martes, 9 de febrero de 2021

LA PRIMERA NOBLE VERDAD

 Esta es una serie de artículos en los cuales analizaremos los fundamentos básicos de la práctica budista. Las Cuatro Nobles Verdades, el Noble Óctuple Sendero y los cuatro sellos.

Las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Óctuple Sendero son la Enseñanza fundamental de la doctrina budista. La columna y piedra angular de toda la Enseñanza del Buda. Los cuatro sellos por su parte, son cuatro doctrinas o fundamentos budistas presentes en toda tradición y escuela budista. Estas cuatro doctrinas de la Enseñanza, han sido organizadas y presentadas de esta forma por la tradición Mahayana como una forma práctica de reconocer cuando una doctrina budista puede ser reconocida como tal. Estos cuatro elementos están presentes en todas las escuelas budistas, tanto en el budismo temprano como en el budismo tardío.

El problema con las falsas doctrinas del Dhamma lo ha tenido el budismo desde los tiempos del mismo Buda hasta nuestros días. Por eso es de vital importancia que tengamos claros los pilares de la Enseñanza budista, para que podamos discernir el Dhamma del Buda de las falsas doctrinas. 

Estos fundamentos doctrinales son de importancia capital para todos los budistas. Son la base del estudio, la comprensión y la práctica del Buda Dhamma.   

Antes que nada, hay que aclarar que las Cuatro Nobles Verdades no son afirmaciones metafísicas o postulados místicos absolutos que rigen el universo como una especie de fuerza mágica determinista. Las Enseñanzas del Buda son una interpretación de máxima sabiduría de las leyes de la naturaleza que el Maestro observó, comprendió, organizó y enseñó de manera que pudiéramos comprenderlas y practicarlas en función de llegar a la iluminación. Este no es un compilado de creencias místicas sobrehumanas ni de verdades cósmicas absolutas. Este es un resumen muy básico y elemental de los fundamentos del budismo presentados para que el practicante laico tenga una idea básica de su contenido y pueda iniciar su estudio y práctica de forma segura, sin importar la tradición o escuela dentro de la cual decida practicar. 

 

LA PRIMERA NOBLE VERDAD

 LA VERDAD DE DUKKHA 

Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo deseado es sufrimiento. En breve, los cinco agregados (los cinco elementos que conforma al ser humano) de la adherencia son sufrimiento. 

Dhammacakkappavattana Sutta – Discurso de la puesta en movimiento de la rueda del Dhamma.



La palabra Dukkha tiene múltiples interpretaciones en nuestro idioma. La principal es sufrimiento desde un punto de vista general, pero hace referencia a un estado más específico. Se puede interpretar mejor como “insatisfacción”, y abarca en un sentido elemental el estado esencial de la vida en el cual siempre estamos buscando o necesitando algo. Siempre estamos en necesidad de comer, beber, de estar en compañía, de trabajar, de pertenecer, etc. El simple hecho de estar vivo implica algún grado de insatisfacción desde el más pequeño o incluso imperceptible hasta necesidades vitales tan importantes como las que puede tener una persona que lucha por su vida en medio de un campo de guerra. Dukkha se refiere a toda esa gama de insatisfacciones que pueden ser perjudiciales o elementales según el contexto.
 

Para hacer más práctico nuestro estudio de las Cuatro Nobles Verdades, asumiremos Dukkha desde el punto de vista más fáctico y pragmático. Desde el punto de vista del sufrimiento más apremiante y directo que es el que más fácilmente identificamos. 

La Primera Noble Verdad del budismo dice que el sufrimiento es inherente a la vida. Hace parte de la vida y es ineludible. En algunas traducciones se afirma incluso que “la vida es sufrimiento”, llevando los dos factores de esta Noble Verdad a un nivel aún más íntimo de lo que la propia Verdad sugiere, pero al mismo tiempo, haciendo una afirmación tan práctica como real de las palabras del Buda. 

Esta Noble Verdad es terriblemente mal interpretada en occidente. Muchas veces se toma como una declaración de pesimismo absoluto. De un callejón sin salida del cual no hay manera de escapar (cosa que se descarta con las otras tres Nobles Verdades), y le da al budismo un aspecto lúgubre y desesperanzador. 

En realidad, la Primera Noble Verdad no es una sentencia macabra que nos obliga a resignarnos al dolor de la vida y verlo todo negro. Nadie soportaría tal visión como doctrina de vida. La Primera Noble Verdad es una descripción de la naturaleza de la vida. Naturaleza que en principio se nos hace negativa y hostil, ya que constantemente huimos del sufrimiento como de una bestia salvaje, negándonos a estudiarlo y a entenderlo. 

Es una verdad innegable. El sufrimiento sí hace parte de la vida. Pero lo que nos dice la Primera Noble Verdad es que, en lugar de querer escapar del sufrimiento, debemos detenernos y estudiarlo. Conocer su mecanismo, encontrar el por qué nos hace daño, es decir, el por qué es sufrimiento. Aunque hay sufrimientos universales que nos afectan a todos por igual, hay otros sufrimientos que para unos son tales, pero para otros no lo son. De ahí que necesitemos las herramientas para poder discernir cuando algo en verdad es una fuente de sufrimiento real, y cuando algo es un sufrimiento ilusorio, autoinfringido y creado por nosotros mismos. Esta sabiduría es de suma importancia para el mejoramiento de nuestra calidad de vida en todos los aspectos.   

El Buda no nos está diciendo que debemos resignarnos a sufrir sin remedio y que no hay más opción que dejarnos caer en la melancolía, el derrotismo y el conformismo. Lo que el Buda nos está diciendo es, deténganse y analicen el problema más allá de las generalidades. El sufrimiento tiene una naturaleza propia, así que vamos a estudiar esa naturaleza para comprenderla y así podremos hacer algo al respecto. 

Otra forma de malinterpretar esta Primera Noble Verdad es tomándola con desdén. Algunos dicen, ¿Que el sufrimiento es inherente a la vida?, vaya descubrimiento. Han descubierto el agua tibia. ¿Qué clase de revelación es afirmar algo tan obvio? No hay que ser un iluminado para darse cuenta de ello. 

A pesar de que esta declaración del Buda parece tan obvia, en la práctica realmente no lo es. Sabemos que el sufrimiento es inherente a la vida. Y entre más tiempo pasamos en este planeta, más claro no va quedando eso. Sin embargo, hay un sesgo. Hay una especie de cortina de la ignorancia que hace que esta afirmación sea tan obvia que la pasemos por alto como si fuera una señal de tránsito tan elemental que no le prestamos la mínima atención. Y luego nos accidentamos. 

Subestimar esta Noble Verdad es subestimar el mal, que en nuestra doctrina no es nada más y nada menos que la ignorancia. La ignorancia no solo como carencia de conocimiento y falta de sabiduría, sino la ignorancia como una decisión consciente hacia lo autodestructivo, subestimar la importancia del bien, el fundamentarse en el propio ego y el malinterpretar el mundo como una selva de animales salvajes en la que lo único que importa es mi bienestar por encima del de los demás. Esa es la gran ignorancia contra la que lucha la doctrina budista. Veamos un ejemplo. 

La gente fuma. La gente sabe sobradamente y fuera de toda duda que el consumo de tabaco genera cáncer. Eso lo sabemos desde hace mucho tiempo. Sabemos los efectos que el alquitrán y todas esas sustancias químicas le hacen a nuestro cuerpo y sabemos que entre más fumamos, más posibilidades tenemos de generar esa horrible y mortal enfermedad a nosotros y a los que vivan cerca de nosotros. 

Los fumadores saben eso. Si son plenamente conscientes de ello, ¿Entonces por qué fuman? 

Cuando uno le pregunta a un fumador por qué fuma, algunas respuestas que dan son – De algo me voy a morir – Igual todos vamos a morir- Ya lo estoy dejando. 

Incluso, haciendo esta pregunta, he obtenido respuestas tan arrogantes como – Si me da cáncer seguiré fumando porque igual, ya me dio. O, si me da cáncer yo sabré qué hacer. 

Lo que éstas personas están diciendo en realidad, es que en el fondo no creen que puedan enfermar de cáncer. Es una actitud muy ególatra y arrogante. Ellos piensan: el cáncer es algo que le da a otros, no a mí. Esas personas que dicen “yo sabré que hacer si me da cáncer”, si llegaran a verse a sí mismas en un consultorio de oncología, darían lo que fuera por no estar ahí, y por poder regresar y descartar todos y cada uno de los cigarrillos que se fumaron. El miedo y el terror que genera el recibir tal diagnóstico no se compara en nada con el supuesto placer que ese horrible vicio genera. Y convierte esa arrogancia en un arrepentimiento ridículo y patético. 

Este tipo de ignorancia egocéntrica y arrogante (y más que todo voluntaria) es precisamente lo que la Primera Noble Verdad puede erradicar. Y sí, es una obviedad, pero no es solo eso. Es una obviedad elevada a la máxima potencia. A un nivel que nos hace ver todo tipo de sufrimientos y nuestra participación en ellos. El sufrimiento está presente en el mundo ¿Por qué no lo evitas? ¿Por qué lo buscas o lo retas? ¿No sería mejor tomar medidas, un camino seguro y una posición contra ello? Esto es simplemente el más elemental sentido común fortalecido con la más poderosa sabiduría espiritual. Y se aplica a todo en todos los niveles. 

Si fumar da cáncer, pues hombre ¿Por qué demonios voy a fumar? Y así es con todo. Relaciones personales con una persona abusiva, condiciones de trabajo o de vida que hacen daño, hábitos o costumbres perjudiciales, formas negativas en las que nos tratamos a nosotros mismos. No hay área de la vida en la cual esta gran lupa no pueda ayudarnos a encontrar errores aparentemente obvios en los cuales seguimos cayendo como animales ciegos golpeándonos contra la misma pared. 

Parece fácil anunciar eso. Sí, tengo una relación dañina con una persona que no me conviene. Pero es muy fácil pararse ahí y decir, deja a la persona, no seas imbécil. Pero las cosas no son tan sencillas en la vida real y transformar errores que llevamos cometiendo por años en puntos de fortaleza no es como barrer el piso de la casa. ¿Cómo podemos hacer tales proezas? Bien, para eso están las demás Nobles Verdades y la práctica de las Enseñanzas. Aquí estamos hablando del acercamiento inicial. Del reconocimiento del problema. El primer paso para luchar contra las adversidades de la vida. 

Una frase muy popular en los últimos tiempos asociada a la Primera Noble Verdad es la siguiente: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional…”  Delicioso. Puedo ver brillar los ojos de las niñas progres y las señoras de sociedad como lucecitas de navidad. 

Ésta frase y otras tantas como “Esto también pasará” de la cual hay un artículo en este blog, o “Lo que ves mal en los demás es un reflejo de lo que está mal en ti”, hacen parte de ese gran corolario de frasecitas de cajón para imágenes de Facebook que hacen juego con la gran colección de frases que el Buda jamás dijo. No solo son intentos de fórmula mágica para arreglarlo todo con “actitud mental positiva” o A.M.P. como lo vendía una pirámide de estafas en los noventas, sino que pueden hacer que personas verdaderamente interesadas en conocer las Enseñanzas se vayan por un camino falso y terminen confundiendo el budismo con una doctrina superficial y plástica. O peor aún, terminen creyendo en la era de acuario y consumiendo libros de Osho y Deepak Chopra. 

Generalmente, la persona que recita este mantra de “el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”, es una persona que no aguanta el dolor y se quiebra fácilmente ante cualquier adversidad. Es una formula del poder de la negación que solo funciona cuando no pasa nada o cuando pasan tonterías sin importancia. Este tipo de razonamientos hacen que las personas no entiendan el dolor. La cuestión es que la frasecita es pegajosa y curiosa. Fácil de consumir como una marca de papas fritas. Aunque sí tiene algo de verdad, en el contexto de la práctica, que es lo que nos interesa, no es más que otra frase vacía e inútil. 

No es que el dolor sea “inevitable” en la vida. El dolor es algo que pertenece a la vida. Pero la Enseñanza en ningún lado dice que evitar el dolor sea algo bueno. Al contrario, es algo con lo que se debe trabajar. Y que el sufrimiento sea opcional no significa que uno mágicamente pueda detenerse y decir “no voy a sufrir por la pérdida de un ser querido, y me voy a saltar el duelo y su resolución mágicamente como si nada”. El sufrimiento no es un producto de supermercado que puedas escoger o descartar por un criterio de gustos. Ese pensamiento ilusorio de hecho es un riesgo psicológico, y se ha visto en las doctrinas de las sectas y los estafadores espirituales. Estos sistemas psicológicos que niegan el dolor junto con todo lo negativo, porque cuando uno es un ser de luz, “hay que rechazar todo lo negativo”, son muy peligrosos y pueden traer nefastas consecuencias. Al sufrimiento jamás hay que negarlo o tratar de evitarlo. 

Siguiendo con la frase, tampoco es cierto que el sufrimiento sea opcional. Lo que en realidad genera la práctica de la Enseñanza budista son dos cosas. Primero, el poder de identificar qué es sufrimiento y qué no lo es (te ahorra todos esos sufrimientos ilusorios que tú mismo te generas). Y segundo, te da la fortaleza de poder enfrentar, trabajar y superar el sufrimiento de la vida, cualquiera que este sea, con la capacidad de aceptar la naturaleza de la existencia y con la sabiduría para saber que hay que hacer sin llegar a la desesperación. 

El sufrimiento no es opcional. Tienes que enfrentarlo sí o sí. Diferenciar el dolor del sufrimiento en un ridículo juego de palabras para hacerte creer a ti mismo que encontraste la llave de la felicidad, es como confundir una enfermedad con unas vacaciones, e ir a pasar una infección pulmonar en una cabaña en la playa en lugar de ir a un hospital y tratarte. La ilusión de las palabras confortables a menudo nos hace creer y hacer tonterías. 

Veámoslo con un ejemplo simple y metafórico. 

Cuando era niño me aterraban las inyecciones. No podía estar en un consultorio médico y ver una jeringa sin sentir un terror inmenso, incluso cuando la inyección no era para mí. El dolor de la inyección, aunque ilusorio porque la mayoría de las inyecciones ni duelen tanto, era para mí un obstáculo ineludible por la sencilla razón de que era un niño y no tenía las herramientas, la experiencia, ni el conocimiento para enfrentar y superar tal situación. 

Ahora de adulto, las inyecciones no me provocan la más mínima preocupación. No me intimidan las agujas de las jeringas por más grandes que sean. Incluso cuando puedo dono sangre. Y las agujas que se usan para la donación de sangre son tan grandes que ni parecen agujas. Son más bien como pequeños tubos de metal con una punta filosa. Cuando estoy en condiciones, puedo donar sangre sin ningún problema, mientras que algunos de mis compañeros no son capaces ni de ver cuando me clavan la aguja en el brazo. Incluso he visto a alguno desmayarse cuando le extraen sangre, cosa que se me hace muy graciosa. Sobre todo cuando me dejan despertarlo. 

¿Por qué cuando era niño no podía ni ver las agujas y ahora puedo lidiar con ellas sin ningún problema? Porque durante el trayecto de mi vida, he adquirido las experiencias y el conocimiento para afrontar ese miedo y enfrentarlo sin ningún problema. Me he desarrollado y he madurado mentalmente en lo referente al problema de las inyecciones. Cuando te clavan una aguja en la piel, duele. Duele ahora igual que dolía cuando era niño. El procedimiento es el mismo y la sensación es igual. Es exactamente la misma situación. La jeringa no ha cambiado, el que ha cambiado soy yo. Ese es el fundamento de la Enseñanza y de la Primera Noble Verdad. 

No es que el sufrimiento sea opcional. Es que cuando estás entrenado e instruido, estás más fuerte, tienes mayor conocimiento del mundo y de la vida, y tienes una madurez mental y espiritual superior, puedes  permanecer de pie, resistir y vencer cuando otros no pueden estar ni siquiera de rodillas. No eliges si sufrir o no sufrir. Nadie elije sufrir, por eso es que la frase suena tan estúpida. Tu puedes primero determinar si lo que tienes en frente necesita ser tratado como sufrimiento, y segundo usar las herramientas que tienes a tu disposición y la fortaleza espiritual acumulada con la práctica para enfrentar los sufrimientos que se te presentan en la vida, que no son antinaturales, ni malignos, ni castigos o maldiciones deterministas ni nada por el estilo. Es simplemente la vida. Estamos hablando simplemente de madurar. Tan literal como suena. Huir del sufrimiento es una actitud infantil. Y cuando no tenemos una adecuada instrucción espiritual, eso es precisamente lo que hacemos. Y en eso se nos va la vida. 

La Primera Noble Verdad también se mal entiende simplemente al leerla. Cuando se comprende bien, empieza a hacer el trabajo que es constante en toda la práctica. Trabajar el ego. La Primera Noble Verdad dice, “hay sufrimiento en la vida”. En ninguna parte dice “YO sufro en la vida”, o “Mi sufrimiento existe en la vida”. No se está hablando del sufrimiento de nadie. No se trata de ti. El sufrimiento simplemente está ahí. 

Cuando vas a un río y ves una serpiente venenosa no piensas, “oh, esa serpiente está ahí para morderme y envenenarme. Ha llegado a la orilla del rio única y exclusivamente para morderme a mí”. No haces eso. Lo que piensas es “esa serpiente es venenosa y hace parte de la naturaleza. Si me acerco a ella, tendré problemas. Mejor me mantendré alejado de ella”. Entiendes que el hecho de que tú estés o no estés allí, no le es de la más mínima importancia a la serpiente. Y  entiendes que el hecho de que la serpiente esté ahí no tiene que ver contigo. Simplemente es una parte de la naturaleza y cumple su función en ella. 

Nos han enseñado a creer que somos el centro del universo y que el mundo gira en torno a nosotros. Si algo malo pasa, es por o para nosotros. Y si algo bueno pasa, también. Nada de esto es cierto. En el budismo tal idea se deshecha de entrada. Las cosas no están ahí por nosotros ni para nosotros. Simplemente están ahí. 

La parte final de un poema de Sara Teasdale sobre la guerra dice: 

Y a nadie le importaría, ni al pájaro ni al árbol,

Si toda la humanidad pereciera;

Y la propia primavera, cuando despertara al alba,

Apenas se daría cuenta de nuestra partida. 

Suena hermoso, y es totalmente cierto. No es verdad que seamos el centro del mundo. Somos simplemente una especie más. Si desapareciéramos de la faz de la tierra, el mundo seguiría girando como si nada. La naturaleza casi ni lo notaría. Y en unos pocos años, no habría casi ninguna huella de que estuvimos aquí. No somos tan importantes como para gritarle al cielo cada vez que nos caiga una desgracia. De hecho, cuando entiendes esto, y te das cuenta de tu propio lugar frente al mundo y la inmensidad de la vida, adquieres humildad. Te quitas ese gran peso de responsabilidad ilusoria que cargas a todas partes. Te das cuenta de que no eres tan importante como para andar lloriqueando por lo que te pasa. Y en lugar de eso, sientes un impulso de ayudar a otros simplemente por el hecho de compartir el mundo contigo. Esa es la manera correcta de interpretar nuestro lugar en la vida. Es lo que enseña esta Primera Noble Verdad.  

Las Nobles Verdades del Buda no son solo enunciados de la realidad. Como todo en la Enseñanza, también son prácticas. Cuando empiezas a comprender la naturaleza del sufrimiento en el mundo (no solo el tuyo), entiendes por qué los demás sufren. Entiendes la importancia de erradicar la ignorancia que produce sufrimiento. Y culpar a otros por las cosas malas que te pasan deja de ser una ley personal. Incluso cuando otras personas te hacen mal a propósito. 

La razón de esto es que entiendes que la persona que hace el mal lo hace porque padece de ignorancia, y esa ignorancia le provoca sufrimiento, así la persona piense que hacer el mal a otros le está provocando beneficio o placer. Entonces el odio contra el agresor se apacigua porque entiendes que está haciendo algo que no haría si pudiera entender lo que está haciendo. Esto no significa que debamos dejarnos atropellar y herir por personas maliciosas. Ya hemos comentado en varias ocasiones que ser pacifista no significa ser pasivo y dejarse hacer daño. Nada en el budismo apoya esta idea. Lo que se explica aquí es que debemos luchar sin odio, pero igual se debe luchar. La diferencia es que quien responde odio con odio porque no entiende la naturaleza del sufrimiento, se convierte en lo que combate. Luego uno también quiere herir a quien lo está hiriendo a uno iniciando un ciclo de odio continuo al que solemos llamar guerra. Y eso es contrario a las Enseñanzas. 

No debemos permitirnos ser dominados por nuestro odio, y la comprensión de la Primera Noble Verdad nos ayuda a ello. Esto quiere decir que cuando nos enfrentemos a una persona que nos hace daño, debemos contrarrestar su maldad con la conducta correcta, con el bien, sin dejarnos contaminar por el odio que irradia, y si es posible y está dentro de nuestras posibilidades, ayudarle a salir de su error. Si no es posible, dejarlo y alejarnos de la persona. El Buda enseña que siempre debemos alejarnos del necio. Esto nos da la libertad para combatir el mal sin odio, y nos quita el grillete de andar culpando a otros por lo malo que nos pasa. 

Si culpas a otro por lo que te pasa a ti, lo que estás diciendo es que el otro tiene el poder sobre ti. El poder de dominarte, de provocarte, de generar los sentimientos y las emociones que quiera en ti, y que básicamente estas avasallado por sus acciones. En otras palabras, que eres su esclavo. Si dejas de culpar a los demás y te haces cargo de tus propios sentimientos y tu propio destino, no podrás ser esclavo de nadie. Eso hace parte de la maduración espiritual que conlleva la realización de una buena práctica. 

La Primera Noble Verdad nos ayuda a empezar a liberarnos del sufrimiento, porque cuando comprendemos la verdadera naturaleza del dolor, por puro sentido común dejamos de estar corriendo de un lado a otro, escapando y persiguiendo en el juego absurdo de los premios y los castigos. Nos ayuda a dejar de ser sobornables y avariciosos. Cuando la naturaleza del dolor es comprendida, pasa de ser un obstáculo a vencer, a ser un punto de apoyo y una fortaleza. Entonces podemos entender el sufrimiento de los demás y entendemos la importancia de ayudar a combatir el dolor que está a nuestro alrededor. Es decir, a realizar una verdadera práctica de las Enseñanzas. 

El objetivo de la Primera Noble Verdad es dejar de tenerle miedo al sufrimiento. Aceptar los errores que hemos cometido y convertirlos en experiencias para generar acciones benéficas para nosotros y los demás. El sufrimiento se acepta como algo natural. De hecho, es algo benéfico. Sin sufrimiento no sería posible aprender, crecer, conseguir una motivación profunda, desarrollar madurez, fuerza y sabiduría. Sin sufrimiento, la vida no tendría ningún sentido y no valdría la pena vivirla. 

Para nosotros, el Buda es el gran doctor. El gran médico que ha descubierto la cura para el mal del mundo, el sufrimiento. El seguir las instrucciones del médico o no, ya es decisión nuestra. Y este es un símil utilizado por el mismo Buda para explicar su doctrina de forma sencilla. 

La Primera Noble Verdad es entonces, el diagnóstico de nuestra enfermedad. Su detección y reconocimiento. Las tres siguientes Nobles Verdades consisten en la detección de la causa y origen de nuestra enfermedad, el pronóstico de poder aliviarnos, y el remedio para llegar a la salud. 

Hay que tener siempre en claro que toda la doctrina del Buda es básicamente una doctrina de ética. Una forma de vida orientada siempre hacia el bien, hacia lo que es correcto. No es un compendio de fórmulas mágicas para beneficiarme yo mismo sin que me importen los demás. Según el budismo, somos parte de un gran tejido de la vida, y lo que afecta a uno nos afecta a todos. El egoísmo no tiene espacio dentro del budismo en ninguna de sus formas. Estas Nobles Verdades, el Camino Óctuple, los sellos y todo lo que la doctrina implica, no lleva nunca al individualismo nihilista ni a la preocupación exclusiva por la propia existencia. El budismo es una práctica social. Es una disciplina ética y moral que abarca el comportamiento humano para el bien de todo ser viviente en este planeta. Entender esto es fundamental para poder practicar las Enseñanzas. Ignorar esto es el camino seguro a la ignorancia y a la autodestrucción. 

Teniendo esto claro, estudiemos y entendamos bien esta Noble Verdad para luego ir al siguiente paso. El estudio y comprensión de las causas de nuestro sufrimiento. La Segunda Noble Verdad.

Haz parte de nuestra comunidad en Facebook: apuntes de un budista

4 comentarios:

  1. Difícilmente alguien pueda exponer la Primera Noble Verdad de manera tan sencilla como en tu escrito. Muchas gracias. Saludos

    ResponderBorrar
  2. Excelente análisis sobre la primera noble verdad! Muchísimas gracias !! 🙏🏻

    ResponderBorrar