miércoles, 18 de abril de 2018

Drogas como camino hacia el Nirvana.

En este artículo analizaremos el tema del consumo de drogas en el contexto espiritual en la práctica budista. Veremos el tema de las drogas, básicamente el consumo de la marihuana, desde el punto de vista de sus proponentes como vía espiritual en contraste con la práctica de las enseñanzas teniendo en cuenta diferentes temas como son: la práctica budista y las enseñanzas de Buda al respecto, el uso de drogas de origen totalmente natural y no sintético, las plantas psicoactivas en la naturaleza, las formas de consumo, el uso de plantas psicoactivas en culturas milenarias en sus contextos espirituales y el consumo desde las perspectivas de la psicología, la medicina y la ética.
 

Las drogas y el budismo.

Constantemente se ve en los foros budistas a personas que preguntan con un aire de esperanza si el consumo de drogas es aceptado dentro de la práctica budista y a otro tipo de personas que defienden con firmeza su uso dentro de la práctica budista. Estos dos sectores, los primeros generalmente muy jóvenes, los segundos ya no tanto, buscan demostrar que consumir drogas y practicar budismo pueden ir de la mano.

El primer argumento de los consumidores de drogas espirituales es la idea, aún turística y bastante setentera, de que el budismo no prohíbe nada, de que es una creencia abierta basada en la paz y la aceptación absolutas. De nuevo el remanente de las épocas psicodélicas orientalistas de los 60s y 70s que unía todo lo espiritual en una sopa cósmica, new age, teorías de la conspiración, LSD, marihuana y muchas otras sustancias se hace presente casi cincuenta años después. Las personas que sostienen ésta afirmación son personas que ven el budismo de la misma manera en la que los hippies veían todo lo relacionado con culturas orientales. De una forma superficial, externa, básica, solo la forma exterior que busca una persona cuya única finalidad es sentirse bien y escapar de sentirse mal. Es decir, de personas que no estudian el Dhamma, por ende que no lo practican, y que solo usan la figura del Buda como recipiente emocional para echar en él todas sus inseguridades, su sed de afecto, sus deseos de que todo esté bien y sus zonas de confort que incluyen sus vicios y adicciones.

El budismo sí prohíbe el uso de drogas, pero no las prohíbe en el sentido cristiano de rompimiento de una ley sagrada, de violación de una regla o de restricción por respeto al Buda. En el budismo todo, absolutamente todo se hace basado en el sentido común, en la razón y en la relación causa efecto (Kamma). El Buda prohibió los intoxicantes mentales, además de lo obvio, por razones del ejercicio de la práctica. La meditación es la base del ejercicio espiritual del budismo. El ejercicio de la meditación consiste básicamente en partir del estado de vigilia agudizando ese estado de consciencia introspectivamente hasta llegar al pleno control de los mecanismos y movimientos interiores de la mente y la total comprensión de las enseñanzas del Buda. La mente debe estar limpia y clara. El efecto de las drogas en la mente es precisamente el contrario. Una turbación del estado mental de vigilia y una distorsión de las funciones perceptuales de los sentidos y del estado de consciencia lo cual hace imposible la meditación y aleja a la mente de su estado de consciencia natural. La meditación profundiza y fortalece el estado natural de la mente. Las drogas lo distorcionan. Para una mayor claridad sobre los intoxicantes mentales desde la perspectiva de los preceptos declarados por Buda, lea “5nto precepto. El Consumo consciente,” artículo publicado en este blog.

Lo Natural es Sano.

Los consumidores de drogas insisten en que plantas como la marihuana, por ser plantas naturales y no sustancias fabricadas, son elementos inofensivos y medicinales que no contradicen las prácticas espirituales y religiosas. Es cierto que algunas plantas alucinógenas, no solo la marihuana, son de origen natural (aunque las nuevas variaciones de la marihuana si se han venido fortaleciendo con técnicas artificiales de producción no naturales como la marihuana hidropónica y los cruces de especies). Sin embargo, es absurdo pensar que todo lo que emerja en la naturaleza es bueno solo porque es de origen natural.

Muchas sustancias, plantas y criaturas son nocivas, tóxicas y mortales siendo totalmente naturales. Las plantas psicodélicas o psicoactivas no son seres evolucionados para el consumo humano como sí lo son las frutales y las legumbres. El efecto psicodélico provocado por estas plantas es en realidad un mecanismo de defensa. Las plantas se defienden por medio de agentes químicos en su mayoría, además de sus características físicas como dureza o formas como las espinas. El efecto químico de defensa puede atacar a nivel cutáneo como la Urtica Dioica conocida también como pringamosa, ortiga, guaritoto, picasarna, pyno y otros más cuyo solo contacto con la piel genera un efecto de irritación legendario entre los campesinos. El mayor mecanismo de defensa de las plantas son los venenos.

Las plantas psicoactivas y algunos hongos poseen agentes químicos que distorsionan el funcionamiento de las facultades sensoriales, confunden la capacidad perceptual y desbalancean el gasto energético del organismo que las consume. Un herbívoro o cualquier mamífero que consume estas plantas u hongos queda disminuido en todas sus capacidades nerviosas y en desventaja biológica en su entorno. Un herbívoro bajo la influencia de las plantas alucinógenas no corre, no percibe al depredador, no se defiende y es fácilmente eliminado por la selección natural aun cuando haya otros miembros de su especie con mayores desventajas biológicas. Las crías que consumen estas sustancias pueden incluso morir por la intoxicación, de la misma forma que un infante humano puede presentar taquicardia, crisis respiratorias y convulsiones por consumo de plantas psicoactivas, y muere si se satura su organismo de estas sustancias. Los agentes psicoactivos en las plantas son en realidad una variedad de tóxico supresor del sistema nervioso central.

En algunas ocasiones estas toxinas pueden provocar la muerte en algunos individuos con condiciones congénitas predispuestas a algunas patologías específicas como cardiopatías o enfermedades crónicas cerebrales como epilepsias de nivel complejo  o enfermedades del sistema respiratorio. Es como dicen los médicos, una ruleta rusa. Uno no puede saber si ha nacido con algún tipo de patologías congénitas si no ha tenido manifestaciones de esta y las sustancias psicoactivas tienen la capacidad de activar estas patologías que son en su mayoría de alta complejidad y mortales. Cuando estos casos ocurren, se suele decir que la muerte fue por causa de la enfermedad y no de la sustancia que cataliza la patología ya que el consumo de sustancias es solamente una de las varias causas que pueden activar una condición latente.

Pero supongamos que este hecho se descarte y por amor a la droga o simple adicción no se investigue al respecto. Hay otro hecho que también es biológicamente fundamental para considerar el consumo de las drogas. Las drogas, tanto las naturales como las sintéticas, se suelen consumir por medio del acto de fumar. Tenga en cuenta lo siguiente. Absolutamente ninguna sustancia, sea o no benéfica para el organismo, sea o no para producir efectos psicodélicos, es buena si se fuma. Ninguna. El cuerpo humano no está hecho para absorber sustancias químicas por medio de la combustión. La absorción por medio de la combustión no es natural y convierte las sustancias en elementos descompuestos oxidados que son dañinos para el tejido pulmonar y aumentan la toxicidad de la sustancia que se absorbe, “cualquiera que esta sea”. La planta puede ser muy natural si se quiere, pero fumar no lo es. El acto de fumar consiste en absorber material de residuo de una combustión química en forma de humo. Es literalmente absorber desechos. Los pulmones no están hechos para realizar esta función sino para lo contrario, para purificar de desechos el aire que entra al cuerpo y extraer su oxígeno para enviarlo al torrente sanguíneo. Algunos productos de origen natural libres de nicotina como algunos tabacos para las conocidas pipas árabes o narguilas pueden ser menos dañinos para los pulmones, pero aun así lo son. Ahora una sustancia que es naturalmente tóxica, lo es sin duda alguna más y a un nivel bastante alto ya que a la toxicidad de la sustancia se le suma que se absorbe un desecho oxidado combustionado del mismo tóxico.

También se come.

De todas maneras algunos hongos y la marihuana por ejemplo pueden ser consumidos como alimentos. Entre los estudiantes son muy populares los brawnies de marihuana, batidos de marihuana, galletas de marihuana, etc. Pero el nivel de intoxicación y el efecto de la marihuana digerida no es el mismo que el de la marihuana fumada. El efecto en el sistema nervioso no es tan potente como cuando se fuma. Además de que muchas veces el proceso de digestión depende de la velocidad del metabolismo de la persona y la sensación de drogadicción puede ir y venir cambiando en tiempo y en intensidad. Se han visto casos de estudiantes que consumen marihuana en alimentos y los efectos reaparecen dentro de un lapso de 24 horas o más debido a los ritmos de digestión y metabolismo. Conocí en terapia el caso de una muchacha que comió brawnies de marihuana y al otro día mientras se encontraba exponiendo ante su clase la droga se le “disparó” como se suelde decir. Su condición era tan obvia que las personas a su alrededor lo notaron fácilmente. Entró en pánico y el asunto terminó en burlas y memes por internet.

La curiosidad en la juventud es natural y no está bien aplicar una sanción social a un joven que tiene una curiosidad normal en su contexto social por desconocimiento y falta de información. Sin embargo sí es importante educar a los jóvenes y explicarles con detalle todas las causas  y consecuencias de los asuntos que les atraen, de manera que comentan sus errores en función de su crecimiento personal y no conviertan una experiencia dañina en un hábito y terminen defendiéndolo en forma de ideología.


Plantas psicoactivas en prácticas espirituales de culturas milenarias.

Muchos defensores de la droga le atribuyen poderes espirituales basándose en las prácticas ancestrales de sociedades antiguas las cuales usaban este tipo de conocimiento herbolario para acceder a estados alterados de conciencia. Estas prácticas aún se conservan en algunas comunidades indígenas de América. Estas técnicas de acceso al mundo espiritual son usadas por sistemas religiosos denominados religiones chamánicas. Son comunidades que poseen una estrecha relación con la naturaleza y sus manifestaciones y usan las plantas psicodélicas para que sus guías espirituales accedan al mundo de los dioses y espíritus  y den respuesta a las inquietudes cotidianas de su pueblo.

Los consumidores de drogas se basan en el conocimiento de estas prácticas culturales para validar su uso como espiritual. Pero hay un vacío en esa intención. Los chamanes, personas de gran importancia en sociedades tribales y que cargan una enorme responsabilidad espiritual, no usan estas plantas con fines recreativos. No las usan habitualmente como mecanismo de acceso a la espiritualidad. Incluso llega un momento en el que los más mayores y venerables ni siquiera las necesitan para acceder a su mundo espiritual. Adicional a esto, cuando un chamán le da estas sustancias a un miembro de su tribu, que por lo general es en una bebida, la persona que llega a buscar la sabiduría del chamán no viene a recrearse, a ver a los dioses por curiosidad de saber qué le dicen. Viene porque tiene un problema, un impedimento demasiado grande y para el cual no tiene una respuesta clara. Vienen a buscar sabiduría y vienen con respeto y veneración a sus dioses y a sus ancestros sin buscar en sí el efecto  alucinógeno  de la planta.

Los consumidores de drogas dicen llegar con esa misma disposición a los asentamientos indígenas para consumir marihuana, hongos y otras plantas alucinógenas. Pero esto no es cierto ya que su uso es fundamentalmente recreativo y lo que llaman estado espiritual es en realidad una necesidad de evasión psicológica. No buscan respuestas a problemas específicos. Lo que buscan es evadir un vacío interior con sensaciones instantáneas de bienestar. Difícilmente buscan el concejo de otra persona.

Los rituales chamánicos no siempre involucran plantas psicoactivas, y no todas las plantas que usan los chamanes son psicoactivas. Para ellos, estas plantas son una vía para conectar con sus dioses, pero no son la única. Ahora, suponga que el consumidor de sustancias le dice que sí busca estas plantas en un caserío indígena por razones espirituales. Pregúntele, si el brebaje que le ofrece el indígena no es de una planta psicoactiva y no tendrá alteración de consciencia alguna ¿Valdría la pena el viaje y el ritual? Respóndase cada quien según su honestidad.

Ahora, el medio también ayuda. Los defensores de las drogas con usos espirituales suelen buscar éstos asentamientos indígenas para tener experiencias cósmico-espirituales. Pero no todo lo que sea espiritual, es espiritual. No todo el que sea indígena, viva en un asentamiento y conozca su cultura ancestral es representante de ella así como no todo el que tenga un título monacal, la cabeza rapada y una túnica es un maestro budista como bien lo explica el Buda y ya hemos visto en varias ocasiones. Hay muchos miembros de la comunidad indígena amazónica que literalmente venden su cultura por dinero de turistas. Este boom comercial inició en los ochentas. Algunos indígenas cobran unas exageradas sumas de dinero a turistas generalmente de países industrializados. La ceremonia del Yagé es el ejemplo más popular. Pero es obvio que ningún turista va al Amazonas a darle un fajo de billetes a un indígena para tomar Yagé por razones espirituales. Es simple curiosidad en la mayoría de los casos. En otros pocos es una necesidad de sentir algo mucho más fuerte cuando ya se ha generado tolerancia química a la droga de consumo habitual.

Esto es, precisamente, lo que se busca hacer con el budismo. Convertirlo en una especie de religión naturalista chamánica en la cual la droga es un catalizador de experiencias espirituales. Un dispositivo de aceleración hacia el Nirvana. Un atajo a la conciencia universal a la que llegó el Buda. Esto es muy triste ya que el primer impedimento para usar las drogas en el budismo lo puso el mismo Buda.

Punto de vista psicológico.

Desde el punto de vista psicológico no son ningún misterio las razones por las cuales una persona decide engancharse con la marihuana o con cualquier droga psicoactiva como lo es también el licor. Los consumidores de sustancias  psicoactivas poseen un factor común. Tienen una condición psicológica previa que activa el consumo. Abandonos, fracasos, pérdidas, trastornos afectivos, carencias paternas/maternas y otros más. Sufren de un enorme vacío afectivo y emocional debido a acontecimientos importantes en su historia personal. El problema es que precisamente ésa es la sensación que imitan las drogas. Una sensación de afecto y emocionalidad de las cuales la persona carece y que necesita en proporciones desmedidas por causa de la misma carencia. Una sensación artificial de amor. Las drogas pueden hacer que el drogadicto ame a las personas en un mundo donde tiene todas las razones para odiarlas. Es en términos prácticos, amor instantáneo. Por eso se le busca relacionar constantemente con el mundo espiritual porque el fundamento de la espiritualidad es el amor universal, la compasión. Desde una interpretación rudimentaria e infantil, amor espiritual es lo que siente la persona cuando se droga. Esto en realidad como bien lo explica el Buda y lo resaltan los maestros budistas, una triste ilusión. No es amor, es simplemente drogadicción, evasión de la realidad. Autoestimulación emocional.

Cuando el efecto se pasa hay que generarlo otra vez. Se queda con la idea. Se habla de ella y se comparte alegremente, pero como algo que está distante y solo hay una manera de acceder a ella como si fuera una técnica sobrenatural. Drogándose. Pero es simplemente intoxicarse.

El cuadro clínico del drogadicto es el perfil clásico del dependiente emocional. Esforzado por proyectar siempre una imagen de felicidad y autosatisfacción. Pero interiormente vacío, constantemente huyendo de la aversión, de una infinidad de sentimientos de insatisfacción. El consumidor de drogas es totalmente sensorial. Lo que le importa es lo que siente, no razona. No toma en cuenta las causas y consecuencias racionales explicadas desde la sabiduría sino que resume todo a sentirse bien o sentirse mal. Es una mentalidad profundamente infantil, regresiva, que se niega a madura, a llegar a la adultez.

Punto de vista médico.

Desde el punto de vista clínico-psiquiátrico tampoco es cierto que la marihuana no tenga efectos nocivos. He visto en hospitales psiquiátricos a pacientes que han llegado al final del camino en el consumo de marihuana acompañado por otras modalidades más dañinas compuestas de residuos usados de otras drogas como cocaína mezclada con otros elementos químicos he industriales. Se le denomina como bazuco, patra, y otros nombres más que varían según el país. Se asemeja al Crack de los norteamericanos pero se diferencia en que éste no es solo pasta de coca sino que también es residuo de marihuana mezclada con una infinidad de sustancias para rendirlo y para perpetuar su muy breve efecto. Se usa como droga sustituta o último recurso cuando la persona ya casi no tiene acceso a la marihuana con la frecuencia de dosis y las cantidades que su síndrome de abstinencia necesita. Es la droga de los mal llamados indigentes “desechables” por excelencia, término callejero que se atribuye a una persona de la cual ya se tiene prácticamente la certeza de que va a morir por consumo de sustancias.

Estos pacientes muestran una sintomatología muy semejante a la de algunas demencias. Van perdiendo poco a poco funciones mentales y físicas básicas al tiempo que su capacidad perceptual también se va perdiendo. Al final del camino, cuando la persona ha completado décadas de consumo excesivo y el cerebro ya ha perdido una cantidad de redes neuronales imposibles de redirigir y reconectar, la persona queda literalmente como un zombie. No puede cuidarse a sí mismo. No se puede alimentar por sí mismo, ni asearse, ni vestirse, ni ir al baño solo. Necesita asistencia para todo. A duras penas se puede desplazar y por lo general quedan atrapados en una sola idea reiterativa que repiten una y otra vez durante todo el día. Generalmente estas ideas son insinuaciones del inconsciente pidiendo la droga. Quedan en un síndrome de abstinencia perpetuo.

Algunos miembros del equipo de apoyo psiquiátrico han llegado a denominar las drogas degenerativas como un “Alzheimer auto causado”. Una situación con un final verdaderamente horrible. Sin embargo los medios no reportan el proceso completo de las drogas en el organismo sino simplemente el impacto social en la comunidad. Todo lo referente a la delincuencia y la descomposición social. Por eso es poco conocida esta fase final del consumo de psicoactivos.

Punto de vista ético.

Además de las razones espirituales, físicas, psicológicas y médicas para rechazar las drogas, hay otras más. Las éticas. Es realmente ridículo y contradictorio que personas que se creen pacifistas y espirituales compren y consuman drogas. Las drogas son la principal fuente de ingresos y financiamiento de los grupos delincuenciales más violentos de Suramérica. Todas las grandes estructuras delictivas tienen su propia empresa capitalista productora y distribuidora de droga basada más que todo en cocaína y marihuana, además de todas las variedades de drogas sintéticas. Comprar marihuana es literalmente financiar la muerte, la guerra, la trata de blancas, la injusticia y la ignorancia. Es apoyar y fortalecer a los asesinos más sanguinarios de nuestra región. A los nuevos Pablo Escobar del mundo. La última moda de las redes de consumo urbano es atacar los colegios de educación básica para enviciar a los niños y tener consumidores seguros a futuro. Esto ha generado un segundo problema. El horriblemente llamado turismo sexual en algunas ciudades turísticas del caribe. Se usa la droga para hacer a las niñas adictas y luego prostituirlas a cambio de la sustancia. Literalmente las sacan del colegio para terminar prostituidas en algún hermoso malecón del caribe.

La excusa de las drogas como instrumento pacifista y espiritual es a todas luces una soberana estupidez y una desvergonzada hipocresía. Dejando de lado todas las demás razones anteriormente expuestas, la sola ética de una persona con sentido común bastaría para rechazar cualquier tipo de consumo de drogas definitivamente y sin mayor detenimiento. Y más aún desde el punto de vista de las enseñanzas budistas, este solo factor es más que suficiente para no solo no consumir estas drogas, sino para rechazar, combatir y denunciar su presencia siguiendo el precepto del Consumo consciente, el fundamento budista de la compasión, la ética budista y el más elemental sentido de justicia.

A final de cuentas, la persona que se droga busca su propia satisfacción por encima de su sociedad, su moral, su ética y su propia salud. Es simplemente un acto infantil de egoísmo por el más mundano placer y el más falso sentido de seguridad y bienestar.

Conclusión y recomendación.

Sin embargo hay una salvedad. Algunas constituciones nacionales tienen entre sus derechos civiles el libre uso de una dosis personal de droga. Hay que recordar que al fin y al cabo el consumo de drogas es una decisión personal. Una elección individual de una persona adulta y madura con la libre capacidad y el derecho de decidir qué le mete o no a su cuerpo. Las razones sociales, personales o incluso éticas del consumidor son al final de cuentas asuntos suyos y él o ella mismo (a) sabrá cómo lidiar con las mismas. Tomando éste hecho en cuenta solo hay un concejo que puedo ofrecerle a un consumidor de drogas.

Sea honesto consigo mismo. Si decidió que va a ser un consumidor de drogas pues simplemente séalo. No necesita una excusa espiritual ni buscar desesperadamente cómo usar una religión a modo de certificado de aprobación moral para intentar conseguir la aceptación social de su droga y no verse tan vergonzoso cuando está drogado. Si se supone que las drogas son una decisión personal y libre ¿Cuál es el desespero de justificarlas con argumentos espirituales? Sea franco, al menos con usted. Usted no le debe ninguna explicación a nadie de lo que hace. Ya está grande para dar explicaciones de sus elecciones personales. Simplemente tome su decisión y hágase responsable por ella. Sin inseguridades ni vergüenzas. Conozco drogadictos que son honestos y consumen su droga sin más justificación que su propio vicio ¿Y qué? No roban, no matan, no hacen daño. Simplemente conviven con su vicio sin rendirle cuentas a nadie. Eso es más honesto y más respetable que intentar defender las drogas en una religión en la que su mismo fundador mandó a recoger tales cosas dese su inicio.

Buscar excusas socialmente aceptables como la religión y la espiritualidad para justificar el consumo de drogas es simplemente falta de carácter, de madurez y de honestidad con uno mismo. No con la sociedad ni con la espiritualidad. Por más que se intente usar el budismo o cualquier otra religión para justificar el consumo de drogas, esta estrategia simplemente no funciona. En el mundo real nadie va a ver a un drogadicto como a alguien espiritual solo porque se droga frente a una estatua de Buda. Lo que en realidad se verá será simplemente a un drogadicto intentando justificas su vicio. No se engaña a nadie con estatuas de Buda. Ni siquiera a uno mismo.


miércoles, 11 de abril de 2018

La espada de Buda 1. Redes sociales y consumismo.

En éste artículo hablaremos del tema de las ilusiones a las que nos enfrentamos todos los días. Abordaremos dos puntos específicos, las redes sociales y el consumismo. Éstos dos temas que tienen la misma raíz, la cultura de consumo, serán pasados por la espada de Buda, es decir por el Budadhamma, las enseñanzas budistas. Veremos cómo la aplicación de las enseñanzas a nuestro mundo nos puede ayudar y proteger de múltiples errores, sufrimientos y tipos de ignorancia.

Las redes sociales.

Las enseñanzas de Buda en el primer grado del Noble Óctuple Sendero, la Recta Visión, nos enseña que debemos entender, comprender y asimilar las Cuatro Nobles Verdades de manera que las apliquemos en nuestra vida diaria. Uno de los fundamentos de ésta enseñanza es que la práctica del Dhamma se convierte en un instrumento de destrucción de ilusiones. Las ilusiones forman gran parte del mundo que nos rodea y que tomamos como cierto y seguramente esta generación en particular tiene el reto de enfrentar una cantidad y variedad de ilusiones como ninguna otra ha tenido que hacerlo antes. La industria del consumo masivo y la mercadotecnia tienen como objetivo generar adicciones físicas y psicológicas legalmente. El consumo inconsciente y la sobrealimentación del ego son peligros reales que podemos comprobar todos los días. Hoy en día la mayor fuente de ilusiones instantáneas proviene de las redes sociales. Las redes sociales crean la ilusión de un ego alterno y su uso continuo convence al usuario de que es real.

Estamos hablando de las cuentas personales a través de las cuales nos presentamos ante conocidos y desconocidos. Tendemos a identificarnos con las cuentas de nuestras redes sociales como si de verdad éstas fueran una representación literal de nuestra verdadera persona o una extensión psicológica y biológica de nosotros mismos. Incluso hay personas que tienen tal grado de identificación con sus cuentas de red que han llegado a cometer delitos y hasta homicidios por causa de éstas. De hecho, el problema del ciberbullyng o matoneo virtual que ha llevado a muchos jóvenes al suicidio es causado precisamente por este problema. Es la identificación psicológica con una cuenta virtual la raíz del suicidio en éstos casos.

Aplicando las enseñanzas al uso de las redes sociales se advierten todos los peligros a los que el usuario se expone. La identificación con nuestras cuentas saca de balance la imagen que tenemos de nosotros mismos y de las relaciones que tenemos con las personas que conocemos. Además nos pone al alcance de personas peligrosas.

A la luz de las enseñanzas de Buda, el practicante del Dhamma debe tener algo claro. Las cuentas de las redes sociales SON ILUSIONES. No son reales. Son falsas. Son una imitación artificial de la vida que no llega a representar ni el 0.5 % de  lo que es la vida real. Y es precisamente esta inexistencia lo que las hace tan adictivas porque se convierten en un mundo paralelo en el cual el usuario puede ser prácticamente lo que él o ella quiera, calmando así sus frustraciones de lo que no puede o no es capaz de hacer o ser en su vida real. Es decir, es un paraíso para el ego, el mismo tipo de ego que la práctica de las enseñanzas busca combatir. Esto es particularmente importante para las personas jóvenes, para los adolescentes que están en proceso de formación de su personalidad y que tienen necesidad de identificación y pertenencia social. Los jóvenes son los más propensos a caer en este tipo de adicciones por lo cual esta información también es de suma importancia para los padres.

Hay un dicho que fue muy popular hace poco tiempo pero que sigue vigente. Si no tienes Facebook, no existes. El dicho aplica exactamente al revés. En lo que a las dinámicas sociales se refiere, no tener Facebook es existir en la vida real. Si no tienes Facebook o no usas redes, toda tu vida social tendría que ser llevada a cabo en interacción física con las personas lo cual obviamente sí es la vida real, si es existencia.

Las redes sociales prometen llenar un vacío que en realidad agrandan más y más con su uso continuo. El gran problema de las redes sociales, al igual que los grandes retos que afronta el practicante del Dhamma hoy en el mundo, es el fortalecimiento del ego a través de las adicciones. Las redes sociales son una de las fuentes de este problema. Este análisis es clave para combatir grandes problemas, neurosis y enfermedades que el mundo nos genera sin darnos cuenta. Identificar las estrategias de mercadeo que inflan nuestra falsa autoimagen mientras nos generan necesidades de consumo que no tenemos es un gran escudo contra las mentiras y las enfermedades de nuestro mundo.

Ahora bien ¿Son las redes sociales algo perjudicial de lo que hay que alejarse? La respuesta es no. Aplicar la Recta Visión nos permite darnos cuenta que muchas veces las cosas no son malas sino mal utilizadas. Las redes sociales son una de esas cosas. Las redes sociales pueden ser de gran ayuda si se usan apropiadamente. Por ejemplo pueden ser una excelente herramienta para impulsar un negocio familiar o una carrera profesional, un producto o servicio. Para ayudar a otros difundiendo información útil. Para propagar el Dhamma como lo estamos haciendo regularmente. La cuestión es entender que las redes sociales son simplemente un medio, no un fin en sí mismas. Que no son indispensables sino simplemente ayudas. Y que no son parte de nuestra personalidad sino simplemente un medio de comunicación como lo fueron el teléfono y las cartas del correo en su tiempo. Las redes sociales sirven para conectarnos con nuestros seres queridos. Con familiares de los cuales estamos lejos. Con personas que son amigas y con las que tenemos confianza. Pero solo eso. Son solo mensajes.

El gran fracaso de las redes sociales es que fueron creadas para organizarnos en lo virtual para encontrarnos en lo físico y resultaron generando el efecto opuesto. Nos alejamos de lo físico para escondernos en lo virtual. Quitarle la importancia a las redes sociales es darle el uso para el cual fueron hechas.

Una recomendación importante. Insisto en la menor identificación posible con las cuentas de redes sociales. Entre menos información personal tenga en ellas, más seguro será y más provecho les sacará.

Usa tú las redes sociales. No permitas que las redes sociales te usen a ti. Lo único que hay que hacer es tener cuidado de no caer en las ilusiones de la mercadotecnia. Y para eso tenemos las enseñanzas de Buda. Sólo hay que practicarlas.

Recta Visión y Consumo Consciente.

Somos consumidores. Tenemos necesidades que debemos satisfacer para poder vivir. La trampa está en que las industrias mezclan intencionalmente nuestras necesidades con nuestros deseos para que cambiemos el orden de nuestras prioridades y nos acostumbremos a darles nuestro dinero por lo que la industria quiere, no por lo que nosotros necesitamos. Es como si llegara alguien y de repente te inyectara una sustancia desconocida por la espalda. Tú volteas sorprendido y preguntas qué pasó. A continuación se te informa que has sido infectado con un virus pero no tienes de qué preocuparte porque la misma persona que te inyectó por la espalda es la misma que tiene la vacuna. Pero ésta no es gratis, y te genera adicción. De esta manera es como se generan los hábitos de consumo en el público hoy en día.

Es por esto  que cuando entras a un supermercado, los artículos de primera necesidad, la comida, las carnes, los productos de aseo, siempre están al fondo del almacén. Y los productos que no son de necesidad básica o vital como electrodomésticos, teléfonos, cosméticos, gaseosas, pasabocas, juegos, muebles, ropa y demás están organizados desde la entrada a lo largo del lugar para que antes de llegar a lo que es fundamenta primero te pasees por todo lo que sería bonito comprar para tener en casa pero que en realidad no es una necesidad importante.

Si practicas continuamente la Recta Visión, cuando la mercadotecnia te inyecte por la espalda y te des vuelta para que te diga que estás enfermo de un virus (necesidad creada) y que tiene la vacuna lista para que la adquieras (producto no necesitado), tu podrás responder tranquilamente, no, no es cierto, no tengo ningún virus. No hay ninguna enfermedad y no necesito ninguna cura, y podrás irte tranquilo mientras todos te miran como bicho raro y dejas al asesor de ventas de Samsung boquiabierto con un teléfono celular de última generación que te ofreció con un 50% de descuento por un sorteo que te ganaste. No “necesito” ese teléfono. Ya tengo uno y aun funciona perfectamente. No necesito comprar un teléfono ultra inteligente sólo porque está rebajado. No está en mis planes ni en mi presupuesto. Gracias.

Debemos darnos un espacio para brindarnos nuestros gustos. No todo debe ser obligación y es justo que tengamos y hagamos cosas placenteras. Pero con la práctica de la Recta Visión podremos diferenciar qué es lo que nosotros queremos de lo que la industria quiere que queramos. Discriminaremos lo que queremos o deseamos de lo que en verdad necesitamos. Es decir, podremos reconocer cuándo queremos algo por gusto propio y cuándo una necesidad es creada artificialmente a punta de mercadotecnia y psicología de consumo, es decir, cuándo nos inculcan una ilusión. Tendremos disciplina, conocimiento de nosotros mismos y podremos disfrutar del mundo y ser consumidores responsables e inteligentes fuera de las estrategias adictivas de las industrias. El estudio de las enseñanzas y la práctica del Dhamma nos enseñarán a ser consumidores libres y a consumir con inteligencia y ética.

Ejemplos prácticos de cómo aplicar la Recta Visión y el Consumo Consciente.

La falta de la Recta Visión del primer grado del Noble Sendero puede nublar o anular la práctica correcta del Quinto Precepto de los budistas laicos, el Consumo Consciente referente a embriagantes y tóxicos. El quinto precepto no se detiene ahí como ya hemos visto en el apunte llamado 5to precepto. El consumo consciente, que hace parte de los cinco artículos de los cinco preceptos para laicos anteriormente publicados que recomiendo leer para complementar este artículo. Con este precepto y con la enseñanza de la Recta Visión deben ser analizados TODOS los hábitos de consumo que tenemos. Esto no quiere decir que debemos convertirnos en obsesivos paranoicos y hacer una lista negra de todas las cosas de las que debemos privarnos por razones religiosas. Esto significa que lo que debemos hacer es estar atentos a todo lo que consumimos, e ir haciendo poco a poco pequeños cambios en nuestros hábitos de consumo que gradualmente irán mejorando y fortaleciendo nuestra calidad de vida y nuestra práctica ética. Observemos esto con un ejemplo.

Supongamos que tenemos predilección por un producto X de consumo regular. Es un hábito tradicional. Nos gusta el producto, nos parece bueno y según vemos no nos hace daño. Apliquemos el Quinto Precepto, el consumo consciente. Investigamos a cerca del producto, digamos que sea una marca de refrescos también llamadas sodas, bebidas carbonatadas o gaseosas. En nuestra investigación encontramos que hay estudios científicos que afirman que éste tipo de bebidas son perjudiciales para la salud por su alto contenido de azúcar procesada, colorantes y otros químicos. Además de eso, hay informes de que las bebidas carbonatadas negras además aumentan el riesgo de cáncer y otras enfermedades desencadenantes de patologías complejas. Llegamos a la conclusión de que debemos dejar estas bebidas, pero tenemos un problema. Hemos adquirido un hábito de consumo y éste tipo de bebidas generan adicción como cualquier otra sustancia sintética. Debemos entonces empezar a tratar nuestra adicción al producto con la práctica del Dhamma y con asesoría si la necesitamos.

Pero supongamos que tenemos predilección por otro producto. Esta vez es una marca de té. Aplicamos el consumo consciente. Investigamos y encontramos que el producto no tiene antecedentes ni estudios que indiquen peligro para el consumidor. Incluso encontramos estudios que indican que el té de esta marca ayuda a la buena digestión, aporta antioxidantes, no tiene calorías y otros más que nos indican que el producto si es en realidad benéfico para el consumidor. Pero entonces aplicamos la Recta Visión. Investigamos nuestra marca de té. Echamos un vistazo casual a la industria y si algo nos llama la atención nos enfocamos en ello.

Resulta que descubrimos que la marca de té que compramos es de una multinacional que siembra sus plantaciones de té a escala industrial en países poco desarrollados. En nuestra investigación nos topamos con noticias sobre líderes locales que denuncian la compra o apropiamiento ilegal de cientos de hectáreas de tierra para sembrar su té y que despojan a comunidades campesinas de sus granjas para esto. Vemos que hay denuncias de que esta gran multinacional está haciendo quebrar a pequeños productores locales de té, que está deforestando grandes sectores de bosque para aumentar su capacidad de siembra y que la empresa tiene suficiente peso económico como para que el gobierno no tome medidas.

Vemos entonces que la forma en la cual se produce un producto que es bueno para nosotros, no es ética, es injusta y causa sufrimiento a otras personas que están siendo violentadas en sus propias tierras.

De ser éste el caso, la práctica del consumo consciente dirigida por la Recta Visión nos dirá que debemos no solamente renunciar de manera absoluta a este producto, por más que nos gusta y nos haga bien, sino que debemos ayudar a difundir las razones por las cuales renunciamos a consumirlo. Esto es practicar las enseñanzas del Buda en nuestra vida de forma real.

El consumo consciente y la Recta Visión son como un escudo y espada para luchar contra las ilusiones del mundo. Toda la enseñanza, las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Óctuple Sendero son de hecho un completo arsenal para avanzar en la vida. No hay área de la vida para la cual no haya una herramienta.

Muchas veces en la iconografía budista, pinturas y estatuas, se representa al Dhamma en las manos de un maestro budista en la forma de una espada. Un budista o practicante del Dhamma es una persona capaz de destruir las ilusiones y afrontar los peligros del mundo con las enseñanzas del Buda empuñadas como una espada. Somos guerreros. Por eso el Dhamma debe practicarse todos los días como un artista marcial o un samurái que depura sus técnicas de combate diariamente. Estudia y comprende todas las enseñanzas del Noble Óctuple Sendero y mantente alerta a todas las ilusiones y engaños que se nos presenta como reales.

El Buda dice:

No vivas una vida baja, recuerda y no olvides; no sigas ideas equivocadas, no te hundas en el mundo.

¡Levántate! Vigila. Camina por la senda correcta. Quien sigue la senda correcta tiene gozo en este mundo y en el mundo del más allá.

Sigue la senda correcta: no sigas la senda equivocada. Quien sigue la senda correcta tiene gozo en este mundo y en el mundo del más allá.

Cuando un hombre considera que este mundo es una burbuja de espuma y una ilusión, entonces el rey de la muerte no tiene poder sobre él.

Ven y mira este mundo. Es como un carro real pintado que engaña a los necios. Los sabios no se dejan encarcelar por él.

Versos 167, 168, 169, 170 y 171. Dhammapada.
Buda.

Compartamos las enseñanzas entre nosotros y entre todos los dispuestos a escucharlas. Mantengámonos siempre alerta y en guardia. Tenemos la mejor arma contra los sufrimientos de la vida. Meditemos en completa paz, con nuestro pulso firme y nuestra espada afilada y lista.