prácticas tibetanas que los occidentales tanto defienden, no son vegetarianos. Simplemente no pueden serlo. Las condiciones del terreno no lo permiten. La tierra es demasiado dura y poco fértil como para hacer una agricultura lo suficientemente funcional y extensa para alimentar al pueblo. Ni siquiera entierran a sus muertos por la dureza de la tierra. En lugar de ello realizan funerales celestiales en los cuales entregan el cuerpo a las aves de rapiña.

Yak tibetano


Los tibetanos comen carne de cabra, de ovejas y de yaks. Además beben la leche de estos animales y usan su aceite para cubrir múltiples necesidades del hogar y sus pieles para protegerse del frío. Es bastante curioso que los occidentales que viajan a oriente, se hacen monjes (y también algunos orientales) y regresan a enseñar budismo tibetano a occidente dejen de lado este hecho y digan en tono casi obligatorio que hay que ser vegetariano. Simplemente es absurdo. Estamos hablando solo de una pequeña parte de personas que pretenden hacer del vegetarianismo un hábito obligatorio en la práctica. No de todos.

Para un practicante de la tradición de los mayores, la más antigua, ortodoxa y apegada a las palabras del Buda histórico, no habría mayor conflicto. Pero para un practicante de tradición Mahayana la cuestión no es tan simple. Varios Sutras Mahayana apuntan hacia esta orden. Unos de manera más sutil, otros de manera más directa como el ya mencionado. Sin embargo, desde un punto de vista más global, lo que los monjes de las distintas tradiciones Mahayana han hecho es interpretar y reinterpretar las enseñanzas de Buda con el objetivo de beneficiar a la mayor cantidad de seres posibles según su situación, tiempo, contexto y cultura. Se podría alegar que lo que se han hecho es poner palabras en la boca de Buda que éste jamás ha dicho. Podría verse de esa manera pero se estaría dejando de lado la buena intención de los monjes y la misión que el Buda les encomendó. Ante todo hay que entender que el objetivo de todos los Sutras es beneficiar, y no dañar como en su momento quiso hacer Devadatta, cuya motivación fue la envidia  hacia el Gran Maestro y quien intentó implementar el vagetarianismo para contradecir y desacreditar al Buda para destituirlo y hacerse con el mando de la orden. Y al no conseguirlo, intentó asesinar al Maestro tres veces.

Estas reglas del consumo de carne para los monjes fueron impuestas por Buda para mantener la cohesión entre monjes y laicos, unión de la cual depende la continuidad de las enseñanzas budistas. Sin embargo los contextos cambian. En la antigüedad, la única forma de sustento de los monjes eran las ofrendas de los laicos. Actualmente, los templos y órdenes de tradición Mahayana han tenido la posibilidad de ser autosuficientes y no depender de las ofrendas físicas en cuanto a la comida, lo cual les da la posibilidad a los monjes de elegir por cuenta propia su dieta. Esto facilita la posibilidad de mantener una elección laica y personal como el vegetarianismo, posteriormente en la vida monástica.

Muchas escuelas de la tradición Mahayana, como las escuelas tibetanas, zen y otras, promueven el vegetarianismo como parte del estilo de vida budista. No pueden exigir ninguna dieta como condición para practicar el Dharma, pero animan a sus seguidores a ser vegetarianos ya que pueden decidir por sí mismos si quieren o no adoptar esta dieta y renunciar a la carne como forma de compasión. El vegetarianismo es una excelente opción para anexar a la práctica moderna en las ciudades. Es un gran símbolo de ética y una genuina muestra de amor a los seres.

Desde el punto de vista budista, la elección de ser vegetariano o no es absoluta y totalmente personal.

En la tradición Theravada, llamada también la tradición del sur  o tradición de los mayores y la más apegada a las enseñanzas directas de Buda Sakyamuni, el comer o no carne es una decisión libre y personal del budista laico. La diferencia con el Mahayana es que la dieta no tiene absolutamente nada que ver con la ética y no constituye ningún tipo de controversia. Para los monjes, técnicamente está prohibido por las razones ya expuestas. El que un monje se declare vegetariano es una contradicción a lo establecido por Buda y el rechazo de una ofrenda por contener carne es algo totalmente opuesto a las enseñanzas monásticas. De hecho sería un insulto. Sería  mal visto por la comunidad y perjudicial para el monje y su monasterio.

Por otra parte hay que entender que muchos monjes Mahayanas modernos y más que todo occidentales no vienen del campo como antiguamente sucedía sino de la ciudad, lo cual les da un punto de vista muy diferente sobre el vegetarianismo.

En cuanto al precepto de no matar y preservar toda vida, lo cual puede parecer a primera vista como una contradicción con comer carne, hay que tener un conocimiento más profundo de la Primera Noble Verdad. El sufrimiento existe en el mundo. Y el primer paso para liberarse de él es aceptar este hecho. Matar para vivir es un tipo de sufrimiento que siempre ha estado y estará en la naturaleza. El Buda entendió este hecho y lo explicó profundamente en la Primera Noble Verdad. Por eso comió carne durante toda su vida.


La película Temple Grandin, interpretada por Claire Danes que cuenta la historia de una mujer con autismo que llegó a ser zoóloga, etóloga y profesora universitaria, ejemplifica un factor que no estaba presente en la industria cárnica y que gracias a sus estudios y a otros como los suyos se ha logrado cambiar la manera como se trata a los animales en la industria.

Las campañas veganistas aunque son basadas en objetivos nobles, tienen un gran fallo. La generalización. Consiguen las imágenes más atroces, repugnantes e indignantes de la industria de las carnes, y luego afirman sin una sola asociación más que la afirmación de la narración, que todas y absolutamente todas las factorías de carnes del mundo son así y que no hay manera de procesar la carne sin que sea de esta manera atroz e indignante. Claro, uno después de ver semejantes atrocidades y de quedar impactado y asqueado por ellas no puede más que aceptar tal premisa sin masticar, asumiendo que no hay animal en la tierra que no llegue a nuestro plato si no es pasado por ese sufrimiento extremo, y eso no es verdad. Eso es una falacia por asociación.

Por lo general esas imágenes crueles y descorazonadoras también son viejas. Al menos de los años ochentas y noventas. No se puede afirmar con contundencia que dichas prácticas atroces ya no se realicen más, pero también es falso decir que toda la industria de las carnes es así hoy en día. Volviendo a la película de Temple Grandin, ella ideó un sistema en el cual las reses son tratadas de una manera muy distinta a como se supone que se tratan a todos los animales de presa en sacrificio.

Temple Grandin posee una gran empatía con los animales y ha llegado a conocer su comportamiento a un grado casi mágico. Su máxima premisa es que si vamos a servirnos de los animales, lo mínimo que podemos hacer es tratarlos con respeto y hacer el sacrificio sin dolor. Su método de distribución de las reses y las nuevas técnicas de sacrificio no solo no tienen nada que ver con las imágenes atroces e indignantes que suelen mostrar los los grupos veganos, sino que muestran cómo se puede realizar un sacrificio prácticamente indoloro. No solo para beneficio y respeto del animal, sino para la buena calidad de la carne, lo cual es fundamental para la industria actual.

Actualmente, existen leyes reguladoras de los procesos de sacrificio. Muchos países están reglamentando estos procesos que obligan a que el trato sea digno y el sacrificio sea limpio, sin estrés ni dolor. Para tales efectos la crianza, el trato, mantenimiento y transporte de los animales es verificado por entidades de control que tienen en cuenta las condiciones en las cuales se manejan los animales. Esto incluye cuestiones de espacio, dieta, trato y otros. Si una persona interesada en este tema se queda solamente con los documentales impactantes de PETA y las campañas antiespecistas veganas pues no hay mucho más que decir. Pero si se averigua cómo va la regulación de éstas leyes en el mundo, cuáles sectores de la industria las implementan, cuales no y cómo lo hacen, pues tal vez entienda que la buena intención de los antiespecistas también tiene un sesgo intencional de información.

En cuanto al proceso de sacrificio, la parte más controversial y el núcleo real del problema, las técnicas legales para este proceso exigen específicamente que el animal NO debe estar consciente al momento de realizarlo. Para esto se utilizan técnicas de noqueo. Éstas consisten en un golpe rápido en un lugar específico de la parte trasera de la cabeza que deja al animal inconsciente en un segundo. También se utiliza un dispositivo eléctrico en la misma área. Sin duda esto también parecerá horrible y atroz pero si tiene la oportunidad de preguntarle a una persona que haya sido noqueada de un golpe en la nuca o por un arma eléctrica no letal en la misma área, qué fue lo que sintió, la respuesta será que volvió en sí con una jaqueca, pero que de la ocurrencia del golpe difícilmente recordará algo.

Ahora, estando el animal inconsciente, se procede al desangramiento que se hace realizando un corte en la arteria principal del cuello. Al momento del corte el animal no reacciona por estar inconsciente. Ambas técnicas, noqueo y desangramiento, se realizan rápidamente para asegurar que el animal no vaya a despertar durante el proceso. No hay gritos, pataleos, lucha ni dolor innecesario en el proceso de sacrificio. Luego de eso, el trato del cuerpo puede ser discutido también como un problema ético. Pero en cuanto al tema que nos atañe, el sufrimiento innecesario de los animales, el proceso crucial del sacrificio ya se ha realizado de la manera más humana posible y ya no hay sufrimiento alguno.

Sin embargo, para un vegano convencido, será imposible no ver el resto del proceso, todo lo concerniente al escaldado, corte, insuflado, depilado, esvicerado, fisurado, inspección de higiene, desinfección, almacenamiento en frío, distribución, venta, consumo y todo lo demás como acciones crueles. Así el animal ya esté muerto y no haya ningún sufrimiento después del noqueo, para algunas personas el resto del proceso seguirá pareciendo tan horrible como si el animal estuviera todavía vivo. Y esa es una posición que también merece respeto.

Las técnicas de sacrificio indoloro son importantes no solo por razones humanitarias sino también por razones comerciales. Si el animal es sacrificado en estado consciente con mucho sufrimiento y estrés, sus niveles de cortisol se elevarán al máximo. Como consecuencia de esto la carne se endurece por la tensión y demás efectos neuroquímicos del trauma. La carne queda dura, poco digerible y de mala calidad. Esta es otra razón por la cual el sacrificio de animales sin dolor es impulsado por la propia industria de las carnes, ya que no solo sería perjudicial para la industria debido a las leyes de sanidad,  sino que además trae beneficios. El principal objetivo de todos los productores de carne es conseguir una calidad superior del producto, alcanzada al adoptar técnicas nuevas de crianza y sacrificio.

Como práctica del consumo consciente solemos investigar estos procesos antes de consumir las carnes. Aún hay empresas que no tienen en cuenta estas normas pero suelen ser grabados en vídeo y denunciados ante las autoridades que no demoran en aplicarles las normas de sanidad y el código de salud. Fuera de que los grupos animalistas también estarán presionando en los medios, y eso es bueno. Esta ley está vigente en la mayoría de los países desarrollados y está empezando a implementarse en la mayoría de los países de gran producción ganadera de América Latina.

Ahora bien, supongamos que se trata de un practicante de tradición Mahayana que toma en cuenta Sutras históricamente recientes que apoyan la versión de un Buda vegetariano. Esto tampoco es tan fácil como suena puesto que algunos maestros han ido más allá del no consumo de ningún tipo de carne. Según algunos textos de tradiciones posteriores al Canon Pali, el Buda también prohibió comer la raíz de las plantas ya que con ello se mataría también a la planta. Según esto, teóricamente un budista además de carne, no podría comer ajos, cebollas, zanahorias, patatas, rábanos, remolacha, coliflores, espinacas, lechugas, hongos y muchos otros comestibles que consistieran en la raíz de la planta o en la planta completa, de manera que sólo sería legal consumir aquellas partes de la planta que no interrumpen su proceso vital. En resumen sólo se podría comer frutas, especias, granos y semillas. Una práctica con estas prohibiciones resultaría bastante limitante y. Más aún si no se tienen los medios para conseguir solo este tipo de alimentos y en las cantidades necesarias para vivir solo de ello. Además de poco apetitosa, médicamente una dieta tan extrema puede poner en riesgo la salud. 

¿Es dañino que algunos Sutras Mahayana digan que hay que ser vegetariano para ser budista? No. Lo realmente dañino es usar el budismo de la misma manera que un supermercado espiritual. Es decir, está bien basarse en un Sutra escrito con la intención de promocionar el vegetarianismo, pero al mismo tiempo hay que conocer todos los demás Sutras de las otras tradiciones así sea de manera referencial ya que son muchos, y algunos muy densos.

Con la expresión “usar el budismo como mercado espiritual” nos referimos a lo siguiente: Cuando una persona se basa en solo un Sutra como por ejemplo el Lankavatara o en un solo tipo de Sutras que apuntan a decir lo mismo sin tomar en cuenta los demás, lo que está haciendo es buscar entre todos los Sutras de las tradiciones budistas (el supermercado de los enunciados de Buda) y entre todos ellos elige solamente aquello que es acorde a la ideología que previamente maneja. Es decir, escoge lo que encaja con sus preconceptos ignorando todo lo demás e incluso rechazando todo lo demás como doctrina equivocada, escogiendo cosas sueltas que no amenazan su zona de confort. No cambia su vida para vivirla dentro del Dharma, usa el Dharma para que encaje en su vida. En pocas palabras, adaptar la doctrina budista a las objeciones de conciencia de forma radical es un mecanismo de defensa psicológico llamado racionalización, en el cual la persona ve únicamente lo que su neurosis le indica, en este caso lo que su marco moral le exige que vea, ignorando todo lo demás por más real, lógico y válido que sea. En resumen se trata de escuchar solo lo que yo quiero escuchar e ignorar todo lo demás porque hiere mi susceptibilidad, lo cual es el síntoma de un gran ego.

Cuando el Buda dijo que estudiaran su doctrina, se apropiaran de lo que les fuera útil y dejaran de lado lo demás, no se refería a hacer esto. Lo más “útil” para mí no quiere decir “lo que más me gusta” o “con lo que estoy de acuerdo” o "lo que se acomoda a mi visión del mundo". Querer y necesitar son dos cosas totalmente distintas. De hecho, muchas veces “lo que yo quiero” y “lo que yo necesito” son cosas totalmente opuestas. No es fácil distinguir una cosa de la otra cuando no se tiene una visión clara de la propia mente.

Eso desde el punto de vista Mahayana, desde el cual se apoya el vegetarianismo con toda solidez y toda justificación realizando una práctica genuina, completa y totalmente budista. No es necesario partir de los Sutras del Gran Vehículo para fundamentar el vegetarianismo en la práctica del Dharma. En otras palabras, no es necesario llegar a exageraciones ideológicas ni extremismos moralistas.

Ahora, desde el punto de vista Theravada, tomar como ciertas las afirmaciones del Sutra Lankavatara sin tomar en cuenta el Canon Pali es como considerar como ciertas las palabras de San Francisco de Asís por encima de las del propio Jesucristo, aun cuando contradiga los evangelios que son las propias palabras de Jesús.

Si usted desea basarse en Sutras que promueven el vegetarianismo, tenga en cuenta que hay otros Sutras que no lo hacen y no se esfuerce por ver en ello una contradicción. En lugar de ello estudie los contextos, las condiciones históricas y las fuentes canónicas. Esto no tiene por qué cambiar su forma de pensar y practicar. Lo que si va a evitar es que usted sienta la necesidad de señalar a otro hermano budista como si estuviera cometiendo un sacrilegio cuando de repente lo vea tranquilo sentado tomando su almuerzo. Es muy común ver a un vegetariano militante o vegano criticando y juzgando moralmente a una persona budista que come carne. Pero ¿Alguna vez ha visto a un comedor de carne molestando a un vegetariano por masacrar una lechuga? Suena tonto pero la idea es resaltar la tolerancia y el hecho de que la verdadera conducta ética no incluye tachar de no éticos o ignorantes a los demás por lo que comen. De nuevo, la dieta y la ética no tienen una relación directa en la práctica budista. 
 
Biológicamente hablando.

En términos biológicos y evolutivos, de los cuales analizaremos una breve investigación más adelante, la ingesta de carne fue un factor clave y crucial para el desarrollo cerebral de los antepasados de la especie humana. Además de esto hay que tener en cuenta que matar a otro ser para comer su carne no es en modo alguno un acto antinatural sino todo lo contrario. Comer carne es un componente fundamental en el ciclo de la vida de todos los ecosistemas. La naturaleza ha creado seres para matar y comer a otros seres. Si por ejemplo un grupo de humanos radicales a cargo de un ecosistema realizara el experimento de impedir que absolutamente todos los depredadores mataran y comieran presas, y reemplazaran sus alimentos por otras proteínas no animales, todo el sistema colapsaría y todos los seres morirían. Un biólogo experto en ecosistemas podría explicar más detalladamente este principio biológico. Aunque a decir verdad solo es necesario comprender el ciclo de la vida desde el más simple sentido común.

Algunos dicen: “Simplemente no puedo concebir que un ser como el Buda, totalmente iluminado, sensible al sufrimiento de los seres, coma carne y no lo prohíba. No puedo concebir eso”  Es lo que desde la psicología podríamos interpretar como un exagerado sentimiento de culpabilidad por un sufrimiento natural e inevitable. Algunos incluso olvidan la primera noble verdad cuya explicación se basa igualmente en las leyes de la naturaleza.  

El Buda no inventó las enseñanzas. Él observó la vida, la naturaleza y la condición humana y de esa comprensión dio forma al Dhamma. Ninguna de las enseñanzas del Buda contradice las leyes de la naturaleza, todo lo contrario, expone su realidad. Por eso se dice que el Buda vio las cosas realmente tal como son y sus enseñanzas lo comprueban en la realidad.  Tal como lo hacen las enseñanzas de la originación dependiente, la vacuidad y en general todas las enseñanzas. 

Es comprensible que en un mundo tan violento, tan cruel y tan indolente, haya personas especialmente sensibles para las cuales exista una necesidad personal de procurar la conservación de literalmente toda vida y evitar todo sufrimiento en todos los contextos y más allá de todas las circunstancias de la existencia. Como si el dolor en si y la muerte fueran "cosas malas" que deben ser evitadas y combatidas como si fueran algo antinatural. Luchar contra el mundo para que el dolor y el sufrimiento no toquen a ningún ser es algo simplemente imposible. Analicemos un ejemplo. 

Una vez conocí una religión shamánica antigua que se fundamenta en la naturaleza. La principal regla de esta religión es “Haz lo que quieras, a nadie dañes.” La regla de oro. Las personas que conocí, jóvenes practicantes de ciudad, se esforzaban por seguirla con todo su corazón. Pero se dieron cuenta de que no es posible habitar este planeta sin provocarle sufrimiento ni muerte a otros seres, sin importar lo que se haga ni la buena intención que se tenga.

Si vas caminando por un parque o un campo, detente y mira tus zapatos. A algún insecto habrás matado. Si consigues a la chica más linda de tu grupo, alguien más la habrá perdido y puede que la amara más que tú. Si estás en una convocatoria de trabajo y ganas el empleo, le habrás quitado la posibilidad a alguien más y posiblemente a alguien que lo necesitara urgentemente, que necesita alimentar hijos y esposa. Incluso si eres vegetariano, los vegetales que compras han pasado por un proceso de cuidado que incluye pesticidas para evitar que insectos y plagas dañen las cosechas. Al comprar vegetales en supermercados contribuyes a la muerte de millones de insectos que amenazaban los cultivos. La respuesta rápida sería que cultivemos nuestros propios alimentos pero desgraciadamente no todos tenemos el lujo de poder hacer nuestra propia huerta. Menos en una ciudad. 

Aunque se supone que las plantas no son seres sintientes, también son seres vivientes y de alguna manera también sienten. Si plantas un árbol debajo de un techo o algún objeto que le haga sombra, ésta hará crecer su tronco de manera curvada en dirección a donde llega la luz directa del sol para poder alimentarse. De alguna manera la planta siente dónde da el sol y se mueve hacia la luz. Ni siquiera los Jainistas que se tapan la cara para evitar absorber y matar microorganismos logran realmente conseguir tal cosa.



Es cierto que la intención del vegetariano es la de ser mejor persona y provocar el menor sufrimiento posible, pero la verdad es que cuando le dicen al vegetariano que su no consumo de carne tiene un efecto aunque sea pequeño en el sufrimiento animal, le están mintiendo. Lamentablemente es falso que el no consumo de carne salve animales. Es una mentira recurrente en las redes sociales.

Una vez fue promocionada en las redes sociales una imagen que decía que el presidente de la industria chilena de ganado había dicho en CNN que el no consumo de carne había salvado miles de vacas en Chile. Al investigar dicha entrevista se puede ver que en realidad lo que había dicho el presidente de la industria ganadera de Chile, era que la producción de ganado había disminuido preocupantemente y que el país estaba empezando a exportar carne de otros países porque  la baja producción perjudicaba su posición en el mercado nacional, lo cual es gravísimo para la economía chilena. En ningún momento comentó algo sobre "vacas salvadas". De hecho, lo que dijo fue que hacía falta criar más reses para evitar que la industria brasilera perjudicara la industria nacional. Todo lo contrario. La sola idea de un industrial ganadero diciendo que las vacas se “salvaron” porque la gente no las come, es ridícula.

Éste es otro ejemplo de por qué siempre es importante consultar las fuentes antes de tomar algo como cierto. Los letreros fugaces de las redes sociales con datos, estadísticas y noticias crueles o esperanzadoras, aunque quieran ser tomados como si fueran verdades incuestionables, jamás son pruebas de nada. De hecho suelen jugar en contra y dejar a los movimientos veganos en ridículo como sucedió con esta falsa noticia.

Matemáticamente hablando, el no consumo de carne no salva vacas porque la demanda sobrepasa siempre la oferta, por eso la  industria suple esta demanda faltante con embutidos, carnes frías y otros productos sintéticos que sí son realmente perjudiciales  para la salud.

Los veganos dicen que si diez personas dejan de comer carne, una vaca se salvará. Esto en términos industriales, económicos y matemáticos es falso. Además, absurdo. La industria no produce carne teniendo en cuenta el número de personas que literalmente compran el producto en el supermercado, sino de la cantidad estimada de habitantes que hay en una ciudad o  región, independientemente de si cada uno de ellos come o no carne ya que es imposible saber cuántos van a comprar los productos.

Si un avión con doscientas personas de una misma ciudad se accidenta, habrá doscientas personas menos consumiendo carne para siempre. Esto no cambia ni afecta en nada el nivel de producción y consumo de la industria ganadera en dicha ciudad. Ninguna vaca quedará pastando en las fincas ganaderas a causa de un siniestro numeroso. Por lo tanto el único efecto que el vegetarianismo y el veganismo generan como ismo, movimiento social y acción militante, es el efecto psicológico en sus propios militantes. 

En cuanto al impacto que estos movimientos sociales han generado en la industria de las carnes, éste es totalmente nulo. No han salvado una sola vaca. Un buscador imparcial investigará esto en todas las fuentes, no solo en las sugeridas por estos grupos, ya que obviamente mostrarán sólo las cifras sacadas por ellos mismos de fuentes no oficiales o secretamente oficiales. Porque según estos movimientos las cifras oficiales, siempre son “falsas”.

Como hemos visto hasta ahora, el comer carne de otro ser no es un acto antinatural, de hecho es necesario para la continuidad de todas las especies. Y como observaremos a continuación en el apartado referente a los aspectos netamente biológicos, no es cierto que los humanos seamos herbívoros naturales. Cuando se intentan mezclar aspectos éticos con hechos biológicos, las contradicciones no solo pueden restarle credibilidad a un movimiento, sino también hacer que se ridiculice a sí mismo. 


El ser humano es un animal herbívoro.

Esta afirmación proviene de la confusión entre taxonomía y dieta. La taxonomía es la clasificación de las especies. La dieta se refiere a lo que consumen dichas especies. Varias ramas de una misma especie pueden tener diferentes dietas, y a su vez, hay animales que comparten la misma dieta sin que esto les haga miembros de la misma especie. Los veganos suelen hacer una división absoluta entre carnívoros y herbívoros sin tomar en cuenta la especie y aunque suene raro, tampoco el tipo de dieta, que por cierto no se limita simplemente a carnívoros y herbívoros.  


Los frugívoros  como el murciélago gigante y algunos primates pequeños comen solo frutas; los granívoros como el faisán y otras aves se alimentan de nueces y semillas; los folívoros  como el oso panda se alimentan de hojas; los insectívoros como el oso hormiguero, las ranas y algunos murciélagos comen insectos, etc. En el reino de los primates por ejemplo, están los gorilas que son principalmente vegetarianos. Hay frugívoros como los gibones, y omnívoros como nuestros parientes genéticamente más cercano, los chimpancés, animales que además de comer frutas, sacar hormigas de sus nidos con palitos para comérselos, también matan y comen a otros mamíferos, algunas veces otros primates, conducta que ya ha sido ampliamente documentada.




Al igual que éstos, nuestra especie es en realidad omnívora. Nuestro sistema digestivo está evolucionado para asimilar y procesar proteínas vegetales y animales. El argumento de la longitud del intestino humano tampoco tiene mayor peso debido a que la asimilación de los nutrientes no depende de la longitud del intestino sino de la composición de las paredes del mismo. Otras características de especie son los dientes. Los veganos dicen que si fuéramos carnívoros deberíamos tener dientes de depredadores. Esta teoría es echada por tierra por los mismos primates. Los babuinos y los gorilas, animales estrictamente vegetarianos, poseen largos colmillos afilados como armas de defensa y amenaza. De todos modos, los molares de los humanos son adaptaciones evolutivas para el consumo de la carne. Un hecho que suele pasarse por alto. 



Al igual que los perros, animales omnívoros distintos a los gatos que son totalmente carnívoros, nosotros tenemos glándulas salivales y sistema digestivo capacitado para esta función. Por ejemplo, los herbívoros tienen en su sistema digestivo un saco especial, posterior o superior según la especie, llamado depósito de fermentación. Tales sacos sirven para procesar los vegetales mientras son descompuestos por microbios. De su acción viene el conocido rumear de las vacas. El sistema digestivo de los humanos no posee depósitos de fermentación.

La evidencia arqueológica de la composición de los dientes y el análisis de los huesos del homo erectus, antecesor del actual homo sapien, demuestra que la dieta de este cazador, que ya domesticaba plantas y animales, era una dieta omnívora. Éste es un repaso al resumen de la investigación del doctor Jhon McArdle en su conferencia en The vegetarian resource group cuya publicación aparece en  la edición de mayo/junio de 1991 de The Vegetarian Journal, publicado por The vegetarian resource group. Dejo el link junto con las demás fuentes en la parte final del artículo.

Detrás de los informes que dicen comprobar los supuestos beneficios en la salud de los veganos,  hay  noticias muy poco divulgadas no muy alentadoras. En Francia, el matrimonio vegano de Joel y Sergine Moaligou ha sido procesado por la muerte de su hija de once meses debido al seguimiento estricto de una dieta vegana seguida por la madre que la privó de proteína b12 en su leche materna, lo que desembocó en la muerte de la bebé. Este caso no es aislado. Tanto es así que en Italia se está estudiando un proyecto de ley que condena con cárcel a padres veganos que sometan a esta dieta a sus hijos debido a que varios niños han muerto y muchos otros van a parar a urgencias por desnutrición.

Un famoso estudio realizado por investigadores chinos que apoyaba los beneficios de esta dieta ha sido desacreditado varias veces por la comunidad científica. Un estudio sobre los efectos de la dieta vegana y su respectiva comparación con la dieta de carne del Institute of Social Medicine and Epidemiology” de la Medical University en Graz, Austria, no solo descarta la posibilidad de que el veganismo en realidad traiga beneficios casi milagrosos al organismo humano, sino que resalta estadísticamente una mayor incidencia de enfermedades: Los vegetarianos presentaron casi el doble de patologías alérgicas que los consumidores de  carnes (30,6% a 16,7%) y mostraron un 166% más de patologías cancerosas (4,8% a 1,8%). Además, los investigadores constataron un  150% más de patologías cardiovasculares entre los vegetarianos que entre los carnívoros (1,5% a 0,6%). En general, los investigadores estudiaron  18 enfermedades crónicas diferentes. En comparación con los consumidores de carne, los vegetarianos enfermaban con más frecuencia (78%)  en  14 de las 18 enfermedades estudiadas –  que incluyen el asma, la diabetes, la migraña y la osteoporosis.

Psicológicamente las consecuencias también fueron evaluadas y los resultados son similares: De los resultados de los científicos de la Universidad de Graz es posible concluir que los vegetarianos tienen una menor calidad de vida que los consumidores de carne. En las cuatro categorías analizadas para medir la calidad de vida los valores de los vegetarianos fueron menores: La salud física y psicológica, las relaciones sociales y la calidad relacionada con el entorno de la vida.

Una trampa del capitalismo

Un argumento vegano dice que el consumo de carne y de productos que vienen de animales es impulsado por la industria capitalista y la cultura de consumo. Pero al ver a los veganos y sus hábitos de consumo, podemos llegar fácilmente a la misma conclusión sobre ellos. Todo lo que compra y usa un vegano viene de un sector específico del comercio. Tienen toda una línea de productos específicamente hecha para veganos. Comida, ropa, productos de aseo personal, aseo del hogar, literatura, documentales y películas, juguetes, muebles, etc. Los fabricantes de productos exclusivamente veganos tienen una población fija y fiel de consumo de la misma manera que un cantante de música cristiana tiene las ventas aseguradas por el solo hecho del tema que trata. Eso es la esencia del capitalismo. Pueden denigrar mucho a los empresarios capitalistas, pero alguien está explotando un nicho de consumo exclusivo, y el capital es el dinero de los veganos. 

Obviamente un vegano restaría toda credibilidad a estas investigaciones y daría toda credibilidad a las que apoyan la dieta vegana. Pero las evidencias de los peligros veganos siguen teniendo su sombra en los hechos. En mayo de 2016, María Strydom, una vegana de 34 años, quiso escalar el monte Everest para demostrar que los veganos no son débiles ni mal nutridos. Falleció durante el descenso. La empresa que la guiaba se vio envuelta en una seria controversia ya que a los escaladores se les procura que coman mucho más de lo normal y mejor antes de iniciar el ascenso. Strydom se negó a comer carne antes de iniciar el ascenso. 

Como siempre, lo mejor es investigar por uno mismo toda la evidencia disponible y sacar las propias conclusiones. Sin embargo no está demás prevenir los excesos como bien lo demuestra el Buda en la enseñanza del camino medio. Tales extremos del veganismo pueden llegar a exageraciones mortales como la Inedia, creencia que asegura que se puede vivir sólo de la luz del sol sin tomar nada de ningún ser vivo. Esta peligrosa idea se popularizó por un documental que presenta a un maestro de la India que asegura haber vivido décadas sin comer nada ni probar una gota de agua. Debido a este documental algunas personas han intentado seguir esta práctica. Hasta ahora van cinco muertes en occidente documentadas causadas por Inedia, cuyo diagnóstico es la inanición. La persona literalmente se mata de hambre para no tomar nada de ningún ser vivo. La Inedia que inició como una moda ética, es un trastorno psicológico. 

La ética.

Un vegano militante equipara el acto de comer carne con el asesinato, la violación o la tortura de un ser humano.  No hay diferencia. Los animales carnívoros lo hacen por su estado evolutivo inferior, dicen algunos. Pero no se detienen mucho ahí porque es difícil hacerle juzgamientos éticos y morales al ciclo de la vida. No se le puede aplicar un criterio moral a un lobo por matar y comerse a una liebre. Pero según el veganismo los humanos estamos prácticamente fuera del ciclo de la vida, por lo tanto nuestra única relación con la naturaleza es la ética. Esto contradice el argumento antiespecista que dice que no debería haber diferencias éticas ni biológicas entre los humanos y los animales. Si hay reglas distintas para los humanos pero no para los animales, no puede haber antiespecismo real. 

Para el vegano el hecho de que un ser coma la carne de otro es un acto inmoral, incluso en la naturaleza. Hemos conocido movimientos sociales que mantiene esta afirmación. Por lo tanto el hecho de que un humano lo haga es mil veces más deplorable e inmoral según ésta postura.


En internet circula un video de un monje que tenía un gato. El hombre, un joven occidental con túnica y cabeza rapada, decía que había conseguido enseñarle a su gato a ser vegetariano. Una verdadera proeza de compasión y una esperanzadora prueba de que hasta la inmoralidad de la naturaleza tiene arreglo. Sin embargo debemos discrepar por experiencia. Los gatos son animales muy importantes en la cultura budista. A tal punto que muchos nos hemos comprometido con esta especie desde nuestra infancia tanto en su cuidado como cachorros y en su ayuda como animales libres hasta la comprensión de su biología como consecuencia del trabajo social con perros y gatos callejeros. Son animales fascinantes, sagrados y muy presentes en la cultura budista además que están presentes en todo el mundo. No es la primera vez que escuchamos sobre un gato vegetariano, o un perro o cualquier otro animal consumidor de carne "curado" de ese mal. . 

Lo que el benévolo monje ignora es que aunque puede que haya forzado al pobre animal a ingerir algo que naturalmente no come, no puede obligar al sistema digestivo del felino a digerir y procesar una proteína que simplemente su cuerpo no puede asimilar. También ignora que si a un gato se le da algo que no lo alimenta, el animal simplemente se retirará a los alrededores para cazar y no morir de hambre por puro instinto. A diferencia de los perros, los gatos no son domesticables.

Un dato curioso y muy llamativo de los gatos es que los biólogos los han catalogado como los mejores cazadores del mundo. Están por encima de los leones, tiburones, reptiles, y cualquier cazador en el mundo natural. La razón de esto es que los gatos se adaptaron  a la especie humana pudiendo vivir en todos los climas del mundo. Y segundo, ningún otro depredador tiene tan extensa gama de presas para la caza como el gato. El animal puede comer literalmente todo lo que se mueva y corra bajo sus patas. Insectos, roedores, aves, mamíferos, todo. Así que el tierno triunfo del monje sobre la naturaleza asesina del gato, con el que por cierto vivía en un lugar boscoso, es solo eso, ternura. 

La mayoría de los monjes budistas que promueven el vegetarianismo no son veganos, no condenan el consumo de carne, y se ríen ante la idea de un gato vegetariano.  

Como vimos anteriormente, la Primera Noble Verdad dice que el sufrimiento existe en la vida. Esto es un hecho, por eso Buda lo nombro como una de las Cuatro Nobles Verdades. Ahora en la naturaleza, el animal de presa sufre cuando es comido por un depredador. En realidad un animal sacrificado en una industria certificada con técnicas como las descritas, sufre mucho menos que un animal cazado y muerto por un depredador en su medio natural. La asfixia mecánica que los leones aplican a los búfalos o la euforia alimenticia de los lobos comiéndose un ciervo son más dolorosas que un sacrificio realizado en un lugar debidamente vigilado y acreditado. Incluso algunos depredadores inician a comerse a su presa aún antes de que ésta haya muerto lo cual sin duda es mucho peor. 

La muerte de un herbívoro para consumo de un carnívoro u omnívoro es una ley natural que el Buda comprendía perfectamente, y por tal razón más que por otra rechazó el vegetarianismo. De no ser así, no solo lo habría impuesto en la comunidad monástica sino también a los laicos. Por tanto sería literalmente imposible que los pueblos asiáticos, de los cuales nos llega el budismo, tuvieran la gastronomía tan exótica y variada que conservan desde hace miles de años. 

Una de las razones por las cuales el budismo es tan atractivo para los occidentales es que las Enseñanzas no solo no contradicen las leyes de la naturaleza, sino que son acordes a ellas. Esto es evidente en la concordancia del pensamiento budista con el pensamiento científico, con el cual no tiene ninguna contradicción y de hecho se complementan perfectamente. Por eso es que el racionalismo occidental encajó tan bien con la doctrina budista. 

La noble idea de no usar absolutamente nada que venga de un animal podría ser en la práctica una exigencia mal dimensionada. Las prendas de origen animal han salvado a la especie humana por millones de años. De hecho los antiguos cazadores respetaban en demasía a sus presas rindiéndoles tributo y considerándolos espíritus protectores. Hasta considerarlos sus dioses. Los primeros dioses de la humanidad fueron los espíritus de los animales de los cuales se alimentaban. Así emergieron las antiguas religiones shamánicas. Actualmente sabemos que no es necesario usar animales para nuestras prendas y que por ningún motivo se debe impulsar el mercado negro de las especies en peligro para fabricar cosas tan frívolas como prendas de vestir. Pero mientras un animal haya sido sacrificado con respeto y sin dolor y su especie no esté en peligro, no hay razón para generar culpa. Más allá del deceso, el sufrimiento en el animal ya no existe, por tanto las prendas de cuero no son algo indigno ya que no hay un animal al cual herir. Es sentido común. Hay que proteger a las especies en riesgo, eso es un hecho indiscutible. Pero satanizar a alguien por usar una chamarra de cuero no tiene sentido y es una exageración porque tiene un uso práctico. Proteger del frío a una persona que necesita abrigarse.

Otra cosa muy distinta es usar una piel de zorro por glamour o por lujo. Eso sí carece de toda justificación y merece rechazo. Sin embargo y aunque sobre la aclaración, rechazo no significa violencia ni agresión. No le vas a caer a piñazos a una señora de la alta sociedad por traer una piel de zorro encima. Una protesta coherente sería mancharle su carísima piel de zorro con la tinta más barata a la mano. Practicidad primero que violencia.

No hay razón para desacreditar el vegetarianismo ni el veganismo como una práctica negativa, pero la manera en la que se tratan de inculcar éstas dietas a la gente joven sí ha tenido una gran falla moral dentro y fuera del budismo. Nos referimos a continuación a los promotores espirituales e ideológicos de éstas dietas. No a aquellos que la practican por su propia iniciativa y bajo su propio criterio, sino a aquellos pocos que buscan introducirla a la fuerza en la práctica de otros. 

Pareciera que la única forma que los promotores tienen de propagar sus ideas es mediante el chantaje emocional, el ataque a la sensibilidad y la explotación morbosa del sentido de la compasión. Apelar al remordimiento de la gente antes que a su sentido común haciendo gala de una superioridad moral y ética es una muestra de que sus argumentos no tienen fundamento en la realidad. Si así fuera, no tendrían que recurrir a tan vulgares métodos. Esta superioridad moral es una actitud infantil y ególatra. Solo demuestra el resentimiento hacia los que no comparten sus creencias y que por tanto consideran no solo inferiores, sino igual de despreciables a cualquier delincuente o criminal de guerra. Fuera del budismo esto es evidente, pero dentro de él no tanto. Miremos un ejemplo de una monja tibetana occidental. 

Hay una monja budista estadounidense cuyas charlas son un excelente material para los nuevos practicantes del budismo tibetano. Pero una de sus charlas ejemplifica la principal falla moral de los veganos. La monja explica el principio de compasión para con los animales. Entonces cae en esta desagradable manía de los veganos.

Relata una historia de un pueblo en la India que sufría una sequía mortal. Animales y plantas habían muerto. En ella había una familia de un matrimonio con un hijo joven. Los padres le dicen a su hijo que si mueren, aproveche su carne y se la coma. El hijo rechaza la propuesta y les dice que su mayor deseo es el bienestar de sus padres, por lo cual les pide lo mismo a ellos. Al día siguiente el hijo se suicida y los padres, llenos de dolor y acordes a su último deseo, se comen la carne de su único y amado hijo para sobrevivir la sequía. La monja, en tono patético y lúgubre, remata casi que ordenando con tristeza marcial que si un budista va a comer la carne de cualquier animal, que lo haga con ese mismo sentimiento. Con plegaria, oración y con la misma disposición de los padres del suicida que ella llama “Compasión”. Compasión por los animales.

Esto no es compasión. La palabra para esto es el más simple y descarado chantaje. Es un ejemplo de la manera vulgar y totalmente malintencionada de generar culpa.  Por un lado la idea de que el suicidio puede ser bien visto dentro del budismo es absurda, y por el otro pensar que uno se va a comer la carne de su propio hijo con “compasión” es totalmente enfermiza y repugnante. Es simplemente absurdo desde la práctica budista y desde el sentido común comer carne con éste sentido de culpa. Es un jaque mate emocional. La consecuencia lógica de éste pensamiento es que la persona tarde o temprano dejará de comer carne. Una trampa psicológica infalible. Quien aplique este macabro ejercicio no terminará despreciando la carne por su propia voluntad y convicción, por decisión propia, sino que la rechazará por el más insano y repugnante sentido de culpa. 

Este tipo de intentos de hacer ver la ingesta de carne como algo tan indignante como violar o matar (o comerte a tu propio hijo lo cual se lleva la medalla), aseverando que no puede haber sacrificio animal sin humillación ni sufrimiento extremo bajo la mano de ningún hombre, es lo que hace que la imagen de éste tipo de promotores de la dieta sea tan negativa.

Semejante despliegue de hipocresía y segundas intenciones de parte de una persona con autoridad espiritual es algo triste e indignante. Cualquier budista que tuviera a esta monja como única referente del budismo se sentiría como un pedazo de mierda por comer carne y no la volvería a tocar por el resto de su vida. Esa charla fue un intento de quitarle al oyente el derecho a decidir, a usar sus propias convicciones y su propia experiencia en la práctica del Dharma, y obligarlo a adoptar la posición de quien le habla inculcándole culpa y remordimiento con un velo de libre albedrío y peor aún, desde una posición de autoridad, pues es una supuesta monja ordenada quien está hablando. Cualquiera que haya tomado tales palabras como ciertas, no tendrá mayor elección que renunciar a la carne a menos que se reconozca como una persona mala, inmoral y despreciable.

Uno de los peligros más grandes de la actualidad es que solo por escuchar el título de maestro o Lama corremos el riesgo de tragar entero sin pensar ni cuestionar nada, y eso es sumamente peligroso. Buda también aconseja cuestionarlo y comprobarlo todo antes de tomarlo como cierto. Esta advertencia es muy importante para nosotros actualmente. Como practicantes estamos en la obligación de evaluar a las personas que llegan a enseñarnos el Dharma. Más que todo a los que se llaman a sí mismos guías espirituales, maestros budistas o lamas. 

Podemos ver entonces, que el problema en cuanto a este tema no es el vegetarianismo ni el veganismo en sí, sino la forma malintencionada como algunas personas intentan manipular el corazón y la buena intención de personas sensibles a través de la culpa y el chantaje emocional para imponer una dieta.

Las formas en las que se está promocionando el vegetarianismo y el veganismo como movimiento social son en realidad contraproducentes a sus objetivos. Por lo general, el vegetariano y más aún el vegano,  usa estrategias que en lugar de mostrar las cosas positivas de esta dieta, muestran las cosas negativas de una ideología y generan aversión a la persona, convirtiendo al vegano en un militante hermético y temeroso de la investigación, hipersensible, reaccionario y moralmente arrogante. Es decir, en una ridícula caricatura de sí mismo. Muchas personas confunden una opción de vida con una posición ética, incluso creyéndose portadores de una autoridad moral superior, lo que los hace mentalmente rígidos. Aferrados furiosamente a unos conceptos estáticos que a final de cuentas, les genera más sufrimiento que bienestar. 

Desde el punto de vista ético y moral, no tiene ningún sentido ni fundamento asociar un hábito alimenticio con una conducta ética. Jesús comía carne y Hitler era vegetariano. ¿Podrían los conceptos éticos asociados a las dietas estar acordes a estos dos ejemplos? Obviamente habrá quien niegue que comparte su compasión con los animales con el más grande líder fascista de la historia. Los católicos aún intentan negar tristemente que Hitler fue un profundo devoto de la iglesia romana sin mucho éxito. Cada quien procura pulir la vitrina de su negocio.




Si usted le pregunta a cualquier monje budista de cualquier tradición qué diferencia ve entre un practicante del Dharma vegetariano que procura imponer su estándar ético a otros, fomenta la división, y reacciona con  superioridad moral ante las prácticas de los demás, y otro practicante del Dharma que come carne pero es tolerante con las decisiones ajenas, practica los preceptos, ejercita su ética y cuida a otros; este monje sin importar que él mismo sea o no vegetariano, le contestará que la segunda persona es un verdadero practicante del Dharma y que la primera necesita empezar a practicarlo.


La respuesta vegana.

Este argumento como es de suponerse, puede resultar bastante incómodo para algunas personas. Cuando los argumentos biológicos, éticos y doctrinales dentro del budismo ya no tienen sustento, algunos insisten en mantener el radicalismo en las interpretaciones ajenas y en las propias.

Una de las respuestas que suelen dar una vez se les presentan estos argumentos es el siguiente. Está bien, el sufrimiento es inevitable en la vida. Por lo tanto según usted, como el sufrimiento es inevitable entonces no hagamos nada y resignémonos al sufrimiento que hay sin hacer nada. Así que no vale la pena practicar la compasión ni el Dharma ni defender a los animales. Para qué ser budista entonces…

Esta interpretación como vemos es una exageración. Una radicalización del sentido común. Nunca se ha dicho que no hay que hacer nada. Lo que se está diciendo es que hay que hacer las cosas dentro del orden natural de la vida, hasta donde tenga efecto nuestro alcance y un poco más allá. Hay que luchar contra el maltrato animal pero con coherencia, realidad y más que todo, con madurez. Hay lugares donde aún se trata de forma horrible a los animales y la mejor manera de luchar contra esos productores es denunciarlos con pruebas, con nombre propio, exponerlos públicamente y recomendar el no consumo de dicho producto. Ahora tenemos las herramientas para hacerlo. Por otro lado insistir en que no hay sacrificio sin sufrimiento innecesario ni humillación compartiendo videos viejos de PETA y afirmando sin pruebas que toda la industria cárnica es así en la actualidad, sin investigar si esto es cierto o no, ya es cuestión de la más simple generalización.

Esa es la malinterpretación de este punto de vista. Ahora, la malinterpretación de sus propios argumentos es la siguiente.

Los vegetarianos dicen que el vegetarianismo es un acto ético de compasión hacia los animales y que encaja perfectamente con la práctica budista. Actualmente, un buen sector de la clase media y alta tiene los medios para mantener esta dieta. Ser vegetariano es una forma de practicar la compasión hacia todos los seres según los preceptos budistas. Esto es totalmente cierto, acertado y loable. Esta es de hecho la mejor razón para adoptar esta dieta. Entonces algunos deciden tomar este argumento honesto y acorde al Dharma, y tergiversarlo por medio de la exageración maliciosa.

Dicen: Está bien consumir carne si no hay otra opción. Si se es demasiado pobre o se está en peligro de muerte. Pero un budista que vive en la ciudad y tiene los medios para ser vegano, por ética, por moral del Dharma “debe ser vegano sí o sí”. Sino, no es más que un hipócrita que no aplica el budismo como es debido. Un budista que puede tomar esta opción debe ser vegano, de lo contrario no debe llamarse budista.  

Como vemos, esta no es solamente una exageración de los propios argumentos vegetarianos sino que también es una perversión de los mismos. Tornando posiciones personales en reglas morales inventadas y convirtiendo opciones de vida en leyes sagradas. Esta nueva ley, sacada literalmente de la nada, es producto del desespero de saber que la religión que uno está practicando no es lo suficientemente radical ni intolerante como el militante vegano quisiera que fuera. Es entendible tal nivel de frustración en una religión donde primero, su fundador no era vegetariano, segundo prohibió el vegetarianismo a sus monjes y tercero comió carne durante toda su vida (como lo muestra su extensa biografía) hasta el último día de su vida. Tal ley de “debes ser vegano sí o sí” es algo que el mismo Buda prohibió directamente en la cara de Devadatha como ya lo hemos visto. Insistir en dicha frivolidad es literalmente querer ser más budista que el Buda y es el último intento por justificar neurosis absurdas en una religión que es abierta, comprensible y practicable por cualquier persona del mundo sin importar su condición (ni su dieta).

Comamos juntos. 

Es tan solo un pequeño puñado de budistas occidentales radicales quienes exigen el veganismo como una ley budista, cuando los mismos países orientales de los que aprenden su doctrina no solo no son vegetarianos, sino que comen cosas que nosotros ni siquiera nos atrevemos a tocar. Aunque el vegetarianismo si es promovido por las escuelas orientales, ningún país budista de oriente es vegetariano. Todos son consumidores de carne y de una variedad muchísimo más amplia que la de los occidentales. Y no hay ninguna incoherencia en ello.

Miremos por ejemplo al S.S. el Dalai Lama quien apoya totalmente el vegetarianismo pero que por razones de salud y recomendaciones médicas tuvo que verse obligado a volver a la carne. No faltó quien tachara de falso a S.S.  por este insignificante hecho. Ni siquiera teniendo en cuenta que su dieta varió de forma mínima consumiendo algo de pescado una o dos veces por semana por ejemplo y cosas similares por orden de sus médicos. También olvidan que el Dalai Lama se hizo vegetariano en los sesentas ya siendo adulto porque los tibetanos no son vegetarianos. Unos pocos puristas verdes se rasgaron las vestiduras porque un monje come algo de pescado. De repente Su Santidad ya no tiene autoridad para hablar sobre vegetarianismo porque lo correcto era poner en peligro su salud a su avanzada edad. Un veganista radical muy famoso, una de las personas más famosas del mundo como lo es Paul McCartney, el ex Beatle, llamó al Dalai lama "canibal", por seguir las recomendaciones de su médico. Una soberana estupidez.

Podemos ver según las acciones y declaraciones de los veganistas, que lo que no soportan no es tanto que alguien coma carne. Lo que realmente no pueden soportar es que alguien ajeno a su militancia defienda a los animales. Nosotros como budistas tenemos la opción de ser o no vegetarianos. Y nosotros como budistas tenemos la obligación sí o sí de defender a los animales. Quien piense que no podemos ser defensores de los animales por comer normalmente va a tener una estadía muy triste en el Samsara porque si hay algo que el budismo no acepta es aplicarle etiquetas éticas a una persona por la dieta que come. Cuando el aferramiento a mis ideales no concuerdan con la realidad, el resultado es sufrimiento puro, frustración y odio contra los que viven en la realidad.


Este pequeño grupo de radicales que brindan mucha información a la comunidad vegetariana no habla por todos ellos. Son solo un pequeño porcentaje.  La mayoría de los vegetarianos son personas coherentes, respetuosas y muy agradables. Buenos divulgadores de información y excelentes practicantes del Dharma. Es incorrecto generalizar toda una comunidad por el radicalismo de un pequeño grupo. 

La campaña anti vegana más efectiva es el mismo veganismo ideológico militante. La variedad de criterios enriquece el debate y nos hace aprender nuevas cosas. La investigación y la apertura de mente son las herramientas más útiles para la práctica individual y social. Una de las consecuencias directas de seguir y practicar las enseñanzas de Buda es que las personas con concepciones paralelas, distintos modos de ver el mundo y diferentes maneras de interpretarlo, puedan sentarse juntas a cenar, sin que ninguna piense mal de la otra sólo por lo que ve en su plato. Siendo así, disfruta siempre de tu comida. Agradece antes de comer y siempre procura comer acompañado. Buen provecho. 

Fuentes:
El mito del humano originalmente vegetariano: http://www.ivu.org/spanish/trans/vrg-omni.html




8 comentarios:

  1. En ningún texto de la Biblia he encontrado referencias respecto a que Jesús comiera carne. Además, según el escritor e investigador Antonio Piñero lo más probable sería lo contrario, pues aunque "No hay datos" sobre su dieta, "Jesús era pobre y los pobres apenas comían carne en la Antigüedad, sino en todo caso pescado. Por ello podemos decir que Jesús, y otros pobres, eran vegetarianos". (Textos entre comillas citados de: https://www.tendencias21.net/crist/Nazaret-no-empezo-a-existir-hasta-el-siglo-IV-Consumia-Jesus-drogas-Compartir-90-19-de-abril-de-2015-Preguntas-y_a1798.html)

    Por lo tanto, su comparación entre Jesús y Hitler me parece en todo caso desafortunada.

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    1. Puede cambiarla por Abel, Abrahám, Moisés, Eistein, Mandela o cualquier otro gran personaje histórico. El punto no es el personaje en sí, sino el hecho de que la dieta y la ética no tienen ninguna relación. Por cierto, para los vegetarianos el pescado también es considerado carne.

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  2. Gracias por la información del artículo y su respuesta.

    Si el punto no es el personaje en sí, bien podría modificar la comparación en el texto que escribió con otra pareja de personajes de los cuales aportara pruebas para sostener el argumento de su dieta vegetaraiana o no, pues lo importante sí debe ser suministrar información verdadera o al menos soportada en las mejores razones luego de analizar las conlusiones a las que se han llegado con las fuentes disponibles acerca de lo que se conoce de las enseñanzas de un ser como Jesús, su historia y las prácticas de los primeros cristianos, no en suposiciones o datos aislados de un escrito cristiano (por ejemplo, para la consideración del pescado en la dieta de Jesús).
    Por otro lado, aunque parece que pretendiera mostrar una posición neutral o al menos no inclinada en forma desproporcionada al analizar la opción entre un vegetariano/vegano y un carnívoro, su parcialidad puede verse en apartes como el siguiente:

    "Es muy común ver a un vegetariano militante o vegano criticando y juzgando moralmente a un carnívoro cuando toma su alimento. Pero ¿Alguna vez a visto a un carnívoro molestando a un vegetariano mientras almuerza?"

    Al respecto, doy testimonio que un vegetariano en la mayoría de las experiencias que he presenciado y escuchado al momento de comer, rechazando la carne, sufre de cierta discriminación, burla o censura por parte de algunas personas que no pueden entender por qué alguien deja de comer carne y creen que actúa como alguien enfermo o que se ha dejado lavar el cerebro por una doctrina, lo cual en algunos casos lleva a que la persona que inicia una dieta vegetariana desista por la presión recibida en el medio social que rechaza dicha práctica. Sobre esto, además de mi testimonio personal puedo citar un caso publicado en esta página: https://www.las2orillas.co/hoy-magistrado-bernal-me-discrimino-vegetariano/

    Esto para mí es suficiente para entender que, por lo menos en este aparte del artículo, su crítica (o comparación) entre un vegetariano/vegano y un carnívoro es, además de carente de los mejores argumentos, falsa.

    Ahora, comparto la idea respecto a que la elección de ser vegetariano o no sea algo personal y de una voluntad libre, sin violencia o manipulaciones que generen sentimientos de culpa, al igual que "La investigación y la apertura de mente son las herramientas más útiles para la práctica propia y para la comprensión de la práctica de otros". Por lo tanto, haciendo eco también de la frase de su artículo respecto a que "La variedad de criterios enriquece el debate y nos hace aprender nuevas cosas", finalizo citando otras fuentes donde se pueden encontrar argumentos frente a las enseñanzas de Jesús y las prácticas de los primeros cristianos respecto a su relación con los animales:

    https://www.theologe.de/jesus_primeros-cristianos_amigos-de-los-animales.htm

    http://www.respuestasveganas.org/2006/11/pregunta-dice-la-biblia-sobre-los_303.html

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  3. Parece una buena justificación para quienes les gusta comer , carne, pero si quieren ser bodhisattvas y tienen la opción de no hacerlo, no deben tomar vidas, por el contrario deben protegerlas. Si no hay opciones disponibles, esta justificado. Pero Tomar vidas tiene que ver cero con compasión hacia otros seres. Además,... Quien decide que la vida del animal vale menos que la nuestra? Y con que criterio? Si vemos la maldad, la del hombre es la que menos vale, estamos destruyendo el planeta como si no hubiera mañana. Saludos

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  4. Gran artículo David, pero mi duda es la siguiente: Si toda la "realidad" que percibimos o soñamos es creada por nuestra mente, Buda también sería un ser proyectado por nuestra imaginación, al igual que todos los seres sintientes. Entonces ¿Cómo podrían sufrir como seres independientes por fuera de nuestra proyección mental? ¿Su sufrimiento no sería también un producto de nuestra mente? ¿Estaríamos admitiendo la existencia real ajena a nosotros de esos seres ilusorios? Si la carne o los vegetales son creaciones mentales nuestras ¿Porqué nos tendríamos que preocupar por el sufrimiento de los seres que nos proveen esos alimentos?

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    1. Hola. Gracias por escribir. La idea de que la realidad que percibimos es creada por nuestra mente no es un concepto general del budismo. Creo que esa idea viene de una postura específica de un grupo dentro de una escuela tibetana del budismo Vajrayana. De hecho, no creo que esa misma idea se tome literalmente como lo estás expresando. De todas maneras, no podría contestar a tu pregunta porque no creo que la realidad sea una proyección de la mente o que los seres vivos sean ilusorios. Deberías llevar esa inquietud a un practicante que sí comparta esa idea. Seguramente un practicante de budismo tibetano e incluso alguien más específico porque la idea de que todo es mental no es muy aceptada actualmente en el mundo budista. Mucho menos de manera literal. Muchas gracias por leer el blog. Bendiciones.

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