En éste
artículo hablaremos del tema del vegetarianismo con relación a la práctica del
budismo analizando las posturas a favor y en contra desde los puntos de vista
religioso, doctrinal, de la ética, de lo biológico y de lo social. Hablaremos
sobre pasajes de Sutras, datos científicos, noticias y puntos de vista de los
practicantes que pueden ser tomados como comunes o extremistas de acuerdo con
la opinión personal de cada quien. El objetivo del artículo no es generar
discordia ni confrontación sino todo lo contrario. Busca llegar a un punto de
concordia en el que ambos, vegetarianos y consumidores de carne, puedan
discutir el tema como practicantes del Dharma y compartir sus puntos de vista
buscando lo mejor para el otro, buscando el bienestar y fortalecimiento de la
práctica del otro, tanto en lo personal como en su relación con la sociedad y
el mundo. También es un ejercicio de madurez ya que este tema presenta una
excelente oportunidad para practicar la tolerancia y el respeto hacia los que
piensan distinto, entendiendo que poner etiquetas morales según mi punto de
vista no es acorde a la práctica budista.
Empezaremos
por poner en la mesa el tema del vegetarianismo desde los textos sagrados
canónicos. Existe otra discusión en cuanto a la traducción correcta de un
pasaje del Canon Pali en el cual el Buda habla sobre este tema. Observemos primero
la versión oficial y luego la corrección a la misma con el respectivo análisis
para tener un mejor panorama de los textos.
Mahaparinibbana Sutta (Digha Nikaya) Cunda el
herrero.
Este Sutta
cuenta parte de los últimos días del Buda antes de realizar el paranibbana.
Cunda el herrero ofreció su casa al Buda y sus monjes y le preparó una cena que
posteriormente contribuiría a la realización del paranibbana del Buda. Esta
última cena del Buda fue arroz con cerdo. La comida que fue explícitamente
pedida por Buda estaba en mal estado y en su avanzada edad aceleraría su
deceso. Posteriormente absolvió a Cunda de toda responsabilidad por haberle
servido esa comida.
Esta ha sido la historia oficial de la muerte del Buda desde que realizó el paranibbana hace dos mil quinientos años hasta casi la actualidad. Recientemente, hace unos escasos setenta años, cuando las enseñanzas del Buda deslumbraron a la academia occidental, éstos consideraron que la ingesta de carne le restaba pureza a la doctrina y realizaron un estudio el cual dio como resultado que la historia oficial tenía un error de traducción y que el Buda en realidad no comió cerdo sino hongos, y que por ende siempre fue vegetariano.
La idea de
que el Buda murió por un hongo venenoso que un vegetariano le dio por accidente
se popularizó desde mediados del siglo XX durante el surgimiento de los
primeros grupos de estudio de budismo creados por estudiosos occidentales,
principalmente de Reino Unido. Los nuevos budistas occidentales reforzaron esta
idea precisamente para fortalecer la regla del vegetarianismo entre sus
estudiantes.
La
controversia planteada por algunos practicantes occidentales empieza por lo
siguiente. El nombre del plato en Pali, Sukara-maddava se traduce como “delicia
de cerdo” haciendo alusión a un plato de cerdo muy tierno. Sin embargo tiene
cierta semejanza con el nombre de una trufa u hongo que suele comer el cerdo.
De ahí se ha insinuado que lo que comió el Buda no fue arroz con cerdo sino un
hongo venenoso asociado al cerdo. Entonces, la traducción original estaría
errónea y el Buda en realidad era vegetariano. Es más, según estos académicos
occidentales, Cunda el herrero también era vegetariano por tanto era imposible
que el Buda pudiera comer cerdo cuando su anfitrión no comía carne en absoluto.
Por consiguiente Cunda le habría servido un plato de hongos venenosos o en mal
estado al Buda por accidente, lo que habría acelerado su muerte.
Esta
versión del error de traducción que inicialmente pudiera tener sentido, tiene
algunos puntos que la descartan como posible. Primero, el pensar que un herrero de la
época del Buda en esa región fuese vegetariano puede tener algunas
contradicciones. Los herreros por tradición y por las exigencias de su trabajo
han sido carnívoros a lo largo de la historia, más aun siendo ellos mismos los
forjadores de las herramientas con las que se sacrifican y preparan a los
animales para su consumo. No tiene mucho sentido ser vegetariano por
compasión con los animales y vivir de la fabricación de utensilios, cuchillos,
lanzas y otras herramientas que se usan para preparar y comer la carne.
También
tiene poco sentido creer que Cunda fuera en realidad vegetariano puesto que una
persona vegetariana de toda la vida difícilmente cometería el error de
confundir un hongo venenoso con uno sano o no percatarse si su comida
vegetariana se ha dañado.
Fuera del
posible error de traducción en este Sutta, la idea de un Buda vegetariano no
tiene muchas bases debido a que hay más Suttas en el Canon Pali en los cuales
el mismo Buda habla del vegetarianismo de una manera contraria a lo que los
vegetarianos modernos esperarían, y come carne.
Por otra
parte, en cuanto al tema de la traducción errada que tanto
se usa como bandera del budismo vegetariano, es bastante extraño creer
que los portadores del Canon Pali, los monjes que por más dos mil años han
guardado, protegido, memorizado, usado y enseñado los textos, hayan pasado
tanto tiempo con este supuesto error de interpretación, puesto que ellos no son
vegetarianos, hasta que llegaron los académicos
occidentales para sacarlos de su error. Es absurdo suponer que la interpretación
correcta de las escrituras sea la que hicieron un grupo de intelectuales
europeos de un vistazo y no la de los
propios guardas del Pali en su propia lengua nativa durante dos milenios. Es
como decir que los monjes son estúpidos y lo han sido por veinte siglos hasta
que llegaron los occidentales, intelectualmente superiores y mentalmente dotados, a enseñarles a los monjes cómo se traduce y se interpreta su propia lengua. Si
somos honestos, darle tal crédito a la aparentemente infalible corrección de
los académicos occidentales del siglo XX es una idea profundamente
ególatra, arrogante y forzada.
En otro
Sutta, Devadatta, primo del Buda y monje miembro de la Sangha propone aumentar
las exigencias de los monjes y adoptar algunas costumbres ascéticas para la
disciplina de la Sangha como lo son quedarse en el bosque, no entrar nunca en lugares
con techo y no consumir carne de ningún tipo. Tan constantes eran sus
demandas en estos puntos que el Buda tuvo que intervenir ya que Devadatta
estaba generando división en la Sangha. El Buda descartó totalmente esas
obligatoriedades. De hecho prohibió que los monjes adoptaran un tipo específico
de dieta puesto que son mendicantes y tienen la obligación de recibir el
sustento de los practicantes laicos cualquiera que este fuera. Y los
practicantes laicos a menudo consumían carne. Por lo tanto, el Buda prohibió que se
rechazara una ofrenda por cualquier razón y más aún una de ese tipo. De esta
manera el tema del vegetarianismo en la Sangha finalizó. En este punto no hay ninguna controversia en
cuanto a errores de traducciones o interpretaciones y simplemente se hace a un lado e ignora cuando el objetivo es promocionar el vegetarianismo budista. El Canon Pali es lo
suficientemente claro, no solo en este Sutta cuya explicación sería la definitiva, sino que no es la única parte de las Enseñanzas en la cual el Buda rechaza el vegetarianismo.
Hay otros
Suttas en los cuales el Buda recibe por ejemplo un pedazo de carne traído por
una monja y otro en el cual el Buda es invitado a una cena en la cual se sirve
carne. Sin embargo, hay condiciones y el Buda no podía aceptar cualquier ofrenda
de carne. No podía recibir la carne de un animal sacrificado en su honor o
exclusivamente sacrificado para Él. Tampoco está permitido comer carne humana, obviamente, ni carne de elefante o caballo por ser animales reales, y tampoco
carne de perro, serpiente, leones, tigres, osos y básicamente depredadores.
Esto acorde a las leyes del círculo de la vida entre especies depredadoras y
presas.
Estas no
fueron las únicas veces en las que el Buda tuvo en su mesa el tema del
vegetarianismo. Aunque no es oficial, si se cuenta como una leyenda anecdótica
que en su periodo de búsqueda y ascetismo antes de su iluminación, Siddhartha
Gotama fue discípulo de nada más y nada menos que del mismo Majavira, gran
maestro de la India y fundador del Jainismo. La religión del Jainismo sí es
verdadera y totalmente vegetariana en consideración a todos los seres vivos.
Los jainistas tienen tal énfasis en la idea de no matar a ninguna criatura que
suelen tapar sus bocas con un velo con la intención de no absorber pequeños
organismos a los cuales matar involuntariamente. Buda estudió y practicó el Jainismo con su mismo maestro fundador, pero después de un tiempo, se dio
cuenta de que ese no era el camino y abandonó a Majavira y sus enseñanzas,
incluyendo la tremenda obsesión por evitar la muerte casi en contra del ciclo
de la vida.
Se dice que esta es la razón por la cual los jainistas desde entonces y hasta ahora reniegan del Buda y de sus Enseñanzas. En lugar de permanecer en el jainismo y convertirse en su líder sucesor como Majavira se lo había pedido, Siddhartha rechazó la propuesta y enseñó su propio Dharma. Por tanto, el Buda es considerado como un "traidor" del jainismo en India. De ahí el rechazo que genera en esta comunidad.
Esta historia es solo una leyenda y no es verificable en los textos sagrados, pero
sí lo es otra historia del general Siha que había sido practicante del
jainismo, pero después de escuchar al Buda abandonó el Jainismo y se convirtió al Dharma de Buda. La historia dice que el general ex jainista ofreció una cena
al Buda, entonces los nighatas (monjes jainistas) estuvieron por toda la ciudad
agitando los brazos y gritando por las calles que el asceta Gotama recibía
carne asesinada para Él, cosa que no era cierto porque Siha ya conocía las
enseñanzas.
Las
palabras del Buda en cuanto a esto son las siguientes:
“Monjes, yo les permito el pescado y la carne
que están totalmente puros en tres aspectos: si ellos no son vistos, oídos o
sospechados de haber sido matados a propósito para un monje. Pero, ustedes
sabiéndolo no debería usar la carne a propósito para ustedes.”
Esto
demuestra una vez más que primero el Buda no era vegetariano; segundo, practicó
el vegetarianismo y lo descartó; y tercero, que sí hay doctrinas religiosas
acordes con la idea del vegetarianismo radical, pero el Dharma del Buda no es una de
ellas.
Esta
recomendación a los monjes sobre la carne se repite en varios Suttas del Canon.
Sin embargo al limitarnos solo al Canon Pali estaríamos hablando más que todo
del budismo temprano contemplado en la tradición Theravada. Por tanto también
es necesario tener en cuenta el punto de vista Mahayana ya que es el que más
difusión tiene en nuestro mundo occidental.
La
tradición Mahayana inicio en el siglo primero de la era común, alrededor de quinientos
años después de Buda, y desde ahí comenzaron las nuevas escuelas del Gran Vehículo
que emergieron en China, Japón, Corea, Tíbet y otros lugares. Tras romper con
la escuela de los mayores, despectivamente llamada Hinayana, iniciaron sus
propias ordenaciones y tradiciones, y con ello también empezaron a escribir
nuevos Sutras. Textos fundamentales de cada tradición que fortalecen la
identidad cultural del budismo en cada país que llega.
Existe un
gran movimiento no oficial o no explícito dentro de las tradiciones Mahayanas
que insiste en las exigencias de Devadatta en cuanto a la dieta budista.
Existen Sutras Mahayana que incluso afirman que Buda prohibió la ingesta de
carne como si fuera un crimen contra la humanidad. Como es el caso del Lankavatara Sutra que dice:
…Mahamati, si alguno de mis discípulos, habiendo escuchado mis
palabras, no las considerara honestamente y todavía comiera carne, sabríamos
que es del linaje del asesino (Candala). Él no es mi discípulo y yo no soy su
profesor. Por lo tanto, Mahamati, si alguien desea ser mi familiar, no debería
comer carne….-… Yo no como carne y no permito que otros coman carne, por lo
tanto convenzo a la gente a practicar los comportamientos del Bodhisattva,
alabo no comer carne y convenzo a la gente de que todos los seres vivos son sus
propios hijos. Entonces, ¿cómo podría alguien decir que permito comer
carne?Para mis discípulos, quienes practican alguno de los tres vehículos para
conseguir sus objetivos rápidamente, prohíbo comer de cualquier carne, ¿cómo
podría alguien decir que mis votos permiten comer carne?...
Cuando el Sutra Lankavatara, escrito alrededor de mil años después de la
muerte de Buda, afirma que si un budista come carne Buda dice que
es "del linaje del asesino, no es
mi discípulo y yo no soy su profesor, si alguien desea ser mi familiar, no
debería comer carne," lo que está diciendo es que para el
Buda la mayoría de la gente es mala por comer carne, que Él está restringiendo
el acceso a la práctica del Dhamma sin importar la condiciones y circunstancias
en las que las personas estén, que la gente que come carne carece totalmente de
ética y de moral y que comer carne es algo antinatural.
Esta afirmación en el budismo actual, más exactamente en el budismo
occidental es una contradicción que cae por su propio peso. Una gran cantidad
de budistas occidentales más que todo de Europa y Estados Unidos practican alguna
tradición de budismo tibetano y desde esa práctica, algunos pero no todos, predican
que el vegetarianismo es una condición obligatoria para practicar budismo
tibetano. Lo curioso del asunto es que los tibetanos reales, es decir las
personas nativas del Tíbet que viven en los Himalayas y de los cuales vienen
todas las tradiciones y prácticas tibetanas que los occidentales tanto defienden, no son vegetarianos. Simplemente
no pueden serlo. Las condiciones del terreno no lo permiten. La tierra es
demasiado dura y poco fértil como para hacer una agricultura lo suficientemente
funcional y extensa para alimentar al pueblo. Ni siquiera entierran a sus
muertos por la dureza de la tierra. En lugar de ello realizan funerales
celestiales en los cuales entregan el cuerpo a las aves de rapiña.
Yak tibetano
Los tibetanos comen carne de cabra, de ovejas y de yaks. Además beben la
leche de estos animales y usan su aceite para cubrir múltiples necesidades del
hogar y sus pieles para protegerse del frío. Es bastante curioso
que los occidentales que viajan a oriente, se hacen monjes (y también algunos
orientales) y regresan a enseñar budismo tibetano a occidente dejen de lado
este hecho y digan en tono casi obligatorio que hay que ser vegetariano.
Simplemente es absurdo. Estamos hablando solo de una pequeña parte de personas
que pretenden hacer del vegetarianismo un hábito obligatorio en la práctica. No
de todos.
Para un practicante de la tradición de los mayores, la más antigua,
ortodoxa y apegada a las palabras del Buda histórico, no habría mayor
conflicto. Pero para un practicante de tradición Mahayana la cuestión no es tan
simple. Varios Sutras Mahayana apuntan hacia esta orden. Unos de manera más sutil, otros
de manera más directa como el ya mencionado. Sin embargo, desde un punto de
vista más global, lo que los monjes de las distintas tradiciones Mahayana han
hecho es interpretar y reinterpretar las enseñanzas de Buda con el objetivo de
beneficiar a la mayor cantidad de seres posibles según su situación, tiempo,
contexto y cultura. Se podría alegar que lo que se han hecho es poner palabras
en la boca de Buda que éste jamás ha dicho. Podría verse de esa manera pero se
estaría dejando de lado la buena intención de los monjes y la misión que el
Buda les encomendó. Ante todo hay que entender que el objetivo de todos los
Sutras es beneficiar, y no dañar como en su momento quiso hacer Devadatta, cuya motivación fue la envidia hacia el Gran Maestro y quien intentó implementar el vagetarianismo para contradecir y desacreditar al Buda para destituirlo y hacerse con el mando de la orden. Y al no conseguirlo, intentó asesinar al Maestro tres veces.
Estas
reglas del consumo de carne para los monjes fueron impuestas por Buda para
mantener la cohesión entre monjes y laicos, unión de la cual depende la
continuidad de las enseñanzas budistas. Sin embargo los contextos cambian. En
la antigüedad, la única forma de sustento de los monjes eran las ofrendas de
los laicos. Actualmente, los templos y órdenes de tradición Mahayana han tenido
la posibilidad de ser autosuficientes y no depender de las ofrendas físicas en
cuanto a la comida, lo cual les da la posibilidad a los monjes de elegir por
cuenta propia su dieta. Esto facilita la posibilidad de mantener una elección
laica y personal como el vegetarianismo, posteriormente en la vida monástica.
Muchas
escuelas de la tradición Mahayana, como las escuelas tibetanas, zen y otras,
promueven el vegetarianismo como parte del estilo de vida budista. No pueden
exigir ninguna dieta como condición para practicar el Dharma, pero animan a sus
seguidores a ser vegetarianos ya que pueden decidir por sí mismos si quieren o
no adoptar esta dieta y renunciar a la carne como forma de compasión. El
vegetarianismo es una excelente opción para anexar a la práctica moderna en las
ciudades. Es un gran símbolo de ética y una genuina muestra de amor a los
seres.
Desde el
punto de vista budista, la elección de ser vegetariano o no es absoluta y
totalmente personal.
En la
tradición Theravada, llamada también la tradición del sur o tradición de
los mayores y la más apegada a las enseñanzas directas de Buda Sakyamuni, el
comer o no carne es una decisión libre y personal del budista laico. La diferencia con el Mahayana es que la dieta no tiene absolutamente nada que ver con la ética y no constituye ningún tipo de controversia. Para los
monjes, técnicamente está prohibido por las razones ya expuestas. El que un
monje se declare vegetariano es una contradicción a lo establecido por Buda y
el rechazo de una ofrenda por contener carne es algo totalmente opuesto a las
enseñanzas monásticas. De hecho sería un insulto. Sería mal visto por la comunidad y perjudicial
para el monje y su monasterio.
Por otra
parte hay que entender que muchos monjes Mahayanas modernos y más que todo
occidentales no vienen del campo como antiguamente sucedía sino de la ciudad,
lo cual les da un punto de vista muy diferente sobre el vegetarianismo.
En cuanto
al precepto de no matar y preservar toda vida, lo cual puede parecer a primera
vista como una contradicción con comer carne, hay que tener un conocimiento más
profundo de la Primera Noble Verdad. El sufrimiento existe en el mundo. Y el
primer paso para liberarse de él es aceptar este hecho. Matar para vivir es un
tipo de sufrimiento que siempre ha estado y estará en la naturaleza. El Buda
entendió este hecho y lo explicó profundamente en la Primera Noble Verdad. Por
eso comió carne durante toda su vida.
La película
Temple Grandin, interpretada por Claire Danes que cuenta la historia de una
mujer con autismo que llegó a ser zoóloga, etóloga y profesora universitaria,
ejemplifica un factor que no estaba presente en la industria cárnica y que
gracias a sus estudios y a otros como los suyos se ha logrado cambiar la manera
como se trata a los animales en la industria.
Las
campañas veganistas aunque son basadas en objetivos nobles, tienen un gran fallo. La
generalización. Consiguen las imágenes más atroces,
repugnantes e indignantes de la industria de las carnes, y luego afirman sin
una sola asociación más que la afirmación de la narración, que todas y
absolutamente todas las factorías de carnes del mundo son así y que no hay
manera de procesar la carne sin que sea de esta manera atroz e indignante.
Claro, uno después de ver semejantes atrocidades y de quedar impactado y
asqueado por ellas no puede más que aceptar tal premisa sin masticar, asumiendo
que no hay animal en la tierra que no llegue a nuestro plato si no es pasado
por ese sufrimiento extremo, y eso no es verdad. Eso es una falacia por
asociación.
Por lo
general esas imágenes crueles y descorazonadoras también son viejas. Al menos
de los años ochentas y noventas. No se puede afirmar con contundencia que dichas
prácticas atroces ya no se realicen más, pero también es falso decir que toda la
industria de las carnes es así hoy en día. Volviendo a la película de Temple Grandin, ella
ideó un sistema en el cual las reses son tratadas de una manera muy distinta a
como se supone que se tratan a todos los animales de presa en sacrificio.
Temple
Grandin posee una gran empatía con los animales y ha llegado a conocer su
comportamiento a un grado casi mágico. Su máxima premisa es que si vamos a
servirnos de los animales, lo mínimo que podemos hacer es tratarlos con respeto
y hacer el sacrificio sin dolor. Su método de distribución de las
reses y las nuevas técnicas de sacrificio no solo no tienen nada que ver con
las imágenes atroces e indignantes que suelen mostrar los los grupos veganos, sino
que muestran cómo se puede realizar un sacrificio prácticamente indoloro. No solo para
beneficio y respeto del animal, sino para la buena calidad de la carne,
lo cual es fundamental para la industria actual.
Actualmente,
existen leyes reguladoras de los procesos de sacrificio. Muchos países están
reglamentando estos procesos que obligan a que el trato sea digno y el sacrificio
sea limpio, sin estrés ni dolor. Para tales efectos la crianza, el trato,
mantenimiento y transporte de los animales es verificado por entidades de
control que tienen en cuenta las condiciones en las cuales se manejan los
animales. Esto incluye cuestiones de espacio, dieta, trato y otros. Si una
persona interesada en este tema se queda solamente con los documentales
impactantes de PETA y las campañas antiespecistas veganas pues no hay mucho más que decir. Pero si se
averigua cómo va la regulación de éstas leyes en el mundo, cuáles sectores de
la industria las implementan, cuales no y cómo lo hacen, pues tal vez entienda
que la buena intención de los antiespecistas también tiene un sesgo intencional
de información.
En cuanto
al proceso de sacrificio, la parte más controversial y el núcleo real del problema,
las técnicas legales para este proceso exigen específicamente que el animal NO
debe estar consciente al momento de realizarlo. Para esto se utilizan técnicas
de noqueo. Éstas consisten en un golpe rápido en un lugar específico de la
parte trasera de la cabeza que deja al animal inconsciente en un segundo.
También se utiliza un dispositivo eléctrico en la misma área. Sin duda
esto también parecerá horrible y atroz pero si tiene la oportunidad de
preguntarle a una persona que haya sido noqueada de un golpe en la nuca o por
un arma eléctrica no letal en la misma área, qué fue lo que sintió, la
respuesta será que volvió en sí con una jaqueca, pero que de la
ocurrencia del golpe difícilmente recordará algo.
Ahora,
estando el animal inconsciente, se procede al desangramiento que se hace
realizando un corte en la arteria principal del cuello. Al momento del corte el
animal no reacciona por estar inconsciente. Ambas técnicas, noqueo y
desangramiento, se realizan rápidamente para asegurar que el animal no vaya a
despertar durante el proceso. No hay gritos, pataleos, lucha ni dolor
innecesario en el proceso de sacrificio. Luego de eso, el trato del cuerpo puede
ser discutido también como un problema ético. Pero en cuanto al tema que nos atañe, el
sufrimiento innecesario de los animales, el proceso crucial del sacrificio ya
se ha realizado de la manera más humana posible y ya no hay sufrimiento alguno.
Sin embargo, para un vegano convencido, será imposible no ver el resto del proceso, todo lo
concerniente al escaldado, corte, insuflado, depilado, esvicerado, fisurado,
inspección de higiene, desinfección, almacenamiento en frío, distribución, venta, consumo y todo lo demás
como acciones crueles. Así el animal ya esté muerto y no haya ningún
sufrimiento después del noqueo, para algunas personas el resto del proceso
seguirá pareciendo tan horrible como si el animal estuviera todavía vivo. Y esa
es una posición que también merece respeto.
Las
técnicas de sacrificio indoloro son importantes no solo por razones
humanitarias sino también por razones comerciales. Si el animal es sacrificado
en estado consciente con mucho sufrimiento y estrés, sus niveles de cortisol se
elevarán al máximo. Como consecuencia de esto la carne se endurece por la
tensión y demás efectos neuroquímicos del trauma. La carne queda dura, poco
digerible y de mala calidad. Esta es otra razón por la cual el sacrificio de
animales sin dolor es impulsado por la propia industria de las carnes, ya que
no solo sería perjudicial para la industria debido a las leyes de sanidad, sino que además trae beneficios. El
principal objetivo de todos los productores de carne es conseguir una calidad superior del producto, alcanzada al adoptar
técnicas nuevas de crianza y sacrificio.
Como
práctica del consumo consciente solemos investigar estos procesos antes de
consumir las carnes. Aún hay empresas que no tienen en cuenta estas normas pero
suelen ser grabados en vídeo y denunciados ante las autoridades que no demoran
en aplicarles las normas de sanidad y el código de salud. Fuera de que los
grupos animalistas también estarán presionando en los medios, y eso es bueno. Esta ley está
vigente en la mayoría de los países desarrollados y está empezando a
implementarse en la mayoría de los países de gran producción ganadera de
América Latina.
Ahora bien, supongamos que se trata de un practicante de tradición
Mahayana que toma en cuenta Sutras históricamente recientes que
apoyan la versión de un Buda vegetariano. Esto tampoco es tan fácil como suena
puesto que algunos maestros han ido más allá del no consumo de ningún tipo de
carne. Según algunos textos de tradiciones posteriores al Canon Pali, el Buda
también prohibió comer la raíz de las plantas ya que con ello se mataría
también a la planta. Según esto, teóricamente un budista además de carne, no
podría comer ajos, cebollas, zanahorias, patatas, rábanos, remolacha,
coliflores, espinacas, lechugas, hongos y muchos otros comestibles que
consistieran en la raíz de la planta o en la planta completa, de manera que
sólo sería legal consumir aquellas partes de la planta que no interrumpen su proceso
vital. En resumen sólo se podría comer frutas, especias, granos y semillas. Una práctica con
estas prohibiciones resultaría bastante limitante y. Más aún si no se tienen los
medios para conseguir solo este tipo de alimentos y en las cantidades
necesarias para vivir solo de ello. Además de poco apetitosa, médicamente una
dieta tan extrema puede poner en riesgo la salud.
¿Es dañino que algunos Sutras Mahayana digan que hay que ser vegetariano
para ser budista? No. Lo realmente dañino es usar el budismo de la misma manera
que un supermercado espiritual. Es decir, está bien basarse en un Sutra escrito
con la intención de promocionar el vegetarianismo, pero al mismo tiempo hay que
conocer todos los demás Sutras de las otras tradiciones así sea de manera
referencial ya que son muchos, y algunos muy densos.
Con la expresión “usar el budismo como mercado espiritual” nos referimos a lo siguiente: Cuando una persona se basa en solo un Sutra como por ejemplo el
Lankavatara o en un solo tipo de Sutras que apuntan a decir lo mismo sin tomar
en cuenta los demás, lo que está haciendo es buscar entre todos los Sutras de
las tradiciones budistas (el supermercado de los enunciados de Buda) y entre
todos ellos elige solamente aquello que es acorde a la ideología que previamente
maneja. Es decir, escoge lo que encaja con sus preconceptos ignorando todo lo
demás e incluso rechazando todo lo demás como doctrina equivocada, escogiendo
cosas sueltas que no amenazan su zona de confort. No cambia su vida para
vivirla dentro del Dharma, usa el Dharma para que encaje en su vida. En pocas
palabras, adaptar la doctrina budista a las objeciones de conciencia de forma radical es un mecanismo de defensa psicológico llamado racionalización, en el cual la persona ve únicamente lo que su neurosis le indica, en este caso lo que su marco moral le exige que vea, ignorando todo lo demás por más real, lógico y válido que sea. En resumen se trata de escuchar solo lo que yo quiero escuchar e
ignorar todo lo demás porque hiere mi susceptibilidad, lo cual es el síntoma de un gran ego.
Cuando el Buda dijo que estudiaran su doctrina, se apropiaran de lo que
les fuera útil y dejaran de lado lo demás, no se refería a hacer esto. Lo más “útil”
para mí no quiere decir “lo que más me gusta” o “con lo que estoy de acuerdo” o "lo que se acomoda a mi visión del mundo". Querer y necesitar son dos cosas totalmente distintas. De hecho, muchas veces “lo que yo quiero” y
“lo que yo necesito” son cosas totalmente opuestas. No es fácil distinguir una
cosa de la otra cuando no se tiene una visión clara de la propia mente.
Eso desde el punto de vista Mahayana, desde el cual se apoya el
vegetarianismo con toda solidez y toda justificación realizando una práctica
genuina, completa y totalmente budista. No es necesario partir de los Sutras del
Gran Vehículo para fundamentar el vegetarianismo en la práctica del Dharma. En
otras palabras, no es necesario llegar a exageraciones ideológicas ni
extremismos moralistas.
Ahora, desde el punto de vista Theravada, tomar como ciertas las
afirmaciones del Sutra Lankavatara sin tomar en cuenta el Canon Pali es como
considerar como ciertas las palabras de San Francisco de Asís por encima de las del propio
Jesucristo, aun cuando contradiga los evangelios que son las propias palabras
de Jesús.
Si usted desea basarse en Sutras que promueven el vegetarianismo, tenga
en cuenta que hay otros Sutras que no lo hacen y no se esfuerce por ver en ello
una contradicción. En lugar de ello estudie los contextos, las condiciones
históricas y las fuentes canónicas. Esto no tiene por qué cambiar su forma de
pensar y practicar. Lo que si va a evitar es que usted sienta la necesidad de
señalar a otro hermano budista como si estuviera cometiendo un sacrilegio
cuando de repente lo vea tranquilo sentado tomando su almuerzo. Es muy común ver a un vegetariano militante o vegano criticando y
juzgando moralmente a una persona budista que come carne. Pero ¿Alguna vez ha
visto a un comedor de carne molestando a un vegetariano por masacrar una
lechuga? Suena tonto pero la idea es resaltar la tolerancia y el hecho de que la verdadera conducta ética no incluye tachar de no éticos o ignorantes a los demás por lo que comen. De nuevo, la dieta y la ética no tienen una relación directa en la práctica budista.
Biológicamente hablando.
En términos
biológicos y evolutivos, de los cuales analizaremos una breve investigación más
adelante, la ingesta de carne fue un factor clave y crucial para el desarrollo
cerebral de los antepasados de la especie humana. Además de esto hay que tener
en cuenta que matar a otro ser para comer su carne no es en modo alguno un acto
antinatural sino todo lo contrario. Comer carne es un componente fundamental en
el ciclo de la vida de todos los ecosistemas. La naturaleza ha creado seres
para matar y comer a otros seres. Si por ejemplo un grupo de humanos radicales
a cargo de un ecosistema realizara el experimento de impedir que absolutamente
todos los depredadores mataran y comieran presas, y reemplazaran sus alimentos
por otras proteínas no animales, todo el sistema colapsaría y todos los seres
morirían. Un biólogo experto en ecosistemas podría explicar más detalladamente
este principio biológico. Aunque a decir verdad solo es necesario comprender el ciclo de la vida desde el más simple sentido común.
Algunos dicen: “Simplemente no puedo concebir que un ser
como el Buda, totalmente iluminado, sensible al sufrimiento de los seres, coma
carne y no lo prohíba. No puedo concebir eso” Es lo que desde la
psicología podríamos interpretar como un exagerado sentimiento de culpabilidad
por un sufrimiento natural e inevitable. Algunos incluso olvidan la primera
noble verdad cuya explicación se basa igualmente en las leyes de la naturaleza.
El Buda no
inventó las enseñanzas. Él observó la vida, la naturaleza y la condición humana
y de esa comprensión dio forma al Dhamma. Ninguna de las enseñanzas del Buda
contradice las leyes de la naturaleza, todo lo contrario, expone su realidad.
Por eso se dice que el Buda vio las cosas realmente tal como son y sus
enseñanzas lo comprueban en la realidad. Tal como lo hacen las enseñanzas de la
originación dependiente, la vacuidad y en general todas las enseñanzas.
Es
comprensible que en un mundo tan violento, tan cruel y tan indolente, haya
personas especialmente sensibles para las cuales exista una necesidad personal de
procurar la conservación de literalmente toda vida y evitar todo sufrimiento en
todos los contextos y más allá de todas las circunstancias de la existencia. Como si el dolor en si y la muerte fueran "cosas malas" que deben ser evitadas y combatidas como si fueran algo antinatural. Luchar contra el mundo para que el dolor y el sufrimiento no toquen a ningún ser es algo simplemente imposible.
Analicemos un ejemplo.
Una vez
conocí una religión shamánica antigua que se fundamenta en la naturaleza. La
principal regla de esta religión es “Haz lo que quieras, a nadie dañes.” La
regla de oro. Las personas que conocí, jóvenes practicantes de ciudad, se
esforzaban por seguirla con todo su corazón. Pero se dieron cuenta de que no es
posible habitar este planeta sin provocarle sufrimiento ni muerte a otros
seres, sin importar lo que se haga ni la buena intención que se tenga.
Si vas
caminando por un parque o un campo, detente y mira tus zapatos. A algún insecto
habrás matado. Si consigues a la chica más linda de tu grupo, alguien más la
habrá perdido y puede que la amara más que tú. Si estás en una convocatoria de
trabajo y ganas el empleo, le habrás quitado la posibilidad a alguien más y
posiblemente a alguien que lo necesitara urgentemente, que necesita alimentar
hijos y esposa. Incluso si eres vegetariano, los vegetales que compras han
pasado por un proceso de cuidado que incluye pesticidas para evitar que
insectos y plagas dañen las cosechas. Al comprar vegetales en supermercados contribuyes
a la muerte de millones de insectos que amenazaban los cultivos. La respuesta
rápida sería que cultivemos nuestros propios alimentos pero desgraciadamente no
todos tenemos el lujo de poder hacer nuestra propia huerta. Menos en una ciudad.
Aunque se
supone que las plantas no son seres sintientes, también son seres vivientes y
de alguna manera también sienten. Si plantas un árbol debajo de un techo o
algún objeto que le haga sombra, ésta hará crecer su tronco de manera curvada
en dirección a donde llega la luz directa del sol para poder alimentarse. De alguna manera la planta
siente dónde da el sol y se mueve hacia la luz. Ni siquiera los Jainistas que
se tapan la cara para evitar absorber y matar
microorganismos logran realmente conseguir tal cosa.
Es cierto que la intención del vegetariano es la de ser mejor persona y provocar el menor
sufrimiento posible, pero la verdad es que cuando le dicen al vegetariano que su no
consumo de carne tiene un efecto aunque sea pequeño en el sufrimiento animal,
le están mintiendo. Lamentablemente es falso que el no consumo de carne salve animales.
Es una mentira recurrente en las redes sociales.
Una vez fue
promocionada en las redes sociales una imagen que decía que el presidente de la
industria chilena de ganado había dicho en CNN que el no consumo de carne había
salvado miles de vacas en Chile. Al investigar dicha entrevista se puede ver
que en realidad lo que había dicho el presidente de la industria ganadera de
Chile, era que la producción de ganado había disminuido preocupantemente y que
el país estaba empezando a exportar carne de otros países porque la baja
producción perjudicaba su posición en el mercado nacional, lo cual es gravísimo
para la economía chilena. En ningún momento comentó algo sobre "vacas salvadas".
De hecho, lo que dijo fue que hacía falta criar más reses para evitar que la
industria brasilera perjudicara la industria nacional. Todo lo contrario. La
sola idea de un industrial ganadero diciendo que las vacas se “salvaron” porque
la gente no las come, es ridícula.
Éste es
otro ejemplo de por qué siempre es importante consultar las fuentes antes de
tomar algo como cierto. Los letreros fugaces de las redes sociales con datos,
estadísticas y noticias crueles o esperanzadoras, aunque quieran ser tomados como
si fueran verdades incuestionables, jamás son pruebas de nada.
De hecho suelen jugar en contra y dejar a los movimientos veganos en ridículo como sucedió con esta falsa noticia.
Matemáticamente
hablando, el no consumo de carne no salva vacas porque la demanda sobrepasa
siempre la oferta, por eso la industria suple esta demanda faltante con
embutidos, carnes frías y otros productos sintéticos que sí son realmente perjudiciales para la
salud.
Los veganos
dicen que si diez personas dejan de comer carne, una vaca se salvará. Esto en
términos industriales, económicos y matemáticos es falso. Además, absurdo. La
industria no produce carne teniendo en cuenta el número de personas que
literalmente compran el producto en el supermercado, sino de la cantidad estimada de habitantes que
hay en una ciudad o región,
independientemente de si cada uno de ellos come o no carne ya que es imposible
saber cuántos van a comprar los productos.
Si un avión
con doscientas personas de una misma ciudad se accidenta, habrá doscientas
personas menos consumiendo carne para siempre. Esto no cambia ni afecta en nada
el nivel de producción y consumo de la industria ganadera en dicha ciudad. Ninguna vaca quedará pastando en las fincas ganaderas a causa de un siniestro numeroso. Por
lo tanto el único efecto que el vegetarianismo y el veganismo generan como
ismo, movimiento social y acción militante, es el efecto psicológico en sus
propios militantes.
En cuanto
al impacto que estos movimientos sociales han generado en la industria de las
carnes, éste es totalmente nulo. No han salvado una sola vaca. Un buscador imparcial investigará esto en
todas las fuentes, no solo en las sugeridas por estos grupos, ya que obviamente mostrarán sólo las cifras sacadas por ellos mismos de fuentes no oficiales o secretamente
oficiales. Porque según estos movimientos las cifras oficiales, siempre son “falsas”.
Como hemos visto hasta ahora, el comer carne de otro ser no es un acto
antinatural, de hecho es necesario para la continuidad de todas las especies. Y
como observaremos a continuación en el apartado referente a los aspectos
netamente biológicos, no es cierto que los humanos seamos herbívoros naturales.
Cuando se intentan mezclar aspectos éticos con hechos biológicos, las
contradicciones no solo pueden restarle credibilidad a un movimiento, sino
también hacer que se ridiculice a sí mismo.