Este
es el quinto y último artículo sobre los peligros dentro del budismo. En este
artículo se expone al Geshe de la tradición tibetana Michael Roach. Se presenta
una perspectiva empírica del lamaísmo en general y se expone un epílogo del
tema con la descripción de algunos puntos prácticos para identificar a un líder
falso que espero les sea útil. Aunque sintetizado, el artículo podría dividirse
en dos o tres textos. Pero debido a la necesidad de finalizar con la temática
de los peligros y abordar más temas importantes referentes a la práctica del
budismo en el mundo laico, he preferido integrar todo lo referente a los
peligros para los budistas laicos, puntos de vista y recomendaciones al
respecto para que los lectores tengan una perspectiva más amplia y crítica con
el objetivo de que otras investigaciones inicien donde estas han terminado.
Geshe Michale Roach
Michael
Roach es el clásico caso del cual advierten los maestros budistas desde la
explosión de la mística oriental y las drogas en estados unidos de los años
sesenta. Michael Roach es un estadounidense hijo de una familia acomodada que
después de experimentar con drogas viajó en 1973 a la india a estudiar budismo de
un lama tibetano. Regreso a Estados Unidos a graduarse en Princeton y luego
regresó al monasterio tibetano desde 1975 hasta 1981. En 1983 fue ordenado como
monje budista en la tradición tibetana Gelugpa, la misma tradición del Dalai
Lama, en el monasterio Sera en el sur de India. En 1995 fue el primer americano
en tener el grado Geshe.
En
1991 participó en la fundación de Andin International, una exitosa empresa de
joyería de Nueva York. Con las ganancias inició varios proyectos entre ellos el
Sera May Food Fund. Escribió un libro en el que explica el uso del Sutra del
cortador de diamantes en los negocios exitosos. De 1993 a 1999 impartió cursos
de budismo tibetano en Nueva York basándose en el modo de vida monástico pero
adaptados al modo de vida occidental.
De
2000 a 2003 organizó un retiro de silencio de tres años en el desierto de
Arizona junto a cinco de sus seguidores, entre ellos Christie Mcnally una de
sus estudiantes veinte años menor que él con quién tendría una particular
relación. En el 2004 creó el Diamond Montain Center, un centro de retiro
budista en Arizona.
Roach
mantenía extrañas reglas en sus ceremonias privadas que según ex miembros,
incluían besos y tactos en los genitales, cosas que justificaba mediante
confusas enseñanzas de Tantra.
En
1998, Michael Roach se casó con su estudiante Chistie Mcnally en Rhode Island
en secreto en una ceremonia cristiana. El matrimonio del monje budista tibetano
fue descubierto en 2003. Tras el escándalo, Roach explicó a The New York Times
que quería honrar su herencia cristiana y dejar su patrimonio a salvo con
Mcnally por si algo le sucediera. Figuras importantes del budismo tibetano en
América como Robert Thruman y Lama Surya Das le pidieron que renunciara a sus
votos monásticos y abandonara la túnica que lo identificaba como monje budista
tibetano. Roach se negó.
La
alocada explicación de Michael Roach fue que Christie Mcnally en realidad era
una deidad encarnada, una especie de diosa. Por lo tanto su unión con ella no
rompía el voto monástico ya que se trataba de un ser no humano. Mcnally en
realidad se convención de ello.
En
2006, Roach fue a Dharamsala, ciudad del norte de la india con la intención de
presentarse ante el Dalai Lama y mostrar sus enseñanzas. Fue rechazado. La
oficina del Dalai Lama declaró que “el
comportamiento no convencional de Roach no concuerda con las enseñanzas y
prácticas de su Santidad”. Roach tuvo de irse a la cercana ciudad de Palampur
para hacer su charla.
En
2009 Christie Mcnally se separa de Roach. Se dice que se vio al monje tibetano
ebrio en un bar con modelos rusas. Un año después, Mcnally se casa con Ian
Thorson, un cercano discípulo y estudiante de Roach, en 2010. Unas semanas
después, la pareja regresa a Diamond Montain a dirigir los retiros. En uno de
los extraños ritos enseñados por Roach, Mcnally apuñala a su esposo tres veces
con un arma ceremonial. Este incidente y algunos comportamientos violentos de
Mcnally, hacen que Roach expulse a la pareja del retiro.
Deciden
hacer un retiro solos en el desierto a la intemperie con la ayuda secreta de
unos cuantos miembros. Christie se refugió con su nuevo esposo en una cueva
abandonada. Creyéndose inmunes bebieron agua estancada y enfermaron. Christie
enfermó primero, luego Ian. Este último empeoró. En lugar de llamar a
emergencias, Christie decidió usar sus poderes de sanación tibetana para
curarlo. A la mañana siguiente Ian se veía muy mal y no respondía. Christie
Mcnally decidió entonces usar su radio y pedir ayuda. Las autoridades
encontraron el cadaver de Ian Thorson junto
a su esposa deshidratada y débil. Mcnally no enfrentó cargos por la muerte de
Thorson.
Michael
Roach aún maneja su retiro en el desierto de Arizona. Ha escrito gran cantidad
de libros y tiene adeptos. El Dalai Lama ha rechazado y desacreditado el
trabajo, práctica y enseñanza de Michael Roach, quien aún ostenta el título de
Geshe y se presenta a sí mismo como monje de tradición tibetana.
Lamaísmo.
Aprovecho
el análisis de Michale Roach para hablar un poco sobre el Lamaísmo. Lo que
comento a continuación no son argumentos sino opiniones basadas en mi propia
experiencia personal, y no deben ser tomadas como pruebas como las que se
exponen en el actual y los anteriores artículos sobre peligros dentro del
budismo. Agradezco a mis hermanos practicantes de tradiciones tibetanas tener
esto en cuenta.
No
creo en el lamaísmo. Desconfío profundamente de este sistema y lo considero, a
nivel personal de practicante laico, un peligro. El lamaísmo es una puerta de
doble vía, una espada de doble filo. Por un lado ha traído el budismo a
rincones de Latinoamérica a los que nunca antes había llegado y ha ayudado a cientos
de personas a encontrar y practicar el Dhamma. Por otro lado, ha sido una
entrada libre para muchos farsantes, comerciantes espirituales de occidente y
del Tíbet.
En
el Tíbet, y me refiero a monjes y lamas de alto rango, también hay corrupción.
Los tibetanos, al igual que los occidentales o que cualquier persona de
cualquier parte del mundo, también son susceptibles a la avaricia, a la
codicia, la lujuria y el engaño. Son tan humanos como cualquiera de nosotros.
Creer que una persona nacida en el Tíbet, con una túnica, un título y la cabeza
rapada es una persona íntegra, ética, moral y realmente budista así nada más,
de manera gratuita solamente por ver estas características, es un error. Un
error que a los occidentales nos fascina cometer. Y es un error que las
personas falsas e inmorales del Tíbet, como cualquier humano sin ética, han
sabido aprovechar.
Aunque
sea obvio, debo aclarar que la mayoría de los monjes y monjas del Tíbet y de
occidente son verdaderos budistas. Son personas que realmente tienen la genuina
intención de difundir el Dhamma y son dignos de ser llamados monjes y monjas
budistas. Me estoy refiriendo aquí a las excepciones, una minoría que viene
emergiendo desde hace más o menos cincuenta años.
Desde
hace algunas décadas, durante el contacto del budismo tibetano con los
buscadores occidentales, muchas personas de ambas culturas vieron una
oportunidad de oro en la explotación económica del budismo. Más adelante en
este mismo artículo hago una explicación más detallada del contexto histórico y
cultural en el que esto sucede. Debido a ello, hoy en día hay una serie de
lamas, monjes y demás personas tituladas en lejanos templos de Tíbet que al
igual que Michale Roack son personas que se lucran con sus títulos de monjes,
rompen los votos, se mezclan siempre con dinero, y hasta causan muertes. Esta
insistencia en creer en la santidad de un título y una túnica les da inmunidad
para cometer sus fechorías. La gente simplemente se niega a cuestionar por
miedo a perder la paz que tanto habían buscado, y es porque depositan esa paz
en algo externo, en una persona, y hacen de ello un estado mental fijo. Esto es
un error y es contrario a las enseñanzas de Buda.
El
peligro del lamaísmo no es el lamaísmo en sí, el peligro es que la gente se
niega a cuestionar a los lamas porque son lamas, y tragan entero. He visto
mucha gente engañada y literalmente adoctrinada ciegamente. También he conocido
mezclas curiosas al igual que en el zen, del que también han hecho empresa con
todo (el zen del ciclista urbano, el zen de correr, zen para cocinar, etc). Lo
más curioso ha sido una chica que se ordenó como monja tibetana y que vende un
particular servicio. Lecturas de tarot tibetano. Un oráculo hecho con figuras
de la mitología tibetana para leer la fortuna, el porvenir, cargado de
simbolismos antiguos y sabidurías milenarias con toda la venia del asunto. No
relaciono en modo alguno el tarot con el Dhamma, de hecho hasta me parecen
contrarios, pero soy practicante del Dhamma, no de la cultura tibetana, así que
realmente soy ignorante al respecto.
Hablar
de ello requeriría no solo otra serie completa sobre peligros dentro del
budismo sino prácticamente otro blog, así que no creo volver a escribir otro
artículo sobre lamaísmo. Personalmente puedo comentar mi experiencia con lo que
he llamado “budismo para turistas." Grupos que según mi experiencia y desde mi
criterio, son más bien clubes de personas solas y vacías. Personas con dinero
que aportan grandes sumas para ir a retiros en los que literalmente se idolatra
a un lama por decir obviedades que en la boca de otra persona sonarían tan
tontas como propagandas de shampoo. Un ejemplo de esto es el camino del
diamante del Lama Ole, personaje que me parece una literal caricatura de un
embaucador de turistas espirituales. Tuve la oportunidad de leer su principal libro y estar en contacto con tres de sus grupos en tres ciudades distintas. Es
extraño atestiguar como unas enseñanzas concebidas principalmente para liberar
a la gente de las ilusiones pueda servir a su vez para crear otra ilusión. El
culto a la personalidad es prácticamente una necesidad instintiva.
El
objetivo, no solo de estos artículos sino del blog en general, no es servir
como fuente de información fidedigna en la cual basarse para realizar la
práctica. Esto procuro aclararlo constantemente. El objetivo es en realidad
fomentar la necesidad de investigación. Seguir la recomendación de Buda cuando
dice que no creamos las cosas solamente porque él las dijo. Comprobarlo todo
antes de tomarlo por cierto. Llámelo desconfiar. Creo que es un buen término y
sí, esa es la idea. Desconfíe de todo lo que le parezca convenientemente
atractivo, cómodo y familiar. Paternal es la palabra. Entonces el lamaísmo no
será un peligro porque usted podrá comprobar por sí mismo si lo están o no
engañando.
Epílogo
de los peligros dentro del budismo.
A
pesar de que Osho y Chopra no son budistas, sí representan el perfil de un
peligro para la interpretación del budismo en occidente. La razón es la
tendencia occidental a mezclar doctrinas y creencias. Esta tendencia que viene
del deseo de obtener seguridad y llegar al fondo de una sabiduría absoluta de
manera rápida y el miedo a la idea de la extinción en la muerte, es lo que
provoca que personajes como Osho y Chopra sean un peligro no solo para un
practicante del budismo sino para toda persona interesada en temas
espirituales.
El
buscador occidental piensa que es privilegiado. Piensa que ha llegado a un
punto en la historia en el que toda la síntesis de la sabiduría ha sido regada
a lo largo de los siglos y que solo debe juntar todas esas piezas para formar
un mapa espiritual en el cual ninguna creencia es excluida (porque todo lo
espiritual debe tener algo de verdad) y que su privilegiada posición económica
y cultural le da las herramientas para discernir lo correcto de lo equivocado.
Afirmaciones
como “todos los dioses son un dios” o la creencia de que sin importar la religión,
siempre al fondo de esta se encuentra “un principio eterno o el espíritu
eterno” que ilumina a los maestros, son la base de una creencia ecléctica que
algunos simplemente interpretan como una sincronía con el espíritu universal de
la naturaleza sin encuadres ideológicos pero pudiendo caber en todos ellos,
como una llave maestra. Otros lo llaman esoterismo o artes ocultas, era de
acuario, nueva era. Otros le llaman Tantra, otros sabiduría mística, y así hay
varios nombres más pero el concepto aunque nebuloso, es el mismo:
Existe
un algo, un espíritu más allá del tiempo y el espacio, una fuerza que
inteligente o instintivamente revela los secretos de la energía, la vida y las
transmutaciones a personas de sensibilidad y sabiduría superior que son llamados
iluminados, profetas o simplemente maestros, y que desde sus distintas
propuestas espirituales apuntan hacia una misma meta, la libertad espiritual,
el amor o la evasión de impuestos.
En
el proceso de investigación sobre los peligros actuales para el practicante
budista laico, noté un patrón que según las advertencias de muchos maestros
budistas procede de un común denominador en cuanto a los movimientos
espirituales modernos. Los años sesentas y setentas. Durante estas dos décadas,
ocurrió algo extraño en cuanto a la perspectiva espiritual no solo en occidente
sino en todo el mundo.
Para
comprender mejor cómo se formó y cómo funciona este gigantesco supermercado
espiritual al que estamos expuestos y que anualmente mueve gigantescas sumas de
dinero, expongo un breve resumen histórico con el objetivo de brindar al lector
un contexto más claro del surgimiento de estos movimientos el cual puede servir
como punto de partida para sus propias investigaciones:
Recién
pasada la triunfante y pacífica era de la pos guerra, el mundo occidental y más
exactamente Estados Unidos, principal influencia cultural de nuestros países,
experimentó un cambio radical en su modo de vivir e interpretar la sociedad, la
moral y la intimidad o espiritualidad. Una fractura en el relevo generacional
de padre a hijo.
En
los años cincuentas, en la mentalidad de las personas aún estaban muy frescas y
muy marcadas las tendencias de cohesión social y la lealtad nacional, familiar
y de fe que se afianzaron durante la guerra. Estas tendencias se mantuvieron
como fórmula del éxito de la sociedad ideal, fuerte y triunfante. Pero al no
necesitarse más la unión nacional para mantener una salud psicológica apta para
los tiempos de guerra, estas fórmulas morales y éticas comenzaron a hacerse rígidas.
Aún había jazz, drogas, licor y diversión, pero los valores sociales estaban
sumamente enraizados en los conceptos de patria, religión, y los roles del
hombre y de la mujer bien definidos dentro de la familia y la sociedad. La
crianza de los hijos se basaba en conceptos éticos fuertemente definidos en lo
que respectaba a lo bueno o malo. Era blanco o negro. No había espacio para
matices.
Esta
rigidez ética y social, fundamental en tiempos de guerra pero innecesaria en
tiempos de paz, poco a poco se fue convirtiendo en una atadura psicológica para
la nueva generación de jóvenes que aunque sentían fuertemente el eco de la
guerra, no la vivieron y por ende no entendieron la importancia moral de la
eficiencia y la efectividad. Por su parte, la generación anterior tampoco
entendió que estos jóvenes no tenían por qué continuar ejercitando unos
esquemas mentales que no correspondían a un mundo que había tenido cambios
radicales en tan corto lapso de tiempo, (de una generación a otra) y
malinterpretaron sus intentos de autoafirmarse como desagradecimiento a los
sacrificios realizados durante la guerra y un desprecio por la herencia ética
de las generaciones pasadas. Se da una fractura generacional en la continuidad
de los valores y la visión de sociedad. La nueva generación se encontraba ahora
huérfana de espíritu, de propósito en la vida, de identidad. Todas estas cosas
que sus padres habían tenido tan fuertes y tan vívidas durante sus años
dorados, éstos no las tenían. Entonces explotó el mercado espiritual de
oriente.
La
mística extraña y oscura de oriente que podía ser llenada con toda la fantasía,
las necesidades emocionales y las ilusiones de los hijos huérfanos de
occidente, se encontró con el dinero de los hijos de las familias ricas de
América y de Europa. A este exótico y prometedor cóctel que ya era
potencialmente peligroso, se le añadió un ingrediente final. La fórmula del
desastre. El químico y la mecha que haría explotar la bomba espiritual que aún
hace desastres en nuestros días. Una sustancia química que Albert Hofmann
sintetizó en Suiza en 1.938 a partir del hongo cornezuelo. El LSD o ácido lisérgico. El mayor
catalizador de alucinaciones creado hasta entonces.
Estos
tres factores: La carencia de identidad de los jóvenes de los sesenta, el
contacto de las religiones orientales con el dinero occidental y las drogas,
fueron el caldo de cultivo para que personas como Osho y Depak Chopra se
hicieran millonarios montando circos espirituales y redactando teorías de humo
y espejos para turistas espirituales. La lista de gente que fue a oriente a
iluminarse, se hizo de un título espiritual rimbombante y regresó a montar
movimientos, sectas, iglesias y doctrinas es bastante grande e incluso va desde
los sesentas hasta los noventas, y con menor popularidad ahora pero con igual
peligrosidad que entonces.
En
esta serie de artículos hemos analizado varios ejemplos del fraude metafísico y
espiritual del mundo en sus distintas formas. Sectas, tradiciones, líderes,
gurúes.
Algunos
puntos a considerar para saber si un líder es un farsante o no pueden ser:
Son tolerantes al
uso de las drogas. Afirman: Aunque no deben usarse,
las drogas también sirven para llegar a estados mentales de iluminación. Es
decir, no deberías usarlas, pero si las usas no es tan malo ya que también te
iluminas con ellas. Un consumidor o adicto a las drogas es sumamente fácil de
manipular.
Refuerzan el
concepto de alma inmortal. Explotan el miedo a la muerte a través del concepto de
alma. Dicen que el alma existe y es eterna, usted es eterno. La muerte no
existe.
Promocionan
rebeldía como libertad. Dicen: Toda forma de
organización (autoridad) es opresora. Esto es especial para gente joven.
Relativizan el
valor del dinero. El dinero no importa, su valor es
secundario y no se compara con la sabiduría para vivir eternamente. (Es decir,
no importa lo que te cobre, siempre es poco pues te estoy haciendo un favor por
la eternidad)
Premisa de Disney.
Usan la estética y el bienestar como criterios
de verdad. Si suena bonito, se ve bonito, se siente bonito, entonces debe ser
verdad. Si suena desagradable, se ve atemorizante, si la experiencia es
desagradable, debe ser algo malo. Esta tendencia a relativizar los conceptos y
las experiencias desde una zona de confort mantiene a la persona en un mundo de
ilusiones. Cuando la vida real golpea, la persona se desmorona.
Permisividad de la
conducta sexual o sexualidad libre. El sexo es el más
poderoso de los ganchos de mercadeo, incluso más que el dinero. Todo lo que se
venda a través del sexo debe generar sospecha ya que siempre se dirige o
desemboca en otra cosa: obediencia, dinero, etc. Esto también da pie al
consentimiento del abuso sexual.
Tergiversación de
los textos sagrados o de las religiones.
La conveniente reinvención de los escritos
sagrados de las religiones más extendidas. Reinterpretan las doctrinas
religiosas alegando que sus instituciones son torpes y no las entendieron y que
ellos sí comprendieron lo que en realidad quería decir. Algunas veces las
reescriben ellos mismos o hacen un compilado o mezcla de ellas queriendo
sintetizar el conocimiento, y por ende la autoridad espiritual de todas ellas.
Injerencia en
política. Muy rara vez se les verá abiertamente a favor
de una ideología o ala política, pero suelen hacer acercamientos con posiciones
liberales o de izquierda con el fin de generar empatía con un público
inconforme, joven y oposicionista, lo cual es el perfil del buscador
espiritual.
Mezclan verdad con
mentira. Al inicio brindan argumentos lógicos racionales
que son acordes a la realidad y pueden ser compartidos por las religiones desde
el sentido común. (Por ejemplo, no hagas a otros lo que no te gustaría que te
hicieran, amaos los unos a los otros, haz lo que quieras a nadie dañes, etc.)
De esta manera, la perspicacia y duda con que la persona tiende a escuchar al
maestro por primera vez empieza a ceder, ya que lo que dice tiene sentido,
haciendo que lo que escuche posteriormente del maestro se tome cada vez con
menor prevención y más confianza. Así, lentamente, las enseñanzas del maestro
empiezan a verse en un principio como revelaciones de sabiduría que con el
tiempo se vuelven órdenes de una autoridad espiritual superior a medida que la
persona se va metiendo más en la comunidad de adeptos o en sus productos de
consumo. En este sentido actúan como los vendedores de droga. La primera dosis
es real y de primera calidad. Una vez se engancha al cliente con esta, las
siguientes dosis son imitaciones que van degenerando hasta llegar al veneno.
Egolatría. Suelen
ser profundamente ególatras, usando su propia imagen como imagen religiosa y
marca personal de mercadeo. Algunos empiezan siendo comunes estafadores y
terminan creyendo realmente que son iluminados generándose a sí mismo
trastornos de personalidad como el delirio mesiánico.
El dinero. Éste debería ser el más obvio y grande signo de un estafador. Sin embargo la
necesidad de admiración y la ambición sublimada a través de la espiritualidad
hacen que estos estafadores usen su modo opulento y extravagante de usar el
dinero de sus estafas como una señal positiva de que son lo que dicen ser. De
nuevo la premisa de Disney. Cobran sumas de dinero absurdas por sus apariciones
y servicios espirituales. A esto le llaman se una “persona de éxito”. Muy usado
por los pastores evangélicos. Y tiene dos caras. Si una persona malvada tiene
dinero, se hace énfasis en el dinero y no en la persona, y se dice: Ésta
persona es malvada, por eso su dinero es mal habido. Pero si la persona es un
adoctrinador, no se presta atención al dinero sino a la persona, lo inverso del
anterior, y se dice: Éste tipo es bueno, por eso tiene éxito.
Discurso
metafórico, confuso y adulador: Usan un lenguaje
poético y simbolista dentro del cual convierten sus opiniones y doctrinas en verdades
incontrovertibles por la vía de la amabilidad y la excusa del afecto. Son magos
de la palabra. Pueden convertir un concepto tan metafórico como el amor, en una
sustancia o energía real que puede ser contenida en objetos sagrados o en
doctrinas escritas, lo cual venden a escala industrial generando millones.
Profecías
apocalípticas: Esto es una marca de la época de la
guerra fría y aunque ya no es tan predominante, nunca lo dejan de usar. Usan un
esquema tipo arca de Noé. El mundo se va a acabar, solo yo tengo la única forma
de salvación. Crean en mí y se salvarán. Es decir, generan obediencia por
temor. En el año 2.012, tuvieron un leve impulso por las profecías del fin del
mundo del calendario maya. Al pasar la fecha temida dijeron que lo del fin del
mundo físico era metafórico y que realmente estaban hablando de un “cambio en la conciencia colectiva de la
humanidad”. Esto lo usan cada tanto, y obviamente no hay reembolso en caso
de que no haya apocalipsis.
En
síntesis, lo que los vendedores de ilusiones hacen es simplemente Decirle
a la gente lo que quiere escuchar. La gente viene con sus propios
miedos, interpretaciones y puntos de vista. Lo embaucadores lo que hacen
simplemente es reforzar estos puntos. A cambio reciben credibilidad y obediencia
absoluta. Nosotros estamos condicionados para atemorizarnos, para esperar
milagros, para obtener satisfacción instantánea, para creer sin pruebas.
Deseamos tanto creen sin pruebas porque para nosotros eso es la prueba de que
algo es poderoso. El hecho de que no lo podamos explicarlo le da poder. Si se
explica, entonces pierde el misterio, y sin misterio, no nos queda otro camino
que hacernos responsables de nuestros propios actos, y nuestra mentalidad
infantil y huérfana requiere muchísimo esfuerzo para salir de ese esquema.
A
los líderes hay que cuestionarlos siempre. ¡A todos! Y todo el tiempo. Si el
líder es falso, tarde o temprano caerá su farsa. Si el líder es genuino, cada
vez que se le ponga a prueba, generará más confianza y se sabrá que es real, y
no habrá duda de ello, pero siempre hay que cuestionarlo, hasta que muera.
Lo
primero que me llamó la atención de Buda seriamente fue su declaración de que
no hay que tomar por real lo que dijo sólo porque él lo dijo, sino que hay que
analizarlo, ponerlo a prueba, experimentarlo y sólo entonces tomarlo como
cierto, además dejando de lado todo lo demás que no sirva. Esto es
literalmente, el método científico. Lo tomé como un reto académico. Después
como un reto personal. Ahora como un reto espiritual y hasta ahora, cada vez
que pongo a prueba cada enseñanza suya, encuentro que es cierto. No tengo que
“creer” que es cierto. Lo experimento y compruebo hasta “saber” que es cierto.
Esta es la cuchilla de Buda por la que paso a todo aquel que se me presenta
como líder espiritual. Es una defensa contra el engaño, contra el mundo de las
ilusiones. Me hice budista no a través del estudio sino a través de la
práctica, la comprensión y práctica de las enseñanzas.
Vídeo: Dalai Lama. Lamas que contradicen el Dharma