miércoles, 15 de febrero de 2017

2do Precepto. Abstenerse de tomar lo ajeno.

Los diez mandamientos del cristianismo son como su nombre lo indican, mandamientos. Órdenes que vienen de una entidad divina por lo cual son tomadas como leyes que el creyente acepta y a las cuales se somete por fe. Es decir, por la aceptación de la creencia de que esto es lo correcto. Como por ejemplo, no robar. En el budismo, éste no es el caso.

Imagine que hay en el mercado una serie de dispositivos diseñados para el aseo de su casa. Varios de estos dispositivos vienen con un contrato que incluye premios de regalos al cliente por fidelidad y una cláusula de permanencia que castiga al usuario si usa un producto diferente o deja de comprar el producto de la empresa. El producto es necesario, hay que mantener la casa limpia. Pero las razones por las cuales se usa el dispositivo no están enfocadas hacia la necesidad de limpiar la casa sino a beneficiar al fabricante del producto.

Sin embargo usted encuentra una empresa cuyo producto no busca tanto beneficiar a los fabricantes sino realmente mantener limpia su casa. Este consiste no tanto en dispositivos sino en técnicas para limpiar su casa y minimizar la concentración de mugre, no tiene cláusula de permanencia porque ni siquiera es necesario ser cliente de la empresa y puede ser usado libremente. El fundamento de esta empresa es enseñarle las razones por las cuales usted debe limpiar su casa aparte de lo obvio. Le explica de dónde viene la mugre, cómo deshacerse de ella, cómo evitar que se acumule y le recomienda una serie de prácticas diarias para mantener limpio su hogar. Esta empresa no promociona exactamente un producto sino más bien un servicio. Y le enseña las técnicas de ese servicio con el objetivo de que sea usted mismo quien se lo brinde. Ésta empresa es el budismo.

Los preceptos budistas no son leyes. No son comandos emitidos por una entidad sobrenatural que deban ser obedecidos según condiciones de castigo o premiación. Un practicante budista ve los preceptos de Buda, no como una serie de reglas que debe cumplir, sino como unas herramientas que le ayudarán a superar el sufrimiento, a tener la mejor calidad de vida posible y a conseguir la paz completa. A diferencia de las religiones teístas, el fundamento para seguir los preceptos no está fuera del individuo, sino dentro. Uno no sigue los preceptos jugando en un comercio de intercambio de hacer cosas buenas para ganar cosas buenas. Los preceptos deben ser entendidos, comprendidos en su totalidad. Saber que las razones para seguir los preceptos no vienen de la nada sino de razones reales, racionales, lógicas y comprobables, de manera que no se sigue una orden bajo una autoridad vigilante sino que se hace algo porque se sabe que es bueno y necesario, y se comprende que no hacerlo es simplemente un error. Además no existe cláusula de permanencia, es decir que ni siquiera es necesario ser budista para seguir las enseñanzas de Buda. Un cristiano, musulmán, judío o cualquier creyente de cualquier religión puede practicar las enseñanzas de Buda.

El Buda no inventó los preceptos de la nada. Él estudió las conductas de las personas y agrupó las enseñanzas para beneficio de la humanidad. Las enseñanzas de Buda no son correctas por ser budistas, son budistas porque son correctas, de ahí que cualquiera puede practicarlas. Todos los preceptos de Buda son así. No solo se recomienda no hacer cosas malas considerando sus consecuencias perjudiciales, sino que impulsa sus contrapartes positivas en función de combatir las negativas y de fortalecer el buen vivir y la paz entre las personas.

Robar es en realidad la fórmula de la pobreza. Es un dinero fácil, sin continuidad, sin un objetivo real. Fácil viene, fácil se va. Al no ser producido dentro del funcionamiento activo de la sociedad, las cosas robadas están fuera de la dinámica social y por lo tanto aíslan al ladrón del funcionamiento de su sociedad. Los delincuentes se ven en problemas para vender cosas robadas, deben lavar dineros mal habidos y generan sospecha. Todo el mundo desconfía de una persona que se deja ver gastando un dinero que no se ha ganado trabajando.

Además de no robar cuando se presenta la oportunidad, uno debe evitar que otros roben dentro de lo que esté a su alcance. Denunciar a los funcionarios corruptos, denunciar los chantajes. Correr la voz cuando hay un ladrón entre los vecinos. Tener una posición radical contra la delincuencia apoyándose siempre en una ética sólida. Alejarse de quien roba incluso si es un familiar.

La fortaleza de la práctica está en su disciplina. Incluso cosas pequeñas. Comerse un dulce de un supermercado sin haberlo pagado puede parecer una nimiedad. El supermercado no va a quebrar porque uno se robe una pequeña golosina. Pero no se trata del supermercado, no se trata del dinero. Ni siquiera se trata de la ley, todo ello es obvio, no se necesita un mayor análisis de ello. Se trata del control de las acciones propias, del entrenamiento mental y del fortalecimiento de la conducta correcta. Es decir, de la fortaleza y el bienestar del propio practicante. Cuando un practicante logra llevar una práctica ética bien fundamentada, se abstiene de tomar lo que es ajeno así sea algo irrisorio, con ello se beneficia a sí mismo y a quienes le rodean.

El ejemplo de las cosas pequeñas fundamenta las cosas más importantes. Un padre que se roba una uva mientras hace mercado con su hijo no tendrá mucho que objetarle si él más tarde se roba un reloj. Las cosas escalan con el pasar del tiempo y la calidad de la ética de una persona depende de su continuidad en hacer lo correcto.

Esto cubre todas las áreas de las relaciones sociales. En nuestros países la gente no es puntual. Eso es robarle el tiempo a los otros. Los orientales por el contrario son bastante cumplidores y exigentes con la puntualidad. Esto, además de traer grandes beneficios en lo económico y en lo social, demuestra el grado de respeto que las personas tienen por los otros.

Cuando estudie los preceptos budistas, aplique este grado de comprensión a cada uno de ellos. La diferencia entre mandato y práctica. Las razones reales de por qué no debo hacer esto y por qué debo practicar lo contrario más allá de los conceptos simples de bueno o malo. El Buda ha dicho que no tomen como ciertas todas las cosas que dijo sólo porque él las dijo. Él recomienda que primero se analice y se comprenda profundamente su doctrina y se practique con constancia. Una vez que esto se ha hecho no hay vuelta atrás y los fundamentos para una vida ética y moralmente correcta se afianzan a lo largo de la vida.

También es importante tener en cuenta las consecuencias negativas de robar de manera directa. El ladrón tarde o temprano cosechará el karma de sus acciones. Algunas veces llega tarde pero a veces llega de inmediato. En mi país, por ejemplo, el grado de delincuencia apoyada en la corrupción de las instituciones y la incompetencia de los ejecutores de la ley ha llegado a tal punto que el pueblo no ve otra salida que tomarse la justicia por mano propia, castigo que puede ser mucho peor que cualquier sentencia judicial. La consecuencia de la violencia es la violencia y esto genera una cadena de mal karma que llega a afectar a toda una sociedad. Mantener una conducta correcta y apartarse de la violencia es la mejor forma de mantenerse a sí mismo y a la familia a salvo. 

Es cierto que desde el punto de vista cultural, el budismo habla de acumular méritos haciendo buenas obras. Esto, como comenté en otro apunte, es fundamental para la propagación del Dhamma por todo el mundo. Pero cuando se inicia en la práctica uno entiende que el mérito no es una moneda que se acumule como el dinero. El mérito es la disciplina que va creciendo con la práctica. El beneficio de seguir los preceptos de Buda no es una recompensa posterior por haberse portado bien. El beneficio de practicar los preceptos está en la misma práctica de los preceptos.

Es como ir al gimnasio. Uno no hace ejercicio en un gimnasio esperando a que el dueño del lugar vea el esfuerzo que uno hace y un buen día le felicite y le regale unas zapatillas deportivas muy caras, o le regale un mes de gimnasio gratis. Uno va al gimnasio para beneficiarse del acto mismo de ejercitarse. Aquellos que hayan llegado a tener una rutina de ejercicio saben que después de la etapa inicial uno realmente disfruta de levantar pesas y pedalear en la bicicleta. Puede que al principio cueste un poco pero al final es algo que se disfruta y que el cuerpo pide si se deja de hacer. Es lo mismo con los preceptos. Una vez uno se acostumbra a llevarlos, siente que deja atrás toda la contaminación que cargaban sus actos y sus pensamientos pasados, y no deja de ejercitar las conductas correctas. Inicie y mantenga este entrenamiento apoyándose en las enseñanzas de Buda.

Algunas veces fallará y precisamente para eso está el Dhamma. No somos perfectos y ese es nuestro apoyo, nuestro refugio y nuestra arma. No se rinda. Sea ético en un mundo sin ética. Sea moral en un mundo amoral. Sea correcto en un mundo corrupto y degradado. La luz brilla más en medio de la oscuridad y esta es nuestra oportunidad para demostrarle al mundo y a los que vendrán después que nos negamos a ser parte de la descomposición que nos rodea. El reto es grande y el camino difícil pero tenemos un instrumento seguro y fuerte para superarlo. Para seguir el camino del Dhamma hay que ser valiente. 

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