Este
articulo tiene como objetivo dar una perspectiva más abierta y general de cómo
se está propagando el budismo en occidente y de la forma como los occidentales
estamos asimilando esta doctrina, que no es muy cercana a la forma como se
practica el budismo en los países orientales de donde viene. Está dirigido a
las personas que recién empiezan a indagar sobre el budismo, especialmente a
los jóvenes que entran al budismo buscando un maestro que los guíe y cuyas
fuentes de investigación tristemente son las páginas de internet y no las
bibliotecas. Contiene puntos de vista que pueden chocar y ser incómodos para
algunas personas pero son más que todo puntos de vista personales basados en
las investigaciones y en la experiencia de un practicante laico que quiere
ayudar a otros practicantes a ubicarse dentro del amplio mundo budista. Este
artículo es básicamente una guía de lo que NO es budismo y se toma como tal en
el mundo del budismo occidental. Espero que les pueda ahorrar errores y tiempo
en su camino como practicantes del Dhamma.
El
Dhamma es perfecto. Los budistas somos imperfectos. Precisamente por eso somos
budistas, porque tenemos muchas falencias e ignorancia y necesitamos el Dhamma de
Buda para arreglar dichas falencias y superar nuestra ignorancia. En el momento
en el que hayamos superado nuestra ignorancia ya no necesitaremos del Dhamma y
deberemos dejarlo ir como a una balsa que usamos para cruzar el río del
sufrimiento pero que no llevaremos con nosotros al llegar a la otra orilla, tal
como nos lo explica el Buda. La diferencia entre alguien que practica el Dhamma
y alguien que no lo hace es que el practicante es consciente de su ignorancia y
ha escogido el Dhamma de Buda para superarla.
Las
enseñanzas de Buda están volviéndose muy populares en todo el mundo y podemos
decir que ya han llegado a casi todos los rincones del mundo occidental. Como
en todo, las primeras veces no suelen ser las mejores y se toman más como los
primeros pasos de un bebé. Torpes y erráticos.
La
escalera.
Un
budista comprende que el aprendizaje y la práctica del Dhamma deben ser
asimilados y realizados con la misma mentalidad con la que se sube una
escalera. Peldaño por peldaño, entendiendo que una vez que se ha utilizado un
peldaño para subir al siguiente nivel, se debe dejar atrás. Abandonarse y
afianzarse bien en el siguiente peldaño al tiempo que se prepara para irlo
abandonando también, para continuar subiendo a través de toda la escalera. No
debe haber aferramiento a cada paso que se da dentro del budismo. Todo lo
contrario, ya que esta es una enseñanza fundamental del Dhamma, el desapego.
Más que todo nos estamos refiriendo aquí a las formas. A los aspectos externos,
llamativos y superficiales de la práctica.
Pondré
mi ejemplo para explicarlo mejor. Mi primer contacto con el budismo fue a
través del budismo tibetano. Pensaba que esa era la única forma de budismo y lo
estudié así. Hubo cosas que no me parecieron coherentes ni prácticas y algunas
me parecieron contradictorias así que abandoné la idea. Luego entendí que el
budismo tibetano es solamente una de las tantas escuelas budistas que hay, y
seguí estudiando. Así fui conociendo el mundo budista desde el budismo
tibetano, pasando por el zen, el nichiren, el chan, y así hasta llegar al
Theravada. Esta tradición me pareció más coherente, más clara y más certera en
cuanto a la forma más directa de llegar al núcleo de las enseñanzas del Buda y
en la manera más efectiva de aplicarlas a mi vida en el mundo real más allá de
los aspectos estrictamente doctrinales o ceremoniales. Así, mis escalones desde
el inicio hasta llegar a la resolución final de hacerme budista y mi práctica
budista como estilo de vida fue así: Primer escalón budismo tibetano, segundo
escalón budismo zen, tercer escalón nichiren, y así hasta llegar al Theravada
que viene siendo otro nuevo primer escalón ya que ahí termina mi búsqueda y empiezo
a practicar budismo de lleno. No a meter cosas bonitas del budismo en mi vida
sino a meter mi vida en la práctica de la doctrina del Buda. Mantenga esta idea
en mente.
Conforme
voy avanzando en la práctica voy entendiendo que el budismo no es estático. Se
trata totalmente de movimiento. Es como la electricidad, su materia es energía
en constante movimiento. Todo lo contrario de una piedra pesada estática y
milenaria como se suele pensar románticamente que deben ser las religiones.
También he entendido que las formas exteriores, los rituales, las expresiones
culturales y religiosas también son peldaños que se deben ir superando y
dejando atrás gradualmente. Sobre todo porque somos demasiado tendientes a
aferrarnos a éstas, olvidando que solo son señales y ayudas para llegar a la
enseñanza y no la enseñanza en sí. Somos muy susceptibles a quedarnos en las
formas porque nos identificamos con ellas a nivel emocional y es tan fácil
quedarnos en ellas que se nos vuelven zonas de confort. Usamos las formas
ceremoniales, los rituales y a los líderes religiosos para reemplazar figuras
de autoridad que hemos perdido sin comprender que no las necesitamos. Pero el
Buda es totalmente claro en cuanto a que estas expresiones son solo formas
carentes de importancia o formas de fortalecimiento del ego.
Tratemos
de entender esto. Las tradiciones son como el juego de té, la tetera, la
bandeja, la taza. Hay de muchas formas y materiales. Porcelanas, metales,
elementos preciosos, arte excepcional. En cambio el té, que son las enseñanzas
del Buda, es el mismo. La taza de té puede cambiar y ser cualquiera, pero el
té, el Dhamma, es el que todos debemos beber para superar el sufrimiento.
Aferrarse a las tradiciones es darle más importancia a la taza de té y poner el
té en segundo lugar y a veces ni siquiera lo tenemos realmente en cuenta. De
esta manera podemos ver que en mi caso, empecé por el budismo tibetano y
termine en el Theravada, pero de la misma manera otra persona pudo haber iniciado
en el Theravada y terminado en el tibetano. Eso no importa. En lo que a
nosotros concierne, ambos vamos a la misma cima pero nuestras escaleras son
diferentes teniendo en cuenta todos somos diferentes y los peldaños que usamos
para ir subiendo son solo eso, peldaños, y no nos aferramos a ellos.
Mi
meta al practicar el budismo Theravada es superar también la tradición
Theravada de la misma manera que dejé atrás el tibetano. En el momento en el
que me identifique con mi tradición de práctica y que crea que es la más
perfecta y mejor que todas las demás, en ese momento perdí el sentido de la
práctica del Dhamma y caí en la fantasía de las formas y en la trampa de mi ego.
Entonces me habré quedado estancado en la escalera, puliendo, contemplando y
adornando un peldaño como un tonto que no avanza por estar limpiando un escalón
de piedra o un pedazo de madera. Entonces sin darme cuenta me quedo atrapado en
otra forma de mi propio ego y he perdido de vista la cima de la montaña en la
que se encuentra el Buda. He perdido el camino al Nibbana.
Nuestro
problema con la práctica del Dhamma es precisamente ese. El quedarnos
estancados en las formas bonitas del budismo. Llevamos esta fijación hasta la
estupidez llegando a aferrarnos a creencias ridículas como que mi tradición es
la única verdadera y las demás se acercan pero están equivocadas o que la única
manera de llegar a la iluminación es a través de un hombre iluminado al cual
debo someterme y creerle todo sin importar nada porque es un “hombre iluminado”.
El
budismo en su forma superficial y cómoda puede ser un lugar común, una zona de
confort y un cliché. El internet ayuda mucho a que esto sea así. Se puede ver
fácilmente en los grupos y foros de budismo en las redes. La gente se dedica a
subir imágenes bonitas con frases confortantes que en su mayoría, no solo no
fueron dichas por el Buda, sino que muchas veces le contradicen.
Hay
incluso fuertes peleas y discusiones por cosas tan absurdas como la valía de
una tradición sobre otra, el uso de drogas, defender lamas o líderes que se
hacen de títulos monacales sin practicar ni siquiera un solo precepto budista. Lamas
que se casan, beben licor, viven como laicos y cobran grandes sumas de dinero por
decir obviedades y estupideces en prosa poética en un retiro para celebridades.
Cosas
como defender el vegetarianismo como si fuera una ley e incluso pensar que la
ingesta de carne es un acto inmoral incluso en los animales carnívoros. He
visto a un monje que dice tener un gato al que según él, ha convertido en
vegetariano. Lo que el hombre
está haciendo es dañarle el sistema digestivo al animal, y además obviando el
hecho de que cuando no lo tiene a la vista, el gato sale a cazar y a comer
proteína, como lo hace todo carnívoro, para poder sobrevivir ya que los gatos
simplemente no están evolucionados para procesar alimentos vegetales por más
que se les den de comer verduras cocidas en baño maría. Esa obsesión con el
vegetarianismo es uno de los símbolos de la estupidez en el budismo. Para una
mayor claridad sobre este tema lee el artículo Veganismo y vegetarianismo en el budismo .
La
costumbre de expresar el ser budista subiendo continuamente imágenes bonitas
con frases cursis es un síntoma de personas débiles, cortas de creatividad y
emocionalmente infantiles. Personas atrapadas en la estética de lo cursi y la
inmadurez del lenguaje. Cuando estas personas tienen que enfrentarse a
verdaderos problemas de la vida como un accidente, una enfermedad, una pérdida
o una muerte, simplemente se quiebran. Se caen en pedazos y se hunden en la
autocompasión y en la desesperación ya que todas esas imágenes bonitas de Buda
con frasecitas para mejorar tu vida en realidad no sirven para nada. El budismo
no sirve en imágenes bonitas con frasecitas prácticas por la misma razón que la
obesidad no se supera con infusiones de yerbas indias ni aparatos comprados por
televentas.
La
meditación es otro punto que se convierte en un verdadero cliché. Se ha
deformado de una manera asombrosa. La gente empieza por consumir la propaganda estadounidense
sobre las proezas de los monjes budistas y termina creyendo que meditar es
desarrollar poderes mentales mágicos a través de los cuales algún tipo de
extrañas ondas cerebrales de bondad y bienestar viajan desde la cabeza del
meditador iluminado a través del tiempo-espacio hacia “todos los seres
sintientes” que sufren, muletilla que usan los monjes occidentales para adornar
la pereza física y mental de levantar su delicado trasero del cojín y salir de
sus cómodos templos a hacer algo de verdad útil por la gente que sufre en el
mundo real.
La
forma de budismo zen enseñada por el maestro Tich Nhat Hanh se llama budismo
comprometido. No se trata de fantasiar con meditaciones mágicas sino de usar
las enseñanzas de Buda en relación directa con las personas, lo cual sí es
budismo real. El maestro Hanh dice, debes luchar contra el sufrimiento, debes
ir donde el sufrimiento está. Uno siempre sabe dónde está la gente que sufre.
Hay que salir de la casa, llegar a donde está el sufrimiento y hacer algo que
ayude, así sea poco. Eso es una verdadera práctica del Dhamma en lugar de quedarse
aplastando un cojín de satín deseándole felicidad a “todo los seres sintientes”,
lo que de hecho y para ser francos no es más que otro intento hipócrita de disimular
la pereza y la cobardía de actuar escondiéndose tras una fachada religiosa. Creer
que los mantras son como palabras mágicas que generan cambios positivos a
distancia de manera metafísica es exactamente igual que creer que el agua
adquiere propiedades curativas y protectoras porque un hombre en un vestido negro le
pasa la mano por encima en forma de cruz. Dejar de creer en una cosa para creer
en la otra es algo simplemente tonto.
La
base de toda esta nueva falsa doctrina, falsa en el sentido en que en realidad
no se hace nada, es la misma herramienta que nos puede llevar la doctrina a
lugares donde nunca antes había llegado. Internet. Las redes sociales, ya lo
habíamos comentado, son solo un medio para un fin. Si la persona basa su
práctica budista en sus interacciones de Facebook, en su grupillo de Whatsapp,
en frases que llegan a su Twitter, pues en realidad no está haciendo nada.
Simplemente alimentando un ego imaginario e infantil. Ser budista no se trata
de asegurarse de que todo el mundo sepa que eres budista.
Otro
efecto desorientador del internet es esa necesidad de abarcarlo todo y hacer
armonizar todas las religiones con el budismo como queriéndolo convertir en un
moderno tipo de panteísmo dentro del cual puede caber cuanta creencia absurda y
traída de los cabellos. Esta idea es traída de la espiritualidad psicodélica de
los sesentas en la cual embaucadores gigantescos como Deepack Chopra y Osho
amasan millonarias fortunas explotando la necesidad emocional de las clases
media y alta de países occidentales. En resumen, hacen budismo para cristianos,
de manera que se pueda anexar una cosa con la otra sin que haya incómodas
contradicciones uniéndolo todo con el pegante de la metafísica poética que
empieza hablando de partículas y del universo y termina hablando de tu alma.
Para comprender este fenómeno lee la serie de artículos de Peligros dentro del
budismo en este blog.
El
buen budista ama el hinduismo.
Este
mismo intento de mezcla se suele hacer con la espiritualidad Hinduista, lo cual
es una de las ideas más risibles y contradictorias. Se pretende hacer creer que
el Hinduismo y el budismo son como hermanitos espirituales que concuerdan en
casi todo. El budismo no llegó a tener un verdadero arraigo en la India primero
por la cuestión teísta.
En el budismo, los dioses son personajes secundarios sin
mayor importancia mientras que en el hinduismo son la base y el cuerpo de toda
la doctrina. Pero más que todo, si a algo se dedicó el Buda durante todos sus
años de prédica fue a darle duro al hinduismo en todas sus áreas. Las más
fundamentales y las más superficiales. El Buda se enfrentó a las más altas
autoridades del hinduismo, brhaamanes, reyes, altos sacerdotes, y a todos los
desautorizó revelando las falencias de esta doctrina. Los indios siempre han
sido supremamente aferrados a sus tradiciones familiares y al aparecer un
maestro nuevo con ideas contradictorias desautorizando las bases de su
creencia, se aferraron más a sus doctrinas y rechazaron el budismo, de la misma
manera que lo hicieron con el cristianismo a pesar de todos los intentos de los
misioneros protestantes durante la ocupación del imperio británico.
Conceptos
hinduistas como el determinismo en el cual se cree en cosas como que la persona
que llega siempre es la correcta, lo que sucede es lo único que podía suceder,
cualquier momento que comience es el momento correcto y cuando algo termina,
termina, son dulces irresistibles para los occidentales porque es un sistema de
creencia que funciona exactamente igual que el sistema cristianismo en el cual
todas las cosas, lo bueno y lo malo, es responsabilidad de Dios y nosotros no
tenemos más que esperar a ver qué nos toca (Todo lo que pase es voluntad de
Dios). Esta idea, en la cual también se basa la despreciable idea de las
castas, es totalmente contraria a la enseñanza de Buda.
El
Buda por su parte destruye totalmente dicho determinismo al cual se condenan
los hindúes y los cristianos desde que nacen. El Buda explica que no hay
determinismo o sea destino, ya que las personas tenemos el poder de cambiar
nuestro kamma y escoger la dirección por la cual queremos ir. En la doctrina
budista el determinismo es símbolo de derrota, de renuncia a la acción. El
budismo reemplaza el destino y los dioses por la ética y la conducta moral, partiendo
de la idea de que las acciones correctas y la conducta virtuosa tienen como
consecuencia la destrucción del kamma negativo y la generación de kamma
positivo, cambiando así el destino de la persona SIN IMPORTAR el kamma que
traiga. Pero esto tiene un costo que el hinduismo y el cristianismo niegan.
A
diferencia de estas dos religiones, el budismo te obliga a asumir las
consecuencias de tus actos y a responsabilizarte por tu conducta en este mundo.
Decir que las cosas pasan porque tienen que pasar y que lo que es de uno tarde
o temprano ha de llegar es evadir la responsabilidad por lo que le pasa a uno
en la vida. Es negarse a tomar las riendas de la propia existencia. Quedarse
ahí sentado a oler las flores porque las cosas llegan solas y lo malo hay que
aguantarlo con la cabeza agachada esperando la misericordia de los dioses es
una actitud cobarde y derrotista. Nadie salva a nadie, dice el Buda, y cada uno
se salva a sí mismo. Esto quiere decir que no hay destino, que hay que asumir
las consecuencias de las acciones propias y que el destino se forja con la
fuerza del espíritu y el ejercicio de la ética y la compasión. En el corazón de
la doctrina budista, no hay ningún dios que tenga el poder de darle o quitarle
nada a uno. Todo lo que nos pasa en la vida es por causa de nuestras decisiones,
de la manera como trabajamos nuestro kamma y de nuestras acciones.
Pero
muchas veces esto es demasiada responsabilidad e implica demasiado gasto de
energía para personas acomodadas frente a un computador. Es más fácil llamarse budista
subiendo postales de Buda al Facebook. Este es solamente un pequeñísimo ejemplo
de todas las diferencias fundamentales que tiene el budismo con las religiones
teístas, más que todo con el hinduismo que tanto les gusta a los budistas new
age. Además de eso, esas ideas deterministas si se aplican a la realidad
resultan simplemente ridículas como por ejemplo esa de que la persona que llega
a tu vida siempre es la persona correcta. Por ejemplo, ¿una mujer que es violada
por tres hombres en un callejón oscuro ¿se levantará después de la paliza y
pensará que esas tres personas que la violaron eran las personas correctas en
el momento correcto? Sin duda, más de un imbécil dirá que en efecto así es,
pero obviamente los estúpidos que afirman eso no han conocido nunca a una mujer
violada y ni siquiera pueden imaginar lo horrible del acto de la violación. Cualquiera
diría que este es un ejemplo exagerado y excepcional, pero la vida no es un
jardín de rosas y las cosas malas no son excepciones. Pasan todos los días. El
objetivo de las religiones no es disfrutar cuando todo es bonito sino todo lo
contrario, brindar soporte y fortaleza cuando la vida se torna cruel. Los
budistas de Facebook prefieren ignorar este hecho y quedarse en su jardín imaginario
de rosas virtuales.
Las
personas que toman como ciertas todas esas pequeñas leyes bonitas que les hacen
sentir bien son personas con un enorme desconocimiento del mundo y de la
naturaleza humana. Son personas que viven en pequeñas burbujas de seguridad y
comodidad. Personas que por más que lean sobre budismo en sus pantallas, no
conocen el Dhamma porque no conocen el sufrimiento de los demás, solo el suyo.
Se niegan a conocer el sufrimiento del otro. Lo niegan. Lo ocultan bajo
imágenes cursis y frases compasivas. Son personas que no son capaces de
ensuciarse las manos y que sienten asco y temor hacia las personas en
condiciones mucho más desfavorables que las suyas. Viven en la ilusión del
mundo como dice el Buda, y carecen de la compasión porque ni siquiera son
capaces de presenciar el sufrimiento ajeno, mucho menos hacer algo para
disminuirlo. Como hemos comentado infinidades de veces en este blog, el budismo
es una doctrina de acción, de conducta para
con el otro en la vida real. Una persona cuya vida espiritual se basa en
talleres de meditación y grupitos de Facebook no es un budista, es un tonto que
se engaña así mismo atrapado en una existencia vacía que intenta llenar inútilmente con ortopedias sociales. Esa es la principal
trampa del budismo en occidente. No hay budismo virtual, no hay budismo de
redes sociales. Si no se practica en la vida real, en uno mismo y con los
demás, no se está haciendo nada más que engordar el ego.
El
budismo se ha convertido en una nueva mercancía de consumo igual que todo lo
que llega a occidente. El budismo en realidad se basa en meditación, en estudio
y en practicar lo que enseñó el Buda. No hace énfasis en cual de todas las
tradiciones es la mejor o la cierta. Esas peleas son para cristianos y demás
teístas. En el budismo todas las tradiciones son solo caminos hacia el Nibbana.
El budismo no trata ni tiene que ver con hacer yoga, con ser vegetariano, con
una posición moral superior, con una mente más especial que la de los demás,
con ser más inteligente, con armar élites espirituales, con costosos retiros de
meditación, con gente rapada y en túnica ordenada en antiguos templos orientales. El título de Lama no
garantiza que se trate de un ser iluminado. Muchas veces ni siquiera son
budistas. De hecho la palabra Lama se ha convertido en sinónimo de sospecha,
superstición y timador. Cualquiera que adore a un Lama o a un monje como si
fuera un dios y no soporte que se le ponga en duda, perdió el sentido del
budismo y en lugar de eso tiene un ego enorme y sensible. Por eso los fanáticos
son tan fáciles de irritar. El Dalai Lama y otros verdaderos maestros budistas advierten
constantemente sobre este punto, es decir, repiten lo que el Buda mismo dijo
hace más de dos mil quinientos años. No todo el que lleve la túnica amarilla es
digno de ser llamado monje. Mantenga esto en cuenta cada vez que le hablen de
un lama o un maestro budista.
En
resumen, nuestra principal fuente de información para aprender budismo, el
internet, no es una mala herramienta sino una buena herramienta mal usada. Es
un error por ejemplo enfrascarse en extensas y pesadas discusiones en un foro.
El Buda mismo advirtió que no se debe caer en discusiones extensas y sin
sentido sobre cuestiones de creencia en el Dhamma. Una manía que por cierto, tienen muchos monjes en oriente.
Entonces,
¿Qué hacemos?
Ante
este confuso panorama ¿Cuál sería la mejor manera de aprovechar internet para
aprender budismo? En realidad es bastante simple. Menos es más. Empiece por
conseguir Suttas traducidos y secciones
del Canon Pali. Compre libros de maestros budistas como el Dalai Lama, Tich
Nhant Han, Ajahn Brahm y otros grandes maestros budistas. Estúdielos concienzudamente
y saque sus notas.
Sea
autodidacta. No se desespere por estar solo. Ese es el anzuelo de los tontos, la
urgencia por ser un budista main stream. No le crea a la moda ansiosa de las “comunidades”.
La gente que no es capaz de estar consigo misma en realidad no está capacitada
para estar con otras personas. Si usted no está desesperado por estar
acompañado, podrá usar internet de manera correcta para contactar a otros
budistas que sí pueden aportarle algo útil. Intente contactar a algún monje o
alguna comunidad que tenga la guía de un monje y plantéele las dudas que tenga
después de haber estudiado los textos. No es garantía de que sea un buen aporte
pero de todas maneras será mucho mejor que meterse a un foro de Facebook.
Establezca
una rutina de práctica y empiece a desarrollarla gradualmente pero sin obsesionarse
con el ritualismo. Recuerde que ese es el principal problema del budismo
occidental. Manténgalo simple y práctico para usted. Lo importante son los cambios
en la mente. Si logra cambiar su mente, todo lo demás cambiará.
El
siguiente es un consejo práctico en el que insisto constantemente, sobre todo
para las personas nuevas interesadas en el budismo. No, no y (no) se fundamente
en foros de internet ni grupos de Facebook para aprender sobre budismo. Los
foros de internet NO son una fuente de información útil sino todo lo contrario.
Son fuente de desinformación, confusión y contradicciones. Fuera de que son una
gran galería de los egos más enormes de internet haciendo gala de una religión
que consiste en disminuir el ego. Olvídese de Facebook para discusiones sobre
religión. Facebook está lleno de gente igual o más ignorante que usted pero que
está totalmente convencida de que posee el conocimiento de un ermitaño budista
de los Himalayas. Facebook puede servir para buscar gente que quiera conformar
un grupo de estudio de personas iguales a usted y para informarse sobre eventos
o noticias sobre el budismo. Para algo más que eso, no pierda su tiempo en
redes sociales. En su mayoría y por su mal uso, son fuente de ilusiones y
embrutecimiento.
No
se desespere por encontrar un maestro. No es imprescindible. Es más, incluso si
solo tiene acceso a un maestro budista ordenado en su ciudad, no lo tome como
su maestro sólo porque no hay más. Evalúelo y asegúrese que en verdad sea
budista, y después asegúrese de que sea el maestro adecuado para usted. No todo
maestro puede enseñar a todo practicante. Tiene que haber una afinidad y una
empatía particular. Si no siente eso, no se fuerce a ser su discípulo. Someterse
solamente por un título es un error. No terminará bien. Esta es una enseñanza que
los maestros budistas de oriente constantemente
hacen a los practicantes de occidente. La práctica del budismo no depende de
tener o no un maestro. Depende de la disciplina del practicante. Además, no hay
mayor maestro que el mismo Buda.
Sea
paciente. El budismo sin paciencia es como una hamburguesa sin carne. O sin
imitación de carne. Uno no se hace budista de un día para otro. Hacerse budista
es como hacerse maratonista. Se practica, se cambia la dieta, se persiste hasta
que se alcanzan las marcas requeridas y se corre a ritmo de carrera. Hasta que
se consigue hacer de la práctica una costumbre. Recuerde no usar las redes
sociales como muletilla para ser budista. Un buen practicante usa internet para
sacar información y practicarla en su vida. No necesita revisar el Facebook todos
los días ni subir cursilerías creyendo que está compartiendo algo. Es más, la
verdadera práctica del budismo le enseñará a disminuir las horas que le dedica
a los aparatos electrónicos y a compartir con las personas con las que tiene
contacto real.
Como
hemos visto, la clave para sacarle el jugo al budismo siendo un occidental en
un mundo cristiano es ir a las fuentes confiables (Libros, no Facebook) y
mantenerlo simple. No buscar a alguien más sabio que le venda budismo en una exótica
presentación oriental ni pertenecer a un grupo de locos como la SGI o los seguidores
de Osho (Ver artículos Peligros dentro del budismo). Espero que estas simples
claves le sean útiles para poner a prueba la efectividad del budismo o para mejorar
su práctica.
Quiero
dar un gran saludo a todos los lectores que han estado pendientes del blog y
pedirles que sigan enviando sus preguntas, comentarios y propuestas para más
investigaciones y nuevos artículos. Muchas gracias por su fidelidad. Como
siempre, todos los comentarios, aportes y quejas son bienvenidos.