La semana pasada, la legendaria banda de trash metal, Metallica, se presentó en Brasil. Durante la presentación, James Hetfield, guitarrista y vocalista de la banda, tuvo un quiebre emocional y se mostró vulnerable ante su público. ¿La razón? Está sintiendo el peso de su edad. A sus 58 años, el ajetreo de la gira se le está haciendo más pesado de lo que era.
Hetfield lloró en el escenario y dijo:
Debo
confesarles que no me sentía muy bien antes de venir acá. Me estaba sintiendo
un poco inseguro, como si fuera un viejo, con la idea en mente de que ya no
puedo tocar más, todas estas estupideces que me digo a mí mismo en mi cabeza.
Así que hablé con estos muchachos y me ayudaron, tan simple como eso. Me dieron
un abrazo y me dijeron: ‘hey, si estás luchando en el escenario, te
respaldamos’. Significó mucho para mí”.
Sus compañeros de banda lo abrazaron y el momento
emotivo fue noticia mundial.
A pesar de todos los triunfos que ha tenido y de
haber escrito su nombre en la historia, James Hetfield sufre por el cambio
natural de su cuerpo. También hay que decir que sus excesos con el alcohol y la
vida de rock star pudieron haber hecho que la sensación de su cuerpo no sea la
mejor incluso para su edad. James Hetfield es un ejemplo para nosotros de lo
que es no estar preparado para los cambios de la vida, del aferramiento a la
juventud y de los efectos que el mundo tiene en nosotros. Hetfield no sabe envejecer.
No quiere envejecer. Su deseo está en el aferramiento al pasado. Sufre por un
proceso natural e inevitable y necesita ayuda emocional para poder lidiar con
lo ineludible, interpretándolo como algo malo, negativo, indeseable. Porque
según el mundo y su voraz filosofía de lo hermoso y lo agradable, envejecer es
sufrir. Durante la vejez es obligatorio sufrir. Eso es lo que el mundo nos
dice. Más aún si se ha vivido bajo las luces de los flashes, las cámaras y los reflectores
de los escenarios. Si para cualquiera de nosotros envejecer es difícil, para
los famosos lo es aún más. El mundo ha creado una enfermedad artificial en sus
mentes y están condicionados para sufrir cada vez que pasan de una fase a otra.
Cada vez que se enfrentan al cambio, se hacen daños a sí mismos y se hieren de
una forma muy profunda. Por eso es tan fácil que caigan en las drogas y los
vicios. Además del hecho de que para los famosos son altamente accesibles.
La Primera Noble Verdad nos dice que el sufrimiento
es inherente a la vida (que no es lo mismo que decir que “la vida es sufrimiento”.
Traducción absurda y mal hecha). El sufrimiento es parte de la vida, pero la
vida no es sufrimiento. Si la vida fuera sufrimiento no habría posibilidad de
salvación y el Dharma no serviría para nada. La Primera Noble Verdad nos enseña
que el sufrimiento es un obstáculo que enfrentaremos siempre, pero que podemos
vencer y tener una vida plena, agradable y disfrutable. No solo a pesar del
sufrimiento, sino también gracias al sufrimiento. Porque también es verdad que
sin sufrimiento, sin obstáculos que superar, la vida no tendría ningún sentido.
James Hetfield es un ejemplo de cómo acabaremos
nosotros si no estudiamos ni practicamos el Dharma. Cada vez que la vida cambie
y pasemos de una etapa a la siguiente, sufriremos irremediablemente y seremos
vulnerables y dependientes de otros, de las circunstancias, de las condiciones
agradables y desagradables. Eso es prácticamente vivir con miedo a la vida
misma. Es un destino muy cruel. Pero nosotros no tenemos por qué pasar por eso.
Gracias al Buda, nosotros no tenemos por qué caer de rodillas, declararnos
atemorizados y anunciarnos vencidos cuando la vida siga como debe seguir.
Si practicamos correctamente el Dharma, viviremos
con gusto y con fortaleza cada etapa de nuestra vida hasta el final. Viviremos
contentos, afrontando las adversidades. Viviendo en un refugio seguro, sólido,
bien establecido. Alejado de los excesos, del descontrol de las emociones, de
la dependencia de las relaciones. El mundo nos miente y nosotros le creemos.
Pero si escuchamos al Buda y comprobamos sus Enseñanzas, las mentiras del mundo
serán como comerciales tontos para nosotros. No creeremos nada de ello. Y
nuestro destino no será el sufrimiento. Mucho menos el sufrimiento absurdo,
innecesario y auto infringido.
El camino medio es el lugar seguro. El control de
la mente es el lugar seguro. La conducta correcta es el lugar seguro. Alejarse
de los vicios y los excesos es el lugar seguro. El Buda es el lugar seguro. Si
permanecemos en nuestro lugar seguro, nunca caeremos de rodillas ante el dolor.
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