El caso de la confrontación entre musulmanes y
budistas en Birmania es un hecho que ha tenido mucha importancia a nivel
mundial en la última década. Lo que sabemos en términos generales, es que ha
habido una confrontación inter étnica e inter religiosa en Birmania,
actualmente Myanmar. Y que por circunstancias particulares esta tensión ha
estallado generando una situación terrible en el país.
Según los medios de comunicación, lo que está sucediendo
en Myanmara es un genocidio. Un exterminio sistemático de una población
específica por razón de su raza y religión. Este genocidio, perpetrado por el
ejército birmano contra la minoría musulmana Rohingya, estaría apoyado por el
clero budista birmano, encabezado por el monje Ashin Wirathu, denominado por la
revista Time como “la cara del terror budista”. Aunado a esto, la prensa ha
resaltado la inacción de la líder política Aung San Suu Kyi, principal
opositora al régimen militar birmano y ganadora del premio Nobel de la paz por
su lucha por la democracia.
Este polvorín latente sobre el que Birmania estaba
sentada estalló por un incidente ocurrido en el 2.012. Una mujer budista fue
violada y asesinada por tres hombres pertenecientes a la comunidad musulmana Rohingya.
Este crimen fue la gota que rebasó la copa de una larga historia de tensiones
entre ambas comunidades que incluía la destrucción de estupas budistas, la
exclusión social de las comunidades Rohingya, la agresión física y algunos
asesinatos de monjes budistas y la xenofobia, a estas alturas histórica, de
algunos sectores del país hacia esta etnia. El crimen hizo que los monjes clamaran
por una acción contundente e inmediata. La junta militar birmana vio la
oportunidad de ejercer un nivel de fuerza que la nueva democracia relativa, aún
incipiente y débil conseguida por Suu Kyi, no les permitía ejercer. Ahí empezó
todo.
Los militares se vieron con justificación para hacer
lo que saben hacer, y la represalia fue devastadora. Fue entonces cuando se
hizo sentir el Ejército de Salvación Rohingya de Arakán (abreviado ESRA en
birmano). Un grupo islamista armado que se levantó para luchar contra el
ejército birmano. El ESRA atacó aldeas
hinduistas y budistas con violentas acciones armadas contra la población civil.
En represalia, el ejército birmano ejerció duros controles a la comunidad Rohingya,
generando así una espiral de violencia de toma y dame en la cual civiles
inocentes, campesinos de las zonas rurales que no solo pertenecen a la etnia Rohingya
sino también a comunidades hinduistas y budistas birmanas, están pagando los
platos rotos de una confrontación armada entre un grupo armado y un ejército dictatorial.
Las grandes cadenas noticiosas han reportado violaciones
de los derechos humanos por parte del ejército birmano los cuales incluyen
violaciones masivas, masacres y destrucción de aldeas. Incluso algunos medios
hablaron de actos de barbarie tan horribles como que los soldados birmanos
echaban niños Rohingya al fuego. Los medios denominaron la acción del ejército
birmano como “limpieza étnica”.
Este es el panorama de la situación en Birmania a
grandes rasgos. Obviamente, la situación es mucho más compleja y profunda de lo
que podemos suponer.
En esta época de información instantánea e indignación
automática, estamos expuestos a una gran estimulación emocional en lo referente
a temas sociales. No demoramos un segundo en reaccionar y tomar partido sin
cuestionar el origen de la información. Esto nos hace muy manipulables y
reaccionarios, por lo tanto es mejor pisar el freno y pensar antes de
contribuir a esa gran avalancha de opiniones venenosas que nos hacen daño y que
no cambian nada de la realidad social con la cual estamos comprometidos.
La calidad de la información que tenemos no suele ser
lo suficientemente idónea para poder hacernos una opinión medianamente certera,
y ese precisamente es nuestro problema con el tema de Birmania. No tenemos
suficiente información, y la poca que tenemos no nos es totalmente confiable.
Los medios tienen sus intereses propios.
Teniendo en cuenta la imagen de sacralidad que tiene
el budismo en occidente gracias a la lucha de SS el Dalai Lama contra el
gobierno comunista chino, no hay nada más llamativo e irónicamente más morboso
como el título de un monje budista predicador de odio. Es una contradicción
simplemente irresistible para los medios occidentales. Esto no quiere decir que
Ashin Wirathu sea inocente de todo lo que se le adjudica, pero tampoco quiere
decir que todo lo que se dice de este monje y de todo el clero birmano sea la
verdad solo porque CNN y BBC lo dicen. De nuevo, hay que analizar el tema con
pinzas.
Empecemos por lo básico. Sí es cierto que la comunidad
Rohingya está siendo marginada desde hace décadas y que el ejército birmano ha
cometido atropellos en contra de ellos. Las pruebas son contundentes y esto es
innegable. Ahora, los motivos y la posición de toda la sociedad birmana hacia
los Rohingya es algo que deberíamos observar cuidadosamente porque estamos
hablando de catalogar a todo un país entero de xenofóbico y asesino con solo
leer un párrafo. Recordemos que Birmania ha estado bajo el gobierno de una
junta militar dictatorial brutal desde hace décadas y que solo hace poco un
rayo de luz de la democracia se asoma por ese país gracias a los esfuerzos y
sacrificios de Aung San Suu Kyi, una activista política birmana por la
democracia quien ha estado en arresto domiciliario por 15 años, y soportado
otros más de asedio de la junta militar, que aun con ridículas argucias
burocráticas se negó a entregarle el poder que legalmente le corresponde y que
le fue dado por el voto popular del pueblo birmano, el cual hace rato que está
harto de los militares. Suu Kyi sigue como asesora del gobierno luchando desde
su partido para conseguir la democracia total en Birmania que aún no existe.
Debido a los últimos acontecimientos, Suu Kyi ha sido acusada de ser cómplice
del genocidio contra los Rohingya. De ser una nacionalista psicótica igual que
Ashin Wirathu. Sin embargo, si investigamos bien, tal vez podamos ver cosas más
allá de la superficie que nos muestran los medios mundiales.
Aung San Suu Kyi
La situación es esta. La junta militar birmana ya no
tiene poder político ante el mundo. Lo perdió en las elecciones generales de
1.990 en la cual el pueblo protestó por considerar que Suu Kyi debió ser
elegida primer ministro y traer la democracia al país. La dictadura militar
birmana ya no tiene legitimidad diplomática, pero se niega a morir. La lucha
por la democracia de Suu Kyi le valió el premio Nobel de la paz en 1.991 y con
ello han venido intentos de asesinato, encarcelamientos, calumnias y todos los
ataques que la maquinaria Estatal de una dictadura militar puede ejercer. A Suu
Kyi se le ha acusado de apoyar los ataques a los Rohingya por su silencio. Sin
embargo, ella ha dicho que no puede tomar partido porque los ataques no son unilaterales,
sino que hay una confrontación de ambos bandos que viola los derechos humanos hacia
ambas partes de lo cual también hay pruebas documentadas, ya que los asesinatos
de monjes budistas y de civiles budistas también han sido reportados.
Suu Kyi ha optado por continuar con el discurso de la
paz. Si tomara partido por un lado o por el otro, el bando opuesto conseguiría
justificación mediática ante el mundo, y sus acciones violentas serían
minimizadas o totalmente ocultadas por los medios que apoyan cada bando, sea el
gobierno birmano o la prensa internacional respectivamente. Además, hay que
recordar que Suu Kyi no es una líder soberana legalmente hablando. Aún tiene el
impedimento de la junta militar para la cual ella es la gran piedra en el
zapato de la cual no se han podido librar en más de dos décadas. A pesar de su
reconocimiento y del poder adquirido en su lucha por la democracia en el país,
Suu Kyi no tiene total libertad de acción. Tampoco puede declarar libremente ya
que cada palabra suya tiene el potencial de generar consecuencias catastróficas
para un lado o para el otro.
De hecho y a pesar de todo, ni ella misma está a salvo
en su ejercer político. En otras palabras, Suu Kyi todavía tiene un cañón de
fusil apuntando hacia su nuca. Todo el tiempo. Un movimiento en falso y será
asesinada lo cual no es un secreto para nadie en Myanmar. El miedo de Suu Kyi
no es tanto el peligro que todavía corre su propia vida, sino el hecho de saber
que, si ella es asesinada, todo el país estallará en la guerra civil más brutal
que Myanmar haya visto jamás. Y ha visto muchas. Su muerte podría significar la
destrucción de su país. Así que no es simple condescendencia patriótica o
fanatismo nacionalista lo que hace que Suu Kyi mida sus palabras con
microscopio. Ella aún es una rehén de la dictadura militar.
El monje Ashin Wirathu por su parte es otra historia.
Es la cara más visible de la protesta contra el terrorismo islamista del ESRA,
pero no es ni de cerca el monje más radical en la confrontación. Hay otros
monjes de mayor edad y más jerarquía con discursos igual o más directos que el
suyo. La razón por la cual Ashin Wirathu apareció en el radar de los medios
internacionales es porque es un monje moderno que está en las redes sociales y
maneja Twitter, Facebook y otras plataformas que lo hacen una figura mediática
para sus seguidores. El foco del tema de Ashin Wirathu es el asunto del
islamismo extremo. No menciona tanto a la etnia Rohingya, ya sea por
conveniencia mediática, ya sea porque no ve el problema tanto en la etnia como
en el extremismo religioso. Sin embargo, Ashin Wirathu ha tomado la vocería de
una comunidad amplia de monjes y civiles budistas que sí se han visto afectados
por el extremismo islámico que no se menciona casi, pero que sí está presente
en Myanmar. Solo que no con una contundencia tal como para ser mencionada o
comparada con los atropellos que están sufriendo los Rohingya dentro de las
fronteras birmanas.
El monje Ashin Wirathu ha dicho que la comunidad budista
se debe armar para defenderse de los ataques de los extremistas islámicos.
Debido a su férrea defensa de la comunidad budista y el arquetipo budista de
pacifismo a toda prueba, la mezcla de budismo y armas ha sido un punto de
explotación mediática para generar una supuesta contradicción doctrinal, pero
esto es falso. Los tailandeses por ejemplo, fueron el único pueblo surasiático
que resistió todas las invasiones europeas y nunca fue sometido. Los
tailandeses son tan budistas, o más, que los mismos birmanos, pero nadie les ha
cuestionado el uso de las armas y la guerra para defender su nación. Sus
guerras no fueron bombas mediáticas. Claro que en esa época no había BBC ni
Twitter ni youtube. Es un error pensar que una comunidad budista no pueda
ejercer defensa propia por ser budista. De ser esto así, no existirían comunidades
budistas en la actualidad. Toda nación debe contar con una fuerza que proteja
su soberanía, y los países budistas no son excepciones. Ahora, el punto que
debemos analizar aquí es cuando el monje le dice a su comunidad de creyentes,
que son civiles, que deben armarse para su autodefensa y, por su parte, el
actuar del ejército birmano contra la comunidad Rohingya. Aparentemente una
cosa va con la otra, pero la realidad podría ser otra.
Ashin Wirathu
Veamos algunos antecedentes del monje Ashin Wirathu. Ashin
Wirathu siempre ha tenido problemas con la cuestión musulmana en Birmania, pero
no solo con ellos, sino también con la dictadura militar. Su movimiento también
ha encabezado marchas y protestas contra la junta militar pidiendo democracia y
apoyando Suu Kyi. Siempre se ha caracterizado por ser frontal y enérgico en sus
intervenciones. Tanto así que ya ha pagado una condena de nueve años en prisión
por oponerse a la dictadura de los militares birmanos. Actualmente se dice que
su largo historial de acciones radicales en contra de los Rohingya le ha
llevado a tener problemas con la ley, lo cual es algo irónico ya que el mismo
Estado con el cual ha tenido supuestos problemas por incitar al odio racial es
el mismo Estado que actualmente está cometiendo el genocidio contra los Rohingya.
Entonces, según la prensa internacional, el monje que
está en alianza con los militares para masacrar a los Rohingya, es el mismo
monje que ha sido encarcelado por los mismos militares que atacan a los Rohingya,
por discriminar a los Rohingya ¿Eso tiene sentido?
Ashin Wirathu fue encarcelado entre 2.003, mucho antes
de que Suu Kyi tuviera alguna influencia democrática real en el país. Y salió
en el 2.012, año en el que estalló la violencia por la violación y asesinato de
una mujer budista birmana a manos de tres Rohingya. Como no podía ser de otra
manera, el monje protestó. Pero volvamos al punto. Los mensajes de Ashin
Wirathu son dirigidos a sus seguidores. Debido a sus antecedentes de protestas
contra el Estado birmano, el ejército no está entre su público objetivo. Es por
eso que en lugar de pedirle al Estado que militarice las aldeas para proteger a
las personas, les pide a las mismas personas que se armen y se defiendan a sí
mismas y a sus aldeas. Cosa que muchos han hecho, no solo budistas, sino
también aldeas hinduistas que padecen el mismo fuego cruzado.
Uno de los puntos clave de su discurso es la posición
en contra de los matrimonios mixtos entre budistas y musulmanes. La explicación
que da el monje sobre su postura sobre los matrimonios mixtos es la siguiente. Apunta
enfáticamente a la situación de las mujeres. Ashin Wirathu explica que cuando
una mujer budista se casa con un hombre musulmán, se le dice que puede mantener
su religión en su matrimonio. Pero que después de realizado el matrimonio legalmente,
a la mujer se le obliga por la fuerza a convertirse al islam, a riesgo de
padecer las consecuencias de resistirse a las leyes islámicas. Por esta razón
Ashin Wirathu ha hecho una campaña en contra de los matrimonios mixtos. Lo cual
inevitablemente ha de ser interpretado por la prensa internacional como el más
puro y primitivo racismo, aun sin analizar si es cierto o no que la cuestión de
la campaña obedece a un tema religioso, no racial, ya que los musulmanes
también pueden convertirse al budismo ante lo cual no hay ninguna objeción.
Esto, al menos en teoría, descartaría motivaciones raciales. Pero el tema de los
derechos de las mujeres budistas desviaría la atención del tema racial y étnico
que es lo que pone en los medios internacionales el tema de los Rohingya.
Ashin Wirathu no habla mucho de los Rohingya en sí. Se
suele referir más a los musulmanes radicales. Sin duda tiene una posición
crítica a la doctrina islamista y hacia los musulmanes radicales que se puede
extender a los no radicales. Desde joven se unió a un movimiento llamado 969.
Un movimiento pro budista nacido de la confrontación interreligiosa con los
islamistas de varias etnias desde hace ya algunos años. Sin embargo, saber
realmente que piensa este monje en particular de la comunidad musulmana en
general es un misterio debido a la interferencia mediática de la prensa
occidental desde 2.012. Lo que encontramos sobre este monje después de esta
fecha en los medios son acciones anti islámicas. Boicotear los negocios
musulmanes, rechazar las uniones interreligiosas, y en general una, postura
totalmente anti musulmán que da pie a adjudicarle grandes y pequeños males al
monje debido a cómo está la situación de Myanmar.
Los medios no se han hecho esperar. Como ya hemos
dicho, no hay nada más tentador para vender noticias que las contradicciones
trascendentales. Los titulares adquieren un tono deliciosamente morboso.
Independientemente de que sea o no verdad, un monje budista terrorista es algo
imposible de dejar pasar. Es algo así como una sor Teresa prostituta. Titulares
como “el Bin Laden budista”, “la cara del terror budista”, “monje budista pro
militar”, “líder budista anti musulmán”, “budistas nazis” y otros, han creado
una imagen muy llamativa de este líder budista ante el mundo. Por un lado, se vende
la imagen siniestra de un monje terrorista al tiempo que por el otro se
alimenta el morbo por la tragedia de los Rohingya, lo cual crea la escena
perfecta del villano y su obra macabra, cuando las cosas no son así de simples
y se deja de lado la necesidad de ayudar a las personas que de verdad necesitan
ayuda urgente. Este tipo de titulares no ayuda a los Rohingya. A los únicos que
ayudan es a las cadenas noticiosas “serias” a vender basura amarillista y
morbosa.
Hay que ser honestos. Ashin Wirathu es un hombre más
pasional que otra cosa. Aunque no es el más radical y seguramente si hay monjes
xenófobos y racistas en Myanmar, hay dos cosas que hacen de Ashin Wirathu la
delicia de los medios occidentales. Primero como ya dijimos, su uso de las
redes sociales. Y segundo la forma en la que se comunica. Las palabras que usa
Ashin Wirathu tienen el objetivo de incentivar a sus compatriotas birmanos. Su
lenguaje, hay que decirlo, es lo suficientemente gráfico y directo para dar el
mensaje que quiere dar a sus seguidores con la intensión de encender sus
pasiones en cuanto a la defensa de su causa. Pero una cosa son sus seguidores
birmanos y otra la prensa internacional. Él usa figuras muy agresivas. Compara
el actuar de los radicales islamistas como lobos o chacales y usa este lenguaje
figurativo como un político en campaña, pero con una fuerte dosis de libertad
verbal que el político en campaña no puede usar ya que a éste sí le importa su
imagen pública. Al monje no.
Vamos a analizar uno de los pocos ejemplos que podemos
ver en los medios ya que la información en realidad no es mucha. Tomemos el
ejemplo de los lobos y los chacales que tanto ha sido comentado y sobre
explotado por los medios internacionales. Ashin Wirathu dice a sus seguidores
que los musulmanes hacen de corderos y luego terminan de chacales,
parafraseándolo muy resumidamente. En un lenguaje más práctico y manteniendo la
misma idea que Ashin Wirathu quiere trasmitir, lo que quiere decir es que los
musulmanes, por lo general, cuando son minoría se victimizan. Se muestran
indefensos y desventajados. Denuncian islamofobia y claman por la ayuda del
mundo occidental, la mano blanca que reivindica derechos de los débiles en todo
el mundo. Muestran sus tragedias y buscan generar lástima. Pero cuando son
mayoría y toman el poder como en Irán, algunas regiones de África o en algunas
otras zonas aisladas del medio oriente, lanzan homosexuales por las azoteas de
los edificios, privan a las mujeres de todos los derechos y las tratan como
animales, violándolas y poseyéndolas legalmente, ejecutan a cristianos, judíos
y cualquier otro creyente no musulmán, ejercen esclavitud sexual, se casan con
niñas de nueve años, y en fin, se les olvida la tolerancia.
Obviamente Ashin Wirathu no está tomando en cuenta
países como Turquía, Indonesia y otros tantos que son de mayoría musulmana y
tienen un gigantesco avance en materia de derechos humanos, igualdad y
tolerancia religiosa. Ashin Wirathu solo está tomando en cuenta países
atrasados en el tiempo. Pero su punto no es imaginario y hay grupos islamistas
que si tienen esa inclinación. Para él, el ESRA posee esta tendencia. En cuanto
a los Rohingya no se suele hacer diferencia entre el pueblo de los Rohingya y
el grupo ESRA, sin embargo, ante las preguntas sobre esta comunidad, Ashin
Wirathu ha dicho que ha pedido al ejército llevar ayuda humanitaria a los
campamentos de refugiados. Pero insiste en repeler al ESRA.
Hablemos de los Rohingya. Estas personas han sido
excluidas históricamente. Para los birmanos, los Rohingya siempre han sido
bengalíes realmente. Es decir, extranjeros
ilegales. No los reconocen como birmanos y han procurado mantenerlos al margen
de la vida social y comercial del país. Sin embargo, los Rohingya se han
reproducido mucho más rápido en las últimas décadas, esto es una de las
denuncias de Ashin Wirathu, y al ser una comunidad excluida en crecimiento
demográfico, era imposible que no se generaran problemas. Estas personas no
tienen tierra, no tienen casi derechos o asistencia pública. Y al reproducirse
en una situación socialmente fronteriza, el resultado es una legión de personas
que vino al mundo sin tener realmente un lugar en él. El problema de los
Rohingya no es que sean o no musulmanes, o que sean de una etnia distinta, o
que no sean considerados birmanos. El problema de los Rohingya es que ya son
miles, y nadie quiere darles nacionalidad.
Familias Rohingya huyendo de Myanmar
Otra cosa que hay que tener en cuenta es la verdadera
naturaleza del ESRA. Cuando Ashin Wirathu habla de los musulmanes, seguramente
los está metiendo a todos en la misma bolsa, y eso es un error absurdo. El
ESRA, que es una agrupación de resistencia Rohingya, procede de otro grupo de
reivindicación de derechos que surgió en la generación anterior. Sin embargo,
el ESRA ha cruzado los límites de la legítima resistencia por los derechos de
su gente y ha degenerado en terrorismo vulgar. El ESRA no solo ataca
comunidades budistas principalmente y también hinduistas, sino que también
delinque como una mafia dentro de la misma comunidad Rohingya. Los cuerpos
humanitarios se dieron cuenta de esto en las campañas de ayuda de 2.017.
El ESRA se volvió una verdadera mafia dentro de los
campamentos de refugiados. Roban el oro de la dote de los casamientos a las
esposas. Extorsiona a los hombres bajo amenaza de atacar a sus hijos. Se adueña
de los pequeños comercios. Exprimen a su propio pueblo para hacer la guerra con
los birmanos en general, sin tener en cuenta militares, monjes, civiles o
incluso occidentales que llegan a ayudar. Los Rohingya están entre la espada y
la pared. Sus amenazas son internas y externas. En cualquier caso, el que sean
o no musulmanes no tiene nada que ver. El tema de la religión es una excusa de
ambos bandos para hacer la guerra. Los unos quieren echar a toda una población
al exilio ignorando toda noción de derechos humanos. Los otros quieren crean un
mini estado islámico por las armas usando las heridas de su pueblo como excusa
y justificación de la violencia. Y en medio de ellos están los Rohingya y
también los campesinos birmanos. Pero esto difícilmente sale en los medios.
Y esto es solo la punta de la cola del gran monstruo
que se mueve en Myanmar. Nuestro problema como budistas occidentales es
precisamente ese. Que no tenemos forma de saber qué está sucediendo realmente
allá. Obviamente este es solo un punto de vista personal de una situación mucho
más grande de lo que podemos imaginar. Desde esta perspectiva no podemos creer
en los medios. No podemos tomar como cierto todo lo que diga CNN solo porque lo
dijo CNN, ni podemos creer automáticamente que Ashin Wirathu es la cara del
terror budista porque salió en la portada de TIMES con ese título. Todo lo que
sale en los medios son insultos y afirmaciones maliciosas sin una sola prueba
contundente. En lugar de pruebas, lo que ponen son fotos desgarradoras de la
tragedia de otras personas y a esas imágenes trágicas unen otra de la cara del
monje protestando y de todo un país únicamente por virtud de su posicionamiento
mundial en los medios de comunicación. Solo eso. Todavía no ha salido a la luz
una prueba irrefutable de que Ashin Wirathu y el ejército birmano están unidos
en una campaña de limpieza étnica. El único criterio para creer esto es que la
BBC lo dice, entonces nadie se pregunta de dónde saca la información este
periodista de la BBC para publicar insultos llamativos como “el Bin Laden
budista” y llamarlos noticia. Incluso hasta ya hicieron una película sobre
Ashin Wirathu mostrándolo como un Hitler con túnica. El consumismo occidental
nunca pierde el tiempo.
No estoy diciendo que Ashin Wirathu sea inocente. De
hecho lo que digo es precisamente eso. No lo sé. Por más que busqué no pude
encontrar un solo discurso de Ashin Wirathu completo en inglés. Muchísimo menos
en español y ni siquiera en birmano para intentar el rústico ejercicio de una
traducción al inglés para poder analizarlo. Lo único que nos llega de las
declaraciones de Ashin Wirathu son fragmentos. Frases escogidas. Frases
concienzudamente elegidas para poder ser usadas en la creación de la imagen de
un monstruo. Todo lo que diga chacales, lobos o cualquier otro insulto. Todo lo
que cercana o figurativamente pueda hacer referencia a xenofobia, racismo, o lo
que sea que encienda los titulares sin que podamos conocer el texto completo
del cual se sacó. Insisto, no estoy diciendo que el monje sea un santo, pero
sería una ingenuidad no darse cuenta de lo que los medios quieren hacer y en
ningún caso es ayudar a las personas. Nosotros lo sabemos por experiencia
propia.
En los ochentas, las guerrillas colombianas fueron mostradas
por la prensa internacional como lo que eran. Unas narco industrias psicóticas
que ponían bombas en edificios y aviones de pasajeros por la ambición del
dinero de la cocaína, mientras se hacían llamar luchadores por el pueblo. Los
mostraron como los villanos del cuento, lo que realmente eran. Treinta años
después, esos mismos medios intentaron hacer ver a esas guerrillas como
movimientos insurgentes con justificaciones sociales y luchas legítimas solo
por hacerle porras a una supuesta paz que nunca se hizo. Obviamente esa imagen
benevolente de las guerrillas no se difundió aquí, sino por allá en Europa y en
USA, donde no tienen idea de que está pasando acá y donde no tienen la opinión
real del pueblo en las calles. La experiencia y los vacíos de información, sin
nombrar el tono alevoso y amarillista de sus artículos, me dicen que no se
puede confiar en la BBC, en CNN ni en todas esas gigantescas cadenas noticiosas
que ya se rebajaron al mismo nivel de cualquier pasquín pornográfico, hace mucho
tiempo.
A veces me preguntan, tú como budista ¿qué opinas de
lo que está pasando en Birmania y como ves a este monje racista e intolerante?
¿Estás de acuerdo con él? ¿Piensas que no es un verdadero budista? ¿Tienes una
perspectiva diferente de todo eso? ¿Estás de acuerdo con él? Mi respuesta es la
misma:
No tengo suficiente información para hacerme una
opinión formada. No sé en realidad qué está pasando en Myanmar. No tengo
elementos para determinar la verdadera intención de ese monje. Y por
consiguiente considero que lo mejor es abstenerme de dar una opinión al
respecto. Lo único que puedo decir es que rechazo todo acto de crueldad hacia
otro ser humano, sin ponerme a especificar en etiquetas informativas como la etnia,
la religión, que sea minoría o mayoría, lo que sea. Rechazo todo acto de
violencia sin importar etiqueta alguna. El estar en una situación desfavorable
no le hace más o menos merecedor de consideración. El solo hecho de ser humano
me hace rechazar todo acto violento en su contra. Por lo tanto, no estoy en
posición de hablar sobre etnias, minorías religiosas o tomar partido en medio
de grupos en disputa. Más allá de eso, lo único que puedo hacer es ir a un
lugar en el cual la gente sufre, y hacer por ellos aquí lo que no puedo hacer
por los otros allá, al otro lado del mundo. Eso es lo que puedo hacer desde mi
práctica budista. Y lo único que puedo decir al respecto.
Aunque puede parecer que le estoy dando el lado al
monje, la verdad es que estoy haciendo un ejercicio racional, no para darle
apoyo al monje, sino para hacer ver que los medio manipulan las tragedias a su
conveniencia, lo cual no quiere decir que se justifique siempre a su
contraparte. Estoy haciendo uso racional de los criterios morales y éticos que
me enseña el Dharma (Estudiar el Kalama Sutta).
Desde un punto de vista objetivo, la veracidad de los
medios que cubren las noticias sobre Myanmar hoy en día no es confiable. Y aparte
de los titulares de prensa mundial, no tengo información fidedigna del
movimiento birmano ni de Ashin Wirathu. Estos dos factores hacen que me
convierta en una persona totalmente inhabilitada para dar una opinión
mínimamente válida sobre el asunto. Si la recomendación que recibimos como
budistas es no estar dando nuestra opinión, cuanto más deberíamos abstenernos de
darla cuando no tenemos elementos suficientes para hacernos una idea propia
medianamente cercana a la verdad.
Me encantaría tener un discurso completo de Ashin
Wirathu, o algún documento de su doctrina para analizarla rigurosamente. O algún
estudio sociológico confiable de la opinión del pueblo birmano. Alguna
declaración que no haya salido del departamento de prensa de los militares
birmanos. O algún material que no haya pasado primero por la maquinaria morbosa
de la “prensa libre” y su deliberado morbo mediático. O que Suu Kyi pudiera
hablar con libertad, lo cual honestamente, creo imposible por ahora.
Ahora, si llegásemos a tener la suerte de que algún
medio independiente pudiera traernos material de ese tipo, y al analizarlo
vemos que efectivamente Ashin Wirathu dice hay que destruir a los Rohingya, o
que todos los musulmanes son terroristas sin excepción, o que los musulmanes no
se pueden convertir al budismo por ser inferiores, en fin, un real discurso de
odio que incite a la violencia directamente, entonces no tendremos dudas de que
ésta persona en realidad sí es un terrorista en túnica. No habría un ápice de
práctica budista en él. Y aun así, mi opinión sobre los medios mundiales no
cambiaría en absoluto. El hecho de que apunten a la verdad, por más conveniencia
que convicción, no justifica el lenguaje ruin, el linchamiento mediático, ni el
juzgar y condenar en cuatro párrafos sin haber tenido pruebas antes. Ni mucho
menos esparcir malicia sobre toda una comunidad religiosa mundial solo por el
lucro de explotar la morbosidad y la ignorancia que impera en Europa y América.
Con Laura en América y demás talk shows nos basta y sobra.
La ignorancia no se combate con ignorancia. La
ignorancia se combate con sabiduría, y con honestidad. Los linchamientos
públicos en los medios de información y las redes sociales son el nuevo circo
romano, y nuestra sociedad devora esa basura como tiburones en frenesí
alimenticio disfrazados de justicieros sociales atorados en teclados de
computadora.
Como bien dice el Maestro Thich Nhat Hanh, la mejor
opinión es no tener opinión. Aun así, es un tema en el que debemos tomarnos
cinco minutos en reflexionar porque ni siquiera el budismo está exento de
convertirse en un arma ideológica de guerra. Además, a veces alguien llega y
nos pregunta sobre este asunto. No somos diferentes a los demás y el mundo es
muy prejuicioso. Las acciones de una persona conocida que hace parte de nuestra
comunidad tienen impacto en la imagen de todos nosotros. Y aunque no nos debe
importar nuestra propia imagen como reflejo de nuestro ego, sí tenemos la
obligación de proteger el Dharma.
La recomendación es informarnos lo más que podamos de
los temas que nos competen. Investigar con sentido crítico. No tragar entero y
tener consciencia de que a veces simplemente no vamos a tener todos los
elementos de juicio a nuestro alcance, por lo cual es mejor ser prudente y
guardar distancia.
Ahora, si la recomendación es no tener opinión, ¿para
qué informarse? Primero porque la ignorancia jamás es una opción aceptable.
Debemos mantener una buena cultura general y estar informados del mundo en el
que vivimos. Segundo, porque al ver los errores que otros comenten podemos
evitar cometerlos nosotros mismos y advertir a otros evitando que caigan en
ellos. Tercero, porque no existe problema o error del cual no podamos sacar una
nueva enseñanza o una acción beneficiosa. Y cuarto, porque siempre debemos
proteger el Dharma. Si alguna persona piensa que el budismo es hipócrita y es
igual de dañina que cualquier otro dogma mal interpretado, y esa es precisamente
la imagen que los medios occidentales están difundiendo del budismo, nosotros
debemos al menos buscar la posibilidad de desmentir cualquier falsedad que se
diga sobre el Dharma. No por defender un dogma o algo sagrado, sino porque el
Dharma es una medicina que puede ayudar a mucha gente. Si se confunde a la
medicina con veneno, mucha gente puede perder la oportunidad de sanarse, o
gente buena puede ser dañada, y todo eso por causa de la avaricia de unos pocos.
Esto se hace solo si alguna persona quiere saber
realmente qué es el Dharma. No vamos a salir a desmentir calumnias ni a
confrontar periodistas. Eso no nos compete. Solo podemos enfocarnos en decir la
verdad sobre el Dharma cuando alguien nos pregunta. Eso es todo. Y para poder
hacer eso, debemos estar informados, así sea para decir “no sé”. Pero decirlo
con propiedad.
Templo budista birmano destruido
Ante todo, gracias por haberme ayudado a aprender sobre el budismo en tu bloc, hasta que he llegado a este artículo (ya que por más que lo intento no me imagino a buda luchando por su vida, pero vete a saber).
ResponderBorrarEn este articulo has dicho “Es un error pensar que una comunidad budista no pueda ejercer defensa propia por ser budista. De ser esto así, no existirían comunidades budistas en la actualidad.” discrepo. Además de justificar a incitadores a la violencia.
El ojo por ojo solo nos llevara a una sociedad en que todos estemos ciegos, cuando alguien ejerce la violencia siempre es respuesta de algo (causalidad) hay que corregir la raíz del problema ya que en definitiva es lo que se acaba haciendo después de haber asesinado a unos miles o millones. La paz jamás llega con las armas.
Un pacifista (de verdad) lo es en situaciones violentas, la violencia necesita una respuesta violenta para regenerar su odio i justificar-se. Si por el contrario, se encuentra con una respuesta desobediente i no violenta, hay posibilidades de que el odio se convierta en admiración i se puede llegar a un acuerdo (causalidad). Excepto si es un sádico que te matara, pero al menos no seremos asesinos (el caso del sádico es minoritario i entre todos fácil de desarmar sin que sufra daño).
Todas las frases inteligentes son de otras personas, el resto es mío (esta frase tampoco es mía).